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De carne y hueso: restituir los desaparecidos, humanizar los muertos, descongelar el duelo en el documental «El cuarto de los huesos» de Marcela Zamora Chamorro

1 octubre, 2016

Jared List

– En este ensayo analizo el documental de Marcela Zamora Chamorro El cuarto de los huesos (2015). Empleo los conceptos de la precariedad de la vida de Judith Butler y la cara de Emmanuel Levinas para argumentar que, en el caso de El Salvador donde la necropolítica y la omnipresencia de la muerte determinan relaciones sociales, son la muerte y los huesos de los muertos que llegan a representar la humanidad y su pérdida. En este sentido, los restos reemplazan la cara, demostrando la precariedad de la vida y las implicaciones éticas que los huesos presentan.


“La muerte es algo que se ha vuelto muy común, demasiado común, en nuestro país,
un factor de deshumanización que nos está afectando en gran medida,
violencia sin una, ni siquiera, una causa real.”
Dr. Saúl Quijada, El cuarto de los huesos

Compuestos inorgánicos, minerales cristalizados, calcio, fosfato; compuestos orgánicos, células, proteínas, sacáridos—todos elementos que dan forma al hueso, al cuerpo, al ser humano—. Formados en útero, precarios pero a la vez fuertes, sostienen la vida cubiertos en tejidos, músculos, tendones, vasos sanguíneos y piel. Están escondidos, a veces apareciendo bajo la piel transluciente, por una fractura compuesta o en la sala de cirugía. No obstante, repito que son fundamentales para sostener la vida, literal y figurativamente. ¿Qué quiero decir por esto? Anatómicamente permiten la movilidad, protegen los órganos y funciones vitales y dan hogar a todas las células que hacen vida. Figurativamente, posibilitan interacción humana. Nos mueven a diferentes destinos para poder hablar, colaborar, visitar, estar con otros. Y en algunos casos, nos dejan recordar, conmemorar, honrar a los muertos. Es esto último que desarrollo en este ensayo a través del documental de Marcela Zamora Chamorro El cuarto de los huesos (2015): los huesos como objetos de memoria, de conmemoración, de cierre, de duelo y de violencia.

En uno de los libros más recientes de Judith Butler, Marcos de guerra: las vidas lloradas, ella argumenta que no se puede llorar la pérdida de la vida cuando no se reconoce la vida en primer lugar.[i] Para ella, lo que hace la distinción entre la vida y el mero hecho de estar vivo en el sentido biológico son los marcos que determinan el significado. Por marcos, Butler entiende normas discursivas que constituyen planos ontológicos en los cuales la vida se inscribe y en los cuales se vuelve reconocible. Por ejemplo, Butler dice que “[…] una vida tiene que ser inteligible como vida, tiene que conformarse a ciertas concepciones de lo que la vida es, para volverse reconocible” (7). Los marcos—un resultado de relaciones de poder—componen y regulan interpretaciones de realidades y las realidades mismas. A través del marco, Butler plantea su objetivo fundamental: abogar por un mayor reconocimiento de la precariedad de la vida cuyo corolario es que la vida y su sobrevivencia depende de otros. Es socialmente contingente y, de ahí, llorar su pérdida hace evidente que la vida importa. “Precisamente porque un ser vivo puede morir, es necesario cuidar de ese ser para que pueda vivir. Sólo bajo las condiciones en las cuales la pérdida importa la vida aparece. Entonces, la posibilidad de la vida llorada (grievability) es la presuposición para la vida que importa” (Butler 14). Sin embargo, el documental destaca que la vida no lleva importancia en muchas situaciones. Tal es el caso con la primera toma del filme.

El cuarto de los huesos no empieza con imágenes sino con texto en la pantalla. Unas frases explican que varias entidades, como la ONU, denominan a los países de Honduras, Guatemala y El Salvador, llamados el ‘Triangulo norte,’ como la región más violenta del mundo. Primero, se aprende de la cifra de 75.000 muertos y desaparecidos durante la guerra civil entre 1980 y 1992, pero la violencia no acaba con los acuerdos de paz. Continúa con las disputas y conflictos entre las pandillas (El cuarto de los huesos). Lo que el texto en pantalla nos transmite es que la violencia se ha normalizado en la vida cotidiana y sigue rigiendo las relaciones sociales en El Salvador. Tal introducción al tema se encarna a través de las primeras secuencias. La primera graba un equipo de tres hombres que cargan un cadáver envuelto en una bolsa de plástico a un camión. Los hombres vistos en trajes protectores y máscaras vuelven a las unidades de refrigeración para sacar otro cadáver destinado para el camión. Cinco en total se suben a la caja del camión y la voz en off, la narradora, nos explica que son cinco de los 20 cadáveres que llegan al Instituto Nacional de Medicina Legal de El Salvador cada mes.

Lo que es notable en esta escena, la primera del documental, es que se esconden las caras de los trabajadores y de los muertos. En una ocasión, vemos la cara parcial de uno de los muertos, pero en gran parte los rostros no se exponen. Aquí hago referencia a las caras para alimentar otro argumento de este ensayo que desarrollo en las siguientes secciones. No obstante, la próxima escena nos lleva al cementerio de San Salvador. A través de una toma travelling, vemos cienes de lápidas adornadas con flores brillantes. La cámara se detiene en una sección donde no hay flores, donde todo parece desolado, hasta olvidado; sólo hay lápidas simples de cruces con inscripciones que dicen “Fosa común” y “Cuadro de adultos gratis.” Otra vez hombres con máscaras ocupan el encuadre, esta vez bajando los cuerpos en la misma fosa. La narradora explica la escena. Una fosa común puede alcanzar entre cuatro a ocho muertos, dependiendo del tamaño de cada cadáver. Cada viernes vuelven a realizar este rito, muertos no identificados enterrados con sus compañeros para la eternidad (El cuarto de los huesos).²

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Centro de cultura digital http://www.centroculturadigital.mx/es/actividad/festival-ambulante-el-cuarto-de-los-huesos.html

Estas dos tomas establecen el contexto del documental y de El Salvador. La violencia y la muerte componen la realidad de los salvadoreños. Si volvemos a lo que Butler plantea, el marco principal en el cual se inscribe la vida es uno de violencia y muerte. La vida es desechable, atrapada en un sistema de muerte que aniquila cualquier respeto para la vida y el lazo social. En lugar de reconocer la vida como precaria, se entiende como algo desechable, sin valor. Pero los victimarios no lloran la pérdida de la vida. Como dice en el documental el Dr. Óscar Armando Quijano, el jefe del equipo de antropólogos forenses del Instituto Nacional de Medicina Legal,  “La muerte es algo se ha vuelto muy común, demasiado común, en nuestro país, un factor de deshumanización que nos está afectando en gran medida, violencia sin una, ni siquiera, una causa real” (El cuarto de los huesos).³

En El cuarto de los huesos, se identifican tres ejes de violencia en la historia contemporánea del país: la de la guerra civil, la de las pandillas y la de la migración. La violencia afecta y constituye el país. Al discutir las fosas comunes donde se encuentran los restos de los desaparecidos, otro miembro del equipo, la Dra. Angélica Aguiluz, recuenta algo que un antropólogo peruano había dicho cuando estaba en el país centroamericano: “Aquí en El Salvador, nos paramos en una fosa, en una tumba cada vez que caminamos” (El cuarto de los huesos). Es aquí donde encontramos uno de los mensajes fundamentales del documental. En el cuarto de los huesos, los restos no identificados o no recogidos por las familias se atrapan en una especie de purgatorio. En el cuarto, los restos condensan tres tragedias salvadoreñas: la de la migración, la de las pandillas y la de la guerra civil.[iii] En este sentido, los huesos son violencia; son muerte; son miedo; son objetos carentes de vida; son El Salvador. Sin embargo, a la vez, los huesos son cierre; son duelo; son vida.

El rostro de los huesos: la humanidad a través de la materialidad

Si muestro en la sección anterior que la situación violenta de El Salvador no conduce a la posibilidad de llorar la pérdida de la vida, el documental tiene un doble gesto en dar significado a los huesos y posibilitar el duelo a través de los huesos mismos. Parto de la pregunta: ¿qué estrategias emplea el documental en hacer que la vida importe? Mantengo que son los huesos que cumplen con esta función, es decir, la muerte misma. Parece ser paradójico que en un ambiente rodeado por y constituido en la muerte, los vestigios de ella hacen importar la vida. Arriba destaqué la cara o su ocultación en las primeras escenas. Acordémonos de que los trabajadores del instituto llevan máscaras protectores para protegerse del olor y el contagio de la muerte. A lo largo del documental los protagonistas, particularmente las madres de los desaparecidos, se esconden las caras de la cámara. De vez en cuando la cámara captura la cara de plano general o a través de fotos de las madres y sus familias, pero generalmente se graba de una manera que esconde el rostro. Las caras ocultas se deben al riesgo que las madres asumen al hablar públicamente de sus hijos desaparecidos.

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Revista Factum http://revistafactum.com/wp-content/uploads/2015/02/Dra-Anguiluz.jpg

Las caras se ocultan por cuestión de seguridad y protección de las familias cuyos hijos se han desaparecido porque en los casos que observamos, muchas de las desapariciones involucran algún vínculo con las pandillas—algo apoyado por Zamora Chamorro en una entrevista con la revista Factum—“Si ves el documental, te das cuenta que todos están sin rostro. Y se va a hacer un tratamiento mucho más riguroso sobre las madres. Se va a poner una máscara que no va dejar que se vea nada de las madres… Es lo que decía: filmar no fue lo difícil. Lo difícil fue pensar en contar esta historia sin que me maten y me desaparezcan a estas madres.” En este sentido, tanto los trabajadores como las madres se ocultan las caras para protegerse. El encubrimiento sostiene la vida. Esto parece problemático si consideramos lo que Emmanuel Levinas dice sobre la función de la cara. Sin embargo, argumento que los huesos reemplazan la cara hasta cierto punto.

En su libro Ética e infinito: conversaciones con Philippe Nemo,Levinas explica que la cara es significación sin contexto. Por esto, se entiende la significación sin relacionalidad, sin negatividad, sin dependencia. Es decir, el significado de la cara se entiende aisladamente; no depende del otro para adquirir su significado. “[L]a cara es significación por sí sola. Tú eres tú. En este sentido, puede decir que la cara no se puede ‘ver.’ Es lo que no se puede volver contenido, lo cual acogería tu pensamiento; no es contenible, te conduce más allá. Es en esto que la significación del rostro hace que se escape del ser, como correlato de un saber” (Levinas 86-87). Lo que hace Levinas aquí es escencializar la cara; es significación absoluta. La pregunta de ahí es: ¿cómo podemos entender el hueso en cuanto al argumento de Levinas sobre el rostro? En otras palabras, ¿los huesos pueden reemplazar la cara cuando ya no está? Si seguimos el escencialismo de Levinas, los huesos como parte del cuerpo forman parte de esta significación absoluta. Sus huesos son sus huesos, pero en contraste con la cara, se esconden debajo de la piel.

Esto es significativo porque, para Levinas, la cara hace una demanda ética contradictoria.“La cara es expuesta, amenazada, como si nos estuviera invitando a un acto de violencia. Al mismo tiempo, el rostro es lo que nos prohíbe matar” (Levinas 86).Los huesos no son expuestos como el rostro. No nos invitan a ser violentos. En la mayoría de los casos, cuando los huesos están expuestos, la muerte ya ha llegado. Los huesos forman parte de los restos. Cuando la carne se abre o se pudre, los huesos se revelan. La invitación de matar ya no queda extendida. La pregunta aquí es, ¿cómo entendemos el postulado de Levinas en un sistema de muerte donde la vida es desechable, sin valor, donde la necropolítica rige las relaciones sociales? Podemos empezar por decir que no se encuentra un problema con la primera declaración del postulado, “La cara es expuesta, amenazada, como si nos está invitando a un acto de violencia” pero la segunda, “al mismo tiempo, el rostro es lo que nos prohíbe matar” no tiene vigencia. El rostro no impide la muerte. Más bien al contrario, en el documental vemos como la exposición de la cara lleva la amenaza de la muerte. Por eso, la cámara no logra grabar las caras de las madres entrevistadas. Si la cara continúa haciendo una demanda ética de no matar, los discursos exteriores hacen otra demanda que constituyen las realidades en que las víctimas y sus familias viven.

No obstante, cuando Levinas habla de la cara, habla metonímicamente, la cara significa la presencia del Otro más allá del lenguaje y discurso y la responsabilidad para con el Otro. La cara “nunca aparece como tema, pero en esta significación ética misma; es decir, dado que cuánto más soy más soy responsable; uno es nunca se acaba en relación al Otro” (Levinas 105). Tomando esto en cuenta, todavía funciona mi argumento porque la presencia del otro, en la situación de las madres, implica una amenaza de muerte, la mayoría de los casos provenientes de las pandillas. Por ejemplo, fuera del instituto se encuentra una cartelera donde se ponen las fotos de los desaparecidos. En la cartelera, hay 160 fotos. Mientras vemos en pantalla a una mujer (con espalda a la cámara) que coloca una foto en la cartelera, la narradora nos explica que 160 mujeres “se han atrevido a poner la denuncia” de la desaparición de sus hijos (El cuarto de los huesos). “Muchas de las madres no ponen la denuncia por miedo de represalias” (El cuarto de los huesos). Por esta razón las caras se esconden y la cineasta usa nombres ficticios en el filme. La muerte regula la conducta de las mujeres. Mostrar la cara revela la presencia del otro y, en lugar de sostener la vida, en un sistema de muerte, significa la posibilidad de perder la vida. Los huesos evitan tal amenaza.

Los huesos son la presencia del Otro y, a la vez, la ausencia del Otro. La presencia se concibe en esencia corporal; son los restos que quedan después de la muerte. Son los que se nos presentan en el documental. Son la evidencia de una vida ya vivida, ésta siendo la ausencia del Otro, la vida ya vivida. Los huesos como objeto se convierten en objetos de memoria, de conmemoración y de cierre. Los huesos mismos cuentan una historia tanto física como discursivamente. Tomemos dos ejemplos para apoyar este argumento. El primero se presta a la narrativización o discursividad de los huesos mismos. Cuando los espectadores conocen a uno de los antropólogos forenses del instituto, el Dr. Saúl Quijada, este nos lee los huesos para revelar la causa de muerte de los restos de los individuos en el cuarto. Colocando los huesos enfrente de él en posición anotómica, habla al sujeto fuera del encuadre, explicando las muertes. Aunque la cita es larga, nos proporciona una lectura completa de los huesos.

Lo que creemos que como causa principal de muerte, verdad, es un trauma craneoencefálico severo. O sea, ustedes pueden ver acá, aquí tenemos un agujero típico de salida. Pueden ver el bisel que se encuentra hacia fuera, lo que nos indica que el proyectil salió. También tenemos, podemos observar varias fracturas peri-mortem de los huesos nasales, lo que nos puede indicar también una golpiza antes de posiblemente el fallecimiento con el arma. Después, también tenemos lesiones peri-mortem producidas con un arma cortoconduntente, posiblemente un machete. Pueden ver esta parte de la clavícula; está cortada. Pues, a parte de las lesiones peri-mortem, también podemos ver de qué sufrió lo que fue un desmembramiento. También tenemos, hay, cortes a nivel de las epífisis distales de los fémures. Bueno, como ustedes pueden ver en las demás mesas tenemos otros individuos que son parte del mismo caso, del mismo, por decirlo como él menciona, cementerio clandestino. Es el mismo caso. Todos son del sexo masculino. Todos van a ver, presentan el patrón repetitivo del desmembramiento. Todos son desmembrados. Es un comportamiento del grupo de personas que realiza este, o que realizó este homicidio. (El cuarto de los huesos)

Los huesos cuentan una historia. Las cortadas, los desmembramientos, las fracturas, los agujeros se inscriben en ellos. Como un tatuaje en la piel, son inscripciones discursivas que revelan la tortura y modo de muerte de los individuos. En este sentido, los muertos sí hablan. De los huesos aprendemos los usos y dimensiones de la violencia actual en El Salvador.

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Docs Barcelona http://www.docsbarcelona.com/es/doc/el-cuarto-de-los-huesos/

El segundo ejemplo del documental presenta los huesos como objetos de conmemoración y de cierre, y, a propósito, el ejemplo es la última escena del documental, la entrega de los restos a una familia cuyo hijo se había desparecido. La secuencia nos lleva al mismo lugar donde empezó el documental, en la morgue donde se colocaban cadáveres en el camión. Esta vez ya conocemos a todos los que están presentes, los doctores Quijada, Quijano y Aguiluz, Raymundo y la residente canadiense. Rodean un pedestal, una especie de altar, que anticipa la ceremonia solemne. Se abre la puerta y una camioneta se echa en reversa. La familia se baja del vehículo, sacan el ataúd y lo colocan encima del pedestal. El funeral íntimo empieza con sus propios ritos. La cámara graba la escena en primer plano. Abren el ataúd, sacan los huesos limpios de la bolsa de papel y comienzan a ponerlos en su última morada, organizados en posición anatómica. Colocan la pulsera por la cara, la ropa por los pies. Cubren los restos con una hoja de plástico para protegerlos. Todo parece ensayado, un acto convertido en ritual fúnebre tras los restos numerosos que han descansado en y pasado por el instituto. El rito conmemora el ser querido ausente y presente al mismo tiempo; es el hijo pródigo que ha regresado.

A través de los comentarios de la madre del hijo ya encontrado, nos enteramos de la importancia de los huesos. Leamos una parte de la conversación entre ella y el Dr. Quijada: “Yo le decía al Señor que sea sus huesitos de recoger, decía yo. Gracias a Dios. Ya sé donde lo voy a tener. Perdonen ustedes tanto molestar de venir a cada momento aquí…. Gracias a ustedes por la paciencia que me brindaron, por tal me ayudan, por darme consuelo. No descansé hasta que pasó este momento” (El cuarto de los huesos). Los huesos ponen fin; cierran una época de incertidumbre que antagoniza y tormenta a la madre. Los restos descansan y le permiten descansar a la familia. Ya pueden llorar la pérdida de su ser querido. En otras palabras, los huesos viven; se convierten en vida en el sentido butleriano.

Tanto la cara como los huesos cumplen una función metonímica. El documental los usa para hacer la demanda ética que Levinas plantea en cuanto al rostro: los huesos prohíben la muerte. Como presencia y ausencia, son y representan una vida ya vivida. Las historias que las madres comparten y el duelo que está presente lo comprueban. Butler nos dice que “Sin la posibilidad de llorar la pérdida (grievability), no hay vida, o más bien, hay algo que vive aparte de la vida” (15). Se podría argumentar que para los muertos, los victimarios no lloraron su pérdida y, por ende, no eran vida. Sin embargo, el documental refuta este argumento. Intenta humanizar los huesos, ponerles carne y posibilitar el duelo de su pérdida. Volviendo a Butler, el documental redefine el marco, re-significando los huesos, transformándolos de la muerte en la vida. Los restos guardan la memoria del ser querido y que, en el caso de los desaparecidos, dan cierre a la incertidumbre de volver o no. Como el Dr. Quijada del instituto explica “Estamos regresando a una persona su ser querido” (El cuarto de los huesos). Para él, entregar los restos de la forma más humana, de forma respetuosa, es sumamente importante; no son objetos sino seres queridos. Sin embargo, ¿qué ocurre si no se puede llorar la muerte de alguien porque no se sabe si está vivo o muerto, es decir, una pérdida ambigua?

Entre la vida y la muerte: pérdida ambigua y duelo (des)congelado

Pauline Boss en su libro La pérdida ambigua: cómo aprender a vivir con duelo no terminado detalla dos tipos de pérdidas ambiguas. Un tipo se refiere a una pérdida ambigua donde el individuo que no está físicamente pero está presente psicológicamente en las mentes de sus seres queridos. El otro tipo denota la presencia física de un individuo pero su ausencia psicológica, un individuo que sufre de la enfermedad de Alzheimer siendo un ejemplo de este tipo de pérdida. El primer tipo—presente psicológicamente pero ausente físicamente—se ejemplifica en todas las desapariciones mencionadas en el documental. Lo que resulta son la incertidumbre, la angustia y el limbo. Boss nos dice que “La pérdida ambigua es siempre estresante y a menudo afligente. […] De todas las pérdidas experimentadas en relaciones personales, la pérdida ambigua es la más devastadora porque queda poco clara, indeterminada” (5-6). La pérdida ambigua deja en limbo a la familia y a los amigos del individuo (Boss 5-9).

En el documental, todas las madres entrevistadas tienen hijos que se han desaparecido. Cada madre comparte el sufrimiento y la incertidumbre que las acompañan no sabiendo si su hijo regresará a casa o si sus restos quedan enterrados en una fosa clandestina. Tomemos como ejemplo, la historia de Anita. Es abuela de Marcos, un chico de 15 años. La madre de Marcos había emigrado y nunca volvió por su hijo, haciendo efectivamente a Anita su madre desde la edad de tres meses. Su desaparición le ha hecho sufrir: “Yo no duermo las noches. Yo lo rebusco. Yo no lo he dejado de buscar. Hasta que Dios si no voy muerto, y puedo caminar, yo voy andar, busco y busco, preguntando de él. Pero si él, la mala suerte lo llevó a morir […] Aunque los restos me entregan y suficientes le doy cristiana sepultura pero yo muero en paz porque yo sé donde lo tengo, aunque sean sus huesitos. Es lo único que yo pido” (El cuarto de los huesos). El caso de Anita es un ejemplo de duelo congelado. Boss nos dice que la ambigüedad que rodea la desaparición complica el proceso de duelo. “Así como la ambigüedad complica la pérdida, también complica el proceso de duelo. La gente no puede empezar a estar de luto porque la situación es indeterminada. La confusión congela el proceso de duelo” (Boss 10-11). Mientras que la muerte presenta la posibilidad de estar de luto, la pérdida ambigua implica la imposibilidad de llevar a cabo los ritos de duelo (Boss 8-9). En las palabras de Anita, notamos que se congela esta posibilidad de lamentar la muerte de su nieto. Para Anita, los ‘huesitos’ son cierre, certidumbre, duelo descongelado.

La Dra. Aguiluz habla del duelo congelado en un momento del documental, de hecho, cuando Anita está presente dando testimonio de la desaparición de su nieto. Para Aguiluz, el duelo congelado se manifiesta de forma contradictoria. “Muchas personas sienten impotencia, tristeza, frustración y a la vez, sienten como esperanza. Y muchas veces hay mamás que me lo dicen. ‘Yo sé que está vivo…’” (El cuarto de los huesos). Los huesos alivian este estado contradictorio de incertidumbre, aflicción y esperanza; proporcionan paz y tranquilidad como vimos en la entrega de los restos en el ejemplo anterior. Los huesos evidencian la muerte y la vida.

El cuarto de los huesos retrata una de las pocas organizaciones en El Salvador que reconoce la precariedad de la vida, trabajando a diario con la muerte. A pesar de estar rodeados por la muerte, los empleados no se desensibilizan a la muerte. Como dice el Dr. Quijano, las historias afectan al equipo; “detrás de cada desaparecido hay un drama, hay una familia” (El cuarto de los huesos). Para los antropólogos forenses, cada vida les importa. Cada uno tiene una historia. Tanto el equipo de antropólogos forenses como el documental destacan la humanidad que compartimos. Es uno de los objetivos principales tal y como el Dr. Quijada articula en el filme: “Para nosotros, no nos interesa por qué lo hicieron ellos [los victimarios]. A nosotros nos interesa más que todo el cuerpo para poder restituirlo a la familia y poder ayudar a la familia que tienen mucho tiempo o años de no saber de su familia […] O sea, uno de los objetivos principales de nosotros, aparte del aporte a la justicia, es la restitución, la parte humana” (El cuarto de los huesos). Al trabajar tanto la muerte, el equipo entiende la precariedad de la vida, la dependencia que la presupone y la importancia de respetar y cuidarla. En este sentido, a través del documental, tanto nosotros como ellos vemos la humanidad en la muerte.


NOTAS

[1] Este argumento también aparece en su libro anterior Precarious Life: The Powers of Mourning and Violence. Véase el quinto capítulo “La vida precaria.”

[2] Las fuentes de las imágenes que acompañan el ensayo son las siguientes: Imagen 1: Centro de cultura digital  http://www.centroculturadigital.mx/es/actividad/festival-ambulante-el-cuarto-de-los-huesos.html, Imagen 2: Revista Factum http://revistafactum.com/wp-content/uploads/2015/02/Dra-Anguiluz.jpg, Imagen 3: Docs Barcelona http://www.docsbarcelona.com/es/doc/el-cuarto-de-los-huesos/

[3] Este tema es el hilo conductor de las obras de Zamora Chamorro. En una entrevista con Factum, ella dice: “Mis documentales tocan temas de violencia pero en ninguno vas a ver una gota de sangre.” Otros documentales de Zamora Chamorro incluyen María en tierra de nadie (2010), Las Aradas, masacre en 6 actos (2014) y Los ofendidos (2016).

[4] Esta metáfora viene originalmente de la crónica de Daniel Valencia Caravantes “La máquina que reaparece a los desaparecidos” publicada en El faro el 23 de septiembre de 2013. Aquí incluyo una parte de la cita de la crónica que escuchamos en el documental: “El cuarto de los huesos es tan parecido al país que la ironía se sirve en bandeja: es tan chico como El Salvador que lo esconde; está tan saturado como El Salvador que lo esconde, es tan carente de todo que este cuarto debería llamarse ‘cuarto de huesos El Salvador’ y no ‘Antropología Forense.’” De hecho, Zamora Chamorro explica en la entrevista con Factum que la idea del documental emergió después de leer la crónica de Valencia Caravantes.

OBRAS CITADAS

Boss, Pauline. Ambiguous Loss: Learning to Live with Unresolved Grief. Cambridge, MA: Harvard University Press, 2009. Print.

Butler, Judith. Frames of War: When Life is Grievable? London: Verso, 2010. Print. –. Precarious Life: The Powers of Mourning and Violence. New York: Verso, 2006. Print.

El cuarto de los huesos. Dir. Marcela Zamora Chamorro. Trípode Audiovisual/La Sandía Digital. 2015. Film.

Levinas, Emmanuel. Ethics and Infinity: Conversations with Philippe Nemo. Trans. Richard A. Cohen. Pittsburgh: Duquesne University Press, 1985. Print.

Valencia Caravantes, Daniel. “La máquina que reaparece a los desaparecidos.” El faro 23 sep 2013. Web. 2 jul 2016.

Villacorta, Orus. “Marcela Zamora: ‘Pretendo que la gente se joda como yo estoy jodida’” (Entrevista con Marcela Zamora y Julio López). Revista Factum 4 feb 2015. Web. 2 jul 2016.

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Es profesor de español en Doane College en Nebraska (Estados Unidos). Obtuvo su B.A. de Augustana College (Illinois, Estados Unidos) en 2006 y su Ph.D. de la Universidad Estatal de Ohio en las literaturas y culturas latinoamericanas en 2013.

Su investigación y publicaciones incluyen temas acerca de los flujos globales de gente, productos y pensamiento que fluyen por, desde y sobre América Latina.

Su investigación actual examina las conexiones coloniales/ modernas entre América Latina y otras partes del mundo anteriormente colonizadas.

Sus áreas de especialización incluyen la colonialidad, la decolonialidad y los estudios subalternos.