Dibujo de Pablo Antonio Cuadra
Dibujo de Pablo Antonio Cuadra

El jaguar y la luna: el mito como expresión de la noche oscura del alma

6 enero, 2022

Para citar las palabras del mismo Pablo Antonio Cuadra, escribir El jaguar y la luna significó para él «una experiencia de sumersión en la herencia, en el legado indio» 1:

Es el libro de poemas   más original, aboriginal y mío ─añadirá   poco   después─.  Está   arrancado directamente, no   de   lo literario, sino   de las formas   pictóricas de nuestros dibujos   en cerámicas precolombinas 2.

Tras una lectura superficial del libro de poemas, lo primero que se nos hace evidente es el hecho de que el poeta nicaragüense se propuso seguir la costumbre de los griegos de recoger   de las cerámicas el motivo de inspiración para moldear sus estatuillas y relieves.  Más aún, esto queda fácilmente confirmado, ya que la primera edición de El jaguar y la luna se publicó con dibujos originales del propio Pablo Antonio, con excepción de algunos que eran adaptaciones de dibujos de cerámicas nicaragüenses precolombinas. Evidentemente, Cuadra intentaba captar de nuevo a través de sus poemas y de los dibujos la atmósfera y el significado del arte aborigen nicaragüense. (Recordemos aquella frase muy significativa de Cuadra: «Nicaragua, como nacionalidad, es joven, pero como patria es un proceso de milenios, un tejido antiquísimo de tierra y sangre que comenzó a gestarse   en una   gran   revolución humana de América» 3.)

La aparición de este libro de poemas, que fue galardonado, como ya hemos dicho, con el «Premio Centro Americano Rubén Darío» 1959, suscitó buena crítica dentro y fuera del territorio centroamericano. John W. Battle, en su estudio titulado «Pablo Antonio Cuadra’s El Jaguar y la Luna», diría en 1965:

The  outstanding  success   which  this   volume  achieves  in re­ producing  and   communicating  the   indigenous tradition  besides being  a  rare use  of  this  material  in  literature, suggests  the  validity   of   René  Wellek’s   statement that  «…there  is  a  common feature  in  all  art   which  we  recognize today  more  clearly  than in  earlier    ages. There   is  common humanity which  makes  every art   remote  in  time   and  place,   and   originally  serving   functions quite   different   from   aesthetic  contemplation,   accessible   and enjoyable  to   us. ‘We   have   risen   above the limitations   of traditional   Western   taste ─the parochialism and relativism of such taste into a realm if not absolute then of universal art».4

Evidentemente, el propósito originalísimo de Cuadra se cumplía con éxito.  Y a pesar de la tupida simbología precolombina ─propiamente nahua y chorotega─ que puebla las páginas de este libro, éste logró captar y reflejar ese sentido universalista de la nacionalidad ya alcanzado por el poeta desde Guirnalda y rueda del año.

No obstante, El jaguar y la luna (que   se subtitula «Poemas para escribirse en cerámica») venía a significar un cambio fundamental en el estilo de Cuadra. Ahora, el verbo del nicaragüense se ceñía, buscaba la síntesis (con la excepción de los poemas «Mitología del jaguar» y «Retrato de serpiente», que aparecen en la obra antológica Poesía, pero que, originalmente, no fue publicado sino en la revista El pez y la serpiente). Tal cambio,  sin  embargo,  subrayaba no  tanto   un viraje dentro  de la temática ─que continuaba  dentro de la misma  línea  de Guirnalda y rueda  del año─, sino  más  bien expresaba  un  nuevo  estado espiritual del  poeta:   el  ascenso de Pablo Antonio de  «la  noche del  sentido» a «la noche  del alma»,  donde   el   equilibrio   espiritual  que   parecía  iluminar casi todos los  poemas  de  Guirnalda y rueda del año  se  rompe  súbitamente para dar paso a  la duda,  al  gran «Silencio de  Dios». Todo   parece indicar un retroceso dentro del proceso evolutivo.  Pero no es así, y, como tal, lo expresa Miguel de Molinos en su Guía espiritual:

Aunque este penoso martirio de la horrible desolación   y pasiva purgación es tan tremendo que con razón le dan nombre de infierno. . . todo eso …  es necesario sufrirlo para llegar a la dulce, suave y abundante riqueza de la alta contemplación y amorosa unión…San Gregario le padeció los dos últimos meses de su vida.  Dos años y medio San Francisco de Asís, cinco Santa María Magdalena de Pazzi; Santa Rosa del Perú, quince. Y después de tantos prodigios que pasmaron al mundo:  le padeció Santo Domingo, hasta media hora antes de su feliz tránsito.5   

Con lo citado, nuestro propósito es tan sólo presentar un caso y un estado de evolución espiritual, donde Cuadra da señales de haber seguido el proceso propio de la vía mística, sin haber llegado todavía a la culminación: a lo que esa disciplina filosófica denomina el «estado unitivo».

En El jaguar y la luna, Cuadra, valiéndose de la misma simbología mitológica del libro anterior ─pero expresada de manera más concisa─, da paso a dieciocho poemas que nos hablan de las penosas purgaciones de la razón y del espíritu por donde él atraviesa tras haber quedado ubicado en «los albores de la contemplación». Todo parece indicar que Pablo Antonio, cuando escribe este último libro de   poemas, ha olvidado o dejado atrás los días aquellos que le inspiraron la concepción del Libro de horas y de Poemas con un crepúsculo a cuestas. Cristo ha   desaparecido, aparentemente, del panorama poético del nicaragüense.  ¿Dónde, en qué páramo de su trayectoria existencial   ─nos preguntamos─ ha dejado Cuadra ese fervor y sentido de   trascendencia cristiana que una vez le hiciera exclamar:

Amo este ser incansable que me hiere a silencios.

Mas, día y noche, como un perro macilento,     

giro alrededor de mi paraíso

donde dejé mi nostalgia

ahora dulcemente mortal   (?). 6

Evelyn Underhill, Fellow del King’s College de Londres, en su estudio titulado Mysticism, publicado originalmente en 1911, nos explica lúcidamente este viraje que observamos en Cuadra y que es común en todos aquellos que han atravesado por procesos análogos de evolución espiritual:

The Dark Night ─dice Underhill─ is really a deeply human process, in which the self which thought itself so spiritual, so firmly established upon the supersensual plane, is forced to turn back to leave the Light, and pick up those qualities which it had left behind. Only thus, by   the transmutation of the whole man, not by a careful and departamental cultivation of that which we like to call his «spiritual» side, can Divine Humanity ─the remaking of man « according to the pattern   showed him   in the   mount»─ be achieved and this is the   mystic’s only certain ladder to the Real…The self in its purgation has cleansed   the mirror of perception; hence, in   this illuminated life, has seen Reality. In so doing it has transcended the normal perceptive powers of «natural» man, immersed in the illusions of sense. Now it has got to be reality: a very different thing.   For this a more drastic purgation is needed ─not of   the organs of   perception, but of the very shrine of self: that «heart» which is the seat of personality, the source of its love and will.  In which the stress and anguish of the Night, when it turns back from the vision of   the Infinite, to feel again the limitations of the finite, the self loses the   power to Do; and   learns   to surrender its will to do the operation of a larger Life, that it may Be 7.

Esa agonía o «penoso estado de inmensa desolación» descrito por Underhill ya ha llegado a Cuadra cuando él escribe la «Mitología del jaguar»:

La lluvia, la más antigua creatura

─anterior a las estrellas─, dijo:

«Hágase el musgo sensitivo y viviente»

y se hizo su piel: mas

el rayo golpeó su pedernal y dijo:

«Agréguese la zarpa.»  Y fue la uña 

con su crueldad envainada en la caricia 8.

Este poema, carente de estructura lógica ─de «ambientación mágica», como lo definiría el mismo autor─, refleja la ansiedad anímica de Cuadra, quien se ha valido de la concepción de la mitología del jaguar para comunicar este nuevo estado del alma por donde él, momentáneamente atraviesa.  Hay que saber, además, lo que significa este animal dentro de la brujería nicarao, maribia y chorotega, para comprender en su totalidad la honda significación de este poema: a los brujos de esas tribus se les adjudicaba poderes adecuados que les permitía tomar la forma de jaguar y matar con los ojos, nos dice Samuel Kirkland Lothrop en su ensayo «Las culturas indígenas prehispanas de Nicaragua y Costa Rica»; y el jaguar era una deidad del mal9. (Además, no debemos tampoco olvidar   ─ya que Pablo Antonio subtitula este libro «Poemas para escribirse en cerámicas» que al jaguar se le ve representado con bastante frecuencia en las cerámicas policromadas de los chorotegas, sobre todo en los platos que estos indios destinaban para fines religiosos). Pablo Antonio, pues, se ha valido del elemento simbólico que encierra este animal para retornar poéticamente al tema de su mortalidad y a las interrogaciones que su propia finitud le suscitan; ahí está el dolor, la «uña» con su crueldad envainada a la caricia; ahí está esa «dualidad» de esencias diversas y contrarias que él ha llegado a aceptar ─tras un largo período de meditación─ como parte de su drama vital y del drama del nicaragüense:

«Tenga ─dijo el viento entonces,

silbando en su ocarina─ el ritmo

habitual de la brisa.»

                                Y echó a andar

como la armonía, como la medida

que los dioses anticiparon a la danza.

Pero el fuego miró aquello y lo detuvo:

Fue el lugar donde el «sí» y el «no» se dividieron

─donde bifurcó su lengua la serpiente─

Y dijo: «Sea su piel de sombra y claridad.»

Y fue su reino de muerte, indistinto

y ciego.

Mas los hombres rieron.  «Loca»

llamaron a la opresora dualidad 

cuando unió el crimen el Azar.

Ya no la Necesidad con su adusta ley

(no la luna devorada por la tierra para nutrir

sus hambrientas noches

o el débil alimentado con su sangre de gloria

del fuerte), sino el Misterio regulando el exterminio.  La fortuna,

el Sino vendando a la Justicia   ─ «¡dioses!»

─gritaron los rebeldes─ «leeremos en los astros 

la oculta norma del Destino» 10.

Pablo Antonio Cuadra, como conocedor desde su niñez (a través de las esculturas de piedra que se guardaban en el antiguo Colegio Centroamérica de Granada y de las cerámicas de las culturas prehispanas) de la concepción mítica y misteriosa del «doble yo» o «alter ego vital» de una cultura precolombina ─posiblemente Mangue-chorotega─, utiliza este legado del indio para volver a la tarea descifradora de su propia vida. (Y éste, a su vez es el camino para arribar a un conocimiento más directo de la comunidad nicaragüense, que es a lo que Cuadra aspira en sus últimos libros de poemas). Es particularmente significativo, pues, que aunque el poeta nicaragüense   tal vez no se refiera al hombre (menos aún a su «yo») y eche mano con naturalidad de un mito ─que él crea o recrea para encerrar en él toda la comunidad nicaragüense─, Pablo Antonio nunca renuncia ni intenta renunciar a lo humano:  ésa es su aventura.

Como ya decíamos, El jaguar y la luna representa también un viraje considerable en la técnica.  El verbo de Cuadra se ha ceñido al llegar él a su otoño espiritual. (La desaparición del barroquismo verbal es una de las características que apunta Underhill al referirse a la «noche del alma»11).  Lo que antes era caudaloso ─aquel delirio o júbilo total que le hiciera exclamar «Ved a los hombres que piden sus caballos, /los hombres que dan voces en las sabanas del alba. / ¡Ah!, ya fueron formados los caballos y los caminos nuevos»12─ se ha restringido en busca de la síntesis expresiva. Es como si las facultades retóricas del poeta se hubiesen asordinado bajo el peso obsesionante de nuevas interrogaciones:

¿Sería el nicaragüense ─se preguntará Cuadra para ese entonces, una y otra vez─ un hombre dividido por la duda?  ¿Un indeciso?  Porque   en el «du» de la duda   reside el mismo dos de la dualidad.  ¿Estaríamos siempre ─empujados por ese destino─ afrontando disyuntivas desgarradoras? ¿O es el nicaragüense la fusión de antagonismos, la unificación de contrastes? 13.

Y es precisamente debido a esta necesidad de definir y de recrear al nicaragüense (para conducirlo luego a la Luz) que Pablo Antonio retorna poéticamente al viejo tema de la política que una vez ─durante los días de Poemas nicaragüenses─ le obsesionara. Aunque es preciso señalar que Pablo Antonio durante estos últimos años ya ha superado la etapa partidista para visualizar y analizar la política como uno de los tantos fenómenos, dolorosos tal vez, que integran la nacionalidad de un pueblo:

En política ya no sé decirle ni lo que he sido ni lo que soy ─nos manifestará el 20 de junio de 1967─. …De joven fui anti-conservador y anti-liberal.  Ahora, creo que no fui ni lo uno ni lo otro.  Porque nunca desarrollé mi propio pensamiento político.  A medida que crecía me desilusionaba más y más la política y constataba lo poco de pensamiento (lo primitiva y torpe), lo anticultural que era nuestra política partidista. 14

Por eso cuando el poeta escribe el epigrama titulado «Urna con perfil político» para El jaguar y la luna, si bien no hace mucho que Pablo Antonio ha salido de una de las cárceles de Nicaragua, no se refiere por nombre a la dinastía Somoza, sino que se limita a dibujar al «caudillo» dentro de la nacionalidad nicaragüense y así lo reviste de mayor universalidad:

El caudillo es silencioso

(dibujo su rostro silencioso).

El caudillo es poderoso

(dibujo su mano fuerte).

El caudillo es el jefe de los hombres armados

(dibujo las calaveras de los hombres   muertos) 15.

Bien podemos decir, pues, que la suma de estos dieciocho poemas nos hablan de un compromiso del poeta por resolver, en su propia problemática, la problemática del ser nicaragüense.  Cuadra, hay que recordar, ha seguido el proceso propio de la vía mística y, como tal, ya ha pasado a través de cinco estadios de evolución espiritual hasta arribar a «la noche del sentido», ubicándose en los albores de la contemplación. Ahora, el poeta, al reconocer el hecho de que el hombre llega, propiamente, a su total integración a través de su identificación con su ascendencia y con su especie, pasa por lo que la mística denomina «la noche del alma»: que no es sino un paso más para llegar al éxtasis y a la unión absoluta con Dios: es el paso de la comunidad nicaragüense por la etapa iluminativa, y es el paso necesario para llevar el advenimiento del Mesías al seno de la nacionalidad patria. 

Si bien el poeta, a veces, parece hallarse muy distante de aquellos días de júbilo total cuando exclamara:

   ¡Ah! ¡Ya empezó el mundo a dar su vuelta!

Los cuatro vientos han hecho girar los perfumes que

                                                               [reposaban… 16,

esto no indica que debemos malinterpretar ese poema donde el mundo parece haberse trocado para Cuadra en un «redondo plato de barro».  Porque también ahí está, aunque no muy evidente, el júbilo del que ha conocido los placeres de la vida en Cristo. Y Pablo Antonio sabe que de esas interrogaciones ─que nos recuerdan las agonías de Unamuno y Marcel─ surgirá la respuesta final ─esa verdad última─ que él ya ha paladeado en sus albores:

      La suspicaz adversidad rodea nuestro manjar.

En cada extremo un animal devora:

El Murciélago en el Oriente desea extraer su sombra.

El Caimán en el Poniente acecha tu secreto.

En el Sur las Águilas aniquilan tu historia

Y en el Norte el Jaguar persigue tu estrella futura.

¡Ah!  ¡Decidme!

¿Quién podrá defender mi intimidad? 17.

El jaguar y la luna no viene, pues, a cerrar un ciclo de evolución espiritual.  Este libro corresponde tan sólo a una de las etapas dentro del iniciado proceso de acercamiento y unidad con Dios: la toma de conciencia, a través del poeta, de las diversas comunidades nicaragüenses de un nuevo sentido de patria y de nacionalidad que, a su vez, es la vía para llegar a la Unidad.  Pablo Antonio Cuadra ha traspasado los linderos del asceta cuando ─en una hora veinticinco de la historia de la humanidad─ arriba a lo que los espirituales denominan «la noche del sentido».   De ahí escala hasta «la noche del alma», al descubrir el hecho de que hay que hacer brillar la luz de la esperanza en medio del mundo, no sólo del hombre. Es cuando se vale del legado del indio nicaragüense para lograr su cometido, y cuando recurre a la originalísima idea de dibujar sus versos en cerámicas poéticas precolombinas. No sabemos si Pablo Antonio llegará hasta la etapa última del proceso místico: la etapa unitiva. Quizá permanezca hasta el final en este momento   ─en esta «noche del alma»─,  como  se  ha  dado en muchos casos.  No obstante, Cuadra, como todo iniciado en la vía mística, bien sabe que:

Living   union with this One ─which is the term of his adventure- is a definite state or form of enhanced life.  It is obtained neither from an intellectual realization of its delights, nor from the most acute emotional longings. Though these must be present, they are not   enough.   It is arrived at by an ardous psychological and spiritual process ─the so-called Mystic Way─ entailing the complete remaking of character in the liberation of a new, or rather latent, form of consciousness; which imposes on the self the condition which is … named the Unitive State 18.


NOTAS:

1Cuadra carta, 29 de septiembre 1966.

2Loc.Cit.

3Cuadra, «Las tres etapas   del patriotismo nicaragüense», op.  cit., página 112.

4John W. Battle, «Pablo Antonio Cuadra’s, El jaguar y la luna», Romance Notes, VI primavera 1965), pág. 1. (Traducción de Carátula: “El éxito clamoroso que alcanza este volumen al reproducir y comunicar la tradición indígena aparte de ser un raro uso de este material en literatura, sugiere la validez del aserto de René Wellock que “…hay un rasgo común en todo arte que reconocemos hoy más claramente que en tiempos anteriores. Hay una común humanidad que hace que todo arte remoto en tiempo y espacio, y que originalmente servía funciones muy diferentes de la contemplación estética, sea accesible y disfrutable para nosotros. Hemos ascendido por encima de las limitaciones del gusto occidental tradicional -del parroquialismo y relativismo de tal gusto hacia un ámbito que si no es absoluto, sí lo es de arte universal”.

5Miguel de Molinos, Guía espiritual (Madrid: Imprenta de Galo Sáez, 1935), pág. 131.

6Cuadra, «El ángel», Poemas con un crepúsculo a cuestas, pág. 6

7Evelyn Underhill, Mysticism, 12th edition London: Methen and Company, Ltd.,     1930), págs.   388-389. (Traducción de Carátula: “La Noche Oscura es realmente un proceso profundamente humano, en el que el yo que se creía a sí mismo tan espiritual, tan firmemente establecido en el plano sobrenatural, se ve forzado a retornar abandonando la Luz, y alcanzar esas cualidades que había dejado atrás. Solo entonces, a través de la transmutación del hombre entero, no por medio del cultivo departamental de lo que llamamos su lado ‘espiritual’, puede la Divina Humanidad -la recreación del hombre ‘según el patrón mostrado a él en el monte’- ser alcanzada y esta es la única escala cierta del místico hacia lo Real…El yo en su purgación ha limpiado el espejo de la percepción, ha visto la Realidad. Actuando así ha trascendido los poderes perceptivos del ‘hombre natural’, inmerso en la ilusión de los sentidos. Ahora se trata de la realidad: algo muy distinto. Para esto se necesita de una purgación más drástica -no de los órganos de percepción, sino del propio santuario del yo: ese ‘corazón’ que es la sede de la personalidad, el manantial de su amor y voluntad. En lo cual el estrés y la angustia de la Noche, cuando regresa de la visión de lo Infinito, para sentir de nuevo las limitaciones de lo finito y el yo pierde el poder de Hacer; y aprende a rendir su voluntad de ejercer la operación de una Vida más extensa, para poder Ser”.                               

8Cuadra, «Mitología   del   jaguar», El jaguar y la luna, pág. 7.

9 Lothrop, op, cit., pág.  139

10Cuadra, «Mitología del jaguar», op.cit., págs.  7-9.

11 Underhill, op. cit., pág.   391.

12Cuadra, «Coral de los poetas del alba» Libro de horas, pág. 91.

13Cuadra, «Los hijos de see ptiembre», op.  cit., pág.   15

14Cuadra, carta 20 de junio 1967.

15Cuadra, «Urna con perfil político», El jaguar y la luna, pág. 25.

16Cuadra, «Coral de los poetas del alba», op, cit., pág.  91.

17Cuadra, «El mundo es un redondo plato de barro», El jaguar y la luna, pág.  33

18 Underhill, op. cit., pág. 81. (Traducción de Carátula: “La unión viva con este Uno -que es la meta de su aventura- es un estado definitivo o forma realzada de vida. No se obtiene ni por una comprensión intelectual de sus deleites, ni por un ansia emocional acuciante. Aunque estas deben estar presentes, no son suficientes. Se alcanza por un arduo proceso psicológico y espiritual -la así llamada Vía Mística- que entraña una recreación del carácter al liberar una nueva, o más bien latente, forma de conciencia; que impone a la conciencia la condición llamada…Estado Unitivo”. 

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(1940-2019). Fue novelista, periodista y ensayista de nacionalidad nicaragüense-panameña, nacida en Venezuela. Estudió filosofía y letras en la Universidad Complutense de Madrid y obtuvo su Maestría en literatura comparada en la Universidad de Columbia en Nueva York. Perteneció a la Academia Panameña de la Lengua. Fue presidente de la Fundación Iberoamericana del PEN Internacional. Ha sido traducida al inglés, ruso, italiano y macedonio. Entre sus obras destacan su tesis doctoral (1968) Estudio sobre el pensamiento poético de Pablo Antonio Cuadra (Editorial Gredos, 1971) y las novelas Libertad en llamas (Plaza & Janés, 1999), Lobos al anochecer (Alfaguara, 2006), El jardín de las cenizas (Alfaguara, 2011) y En el Corazón de la Noche (Grijalbo, Penguin Random House Grupo Editorial, 2017). Publicó ensayos sobre Unamuno, Rogelio Sinán, Ernesto Cardenal, Stella Sierra, Miguel Hernández y Rubén Darío. Recibió numerosas distinciones literarias.