PAC en un recital - Cortesía de PAVSA
PAC en un recital - Cortesía de PAVSA

El magisterio de Pablo Antonio Cuadra

6 enero, 2022

El filósofo Alejandro Serrano Caldera valora que Pablo Antonio Cuadra “es un pensador fundamental en la historia de nuestro país, un paradigma de coherencia entre el hombre, el poeta y el pensador… es, él solo, sin lugar a duda, toda una época, una especie de hombre símbolo y un referente inexcusable en la historia de la cultura nacional”.

Por la vastedad de su valor intelectual recibió: la Orden “Rubén Darío” de la Presidencia de Nicaragua (1965); Orden “Isabel La Católica” de España (1969); Orden “San Gregorio Magno” del Vaticano (1986); Orden “Andrés Bello” de Venezuela y “Palmas Académicas” de Francia (1991).

Fue Miembro de Número (y su director desde 1964 hasta su muerte) de la Academia Nicaragüense de la Lengua, y Miembro Correspondiente de la Real Academia Española, de la Academia Chilena de la Lengua y de la Academia Norteamericana de la Lengua; y estuvo entre los fundadores de la UCA (donde fue Decano de Humanidades) y de la UNICA (donde fue Rector). También recibió Doctorados Honoris Causa del INCAE en 1991, de la Universidad “Francisco Marroquín” de Guatemala en 1995, de la Universidad “Tomás Moro” en 1999 y de la Universidad Americana de Managua en 2001.

Fue Premio Centroamericano de Poesía “Rubén Darío” (1959), Premio “Rubén Darío” de Poesía Hispánica (1965), Premio Rímini de la Libertad (1986), Premio “Gabriela Mistral” de la Organización de Estados Americanos (1991), candidato al Premio Nobel de Literatura (1992) y Premio Nacional de Humanidades (1999).

En palabras del español José María Valverde: “Entre el americanismo sombrío y feroz de Neruda y el desamparado y trágico de Vallejo, surge el americanismo cristiano de Cuadra: su poesía vive la tierra con fe, con serenidad, con alegre ironía en la palabra, pero no por ella es ajena al dolor de su pueblo, sino solidaria con su esperanza”.

En ese escuchar a los otros y en las circunstancias del subdesarrollo, Cuadra puso oído en el corazón de su pueblo, convirtiéndose cada vez más, como dijo el hispanista italiano Giuseppe Bellini, en intérprete de su pueblo y, en él, del mundo americano, “como lo fueron Vallejo y Neruda, como lo fue Asturias; Cuadra es el ‘Gran Lengua’ de su gente”.

Pero además, como reconoce también Bellini, Cuadra fue el ideador y director de revistas y suplementos que marcaron positivamente la historia cultural del país, poniendo periódicos, revistas y editoriales –que contribuyeron a difundir la obra nacional en América y fuera de ella– a la disposición de varias generaciones de poetas. Quizás por eso la académica francesa Claire Pailler señalaba que una función primordial de Cuadra fue la de “pontífice”: “hacedor de puentes”. Es un hecho que todas las generaciones de poetas patentizan una deuda con él.

Para Ernesto Cardenal, de la Generación del 40, posterior a la Vanguardia: “La rebelión de Sandino y la publicación de Poemas Nicaragüenses fueron fenómenos de una misma emancipación nacional: contra el modernismo extranjerizante en poesía, contra la intervención norteamericana en política”. Y Carlos Martínez Rivas lo reconoce como uno de los que le transmitieron “un criterio y un gusto discriminador básicos para distinguir lo verdadero de lo falso en las corrientes poéticas”.

De la generación entre los 50 y 60, Horacio Peña identifica en PAC al “impulsador de nuestra cultura y el descubridor de talentos poéticos y pictóricos”.

Si entramos a los testimonios de los escritores de la Generación del 60, Sergio Ramírez Mercado escribió: “La autoridad de Pablo Antonio Cuadra frente a mi generación provenía no simplemente de que dirigiera las publicaciones literarias más importantes del país, aunque el merecimiento de aparecer en ellas fuera para nosotros de vida o muerte; sino de que, ante nuestros ojos, era el poeta en singular, a quien yo admiraba, sobre todo, desde la aparición de El Jaguar y la Luna, y un poeta de magisterio, que expresaba en su propia obra la modernidad, no sólo de la poesía nicaragüense, vista como un proceso continuo, sino de nuestra cultura toda”.

Ana Ilce Gómez relata la vez que llegó a la oficina del poeta para conocerlo: “Yo me recuerdo a mí misma sentada en la antesala del poeta, que estaba llena de otros poetas jóvenes, todos con un rollito de papel en las manos, que eran los poemas para enseñarle”. Rememora que desde esa vez que lo conoció, “comenzó a nacer una amistad entrañable. Él fue muchas cosas en mi vida: fue maestro, amigo, paño de lágrimas algunas veces”.

De la siguiente Generación del 70, Gioconda Belli también fue donde PAC a mostrarle sus poemas. Dice: “A Pablo Antonio le gustaron mucho mis poemas y me mandó a Róger Pérez de la Rocha a mi casa a hacerme un retrato, y, bueno, yo estaba fascinada, pero no sabía cómo entender cuanto me sucedía”. En su primer libro, Sobre la grama (1972), le escribió esta dedicatoria: “Poeta: Usted que sabe de jaguares y de lunas, de cantos en el lago… Usted que ha hecho poesía con tantos y tan variados instrumentos, supo siempre comprenderme y estimularme. Hoy le doy este libro como un gran manojo de flores felices para el que me dio viento y alas para volar”.

Otros más de esta Generación del 70 reconocen su afición por Cuadra: por su poesía de tema indígena, dice Alejandro Bravo; por su Nicaragua a la jineta, dice Julio Valle Castillo; y Yolanda Blanco cuenta que ella buscó, “como tantos poetas jóvenes, la ancha sombra de un jenízaro llamado Pablo Antonio Cuadra”.

De  la Generación del 80, Nicasio Urbina ha escrito que “PAC es el poeta mayor de la nicaraguanidad, es el poeta que le dio a Nicaragua una voz propia y auténtica, expresando en palabras simples y símbolos plurívocos, la complejidad del ser nicaragüense, la contradicción y el sentido del mestizaje, la conjunción de fe y poesía, la búsqueda de la belleza en la justicia, la independencia de pensamiento y la responsabilidad de la acción”.

De la Generación del 90, Blanca Castellón recuerda: “Una  tarde invadí su morada poética, tan ajena al tiempo y al espacio común. Fue glorioso ese encuentro. Recibí las aguas bautismales del oficio. De la casa de PAC salí poeta. Asumí un destino que ahora mismo sostiene mi existencia”. Y añade: “Llegar a ese puerto de sólidos cimientos que unía verso y vida, poema y ser, significó para mí un punto de referencia vital. Un antes y un después dentro de los sagrados recintos de la palabra. Yo leo y releo su obra porque ‘volver es necesario / a la fuente del canto’. Eso fue, es y será Pablo Antonio Cuadra en mi oficio y en mi corazón: la fuente del canto”.

Estas citas hiladas, generación tras generación, quizás nos sirvan para discernir mejor el sitial que Nicaragua le debe a su poeta.

Comparte en:

Poeta, escritor y académico nicaragüense nacido en Managua en 1963. A la vera de su abuelo Pablo Antonio Cuadra desarrolló la pasión por las Letras. Estudió Humanidades en la Universidad de Texas en Austin, Estados Unidos. Ha sido editor de los suplementos La Prensa Literaria, Artes y Letras y de la revista El Pez y la Serpiente. Dirige actualmente la Academia Nicaragüense de la Lengua y es miembro correspondiente de la Real Academia Española. Obtuvo el Premio Nacional de Cuento de la UNESCO 1993 y el Premio Internacional de Poesía "La Puerta de los Poetas" en 1994. Sus poemario Mareas (2015) fue traducido al inglés por Suzanne J. Levine: Tides (Mindmadebooks, 2015); y por Diane Neuhauser: Worlds Within and Apart (APAC, 2018) y Family Album, con ilustraciones de Melissa Warp (Adelaide, NY, 2019). Poemas suyos han sido traducidos al italiano, árabe, hebreo, portugués y rumano. Entre sus ensayos figuran Pablo Antonio Cuadra. Itinerario (1996; 2008; 2012/Kindle) y El Movimiento de Vanguardia de Nicaragua: análisis y antología (2002).