nicasio urbina

Intención autorial en Tiempos recios de Mario Vargas Llosa

23 noviembre, 2020

Nicasio Urbina

La nueva novela de Mario Vargas Llosa, Tiempos recios, Alfaguara 2019, narra la historia del golpe de estado ocurrido en Guatemala en 1954 para derrocar el Gobierno de Jacobo Árbenz.


La nueva novela de Mario Vargas Llosa, Tiempos recios, Alfaguara 2019, narra la historia del golpe de estado ocurrido en Guatemala en 1954 para derrocar el Gobierno de Jacobo Árbenz. Esta es una novela muy bien narrada, como todas las novelas de Vargas Llosa, pero que no presenta la complejidad estructural que ha demostrado manejar en otras novelas como La casa verde (1966) o Conversación en La Catedral (1969). Esta es una novela bastante lineal, donde los capítulos de diversas extensiones narran un hilo narrativo de la historia, sin mayores digresiones ni complejidades narrativas. En ese sentido es una novela fácil de leer, relativamente sencilla en su lenguaje y en su estética. No es una novela que hace alarde de proezas narrativas, sino más bien quiere presentar un punto de vista político e histórico. Tiempos recios es una novela que quiere demostrar que el gobierno de Juan José Arévalo y el subsiguiente de Jacobo Árbenz, no eran gobiernos comunistas, sino verdaderos gobiernos democráticos, interesados en modernizar Guatemala, interesados en desarrollar instituciones fuertes y democráticas parecidas a las de los Estados Unidos. Gobiernos interesados en mejorar el nivel de vida de los indígenas guatemaltecos, de la inmensa mayoría de guatemaltecos pobres sin tierra, sin acceso a la educación y a la salud; y que los Estados Unidos cometieron un grave error al apoyar los intereses de la United Fruit Company y unos cuantos terratenientes, en detrimento de las grandes mayorías de guatemaltecos.

Este sentido podemos decir que la novela de Mario Vargas Llosa se sitúa en la línea de su pensamiento liberal, expresado en varios de sus libros de ensayo particularmente en La llamada de la tribu (2018), donde defiende el pensamiento de grandes liberales como Adam Smith, José Ortega y Gasset, Friederich August van Hayek, Sir Karl Popper, Raymond Aron, Sir Isaiah Berlin y Jean François Revel. Algunos críticos han tildado a Vargas Llosa de ser un hombre de derecha (Browitt 2015) o de haber traicionado la causa de América Latina cuando se separó de la revolución cubana y empezó a criticar a algunos gobiernos de izquierda (De Castro et. al. 2010). En mi opinión Tiempos recios demuestra que este no es el caso, demuestra que Mario Vargas Llosa tiene un pensamiento netamente liberal, capaz de criticar y juzgar las cosas positivas de los movimientos y gobiernos progresistas, y la valentía y la fuerza de carácter para denunciar las cosas negativas que estos gobiernos hacen. En ese sentido pienso que es uno de los intelectuales más balanceados, valientes e integrales que ha dado América Latina. A diferencia de muchos otros escritores populistas que han hablado mucho de derechos humanos y de respeto a las libertades individuales, pero que apoyan regímenes represivos donde se restringe la libertad de movimiento de las personas, donde se viola la libertad de prensa de los ciudadanos, y donde todavía se trafica con prisioneros políticos.

La invasión a Guatemala de 1954 ha sido presentada por los Estados Unidos y por algunos historiadores, como una lucha dentro del contexto de la guerra fría, para evitar el asentamiento del comunismo soviético en el continente americano, o como una invasión motivada por defender los intereses de la United Fruit Company (Castro 1954, Selser 1954, Cullather 1994). Mario Vargas Llosa es ampliamente conocido por sus ideas políticas que algunos tildan de conservadoras o neo-liberales, y otros las consideran liberales o de centro. A partir de finales de los años sesenta Vargas Losa declaró su oposición al socialismo y al comunismo internacional, rompió con la revolución cubana y desde entonces ha criticado fuertemente a Cuba, al chavismo en Venezuela, al orteguismo en Nicaragua, a Evo Morales en Bolivia y al gobierno de López Obrador en México. En Tiempos recios Vargas Losa está proponiendo que los Estados Unidos traicionó su propio principio de democracia, la propia esencia de su forma de gobernar, al derrocar al Gobierno de Jacobo Árbenz. De esta manera Vargas Llosa está demostrando ser consecuente con su pensamiento liberal y democrático, defendiendo a los gobiernos limpiamente electos de Juan José Arévalo y Jacobo Arbenz. Ahora bien, si la novela tiene un fin político y desea demostrar una hipótesis nos encontramos frente a una novela de tesis, una novela donde el principal objetivo es presentar una posición política, y no crear una verdadera obra de arte que en cierta forma cambie el curso de la narrativa hispanoamericana. La larga trayectoria intelectual de Mario Vargas Llosa ha demostrado no sólo su gran capacidad narrativa, sino también su impresionante solidez intelectual. Como ha dicho Sara Castro-Klarén:
“the artist has wrestled publicly and openly with the possibility of creating for himself an aesthetic capable of critically justifying, if not explaining, his own work and its evolution, from the socially committed novel to the satire of the victims of a racist and obscurantist system” (224).

El punto de vista autorial o la intención del autor ha sido un tema muy discutido en nuestra disciplina, con altos y bajos en diferentes momentos de la historia. Desde que Wolfgang Goethe propusiera el concepto de la intención del autor o el artista, éste se ha visto desacreditado por W.K. Wimsatt y M. Beardsley en su artículo de 1946 “The Intentional Fallacy.” No voy a discutor este largo y espinoso asunto aquí por falta de tiempo, pero voy a dejar claro que mi posición sigue el modelo propuesto por Umberto Eco en The Limits of Interpretation (1990: 44-63) donde propone el triángulo hermenéutico donde debemos considerar la intentio auctoris, la intentio operis y la intentio lectoris. Es decir, no podemos basar nuestra interpretación en un solo ángulo de triángulo, sino que debemos considerar los tres para obtener una interpretación crítica del texto. En esta ponencia yo tomo en consideración las tres intenciones como guías de mi análisis.

El capítulo inicial está dedicado a la United Fruit Company y su fundador Sam Zemurray, quizás el hombre más poderoso de Centroamérica durante el siglo XX. Una figura muy controversial, que controlaba puertos, ferrocarriles, inmensas plantaciones de banano y bancos; un hombre que quitaba y ponía políticos y presidentes. Esta sección narra su amistad con Edward L. Bernays, a quién Zemurray contrató como publicista para cambiar la imagen que la United Fruit Company tenía en los Estados Unidos y en el resto del mundo. Todo ese capítulo inicial es información histórica, es una especie de introducción que lleva por acápite “Antes” y es el pórtico de la novela. A continuación viene el primer capítulo donde entramos directamente en la ficción. Aquí se cuenta la historia con una mujer, un personaje femenino, a quién vamos a conocer como Miss Guatemala, y cuyo nombre completo es Martita Borrero Parra. Martita es una niña relativamente normal y feliz al principio de la novela. Luego es una joven a quien el mejor amigo de su padre, Efrén García Ardiles, veintiocho años mayor que ella, enamora y embaraza, y con quien luego es desposada. Más adelante es una mujer madura que tiene muchas relaciones con políticos y hombres poderosos, incluyendo Carlos Castillo Armas, y finalmente es una anciana que va a cerrar la novela en el último capítulo con una entrevista con el autor Mario Vargas Llosa. Este final o colofón será titulado “Después”, de forma que la novela empieza con un antes y termina con un después, y en medio vamos a tener 32 capítulos que componen la historia de la invasión norteamericana a Guatemala, la relación con Trujillo, Castillo Armas y otros personajes poderosos. La figura de Martita está basada en Gloria Bolaños Pons, aunque hay algunas diferencias entre las dos. Bolaños Pons tuvo una relación con Castillo Armas y fue candidata a alcalde de Guatemala en 1978. Vivió en República Dominicana y tuvo cierta amistad con Rafael Trujillo. Tengo entendido que aún vive en Miami y se pueden leer algunas entradas de su blog de 2013 y 2014 en https://laverdadporzoilagloriabolanos.blogspot.com.

En otro nivel podemos decir que la novela es la historia del abuso de los hombres a una mujer, hombres generalmente mayores, en una posición de poder, que se aprovechan de una niña en el primer caso, luego de una joven desprotegida y en una situación de riesgo, y finalmente de una mujer que se siente en peligro y tiene que confiar en un hombre poderoso. Es decir que la novela se plantea dentro de esa corriente muy contemporánea del #MeTooMouvement y de la denuncia de abusos de poder por parte de los hombres con fines sexuales. Podemos decir que es una novela muy contemporánea en ese sentido, muy actual. Mario Vargas Llosa trata quizás uno de los temas más discutidos e importantes en este momento que vivimos. Oscilando entre estas dos temáticas: la naturaleza de la invasión orquestada por los Estados Unidos y la CIA a Guatemala, y la violencia ejercida sobre las mujeres, Vargas Llosa retrata la situación de Guatemala a mediados del siglo XX y tangencialmente, la situación de República Dominicana y el dictador Rafael Leónidas Trujillo, una realidad que él conoce muy bien y que desarrolló magistralmente en su novela La fiesta del chivo (2000). De esta forma Vargas Llosa representa en la novela la situación de la Guatemala de 1954, la lucha de poder entre el gobierno de la Revolución de octubre, las leyes que el gobierno de Jacobo Árbenz estaba tratando de aprobar, y la formación del ejército liberador de Carlos Castillo Armas, quien desde Honduras, y apoyado por los Estados Unidos, invade Guatemala, derroca el Gobierno de Jacobo Árbenz, pone en prisión a centenares de personas, las torturas, las asesina, y obliga a centenares de personas a buscar asilo político en diferentes embajadas. Castillo Armas revierte muchos de los logros del gobierno de Jacobo Árbenz, restituye a la United Fruit Company sus enormes privilegios, y establece de nuevo un régimen clasista, racista y retrógrado en Guatemala.

Por lo tanto, un tercer tema de la novela es el tratamiento de los hombres fuertes, la psicología del poder, la personalidad de un dictador como Rafael Leónidas Trujillo o Carlos Castillo Armas. El autor parece estar interesado en explorar el tipo de admiración que desarrollan estos personajes, de qué forma se relacionan las personas que trabajan para ellos, qué tipo de dependencia se establece entre un dictador de mano dura como Trujillo y un hombre que llegó al poder por el apoyo de los Estados Unidos cómo Castillo Armas, pero que no tiene el carisma ni la fuerza, ni infunde el respeto del dictador dominicano. Por otro lado, tenemos un personaje como Abbes García, que de ser un pequeño e insignificante reportero hípico, llega a ser el estratega de seguridad nacional de Trujillo, se especializa en todo tipo de torturas y logra crear un sistema de terror que permitiría a Trujillo tener total control de la situación en República Dominicana, y de tener una enorme influencia en el Caribe y Centroamérica. Un personaje que aun cuando ya muerto Trujillo y él en fuga, se siente feliz de haber servido a un hombre como el jefe, aunque se haya bañado las manos en sangre. Esta es por tanto una novela muy actual, que incide en los temas que afecta a América Latina en esta atribulada segunda década del siglo XXI.

Como en muchas novelas de América Latina, el poder juega un papel importantísimo el Tiempos recios. Ya hemos hablado del poder de la United Friut Company en Centroamérica y el interés es Zemurray por mantener esa hegemonía. El hecho que Zemurray haya tenido que contratar a una compañía publicitaria para mejorar la imagen que tenía en los Estados Unidos, nos remite el tema de las relaciones públicas y la enorme importancia que tiene la forma del mensaje y la semiótica de la representación. La United Fruit Company tenía muy mala reputación en los Estados Unidos. Estaba asociada con el tercer mundo, con América Latina, y de ahí vendrá la imagen de “banana republic”. Vemos aquí pues él clasismo y el racismo imperante en la época, pero también vemos la forma en que la publicidad puede cambiar esa percepción, de forma que con los mensajes apropiados, en pocos años, la United Fruit Company se convierte en una compañía apetecible para los inversionistas norteamericanos. Es posible lavar la percepción, cambiar la forma en que se percibe las cosas dependiendo de lo que una persona hábil en mercadeo pueda aportar. Zemurray es una figura legendaria y tristemente recordada en Centroamérica. Sirvió también de inspiración al personaje de Cien años de soledad Mr. Brown. En Tiempo recios leemos: “A lo largo de sus viajes, Zemurray había descubierto el banano en las selvas de Centroamérica y, con una intuición feliz del provecho comercial que podía sacar de aquella fruta, comenzó a llevarla en lanchas a Nueva Orleans y otras ciudades norteamericanas. (17) De esta forma es que se origina el maravilloso negocio del banano cómo producto de exportación y este va a ser el meollo de la tragedia de Guatemala en 1954 y de muchos países centroamericanos pero largo del siglo XX.

Recordemos que para Wolgang Iser, el significado no es un objeto que se encuentra dentro de un texto, sino que un evento de construcción que ocurre en algún lugar entre el texto y el lector. El lector llega al texto, que parece ser un mundo fijo, con una serie de preconceptos dados por su ideología, sus experiencias pasadas, sus recuerdos y nuestras competencias; pero el significado se realiza a través del acto de leer y cómo un lector conecta las estructuras del texto con su propia experiencia, transformando el texto fijo en una superficie semiótica fluida que se puede interpretar y, a menudo, malinterpretar. Por tanto, la intentio lectoris puede dar forma al texto, informarlo y, a veces, deformarlo.

Cuando un autor está redactando un texto, es posible que tenga en mente a un lector en particular que está en parte representado en el texto. Pensemos en el lector ideal de Umberto Eco. El autor también tiene varias razones para escribir el texto, él o ella puede estar siguiendo un conjunto particular de reglas prescritas para ese género o subgénero en particular, o puede estar intentando subvertirlas, romper con la norma y violar el canon. El escritor puede estar motivado por razones políticas, por ganancias económicas, por anhelos internos e irresistibles, o incluso por odio y venganza. Así la intentio autoris es siempre plural, es imposible establecerla sin duda, es siempre hipotética, pero es real, es parte importante de la dinámica hermenéutica, y siempre debemos tenerla presente a la hora de decodificar un texto. Este lector ideal no es idéntico a un lector real, de carne y hueso, sino que es “una estructura textual que anticipa la presencia de un destinatario sin necesariamente definirlo”, como Wayne Booth lo propuso por primera vez, y Wolfgang Iser lo expresa: “…el concepto de lector implícito designa una red de estructuras que invitan a responder, que impulsan al lector a captar el texto”. El autor es una persona de carne y hueso, con biografía, con una ideología más o menos conocida, y que muchas veces da entrevistas, escribe artículos de opinión, artículos y ensayos, como es el caso de Mario Vargas Llosa. Iser separa el concepto de lector implícito en dos aspectos interrelacionados: “el papel del lector como estructura textual y el papel del lector como acto estructurado». El papel del lector como acto estructurado se refiere a cómo un lector cumple con las estructuras textuales haciendo que converjan dentro de su imaginación. En otras palabras, las estructuras textuales están conectadas y cobran vida cuando un lector participa en el proceso de lectura. Esto no significa que el lector “real” simplemente acepte este papel, sino que existe en tensión entre su propia realidad y experiencia histórica y la aceptación de su papel como lector. “El concepto de lector implícito como expresión del rol que ofrece el texto no es en modo alguno una abstracción derivada de un lector real, sino más bien la fuerza condicionante detrás de un tipo particular de tensión producida por el lector real cuando acepta el papel de lector». Este es en suma el marco dentro del cual los invito a leer Tiempos recios.

Al principio de la novela tenemos una descripción muy acertada de la Guatemala de la primera mitad del siglo XX. Una ciudad capital muy conservadora, oscura, donde toda la gente viste de negro. La Guatemala de Jorge Ubico Castañeda, donde los emigrantes son vistos con desprecio y se cree mucho en los apellidos y los abolengos. En ese ambiente empieza la historia de Martita. Hay descripciones muy interesantes de las reuniones que se daban en la casa de su padre que reflejan muy bien este ambiente provinciano y conservador. A esas reuniones asistían amigos del Dr. Borrero a jugar rocambor y comentar la vida política y social de Guatemala. Luego tenemos la infaltable fiesta de 15 años en 1949, cuando finalmente el padre se dio cuenta que Martita estaba embarazada. Es de imaginarse que el embarazo de una joven de sociedad que asistía a un colegio tan conservador como el Colegio Belga Guatemalteco causó una gran escándalo y tribulación. El padre por supuesto necesitaba saber quién había sido el malhechor, pero martita se rehusaba a revelarlo, hasta que finalmente aceptó que había sido el Dr. Efrén García Ardiles: “Éste era un hombre apuesto de ojos claros y larga cabellera que solía reírse llamando a los invitados cavernícolas paranoicos” (31). El Dr. García era un hombre 28 años mayor que ella, amigo de su padre, liberal de ideas y por quien Martita había desarrollado cierta admiración. Claramente estamos ante un caso de abuso sexual de una joven que todavía no está en edad de consentir. Martita todavía no tenía mayoría de edad y el texto nos dice que, “Martita no había tenido pretendientes. Ni siquiera parecía interesada, como las otras chicas de su edad, en mariposear con los jovencitos, entregada como estaba a sus estudios” (35). La reacción del padre de Martita fue la de cualquier padre en estas circunstancias: exigir qué el Dr. García se casara con Martita. Fue una boda muy triste, rápida, en un pueblo perdido en las afueras de Chichicastenango y el padre de Martita juró no volver a verla en la vida.

Johnny Abbes García es el otro personaje principal de la novela, un periodista dominicano de tercera categoría que llega a ser jefe de seguridad de la dictadura de Trujillo, y se convierte en un hombre poderoso y muy cruel. Johnny va a desarrollar una relación con Martita, relación un tanto extraña, como todas las de Martita. Abbes García es un personaje sucio, tanto en su apariencia como en su proceder. Gordo, siempre sudoroso, Johnny es un personaje repelente. Sexualmente se le representa como un hombre que no tiene grandes habilidades, pero sí un gusto desmedido por practicar sexo oral con prostitutas. Después del asesinato de Castillo Armas se trasladó al El Salvador, sacó a Martita de Guatemala y la violó en la primera noche. Esta es entonces la imagen que nos presenta Mario Vargas Llosa del asesino involucrado en la muerte de Castillo Armas en Guatemala. Después de la muerte de Trujillo en 1961, Abbes García empieza un peregrinaje que lo llevará a Japón, París, Estados Unidos y finalmente Haití, ahora ya con una esposa y dos hijas, tiene que buscar alguna forma de ganarse la vida a pesar de tener un millón de dólares que había ido guardando de sus fechorías. Ese dinero demuestra no ser suficiente y Abbes García pasa por una serie de vicisitudes para conseguir trabajo. Fue así como terminó trabajando para Papadoc Duvalier en Haití. Pero poco tiempo después se vio involucrado en una conspiración por parte de la hija de Duvalier, Dedé, conspiración que fue pronto descubierta por los servicios de seguridad del dictador haitiano. Abbe García termina asesinado por un comando de lo muy temidos tontón macoute. Esta historia sin embargo no queda confirmada en la novela. Hay siempre un nivel de incertidumbre, por medio de la cual se establecen otras versiones al final del último capítulo. Tenemos el ataque de la guardia pretoriana de Duvalier donde literalmente en narrador afirma: “Los tonton macoute saltaban ahora, como bailando, sobre los cadáveres de las tres sirvientas, o lo que quedaba de ellas. Abbes García alcanzó a ver que tenían sangre en las manos, en las caras, en las ropas, en los garrotes, y todo aquello parecía, más que una matanza, una fiesta bárbara, primitiva, un ritual” (332). Esta es una representación exagerada para demostrar la sanguinaria naturaleza del régimen de Duvalier, famoso por sus crímenes legendarios, y para castigar por medio de la justicia poética, las atrocidades cometidas por Abbes García.

Sin embargo, más adelante leemos: “Aunque Johnny Abbes García, ni Zita, ni las niñas vieron al final de todo aquello, si lo vio una testigo, la evangelista Dorothy Sanders” (332). Este final de Abbes García a manos de los tonton macoute es una forma de justicia poética, es una forma de completar el círculo de un hombre que ha hecho tanto daño en diferentes partes del mundo. No obstante, en el epílogo o el capítulo titulado “Después” cuando Mario Vargas Llosa se entrevista con Martita, hay una referencia a una visita que le hizo Abbes García a Martita en Washington, D.C. De esta forma queda desmentida la historia contada en el capítulo anterior, hay una indeterminación en el final de la novela. Hay un entresijo, una apertura en el significado de la conclusión. Este final del personaje Abbes García nos lleva a cuestionar también la intención autorial y nos lleva a poner en duda las verdaderas razones por las cuales los Estados Unidos invadieron Guatemala. La participación de la CIA dentro de todo este tinglado que plantea la novela, corresponde por supuesto a la participación de la CIA en el ataque a la democracia guatemalteca y la invasión de 1954, y el final indeterminado de Abbes García, de cierta forma refleja esa indeterminación. Al final también podemos leer: “Los tres coincidimos en que fue una gran torpeza de Estados Unidos preparar ese golpe militar contra Árbenz poniendo de testaferro al coronel Castillo Armas a la cabeza de la conspiración. El triunfo que obtuvieron fue pasajero inútil y contraproducente” (350). Aquí está la tesis de la novela. Vargas Llosa ha escrito una novela para demostrar la contradicción en la que incurrió Estados Unidos y el precio que tuvo que pagar el pueblo guatemalteco y latinoamericano en general.

“Hechas sumas y las restas, la intervención norteamericana en Guatemala retrasó decenas de años la democratización del continente y costo millares de muertos, pues contribuyó a popularizar el mito de la revolución armada y el socialismo de toda América Latina. Jóvenes de por lo menos tres generaciones mataron y se hicieron matar por otro sueño imposible, más radical y trágico todavía que el de Jacobo Árbenz” (351).

Aunque esta es una novela sobre Guatemala y el golpe de estado de 1954, no hay un solo personaje indígena en la novela. Vargas Llosa escribe sobre la Guatemala “blanca”, pero no le preocupan los millones de indígenas que son mayoría en ese país. Su visión del mundo se concentra en la clase alta blanca y sus súbditos mestizos o ladinos. Por mucho que esta sea la novela de Estados Unidos violando el derecho soberano a la autodeterminación de los guatemaltecos, esta también es una novela sobre la dominación hegemónica de una clase sobre todo el país, y sus alianzas con los intereses estadounidenses en detrimento de la población indígenas de Guatemala y las clases ladinas pobres.

En su libro de 1990 Sara Castro-Klarén señalaba ya el círculo ideológico descrito por Vargas Llosa desde La ciudad y los perros hasta El hablador. En las novelas más recientes sobre dictadores y política latinoamericanos podemos ver la reafirmación de su ideología liberal y democrática, capaz de criticar a los Estados Unidos cuando protagonizan un golpe de estado como el de Guatemala en 1954, a Bélgica con su racismo y su política esclavista en El sueño del celta, o a Leónidas Trujillo en La fiesta del chivo. Podemos ver por tanto a un escritor comprometido únicamente con su forma de pensar y con su arte literario.


BIBLIOGRAFIA
Booth, Wayne. The Rhetoric of Fiction. The University of Chicago Press, 1961.
Browitt, Jeffrey (2015) “The Politics of Style: Mario Vargas Llosa´s La Guerra del fin del mundo.” Chasqui 44.1 (May 2015) 29-47.
Castro, Juan E. de and Nicholas Birns (Eds.) Vargas Llosa and Latin American Politics. Palgrave Macmillan, 2010.
Castro, Julio. Bombas y dólares sobre Guatemala. Montevideo: s.p.i., 1954.
Castro-Klarén, Sara. Understanding Mario Vargas Llosa. University of South Carolina Press, 1990.
Cullather, Nicholas. Operation PBSUCCESS. The United States and Guatemala 1952-1954. Central Intelligence Agency, 1994.
Eco, Umberto. The Limits of Interpretation. Indiana University Press, 1990.
Iser, Wolfgang. The Act of Reading. Johns Hopkins University Press, 1974.
Selser, Gregorio. El guatemalazo. La primera guerra sucia. Buenos Aires: Iguazú, 1954.
Vargas Llosa, Mario (2018) La llamada de la tribu. Alfaguara.
— (2019) Tiempos recios. Alfaguara.
Wimsatt, William K. y Monroe C. Beardsley, “The Intentional Fallacy,” Sewanee Review, 54 (1946): 468-488.

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Buenos Aires, Argentina, 1958.
Escritor, catedrático y crítico nicaragüense. Es profesor de literatura hispanoamericana de la Universidad de Cincinnati, donde ha sido jefe de departamento y director de estudios de posgrado. Ha publicado El libro de las palabras enajenadas (cuento, 1991), La significación del género: estudio semiótico de las novelas y ensayos de Ernesto Sábato (1992); Sintaxis de un signo (poesía, 1995, 2000), El ojo del cielo perdido (cuento, 1999), Viajemas (poesía, 2009), Caminar es malo para la salud (cuento, 2011). Ganó el Premio Nacional Rubén Darío 1995 con su libro La estructura de la novela nicaragüense: análisis narratológico (1996). Su Poesía reunida 1984-2014 ha sido publicada en México y en España. Ha publicado más de 100 artículos críticos en revistas especializadas y ha dictado 120 conferencias académicas.