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ARCO, una feria sin riesgo”

31 marzo, 2017

Gerardo Silva

– La 36ª edición de ARCO, organizada por IFEMA y que tuvo lugar en Madrid entre el 22 y el 26 de febrero, reunió a galerías provenientes de 27 países, siendo en esta ocasión Argentina el país invitado. La obra seleccionada abarca las vanguardias históricas, los clásicos contemporáneos y el arte actual. Un total de 200 galerías procedentes de 27 países; 164 galerías incluidas en el Programa General, a las que se suman 42 que forman parte de los programas comisariados, que exponen pintura, escultura, instalaciones, fotografía, vídeo, new media, dibujo y grabado


Paseando por ARCO, la Feria Internacional de Arte Contemporáneo más importante de España, de pronto el visitante puede toparse con la siguiente escena: dos jóvenes ataviados con trajes que recuerdan a fumigadores o tal vez a caza-fantasmas (mono, botas, mochila-depósito…), deambulan por una amplia intersección de pasillos portando cada uno en sus manos un instrumento que responde al movimiento emitiendo un sonido metálico e inquietante, entre el theremín y el detector de radiación. Por supuesto, el contexto enseguida permite reconocer la performance artística en su espacio protegido, previsible. Y aunque pocos de los presentes la entiendan, nadie interperlará a los artistas sobre su significado. Por desinterés en algún caso, o por la natural timidez que produce la incomprensión, en muchos otros. Tal vez se trate de exploradores, modernos rastreadores de las esencias del arte, pertrechados con sus detectores. Nos sumamos a ellos y nos disponemos a realizar un reconocimiento del lugar.

La 36ª edición de ARCO, organizada por IFEMA y que tuvo lugar en Madrid entre el 22 y el 26 de febrero, reunió a 200 galerías provenientes de 27 países, siendo en esta ocasión Argentina el país invitado. Su presencia fue destacada por la selección de 12 galerías bonaerenses por parte de la curadora Inés Katzenstein, pero además los artistas argentinos estuvieron muy presentes en toda la feria. Los programas curatoriales se completaron con “Diálogos”, para presentar en profundidad la obra de algunos artistas, y “Opening”, sección dedicada a galerías con un incipiente recorrido. Como es habitual en este tipo de eventos, también hubo foros y encuentros para profesionales. En esta ocasión ARCO invitó a más de 250 coleccionistas de 44 países, y 150 directores de instituciones, curadores de bienales, y otros prescriptores internacionales del mundo del arte. No hay que que olvidar que los verdaderos protagonistas de la feria son los galeristas y coleccionistas, e incluso los curadores, quedando en un segundo plano los artistas.

Este papel subalterno del creador en el mercadeo del arte se pone de manifiesto en la situación precaria que vive una gran mayoría de ellos. En el caso de España, recientemente se ha presentado un detallado informe, realizado por la Fundación Nebrija y la Universidad de Granada, que examina el sector del arte contemporáneo. Con el título “La actividad económica de los/las artistas en España”, el estudio constata que menos del 15% puede vivir solo del arte y alrededor del 3% de lo que vende a través de un marchante. Esta inestabilidad es un síntoma más – junto a la ausencia de una buena ley de mecenazgo o una tasa impositiva sobre la cultura muy elevada, entre otros – de la debilidad cuasi estructural del mercado nacional del arte. No hay apenas datos, dada una singular opacidad del sector en España, pero los efectos de la crisis económica a nivel mundial todavía se sienten con caídas de ventas en torno al 30% en todos los mercados al cierre de 2016. Habrá que poner en cuarentena el optimismo que respiraban los organizadores de ARCO al inicio. Aunque si tenemos que guiarnos por sensaciones, muchos galeristas y coleccionistas se mostraron satisfechos con la eficacia de la feria, pese a perder osadía en las propuestas artísticas.

Ese podría ser uno de los titulares de este ARCO´17, con el que podrán estar de acuerdo la mayoría de especialistas: la apuesta por un formato cómodo, asequible y complaciente para la venta, en lugar del riesgo de piezas comprometidas o difíciles para el espectador. Un “coleccionismo de boutique” como piropeaba una compradora en declaraciones a la prensa. Atrás quedó el arte explícitamente político y las grandes polémicas, como el intento de censura que sufrió Eugenio Merino en 2012 por meter al dictador Francisco Franco en una nevera. Brilló por su ausencia cualquier referencia directa al presidente Trump, por ejemplo – objeto del arte activista en otros contextos -, pero al menos sí estuvo reflejado un tema de actualidad como el de las fronteras, con obras de Daniel G. Andújar, Daniela Ortiz o el propio Merino. También es llamativa la instalación del colectivo Mondongo en la galería Barro de Buenos Aires: encerrado en un trampantojo que simula el Palacio de Versalles, el músico español Albert Pla, oculto tras una máscara especular de Pinocho, reparte en silencio entre los espectadores migajas de un pedazo de tarta con la bandera de España.

Como señalamos al principio, los artistas argentinos estuvieron muy presentes en la feria, tanto en galerías españolas como internacionales: Leandro Erlich, Eduardo Basualdo, Claire de Santa Coloma, Guillermo Kuitca, Fabian Marcaccio, Adriana Minoliti y Edgardo Antonio Vigo, entre otros. Entre los latinoamericanos también destacaron artistas como Iván Argote en la galería ADN, María José Arjona (Prometeo gallery di Ida Pisani y Barbara Thumm), Anna Bella Geiger (Aural y Mendes Wood DM) o Teresa Margolles (Peter Kilchmann). Al pasar junto al stand de Alejandra Von Hartz nos encontramos varias piezas de la muy interesante Marie Orensanz, entre ellas Pensar es un hecho revolucionario, cuyo gran formato homenajea a los desaparecidos de la dictadura argentina en el Parque de la Memoria de Buenos Aires. También nos gustó mucho el trabajo de Sara Landeta en Casa Leibniz y el de Isaac Montoya (vídeo y fotografías) en la galería Aural, otro reducto politizado. En esto coincidimos con el prestigioso crítico español Fernando Castro Flórez. En su Facebook ofreció algunas impresiones someras sobre su paso por la feria: “Pocas cosas me han atrapado y además son principalmente «clásicos» como la pieza de Juan Muñoz en Elvira González o el hermoso Nacho Criado en Formato Cómodo. Ya dije, por escrito, que me encantan las obras de Richard Mosse y Gianfranco Foschino (ambos en el excelente stand de Leyendeker).”

Al final queda un sabor en la boca agridulce, seguramente como el que deben haber experimentado los dos buscadores de arte del principio. Si nos ponemos en los zapatos del empresario y del comprador tal vez podamos sentirnos satisfechos, aunque tampoco lo diremos muy alto. Desde el punto de vista de quien no siente la presión comercial, de quien acude a ARCO como como mero espectador, probablemente se den sensaciones encontradas, dominadas por cierta decepción. Quedará en nuestras retinas descubrir algunas joyitas y volver a disfrutar de un Genovés, porqué no.

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