Karly Gaitán
Karly Gaitán

Antonio Orellana: la inserción de Nicaragua en la época de oro del cine mexicano

29 marzo, 2019

La presente es una sección fija de Carátula.net en la que se publican semblanzas, entrevistas y (o) perfiles sobre personajes del cine en Nicaragua. Se puede encontrar publicaciones no solo sobre personajes nacionales sino también extranjeros que de una u otra manera han contribuido al desarrollo de la cinematografía en este país. El orden es aleatorio, los protagonistas de la sección pertenecen a todos los tiempos del cine desde la existencia de este arte hasta la actualidad, por lo tanto la secuencia de los artículos no obedece a un orden cronológico.


Fernando Uribe y Antonio Orellano, ambos camarógrafos mexicanos, filmando en Managua los actos del Primer Centenario del Nacimiento de Rubén Darío que tuvieron lugar en la ciudad natal del poeta, Ciudad Darío (foto por Zelaya). 

Guionista y director de origen español y nacionalizado mexicano, Antonio Orellana Gallego ha dedicado toda su vida a la escritura de guiones de cine, textos para televisión y libretos teatrales. Nacido en Zafra, Badajoz el 4 de febrero de 1923, había huido de la guerra civil española hacia Portugal, donde estuvo encarcelado por sus ideas políticas hasta su liberación en 1946. Llegó a México en 1948 como exiliado y allí, como muchos españoles que triunfaron en ese país —entre estos Luis Buñuel, Angelina Fernández y Martha Roth—encontró su camino hacia las artes. Su incursión en otros países latinoamericanos, Guatemala, El Salvador, Nicaragua y Brasil, lo llevaron a ser un director de cine de ficción y documental. También ha participado como actor en varios filmes, el primero de ellos en 1931 en España cuando tenía ocho años.

Su primera experiencia en la dirección de una película de ficción ocurrió en 1958 gracias a que en México, cuando quiso dirigir cine después de haber comenzado en el campo cinematográfico como asistente y script, fue rechazado por los sindicatos de artistas y técnicos del cine y emigró a Guatemala en busca de oportunidades, invitado por unos amigos. La experiencia negativa le condujo a otros eventos positivos que le ayudaron a ganar fama y prestigio a nivel latinoamericano, porque sus filmes, especialmente su primer largometraje de ficción, fueron proyectados en salas de exhibición en todo el continente a través de las distribuidoras de cine mexicano, que entonces tenían privilegios y un poder hegemónico sobre lo que se exhibía en las cadenas de cines y teatros en más de veinte países.

La llamada de la muerte es uno de los filmes más famosos de la historia del cine en Nicaragua, porque junto con Rapto al sol de Fernando Méndez—ambas producciones mexicanas filmadas en los años cincuenta en este país— habían sido calificadas como las primeras películas realizadas en Nicaragua y, aunque es un error histórico afirmar que son las primeras, así han quedado en libros, monografías y artículos periodísticos, convirtiéndose en importantes referentes culturales.

En Centroamérica fueron producidas y llevadas hasta las pantallas cinco de las películas de Orellana, escritas exclusivamente para filmarse en estos países. En Nicaragua realizó el experimento de debutar como cineasta y no se han encontrado en sus declaraciones las razones de por qué no lo hizo en Guatemala o El Salvador, donde había estado trabajando años antes de ir a suelo nicaragüense.

La preparación de la película la hizo en Ciudad de México. Junto con su equipo de trabajo viajó a Managua en noviembre de 1958 acompañado de Freddy Fernández, quien trabajaba con él en la producción y fue con ellos el productor general Juan Acar. En esa primera fase filmaron muchas tomas en Granada, las Isletas en el lago Cocibolca y en Managua. A inicios de diciembre hicieron una pausa en el proceso creativo, regresaron a México y retomaron el
rodaje el 5 de febrero de 1959. Para realizar esta película habían buscado socios nicaragüenses que reforzaran el apoyo mexicano que ya tenían, se hospedaron en el Gran Hotel, del que ocupaban gran parte de sus habitaciones.

El filme contó con las interpretaciones de actores del cine mexicano reconocidos de su época de oro, Carlos López Moctezuma, la actriz española exiliada en México, Martha Roth y Roberto Cañedo, que llegaron el 10 de febrero para la filmación exclusiva de sus escenas. El equipo de producción y todos los acontecimientos del rodaje tuvieron gran despliegue de prensa en los periódicos nacionales y de México, donde criticaban a Juan Acar por aventurarse a filmar en un país que carecía de industria cinematográfica y por lo tanto, de pago de impuestos y que lo que buscaba era reducir costes.

El rodaje se tomó casi como un acontecimiento nacional, llegaba mucha gente a ver las filmaciones, por lo que necesitaron el apoyo de los cadetes de la Academia Militar para retener a la multitud. Carlos López Moctezuma fue abordado en el hotel por sus admiradoras y en la entrada se agrupaban algunas fans por las mañanas a esperar su salida. Martha Roth fue recibida en el aeropuerto Las Mercedes por la televisión y otros periodistas de radio y prensa que deseaban obtener su autógrafo, una foto con ella o una entrevista.

Rodaje de La llamada de la Muerte, febrero 1959

La llamada de la muerte es una coproducción entre México y Nicaragua, en la que participaron los empresarios nicaragüenses José Adán Aguerri, Rafael Cano y los productores de la empresa Televisión de Nicaragua S.A. Por parte de México quienes apoyaron en gran manera fueron los Estudios Tepeyac S.A y algunas empresas privadas.

La película reúne muchas tomas de la Managua de 1959, contiene secuencias de exteriores, y aparecen sus calles, edificios y zonas residenciales, pese a que la historia se centra básicamente en todo lo que ocurre en la habitación de un hotel. Entre las locaciones en las que interactúan los personajes están la avenida Roosevelt, la Catedral Metropolitana, el Palacio Nacional, la Plaza de la República, el Parque Central, otros edificios y monumentos.

El filme pertenece al género de suspense. Bronco Joe, un asesino en serie, se esconde en un apartamento en el downtown de Managua después de haber cometido un atentado por el que había recibido un sueldo. Hay alguien que lo llama por teléfono y la tensión y el suspenso es tanta que ese aparato llega a convertirse en un personaje importante. Como el filme La ventana indiscreta de Hitchcock, todo ocurre en un apartamento pero en sentido contrario, el personaje en vez de ver hacia la calle ve hacia dentro, el misterio se mueve en su interior y teme que desde otras ventanas lo estén espiando. A pesar de que desea soledad y la oscuridad porque permanece con las luces apagadas, recibe a varias personas que le visitan e interrumpen sus pensamientos y cuando más quiere huir y esconderse es cuando más llegan a tocar la puerta: un sacerdote que se aparece a pedirle dinero para un orfanato, la persona que limpia la habitación que se presenta cantando y hablando, el botones que le lleva el desayuno o el periódico y unos trabajadores del hotel que le piden espacio para sacar el cadáver de un huésped que han encontrado muerto en la habitación continua y no pueden sacarlo por su puerta porque es incómoda y la de Bronco Joe era más espaciosa. La película fue filmada también en Granada donde causó mucho revuelo entre los ciudadanos que aun recuerdan el rodaje.

En 1967, Antonio Orellana viajó nuevamente a Nicaragua para producir cuatro documentales, tres planificados y uno que salió de improvisto. El primero es sobre el centenario del nacimiento de Rubén Darío que en este país se celebró a lo grande con un premio nacional de literatura, invitados extranjeros, visita y homenajes en la casa natal de Rubén en Ciudad Darío, elección de ninfa dariana, recitales, paradas militares, puesta en escena de obras de teatro. El documental de 40 minutos se titula Centenario del natalicio de Rubén Darío en Nicaragua.

Aunque habían pasado algunos años, aún tenía amigos en Nicaragua. Había hecho amistad epistolar con el actor nicaragüense de radio y teatro José Dibb McConnell y pretendía ayudarle en su incursión personal y la emigración que este tenía planeada para irse a probar suerte a México en busca del estrellato y un mejor futuro como actor de cine. Admirando la decisión de José Dibb y estando consciente de que él ya era famoso en Nicaragua, calificaba de atrevida y definitiva su decisión, sin embargo la apoyaba y estaba dispuesto a recibirlo y presentarle algunos directores en México. Pero cuando Antonio llegó a Nicaragua ese año de 1967 José Dibb McConnell había fallecido hacía dos años.

El segundo documental lo realizó en Managua en abril, trata sobre la muerte de expresidente de Nicaragua y entonces senador Luis Somoza Debayle, ocurrida el 13 de abril, lo que fue un acontecimiento mediático que atrajo a la prensa internacional. Antonio había conocido a Luis Somoza en Managua durante su visita en 1959 cuando este era el presidente. Al llegar la noticia a México, viajó junto con el camarógrafo Fernando Uribe y el productor Juan Acar
para realizar ese filme para la televisión mexicana. El reportaje de 30 minutos resumía los acontecimientos sucesivos: la llegada de delegaciones diplomáticas, los honores militares, la vela, misa, el entierro y demás eventos oficiales.

En mayo de ese mismo año, regresó a Managua para producir el tercer documental Nuevo presidente en Nicaragua, elecciones 1967, de 60 minutos, que resume todos los actos que se realizaron en ocasión de la toma de posesión el 1 de mayo durante el acto en el Estadio Nacional con las delegaciones de países de todos los continentes. El documental que salió de improviso fue producido en su primer viaje en enero. Había filmado una manifestación en Managua que había sido organizada por los líderes políticos Fernando Agüero Rocha y el periodista Pedro Joaquín Chamorro, quienes la realizaron con el partido Unión Nacional Opositora (UNO) en contra del presidente Lorenzo Guerrero y que conllevó al famoso episodio conocido como “Masacre del 22 de enero”.

Antonio se encontraba en Nicaragua esos días realizando la filmación del documental sobre el centenario de Rubén Darío y el domingo 22 por la tarde le sorprendió la manifestación. Se encontraba hospedado en el Gran Hotel y el acontecimiento ocurrió a unas cuadras. Francotiradores de la Guardia Nacional habían disparado desde edificios a los manifestantes y en las calles había tendidos cientos de muertos. Después los dirigentes, Fernando Agüero y Pedro Joaquín Chamorro, huyeron al Gran Hotel para protegerse y allí Antonio Orellana filmó lo que estaba ocurriendo en el interior, el hotel había sido atacado por una tanqueta. Este valioso material que muestra esos momentos históricos ha desaparecido y no se ha encontrado su ubicación física.

Antonio Orellana escribió guiones para doscientas películas y elaboró otras decenas de programas culturales de televisión. En los años sesenta su trabajo era promovido en la revista francesa Cahiers du cinéma y sus filmes habían sido vistos en México, Francia, América Latina, Japón y Estados Unidos.

El 24 de febrero de 2012, un casi nonagenario guionista Antonio Orellana fue homenajeado por el conjunto de su obra como escritor de películas durante la Feria Internacional del Libro en el Palacio de Minería en México, donde se le entregó el Reconocimiento de Escritores Cinematográficos (REC) por toda su vida consagrada a escribir para cine. El premio lo dedicó al expresidente de México Lázaro Cárdenas y al exembajador Gilberto Bosques.

Un bloguero que se firma como El Inquilino Guionista publicó en su espacio en internet el 28 de febrero del mismo año una entrevista que le cedió Orellana después de recibir su premio, en el que recuerda a Nicaragua como el país de su debut de cine, como se puede leer en la reproducción de una parte de la conversación:

ANTONIO ORELLANA:
REPUBLICANO, GUIONISTA Y HOMBRE

La biografía del homenajeado, como no podía ser menos, es toda una aventura cinematográfica: republicano en la guerra civil aspañola, exilio latinoamericano, cine de oro en México, aventuras en Brasil, y decenas y decenas de películas escritas, aunque en su IMDB solo se cuenten 37 y en el homenaje mencionaron 20 más.

¿Algún día volverá el cine a ser una gran industria y un buen negocio en México?

El cine no podrá volver a ser una industria mientras haya una televisión que cada vez se amplía más. ¿Por qué el cine se hizo grande? Porque la gente no tenía otra cosa para entretenerse. Como pasó a principios del siglo 20 en los pueblos españoles, yo lo recuerdo, que llegabas a casas de mala nota, y te decían pasa, pasa que tengo la máquina “cantaora”, era el fonógrafo el entretenimiento de la gente porque no tenían dinero para ir a un concierto. Ello desapareció con las rockolas. Así llegó la televisión para darle en la madre al cine, que antes había desplazado al teatro. Y la televisión como la entendemos se acabará cuando todo mundo tenga una televisión en tres dimensiones, cosa que está comenzando ahora”.

¿Ha cambiado mucho el gusto cinematográfico de los mexicanos?

Antes, el mexicano no sabía de un pueblo a otro cómo era. Y gracias al cine, la gente de Yucatán veía y escuchaba cómo eran los norteños y les gustaba. Y los norteños, cómo eran los de Yucatán. Y así sucedía en el mundo entero, en todos los países.

¿Cuál es el primer recuerdo cinematográfico que tiene?

El primero fue una película que filmamos en Nicaragua durante la época del cine de oro (que yo diría entre comillas); exactamente en el cincuenta y dos.* Yo hice una solicitud para entrar de técnico en el sindicato, para comenzar desde abajo, de script, de asistente… Y me cerraron las puertas. Como aquí no me dejaron, me fui junto a mi amigo José Baviera —que fue el actor que hizo la primera película sonora en España— a Guatemala, donde yo tenía unos amigos que nos financiaron Caribeña. Después allí escribí una segunda película Cuando vuelvas a mí. Y una tercera que se llamó El Cristo negro. Todo en Guatemala porque en México no nos dejaban. Y yo que siempre he sido un poco arrojado, después escribí dos películas más en El Salvador y otra en Nicaragua que también dirigí.

De regreso a México quería dirigir pero no me lo permitieron así que decidí dedicarme a escribir y me fui a Brasil a hacer una coproducción. Iba a ir seis o siete semanas y me quedé cuatro años. Como resultado: veinte documentales y seis películas en ese país hasta que me fui cansado. Me fui porque era una dictadura. Y salí de una, no quise acabar en otra.

¿Escribe en computadora?

No, la última película que escribí hace unos meses, como todas las anteriores, la escribí a máquina, como antiguamente. Por huevón, aunque mi hija intenta enseñarme, pero a mis casi 90 años, tú dirás.

*La fecha correcta de la producción de la película es entre noviembre de 1958 y marzo de 1959.

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Managua, 1980.
Comunicadora social con énfasis en prensa escrita y cuenta con postgrados en periodismo online y en marketing. Como periodista ha sido editora de revistas digitales e impresas como La investigación y Espacio Vital Magazine, jefa de sección literaria y de cultura de periódicos universitarios, articulista de suplementos culturales nicaragüenses como La Prensa Literaria, Nuevo Amanecer Cultural y la sección Voces del diario La Prensa.
Como escritora ha publicado poesía y narrativa breve. Ha recibido premios y reconocimientos interuniversitarios por su trabajo literario y un premio de fotografía. También se ha dedicado a la investigación histórica, la crítica y producción cinematográfica y a la gestión y desarrollo de proyectos y consultorías con organismos como Plan Internacional, CINEX, la UNESCO y el Instituto Nicaragüense de Cultura.

Es miembro de la Asociación Nicaragüense de Escritoras (ANIDE), del Centro Nicaragüense de Escritores (CNE) y de la Junta Directiva de la Fundación para la Cinematografía y la Imagen (FUCINE).

En el año 2012 publicó su libro Cita con Sergio Ramírez. Entrevistas, Artículos, Crónicas (Universidad Autónoma de Nuevo León, Monterrey, México) presentado durante la Feria Internacional del Libro de Guadalajara en noviembre de 2012 con su presencia y la de Ramírez, y posteriormente presentado en la Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería en Ciudad de México en marzo de 2013, y en la Feria Internacional del Libro de Miami de 2013. Además, la obra se encamina a una reedición con Uruk Editores en Costa Rica y traducciones al francés y alemán. Actualmente la autora prepara otros libros de periodismo, historia y narrativa para su pronta publicación.