Aldebarán, 6 poemas de Gorka Lasa

4 abril, 2022

Aldebarán

(Tomado del libro: Aldebarán. el vértigo de la eternidad. Gorka Lasa. 
Editorial Universidad de las Américas, Poesía, Panamá 2018)

          Atardeceres terribles colmaron mi alma de silencios 
          Aldebarán.

Las horas de la sangre sobre el final
la pausa, el errático exilio de la estirpe
la lluvia eterna sobre las tierras innombrables

La soledad de tristes campos de olvidadas batallas.
En los senderos de un planeta muerto
anidaron los ciclos del devenir
acunando mares negros.

          Atardeceres terribles colmaron mi espíritu de nostalgia
          Aldebarán.

Este viaje de símbolos ya concluye su ira
inequívoca nema por siempre oculta
en los áureos cantos admonitorios
en el vértigo de la eternidad
sello atávico del clan solar.

Allí donde fuéramos arrastrados, padecimos
llevamos en nosotros la tara de la luz
el epitafio de los soles insurrectos
los fríos horizontes sin final
saña de manos asesinas.

          ¡Míralos! pueblos desterrados en el viento de las eras
          Aldebarán.

Y sufro esta búsqueda de esferas y caminos
añoro el retorno al templo de los orígenes
el ansia voraz de una tierra virgen, núbil
para colmarla de ríos, poemas, bosques
para labrar mí tedio en sus espasmos
para arrancar la vida a sus entrañas
y luego, muerta, volverla a poseer.

          Atardeceres terribles colmaron mi tristeza de futuros
          Aldebarán.

El ciclo inútil de los dragones tristes
tormentas de mares primordiales
crearlos de la nada tomó eones.
Esta es la venganza del soplo original
impaciencias, crípticas premuras
la angustia de los tiempos.

Y al final, cuando encontramos planetas habitables
estábamos tan cansados de los viajes sin retorno
tan irremediablemente derrotados por la osadía
que las leyendas que nacieron de nuestros ecos
solo serían eólicas cárceles, templos rotos
trenas del dolor, la mentira y la muerte.

          ¿No es acaso esta creación, el más terrible de los legados?
          Aldebarán.

Tanto dolor vertimos en los mundos, tanta negra rabia
indolentes, asesinamos a la Madre que los protegía
sus dioses melancólicos, cantan débiles, huidos
en atardeceres invisibles de soledades atávicas
los últimos tiempos, los siglos ya olvidados
los grises finales, en sus ocasos inertes.
Somos nosotros, los últimos errantes
poetas del gnomon, viajeros de la esfera
evocadores de la vieja herencia del dolor
del castigo, la vieja culpa y su estigma silente.

          Terribles castigos nos aguardan en el tiempo.
          Aldebarán.

          Solitario será el retorno del sol hacia la nada
          Aldebarán.

Después de la tormenta

(Tomado del libro: El equilibrio de los hemisferios. Gorka Lasa.
Ediciones FiatLux, Poesía, Panamá 2013) 

He quedado en silencio después de la tormenta         
          híbrido azul
          de lágrimas y mundos.

El grito habitó la entraña de su hielo
la hora naufraga fecunda
en su constancia de hambre
estrellas y abismos.

Templo lunar que aflora del destierro
para luego volver al vacío
recurrente savia ardiente
del antiguo árbol que crece perdido.

Que el espíritu reconozca su símil.
El fuego es incapaz de ser mentira.

El que vuela está siempre
          más allá de las palabras.

El que espera no está nunca
          simulando lo que añora.

En este desierto de lotos y espinas
          altar de dioses olvidados.

La cuna de lo invicto
          la fase que permuta.

La estrella que se priva
          el canto de sus lunas.

El tiempo es solo tiempo
          lo eterno es solo eterno.

¿Dónde está aquel lamento que otrora devino en nueva espiga?
La lluvia, el invierno
¿Qué traen en su cadencia?
¿Promesas de vientre y precipicio?
Mi alma navega desde siempre
pero naufraga de siglos.

¿Cómo unir el dolor a la roca y el grito?
¿Qué ruta yace yerma en su emboscada?
¿Qué errante yace muerto en el eco de su angustia?

Invisible,
          la llaga de la memoria
Inadvertida
          la carroza de fuego.

Pero el hombre recuerda el lejano horizonte
eterno se hace templo
infinito, se torna en muerte.

Nada sabe del martirio
siempre de raíz
muriendo
nada sabe de su rumbo
en la noche
himno perpetuo.

Luz refractada
la caricia de lo amargo
la turba de lo injusto en su sordina
el refugio de lianas y mendigos

La batalla de los mundos
          mi morada.

Un tronar distante se avecina
pleno de bengala y horizonte.

Nimio testigo de un pacto de pan
ansia de clave y entropía
de una llaga de Luz
el Sol, en lo sangrante.

Y aunque quede sin semillas
el barro en nueva tierra
también alucina de sequía
el fruto que no sabe de su otoño.

          Esto es lo real
          esto es lo que aun arde
          esta es la Luz que ciega tu vergüenza.

Aquí está aquello que persiste en su osadía
          irrefutable centro
          reino de la nada.

Con el brazo atisbo lo doliente
          a mi modo
          desisto de lo vano.

He quedado en silencio después de la tormenta
          híbrido azul
          de lágrimas y mundos.

Poema 8

(Tomado del libro: El espasmo y la quietud. Gorka Lasa. 
Arcana editores, Poesía, Panamá 2019) 

Puede que la noche, como tantas otras cosas, se pierda en el océano de mi alma de sufí. Y que los días negros, cual llamas arcillosas, extraviadas gaviotas de un mar indolente, vuelvan a la noche a llorar sus esteros de astros perdidos y barcos de papel. Mil veces he partido a conquistar el silencio, la sorpresa cautiva de una bala otoñal, en la ruta que parte de la mano al delirio, de otros tantos caminos que me llevaron a amar. He vuelto a morir en mi viaje de selvas, he vuelto cansado de una tierra sin sol, he visto señales de fuego en el alba, delfines nadando hacia un mar interior. He visto a mi alma soñar la partida, la guerra olvidada y el fuego en la voz. Y hoy remonto el camino que conduce a mí mismo, al claustro paterno, al rastro de ayer, encontrando que el río se ha secado en mi ausencia, a pesar de que en la herida no cesó de llover.

El águila de los mil años

(Tomado del libro: Aldebarán. el vértigo de la eternidad. Gorka Lasa. 
Editorial Universidad de las Américas, Poesía, Panamá 2018)

En este cúmulo fue arrojada mi semilla
en los abismos de espacios nebulares
en los reservorios de lejanos astros
en los yermos castillos del tiempo
en los tormos de esferas ateridas.

          Somos luz pensada
          náufragos de la mente
          plasmas en ávida espera.

          Somos creación
          húmeda reserva
          sueños huidos de la nada.

Y otra vez
la ronda de vidas, sus ciegos dioses imposibles
los albores iníciales, los crepúsculos crueles
la gestación en el negro cenote embrionario
el rutilante drama del alma en lo profundo.

          Caí, cometa errante, raudo
          oráculo de mundos marginales
          viajante elíptico de la estrella negra.

Pendí fulgurante de un cielo perdido
vientos solares azotaron mi espíritu
por mil edades sin nombre
vagué girando en el umbral.

Dolor y sangre me clavaron al frío
agua y fuego atraparon mi viaje.

          Así fue traída hasta aquí
                     mi semilla.

Lágrima Solar

(Tomado del libro: El equilibrio de los hemisferios. Gorka Lasa. 
Ediciones FiatLux, Poesía, Panamá 2013)

¿Qué Ión ha perecido en la lágrima solar de mi tristeza?
¿Qué fue de aquel fluido ocre y perfumado de Dios?
          Aquella sagrada oquedad sin forma
          después de arder en el fuego eterno.

En íntimo secreto el símbolo nace
          danza del intento
          vuelo salvaje
          noche mágica
          marca equinoccial.

Galáctico equilibrio de los hemisferios
único templo de lo harmónico
          centinela de mi dolor.

Alzamos nuestro grito en la oscuridad de lo estelar
definimos con fuego los inmóviles círculos
          las claves que derrotaron al tiempo.

Creo haber existido por eones en este cúmulo lejano
          después del ritual
          estalló mi alma
          supernova.

Lúcida vastedad de la que bebió
          lejano y peregrino
          mi espíritu indomable.

Solo por Amor he tomado esta ruta,
          solo por compasión
          arde en mí la tarde.

Poema 18

(Tomado del libro El espasmo y la quietud. Gorka Lasa. 
Arcana editores, Poesía, Panamá 2019)

¿Dónde están las noches de aquella visión centellante que en el líquido fluir de un metal antiguo se agriaron en su oxido doliente? ¿Dónde están los espacios sagrados, aquellos que evitamos para no escuchar el murmullo de la tierra, su lamento salino, su herida, su demanda? ¿Dónde nacerán los nuevos sueños, ahora que las ballenas, encalladas en las costas del pensamiento, reclaman su injusta muerte, su asfixia terrible en el atardecer del mundo? Arden hoy en la garganta de la vida nuevas formas que agitarán el futuro, heréticos sueños lúbricos para intentar inútilmente trocarnos en la luz que nos creó. Esta es la tragedia de un mundo calcinado, el desierto antiguo donde todo aguarda y comenzará de nuevo. Negro cubo habitado por la esquirla maldita de un viaje ilusorio que, tocando a su fin, supura delirios de eternidad en su lejano hemisferio en decadencia. ¿Somos solo remanentes de un orgasmo creador? ¿Pruebas ineficaces de un fraguador de galaxias de artificio? ¿Somos silencios arrojados a la periferia sin luz, inservibles máquinas espirituales? Somos torpes engranajes de carne que no supieron girar en el corazón del sol. Desechos agónicos de un sueño sin tiempo, tristes mitos olvidados de una leyenda fallida, espejos rotos de la mente alógena. Somos ideas en desuso de un dios que se extinguió.

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Panamá, 1972.
Escritor, poeta, artista visual. Ha publicado más de seis libros de poesía y cuento. Y forma parte de numerosas antologías, selecciones y volúmenes colectivos. Estudió psicología, luego creación literaria con posteriores estudios de simbología, mitología y misticismo. Su trabajo figura en publicaciones literarias internacionales y páginas especializadas de Internet. Su obra ha sido traducida al inglés, francés, portugués, rumano y ruso. Ha sido jurado en certámenes poéticos nacionales, recibido premios y reconocimientos e invitado a representar a Panamá en festivales poéticos y congresos literarios internacionales. Para conocer más del autor y su obra visita: www.gorkalasa.com