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Homenaje de la Academia Nicaraguense de la Lengua al poeta Francisco de Asís Fernández

27 julio, 2019

Breve introducción a la antología poética «Homenaje Multiple al poeta Francisco de Asís Fernández» cuya selección, prólogo y bibliografía estuvo a cargo de Jorge Eduardo Arellano y constituye una Edición Especial de la Academia Nicaragüense de la Lengua. Fue presentada en Managua, Nicaragua, en febrero 2018.



NOTA EXPLICATIVA

CON MUCHO entusiasmo he compilado esta obra en la cual selecciono y ordeno la recepción crítica suscitada por la poesía de Francisco de Asís Fernández (3 de mayo de 1945). Hablo del más trascendente poeta de la Generación de los 60 en Nicaragua y, entre sus homólogos vivos, un digno representante de nuestra América.

En su patria —madre de grandes aedas: Darío, De la Selva, Cuadra, Cardenal, entre otros—, Fernández es conocido y reconocido popularmente como Chichí. O sea: con un hipocorístico de origen náhuatl remontado a su niñez, transcurrida en la Granada nicaragüense, a la que profesa un amor inconmensurable. Sin duda, este amor lo heredó de su padre Enrique Fernández Morales (25 de diciembre de 1918-18 de noviembre de 1982) y de su madre Rosa Victoria Arellano Arana (22 de mayo de 1924-8 de junio de 2011); amor que le otorgó el profundo significado de pertenecer a nuestra aldea señorial, a su geografía e historia. Él mismo ha confesado: yo amo la poesía de adobes, tejas y taquezal, de arroyos, de Lago y de Mombacho.

Tal amor explica su más brillante iniciativa: la de convocar — y mantener su liderazgo con inusitado éxito— el Festival Internacional de Poesía de Granada que desde 2005 ha convertido a nuestra ciudad — durante una semana de febrero— en la capital de la poesía del mundo. Con ello se ha proyectado una imagen positiva del país que no se le debe solo a Francisco, sino a un esfuerzo conjunto de Gobierno, empresa privada, sociedad civil y amigos que lo secundan y se comprometen con la promoción cultural y el desarrollo turístico. Todos aglutinados por él.

Pero su mérito principal corresponde a la obra en verso que se ha acreditado a lo largo de casi cinco décadas, pues su poemario inicial (A principio de cuentas) data de 1968 y fue valorado atinadamente por dos autoridades literarias de la época: el argentino Rafael Squirru y el puertorriqueño José Emilio González. Pero sus reseñas fue imposible recuperarlas.

Por tanto, no figuran aquí como otras tantas por limitaciones de espacio. En síntesis, su obra lúcida y persistente ha tenido de sujeto a un yo, capaz de ejercer — con una energía controlada— una pasión poética: la única prueba justificadora de su existencia. «El que carece de pasión carece de razón», decía el ensayista español José Bergamín, aunque pueda tener razones, es decir, intereses profanos o prosaicos. Y si de esos intereses Chichí —como El Buscón de Quevedo— ha sido aspirante como todo hombre menesteroso de ensueños y gloria, lo que ha predominado en su talante es su talento. Mejor dicho: la intuición e inteligencia, el optimismo y la gracia juveniles de su inevitable creación poética.

«La obra de uno —ha reflexionado— es una sola. Y uno siempre la está escribiendo; construirla es como escribir una extensa autobiografía, en la que uno se va reconociendo y desconociendo.

Existen poemas asaltantes y poemas asaltados; es decir: aquellos que lo asaltan a uno y los que son asaltados por uno mismo. Yo estoy muy ligado a la intensidad poética, así como soy muy proclive a la intensidad del amor. Como este, la poesía es el banquete de los sentidos. No solo es producto de la imaginación, sino también de la madurez de pensamiento y de la plenitud creadora».

Así podrá apreciarse en estas páginas nutridas de cariño y escritas por maestros entrañables, como su padre y Ernesto Mejía Sánchez; notorios bardos de la lengua, compañeros generacionales y amigos. Entre otros, los españoles Antonio Gamoneda, José Luis Reina Palazón y Juan Carlos Abril; el chileno Raúl Zurita y la brasileña Renata Bomfim; el cubano Víctor Rodríguez Núñez y el costarricense José María Zonta; los mexicanos Marco Antonio Campos y José Luis Cervera, más los nicaragüenses. Me refiero a Jaime Morales Carazo, Mauricio Herdocia Sacasa, Carlos Alemán Ocampo, Noel Rivas Bravo, Edwin Yllescas Salinas, Fanor Téllez, Anastasio Lovo, Álvaro Gutiérrez, Álvaro Urtecho, Julio Valle-Castillo, Franklin Caldera, Gilberto Lacayo Bermúdez, Manuel Martínez, Nicasio Urbina, Humberto Avilés, Erick Aguirre y el suscrito, hermano bandolero de 1962 a 1964 y cómplice de la sangre. Por lo demás, cuatro mujeres poetas se suman: la española María Ángeles Pérez López, catedrática de Salamanca; y las inevitables paisanas Gioconda Belli, Blanca Castellón y María Augusta Montealegre.

Finalmente, agradezco a la Academia Nicaragüense de la Lengua —en la persona de su director Francisco Arellano Oviedo— la designación de elaborar esta antología celebratoria y, sobre todo —por su auxilio documental—, a la también poeta, ángel de la guarda y alter ego de Francisco de Asís Fernández: Gloria Gabuardi.

Jorge Eduardo Arellano
[Managua, 20 de diciembre de 2017]


Francisco Arellano Oviedo
Director / ANL

En mis manos no se marchita la belleza es el último título de la serie «Homenajes» de las ediciones LENGUA, que la ilustre Academia Nicaragüense de la Lengua – en el contexto de su noventa aniversario y del XIV Festival Internacional de Poesía de Granada – presenta a sus lectores. Es una obra verdaderamente hermosa, por dentro y por fuera, es decir, por su forma y contenido. En este, la glosa de sus versos que hacen Antonio Gamoneda, José María Zonta, Juan Carlos Abril o sobre los testimonios de su persona que ofrece Julio Valle-Castillo y otros, son realmente émulos de versos que no se cortan, pero son cantos de una épica que celebr, copia la vida y obra del académico Francisco de Asís Fernández. Agradezco el trabajo esmerado y ordenado que nos presentó don Jorge Eduardo Arellano, compilador, prologuista y quien seleccionó el verso del homenajeado que da título a esta obra.



FRANCISCO DE ASÍS FERNÁNDEZ ARELLANO

Algunos datos del autor

Nacido el 3 de Mayo de 1945, el nicaragüense Francisco de Asís Fernández Arellano estaba destinado a proseguir y enriquecer la trayectoria creadora de su padre Enrique Fernández Morales (1918-1982).

Aparte de incursiones en la narrativa, el ensayo y el teatro, la poesía ha constituido su permanente entrega. Así lo ha revelado en doce libros: Desde A principio de cuentas (1968) hasta El tigre y la rosa (2017), traducido ya al inglés.

Perteneciente al Grupo literario Los Bandoleros de Granada (1962-1964), residió en España, Puerto Rico y México, y de nuevo en Nicaragua, reactivó el Grupo Práxis de pintores e intelectuales (1970-1972).

Exiliado en México, fundó en 1974 el Comité de Solidaridad con la lucha de su pueblo y editó una antología de poesía política nicaragúense. Fue Secretario General de la Asociación Sandinista de Trabajadores de la Cultura y miembro del Consejo Editorial de Ventana, suplemento del Diario Barricada.

Hijo dilecto de la Ciudad de Granada, ha recibido la medalla de honor en oro de la Asamblea Nacional, La Cruz de la Orden del Mérito Civil – otorgada por Juan Carlos I – y el doctorado honoris causa en Humanidades de la Universidad American College.

Miembro de número de la Academia Nicaragüense de la Lengua, se ha desempeñado – desde 2005 – como Presidente del Festival Internacional de Poesía de Granada.

Traducida a varios idiomas, su poesía también se ha difundido en publicaciones periódicas de América Latina y Europa. La presente obra recoge textos sobre su personalidad poética, escritos por nicaragúenses y de otras nacionalidades.

Jorge Eduardo Arellano
Exdirector
Academia Nicaragúense de la Lengua


 

Enrique Fernández Morales

A MI HIJO FRANCISCO DE ASÍS

NO ME dejes morir. Tú eres mi sueño
viviendo tras de mí. El que esperaba
para quebrar mi muerte en el espejo
del tiempo. Dos veces te engendré:
renuevo de mi carne y de mi espíritu,
y más hice tu alma que tu cuerpo.
Eres la estatua hermosa que esculpí
sobre el más puro mármol, y los dioses
me la entregaron viva, porque es justo
que ella repita al fin mi nombre eterno
y sea al mismo tiempo para ti
Abraham el padre y Pigmalión artífice
viviendo por la voz de tu recuerdo.
En ti viviré yo cuando haya muerto.
Soy Elías que parto. Tú, Eliseo.
Hoy que crezca mi espíritu. Haz eterno
lo fugaz de este instante en que te veo
recostado a la sombra de mi huerto.
Yo me inclino ante ti, como el añoso
roble de hirsuta barba, ante el renuevo
salido de su entraña. Tú, mi sueño
conserve para el tiempo. No me dejes
morir. Y cuando cantes, oiga el viento
sobre la espuma clara de tu voz, mi eco.
[1969]

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Historiador de Arte, de las letras y la cultura nicaragüense y autor de casi un centenar de libros, nació en Granada en 1946. Doctor en Filología Hispánica (Universidad Complutense, Madrid), Documentalista y especializado en Lexicografía Hispanoamericana (Universidad de Augsburgo, Alemania). Fue embajador de Nicaragua en Chile (marzo, 1997 - febrero, 1999). Desde enero de 2002, es el Director de la Academia Nicaragüense de la Lengua. Dirige asimismo la revista Lengua y el Boletín Nicaragüense de Bibliografia y Documentacion (Biblioteca, Banco Central de Nicaragua). Ha obtenido doce premios, entre ellos el "Nacional Rubén Darío" (1976 y 1996), el de la mejor tesis para graduados hispanoamericanos en España (1986) y el convocado por la Organización de Estados Americanos (OEA, 1988), con motivo del centenario de "AZUL" de Rubén Darío. Su poemario La camisa férrea de mil puntas cruentas mereció en 2003 el Premio Nacional Rubén Darío.