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Sensualidad de la miseria/riqueza de la nación: Nicaragua en la Guía Ilustrada de 1898

26 noviembre, 2015

Antonio Monte

– En este trabajo leo y analizo las narrativas e imágenes presentadas en la Guía ilustrada de Nicaragua, publicada en 1898, durante la dictadura liberal de José Santos Zelaya (1893-1909). El propósito de la guía era ‘vender’ una imagen de Nicaragua que fuese capaz de atraer la inversión extranjera y la inmigración europea al país.


El universo simbólico que domina las descripciones del paisaje y las poblaciones del país obedecieron no solo a la instrumentación típica del progreso, sino que tuvo una influencia marcada por parte de los textos e imaginarios que habían dominado y cooptado los mitos fundacionales de la nación nicaragüense desde la colonia.

Ileana Rodríguez, en el libro Primer Inventario del invasor, propone los textos imperiales de exploración, conquista y colonización como el primer momento para la historia social de la literatura en Nicaragua. En cuanto al Pacífico nicaragüense, Rodríguez identifica que el estilo literario de los primeros viajeros y conquistadores estuvo determinado por una necesidad mercantil de mostrar la empresa de conquista como parte del fin principal de la corona española: esparcir el imperio. Con esto en mente, “describir y detallar las porciones territoriales a las que el ingenio europeo daban acceso, fue entonces la primera condición que la economía política del mercantilismo impuso a esta literatura” (Rodríguez, 1984, p. 18). Estos textos contenían las descripciones que detallaban la “naturaleza y sus riquezas vegetales, flores y frutos, minerales” (Rodríguez, 1984, p. 19) en función del imperio español. La tierra y todo lo que comprendía se convirtió en la base del inventario del imperio, transformando el espacio en un objeto cooptado por la disciplina de la notaría y la administración.

A partir de los textos imperiales que inician esta ruta genealógica, Rodríguez sigue las pistas de la visión colonial y propone un segundo momento de la historia social de la literatura en su libro Hombres de empresa, saber y poder en Centroamérica. Aquí detalla las transmutaciones y correcciones del lenguaje colonial, a medida que la vida republicana del siglo XIX exigía introducir a la nación en el ámbito de la política y la economía global, ahora dominada por Inglaterra. Los conquistadores y colonizadores españoles, que cargaron “la cruz y la espada”(Kinloch Tijerino, 1995) a través del continente, dieron paso a los geógrafos, naturalistas, arqueólogos y agregados culturales, quienes portaban la fantasía positivista según la “luz de la ciencia” (Rodríguez, 2011). George E. Squier, Paul Levy y Wilhelm Heine, entre otros, elaboraron la información sobre el país conforme a una estructura cartesiana que comprendía su situación geográfica, límites, topografía, población, grupos étnicos, clima, estructura administrativa-regional, constitución política y forma de gobierno (Mackenbach, 1998, p. 154). Los acápites anteriores eran pautas conceptuales que englobaban el lenguaje de la modernidad encarnado en el territorio y en la corporalidad de la incipiente Nicaragua del siglo XIX. Estos nuevos hombres de empresa construyeron narrativas enfrascadas por los regímenes ideológicos de la modernidad, a cuya continuidad colonial agregaron formas discursivas enfocadas en los archivos naturales, formaciones estatales y nuevas sensibilidades científicas.

A partir del análisis de la Guía ilustrada de Nicaragua, en este trabajo propongo un tercer momento a la ruta genealógica. Las primeras dos genealogías describen las visiones y narrativas catalogadoras y extractivas de los conquistadores o de hombres de empresa ajenos a Nicaragua. El tercer momento expone la apropiación por parte de los hombres nacionales nicaragüenses de la necesidad por ‘buscar riquezas’ acorde a una política económica nacional. Los nicaragüenses pasaron a reproducir textos que darían a conocer a Nicaragua ante los turistas y los inversores extranjeros, inventando la nación con mira a insertarla en los mercados internacionales, a finales del siglo XIX. El imaginario extractivo de colonizadores y empresarios formaron las bases pragmáticas del discurso nacional nicaragüense. Debido a ello, el imaginario nacional de la Guía ilustrada reprodujo las contradicciones entre las temporalidades étnicas y las temporalidades modernas como texto fundacional del discurso político-económico nacional.

En ese sentido, además de imponer una historiografía nacional compuesta por los grandes mitos de la nación, la Guía ilustrada  de Nicaragua describe los mitos fundacionales de la riqueza, rol económico y lugar periférico de la nación en torno al sistema capitalista mediante una estrategia de catalogación de la actividad económica nacional y la subsecuente cooptación de los factores de la producción. El inventario de la riqueza nicaragüense condensó la economía nacional  en las concepciones de la tierra y la “mano de obra barata”, en semejanza con los inventarios imperiales y empresariales mencionados anteriormente.

La Guía general ilustrada de Nicaragua, 1898.

La guía fue elaborada en Milán  por H. Facinelli Graziosi. En su primera página, Graziosi da a conocer que el “libro está puesto bajo la protección del Exmo. Señor General Don J. Santos Zelaya, Presidente del Estado de Nicaragua”. La revolución liberal de José Santos Zelaya triunfó en 1893 luego de treinta años de gobiernos conservadores que dominaron el panorama político del país, durante la segunda mitad del siglo XIX. Aunque conservadores y liberales tenían sus diferencias, ambos compartían visiones conceptuales y utópicas de la nación que caracterizaron el imaginario americano del siglo XIX.

1. Discurso nacional

Tanto conservadores como liberales aplicaron la retórica dialéctica del progreso, concepto cuyas connotaciones positivistas fueron acuñadas en Europa a finales del siglo XVIII (Marco Pérez). Según Javier Sanjinés, esta imposición de la lógica dialéctica por el  liberalismo fue llevada a cabo por una doble operación epistemológica.

La primera fue la colonización del tiempo y, por ende, la invención de la Edad Media y de la Antigüedad greco-latina como “antecesoras” del Renacimiento y de una historia lineal que era—y aún es hoy—considerada como “universal”. La segunda fue la colonización del espacio. De esta colonización surgieron América, África y Asia, y las tres dependieron de la centralidad de Europa (Sanjinés, 2005, pp. 4–5).

Las primeras páginas de la Guía Ilustrada  reproducen las dos operaciones mencionadas arriba. En primer lugar, la historiografía del país encadena una larga trayectoria de hombres que estuvieron a cargo del poder en el territorio, desde la colonia hasta el “digno gobierno del general Zelaya” (Facinelli Graziosi, 1898, p. s.n.). La guía nos muestra un progreso inevitable hacia el liberalismo que triunfa sobre las “exigencias” del conservadurismo.  En línea con Tomás Pérez Vejo, el liberalismo de Zelaya reprodujo en la guía la necesidad de inventar la nación una vez que el Estado liberal había tomado el poder. Para ello, la Guía Ilustrada  encadena una historia lineal que construye un imaginario “en el que el monarca” aparece “desplazado por la nación como fuente y origen de toda legitimidad política” (Pérez Vejo, 2003, p. 289). En la guía apreciamos la forma en que los nombres de los capitanes, delegados y gobernadores españoles son sucedidos por los jefes supremos, hasta llegar al presidente de la república. La línea de tiempo conformada por los grandes hombres de la patria articula la historia del país como “un relato de origen dotado de coherencia y fuerza dramática” (Pérez Vejo, 2003, p. 292). Después de un largo periodo de guerras crueles entre conservadores y liberales (dialéctica) surgió José Santos Zelaya,el hombre que, según la guía,  “con fuerza de voluntad, agudeza de ingénio y extraordinarias dotes de guerrero y político supo dar al país la paz y la prosperidad que tanto necesitaba” (Facinelli Graziosi, 1898, p. 9).

En segundo lugar, y en línea con Sanjinés, la guía centra el ejemplo del progreso en Europa y ubica a Nicaragua como una civilización en proceso, una nación incipiente que contenía los elementos ideales para poner a las fuerzas de la historia en marcha. En las páginas que abren la guía encontramos lo siguiente:

Nicaragua, por su feliz posición en el Centro América y en el istmo, está destinada á ocupar un puesto de la mayor importancia en las futuras civilizaciones, y el canal interoceánico, cuyas obras colosales pronto juntarán los dos Océanos, traerá á sus costas y á sus fértiles comarcas todos el comercio y todas las más ricas industrias de los dos mundos(Facinelli Graziosi, 1898, p. s.n.).

Resalto dos aspectos fundamentales de la cita. Las palabras “destinada” y “traerá” hacen alusión a un futuro utópico lleno de posibilidades fantásticas para el país, gracias a que el tiempo presente está en la capacidad de atraer a la civilización de los canales interoceánicos que explotarán las fértiles comarcas. Vemos un cambio en la episteme de los textos coloniales y de los viajeros. La guía de Nicaragua le da la vuelta a la narrativa ‘extractiva’ y privilegia la narrativa de ‘atracción’. La “situación feliz” de Nicaragua y sus “fértiles comarcas” van tejiendo un corpus narrativo creado para atraer la inversión extranjera. A diferencia de Europa, cuya episteme del progreso era ir hacia él y llevarlo a los rincones del mundo, la epistemología del progreso en Nicaragua –evidenciada en la guía— fue la concepción del progreso que debía venir. La principal atracción para el progreso era el canal interoceánico, “obra digna de la grandeza Romana, y el comercio del mundo”, cuya construcción haría  “concurrir como hácia un polo magnético sobre las costas del Pais, y fecundar estas tierras que tantas riquezas encierran y ocultan aun bajo la lozanía de sus florestas vírgenes y bajo la azulada bóveda de su cielo tropical” (Facinelli Graziosi, 1898, p. s.n.). La atracción del progreso nos puede señalar que la principal política económica del país era la política de la posibilidad, cuya visión principal enfocaba el “deber ser” civilizado de la nación.

2. El paisaje: Sensualidad al menor precio.

La política económica definida por el discurso nacional del liberalismo de Zelaya propuso un filtro para ver la realidad nacional, en pos de un futuro cuya primera repercusión debía encarnarse en el paisaje. Me llama la atención lo rimbombante del texto en cuanto a la  descripción sensual de los recursos naturales. En efecto, el texto reafirma la necesidad de ‘fecundar’ las tierras ‘vírgenes’ que guardan las riquezas del territorio. La epistemología de la atracción invita a una penetración fecunda del progreso en nuestras tierras, principalmente a través del canal interoceánico que diseccionaría el territorio nacional en dos partes, uniendo las grandes civilizaciones separadas entre el Pacífico y el Atlántico. Lentamente, el texto nos va enamorando a medida que enciende deseos eróticos del progreso que llegará al país. Es casi un juego de seducción que va degustando el paladar del lector, pero cuyas principales formas literarias y adjetivos remasterizan el paisaje y los cuerpos nacionales acordes a un objeto del deseo por el progreso. La sensualidad y el encantamiento son desarrollados en el siguiente párrafo:

Nicaragua con su posición topográfica admirable  en medio del vasto Continente Occidental, con hermosas montañas, volcanes que se elevan gigantescos desafiando á las nubes, extensas llanuras, praderas encantadoras, bosques cerrados de maderas preciosísimas, lagos, lagunas y ríos por doquier con aguas puras y cristalinas donde se retrata aquel cielo tropical que nada tiene que envidiar al cielo napolitano: Nicaragua, con feracísimos terrenos donde se produce un rico café, que puede competir con el mejor de la Moka…y en fin donde se pueden  obtener deliciosas todas las frutas de la zona tórrida… (Facinelli Graziosi, 1898, p. 78).

El párrafo presenta la estetización del paisaje a través de la concatenación de palabras que conjuran las magias de naturalezas “encantadoras” y “deliciosas”.La sensualidad del paisaje toma la heterogénea territorialidad y la enfoca a un punto común utilizando el lente homogeneizador de la nación a desarrollar. La mayor contradicción la encontramos en que este esfuerzo narrativo por embellecer el paisaje sensualmente y encajarlo dentro de los parámetros del progreso se decanta por otro valor menos sensual, el precio de la tierra. Las montañas, minerales y ríos encantadores son “baratos”. Una manzana de terreno baldío “costaba a lo sumo” un peso con cincuenta centavos. Lo más barato de la tierra era trabajarla, la “Socola, limpia y siembra del terreno” costaba anualmente 25 pesos (Facinelli Graziosi, 1898, p. 135).

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Aquí encontramos el hiato fundador de la episteme de la atracción. El paisaje descrito, notariado e inventariado con lujo de detalle y elevado a potencias sensuales es principalmente barato. Entre líneas percibimos que las tierras vírgenes y encantadoras cuentan con un factor más importante: la mano de obra barata. La guía nunca junta ambas ideas, pero en cada ítem de la economía nacional surgen destellos del ideal nicaragüense, de su espíritu laborioso y de su fuerza tectónica.  Sin importar los esfuerzos por sensualizar el paisaje, la guía detalla que el ejercicio de buscar riquezas en Nicaragua llegó a conclusiones similares a las del imperio colonial y los viajeros: la riqueza de la nación yace en la pobreza.

3.Los cuerpos: Indígenas que desaparecen y la riqueza de la miseria.

Dentro de estas tierras sensuales y fantásticas habita el nicaragüense. El texto reproduce  los imaginarios liberales del siglo XIX, ya que propone una nación mestiza que mezcla lo mejor de los mundos encontrados en el territorio. Según la guía, “El hijo de Nicaragua es ágil y nervioso; de ojos negros, tiene la palabra fácil y elocuente: la indolencia tropical interrumpe á veces su energía” (Facinelli Graziosi, 1898, p. 210). Tomando en cuenta el sueño canalero, la guía presenta a los “indios” como pueblos cuya profesión principal era el comercio. En ese sentido, el texto resalta que los “primitivos indios” se dedicaban al comercio del “algodón y otros objetos á cambio de almendras de cacao que servían como moneda corriente en todos los pueblos de Centro America” (FacinelliGraziosi, 1898, p. 45). Más adelante la guía se contradice  y afirma la pronta extinción de ‘los indios comerciantes’ porque estos “se desarrollan con rapidez y pronto desaparecen: las mujeres á los 12 años son esposas y á los 30 son viejas; y raramente se encuentra un anciano entre los hombres, pués parece que la naturaleza de fuego madure rapidamente la vida humana como las flores de los árboles y rápidamente las marchita” (Facinelli Graziosi, 1898, pp. 210–211).

La influencia de los evolucionistas es visible en la predestinación fatal de los indígenas. Al igual que encuentra Brooke Larson en el censo realizado en Bolivia en 1900, el discurso nacional contaba con la gradual desaparición de los cuerpos indígenas a cambio de la población mestiza (Larson, 1999, p. 36). Justamente la atracción del progreso buscaba traer la inmigración de europeos que ayudaran a mejorar la raza, y dedica un acápite especial para detallar los trámites de inmigración. No obstante las contradicciones, los cuerpos mestizos ganan terreno sobre los fuegos fatuos de los indígenas. Así encajan los mestizos dentro de la política de la posibilidad promovida por la atracción de la civilización que logrará el deber ser de Nicaragua como canal comercial entre los grandes mundos industriales. El mestizo representa la mayoría poblacional que crecerá junto con la economía nacional, mientras el mundo tradicional y primitivo asume su lugar en la gran evolución de la historia, mezclándose serenamente y desapareciendo por los fuegos de su inmolación.

4. La imagen del paisaje y los cuerpos para atraer la inversión

La mirada del narrador –proyectada en la guía— va hilvanando imágenes sublimes de la Nación compuesta por paisajes y cuerpos que dibujan los anhelos del aura natural sensualizada de la identidad nacional. La mirada parte del proceso de subjetivación que proyecta la identidad de una Nicaragua sensual y barata de porvenir prometedor, y altera la percepción de la realidad. En línea con Sanjinés, la guía nos muestra que la  “relación entre la gente y el paisaje es una constante dialéctica, un proceso de estructuración en el que el término paisaje está ideologizado. Forma modelada por la imaginación, el paisaje deja de ser un hecho de la naturaleza puro y simple” (Sanjinés, 2005, p. 71). La epistemología de la atracción filtra las montañas, los lagos, los volcanes, los bosques y los valles que pasan a formar parte de un paisaje que no es un “simple objeto pasible de contemplación; es un objeto mediado, trabajado y alterado, cargado de sentido y de simbolismo” (Sanjinés, 2005, p. ibíd.). El imaginario de la Guía ilustrada reformula el paisaje como el conducto de la seducción que realza los sentidos eróticos del lector y minimiza las tensiones étnicas gracias a un mestizaje que va avanzando naturalmente.

Ahora bien, la guía orquestra la conjunción entre el paisaje nacional y sus oportunidades de lucro a costa de la mano de obra barata, mediante las secciones que detallan las geografías, los recursos naturales, el sistema político, condiciones de infraestructura o las leyes industriales y agrarias propicias para la inversión. Cada sección va acompañada por fotografías que estimulan el rango visual del lector. Sin embargo, a diferencia de la mirada cartesiana que intentaba ver el paisaje mediante “el ojo desapasionado del investigador imparcial” (Jay, 2003, p. 228), la guía dispersa los ojos en una lectura apasionada del paisaje, llena de atributos sensuales y cuerpos marginados sin tensiones raciales o sociales aparentes.

Martin Jay argumenta que la modernidad expresa el imperio de lo visual en la vida cotidiana. Además del cartesianismo mencionado arriba, Jay analiza la influencia del empirismo baconiano y argumenta que este régimen escópico parte de una observación “más experimental” debido a una tradición que “dirige su ojo atento a la superficie fragmentada, detallada y ricamente articulada de un mundo que se contenta con describir antes que explicar” (Jay, 2003, p. 232). La descripción del paisaje nicaragüense se plasma sobre una superficie fragmentada, pero a diferencia del empirismo baconiano, la mirada busca en función de la conciliación del mestizaje nacional, así minimiza la fragmentación étnica al lado de la inmensidad del paisaje sensual. El inventario de la guía quiere plasmar una pasión liberal en el texto que atraerá el progreso de la nación. El lector del texto y el observador de sus fotografías es un espectador que pone a funcionar sus instintos ideológicos empañados de deseos eróticos por el paisaje y la misión de minimizar las pugnas sociales y étnicas. Los cuerpos son regimentados o disciplinados, los objetos y lugares son alegorizados en función de deseos carnales que puedan atraer la penetración del progreso, opaca los miedos a los salvajes y las irregularidades políticas del país, acalla disputas históricas y soluciona de un pincelazo la fragmentación social.

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El observador de la guía está imbuido en la invitación a descubrir Nicaragua.  Su cuerpo y expresión fenomenológica es motivada por deseos sensuales agregados a ganancias inmediatas por la riqueza barata que se encuentra en el país. Entonces mira una foto de la “casa de artes y oficios” y termina de descubrir el placer y riqueza posibles. Esta foto es un ejemplo de varias fotos que comparten el mismo encuadre y misma composición en la guía. Nuestros ojos no tienen un punto fijo donde enfocar la mirada, sino que la foto nos regala pequeños elementos configurados hacia un fin. Apreciamos la calle de tierra y la maleza que lentamente va subiendo hacia las construcciones modernas de la casa del obrero y el edificio aledaño. Detrás de los edificios hay un cielo inalcanzable conjugado por pequeños indicios de toda una naturaleza que descansa virgen. Por último, vemos unas cuantas personas alejadas del lente, sin rostro, sin raza y sin identificación posible, son los obreros alineados fielmente entre los edificios, arriba de la calle de tierra y de espaldas al infinito del cielo y la naturaleza indomable. Apenas podemos percibir su mirada hacia el lente, su mirada no acusa o delata, más bien las pequeñas personas luchan por vernos a nosotros, esperando nuestra iniciativa a acercarnos. Sus miradas perdidas sugieren nuestro deber por construir sobre la calle de tierra y mostrarles a los pequeños obreros baratos y disciplinados cómo encarar la empresa del progreso.

Este tipo de fotografía repetida exhaustivamente en la guía es la que más asevera el imaginario nacional mestizo y los mitos de la Nicaragua barata. Las fotos reducen los cuerpos y exacerban las fantásticas posibilidades del paisaje. Como mencioné al principio, esta práctica resalta una larga continuidad de textos que han descrito a Nicaragua a través de la colonia y la vida republicana. La guía concuerda con los argumentos de Silvia Rivera sobre la proyección de largas continuidades coloniales cuyas contradicciones profundas denotan un colonialismo interno que se renueva constantemente (Rivera Cusicanqui, 1993, pp. 34–5). La Guía ilustrada de Nicaragua reproduce continuidades temáticas y simbólicas que siguen representando al país como un lugar de recursos naturales aprovechables para la empresa de dominio por parte del centro económico imperante. Si bien cambia la epistemología desde la extracción a la atracción, esta última refuerza los sistemas de dominación al encontrar que la principal riqueza del país es precisamente su miseria. Por tanto, la gran promesa de Nicaragua es atraer la penetración del progreso para fecundar sus tierras vírgenes pobladas por la miseria mestiza que está libre de salvajismo y es, sobre todo, disciplinada.


Bibliografía

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Mackenbach, W. (1998). De notas que uno ha copiado de otro… Nicaragua a mediados del siglo XIX, vista por dos viajeros alemanes. In M. Vannini & F. Kinloch Tijerino (Eds.), Memoria: política, cultura y sociedad en Centroamérica, siglos XVIII-XX (pp. 151–163). Managua: IHNCA-UCA.

Pérez Vejo, T. (2003). La construcción de las naciones como problema historiográfico: el caso del mundo hispánico. H Mex, LIII(2), 275–311.

Rivera Cusicanqui, S. (1993). La raíz: colonizadores y colonizados. In Violencias encubiertas en Bolivia (pp. 33–96). La Paz: CIPCA/Aruwiyiri.

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Rodríguez, I. (2011). Hombres de empresa, saber y poder en Centroamérica: identidades regionales, modernidades periféricas. Managua, Nicaragua: IHNCA UCA.

Sanjinés, J. (2005). El espejismo del mestizaje. La Paz: IFEA/PIEB/Embajada de España en Bolivia.

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Investigador del Instituto de Historia de Nicaragua y Centroamérica (IHNCA-UCA) y miembro del grupo de estudios IHNCA.

Nació en Santa Fe, Argentina, pero ha vivido la mayor y mejor parte de su vida en Nicaragua. Es Licenciado en Relaciones Internacionales y ha cursado posgrados en Ciencias Sociales y Pensamiento Centroamericano.

Actualmente desarrolla investigaciones sobre la dictadura somocista y la construcción del Estado en Nicaragua.