Metamorfosis. Travesía de Carmen Parra.

2 agosto, 2021

Carmen Parra es una artista alada. Su pincel vuela de la mano de ángeles, arcángeles, águilas y mariposas para expresar el embeleso producido por las bellezas de la naturaleza y la imaginación humana. Su refinada sensibilidad es capaz de emocionarse por igual ante el Altar de los Reyes de la Catedral Metropolitana o frente la imagen de las mariposas monarca posándose en los oyameles de Michoacán. Maravillada desde niña por el esplendor el arte virreinal y los prodigios del mundo natural, no es extraño que Carmen haya elegido el espléndido retablo barroco realizado por Jerónimo de Balbás y el conmovedor espectáculo producido por el fenómeno migratorio y biológico de la Monarca como temas centrales de su obra. Su mirada fue seducida para siempre por ambas dimensiones de la creación. 

 El título de la exposición itinerante de Carmen Parra Mariposa Monarca: eternidad de lo efímero, revela que la imaginación de la pintora está imbuida por el deseo de fundir la naturaleza con el arte y lo pasajero con lo permanente para producir una sensación exclusiva y definitoria de la especie humana: la experiencia estética. Ese enigmático placer instantáneo a un tiempo sensible y espiritual se fija en la memoria del espectador, escucha o lector, al haber surgido de la visión contemplativa de un artista capaz de transmitir su propia emoción a través de la pintura, la música o la palabra. Tal es el milagro del arte, transformar lo efímero en eterno. Hipócrates lo sabía: Ars longa, vita brevis. 

Parra también lo sabe y lo expresa en las obras incluidas en la muestra -presentada recientemente en dos recintos universitarios- realizadas en diversas técnicas: óleo, acrílico, gouache, serigrafía y cerámica. A través de su trabajo, la artista reafirma su compromiso para hacer perdurar el viaje que año con año realizan millones de mariposas monarca desde la frontera entre Canadá y Estados Unidos hasta los bosques de oyamel y pino en el Estado de México y Michoacán. Esta confluencia entre compromiso vital y proyecto artístico nació hace 28 años con la exhibición mencionada, inaugurada por primera vez en 1987, en el Museo de Arte Moderno. De ahí ha viajado a Washington D.C., varias ciudades de Canadá, Colombia, Japón, así como en diversos museos y recintos culturales a lo largo y ancho de la república mexicana. 

Durante su más reciente montaje, abierto al público el 3 de marzo de 2015 en el Palacio de la Escuela de Medicina, se presentó el libro Metamorfosis. Travesía de Carmen Parra, editado por la Facultad de Medicina de la UNAM y The Aspen Institute(México). Profusamente ilustrada, la publicación incluye textos de la artista, Homero Ardijis, Juan Asencio, Arnoldo Kraus, Alejandro Angulo, Ivonne Valdez Muciño y Alicia García Beruga, con prólogo de los doctores Enrique Graue Wiechers, director de la Facultad de Medicina, y Juan Ramón de la Fuente, presidente del Aspen Institute. La muestra se trasladó después a Universum, Museo de Ciencias de la UNAM.

La metamorfosis de las mariposas, uno de los fenómenos más fascinantes de la naturaleza, ha deslumbrado y desafiado la inteligencia e imaginación humanas desde tiempos remotos, dando lugar a un caudal de investigaciones científicas, símbolos, expresiones visuales y literarias. En el siglo IV a. C.,  Aristóteles describió las cuatro etapas de la transformación de los lepidópteros -huevo, oruga o larva, crisálida o pupa y adulto o imago- en su Historia de los animales, y calificó a esas criaturas aladas como “joyas de la creación”. 

Las Metamorfosis es el título de la obra magna de Ovidio, fuente inagotable de la mitología greco-latina que incluye la narración de las transformaciones adoptadas por Zeus para poseer a sus elegidas, sea en forma de cisne con Leda, de nube negra con Ío, o de lluvia de oro en el caso de Dánae, base de la célebre obra Tiziano conservada en el Museo del Prado. 

Carmen Parra se inspiró en esa pintura para crear su Dánae Plexippus, sustituyendo el oro por una lluvia de mariposas naranja y negro como la Monarca, además de otras doradas como el metal precioso que produjo el nacimiento de Perseo. Existe otra estupenda versión de Dánae Plexippus inspirada en el óleo de Gustav Klimt. 

El vocablo metamorfosis alude al devenir perpetuo de la existencia, similar al incesante fluir de los ríos como lo postuló Heráclito. Evoca el incierto proceso vital de mujeres y hombres que puede culminar convirtiéndolos en paradigmas de la dignidad humana o, al otro extremo, en arácnidos como el protagonista de la novela de Kafka. La voz griega psyche tiene un doble significado: alma y mariposa. De ahí que la simbología de esas flores volantes esté asociada en muchas culturas con el soplo vital, alma o espíritu, que poseen los seres humanos, y que escapa, por la boca del agonizante al momento de fallecer, como la mariposa brota de la crisálida.  

Psique es también el nombre de la bellísima muchacha representada con alas de mariposa de quien se enamora Eros-Cupido en la célebre fábula narrada en Las Metamorfosis o El Asno de Oro de Apuleyo. Tras superar todos los obstáculos que se interponían a su amor, Psique y Eros finalmente se unen en matrimonio después de que Júpiter le da de beber ambrosía a Psique para conferirle inmortalidad e igualarla con Eros. La pareja procrea una hija llamada Vopultas, Placer.  De esta alegoría mítica han surgido interpretaciones influidas por la noción platónica del alma que se separa del cuerpo para ascender hacia la divinidad, o bien de Psique como emblema del alma encarnada, capaz de dar vida al erotismo.

En la mitología prehispánica, la mariposa está asociada al alma de los guerreros muertos en batalla o sacrificio. Las columnas del Palacio de Quetzalpapálotl, en Teotihuacan, tienen labradas mariposas con plumas de quetzal e incrustaciones de obsidiana. Itzpapálotl (itzli, obsidiana y papálotl, mariposa) es la diosa del sacrificio, la guerra y el parto en la mitología mexica, representada como un esqueleto guerrero en el Códice Borgia, o como una mariposa con garras de jaguar; extraña combinación de vida,   violencia y muerte. “Mariposa de obsidiana” es también el título de un poema en prosa de Octavio Paz, del que cito un breve fragmento erótico: 

Toca mis pechos de yerba. Besa mi vientre, piedra de sacrificios. En mi ombligo el remolino se aquieta: yo soy el centro fijo que mueve la danza. Arde, cae en mí: soy la fosa de cal viva que cura los huesos de su pesadumbre. Muere en mis labios. Nace en mis ojos. De mi cuerpo brotan imágenes: bebe en esas aguas y recuerda lo que olvidaste al nacer. Soy la herida que no cicatriza, la pequeña piedra solar: si me rozas, el mundo se incendia.

Capaces de copular mientras vuelan, las mariposas también son alegoría de la felicidad de la pareja. Asimismo, la diversidad simbólica de la mariposa alude a la ligereza e inconstancia de la conducta humana. “Como las mariposas que se apresuran a la muerte en la llama brillante, así corren los hombres a la perdición”, se lee en el Bhagavad Gita. 

Pinturas abstractas en vuelo, las mariposas son una apasionante muestra del prodigioso poder creativo de la naturaleza. La variedad del diseño y riqueza cromática de las más de 12 mil especies identificadas hasta ahora supera la de cualquier otra del reino animal y  su belleza es sólo comparable a la diversidad del universo de las flores. 

Motivo de asombro reverencial, la magnificencia de las mariposas representa un reto mayúsculo para cualquier artista que quiera representarlas. Carmen Parra pertenece a esa tradición pictórica que se remonta a 2130 a.C., año en que fue pintado el célebre fresco “Escena de caza en el Nilo” en la tumba santuario de Nebemón, en Tebas; sucedido por el del “Rey de los lirios”, en el Palacio de Cnosos, en Creta (ca. 1550-1450 a.C.), en los que las mariposas tienen un lugar protagónico.  Más tarde, en la pintura religiosa y pagana del Quattrocento, el Renacimiento, así como en el arte flamenco y holandés encontramos múltiples representaciones de mariposas. Mención especial merecen las de “El Jardín de las delicias” del Bosco o la de  “La caída de los ángeles rebeldes” de Brueghel el Viejo, así como las Vanitas o las naturalezas muertas de diversos autores. Las mariposas también están presentes en la pintura de los siglos XIX y XX. Destacan las de Monet, Redon, Van Gogh, Escher, Dalí, Balthus, Frida Kahlo, Brian Nissen. 

Continuando con ese legado, los espléndidos lienzos de la serie Ollin muestran la destreza de Carmen Parra para enfrentar el desafío futurista de pintar el movimiento. En su admirable variedad cromática y compositiva esas obras expresan el brío y libertad creativa de la artista. El óleo identificado con el número I logra una deslumbrante combinación de verdes, amarillos y morados que hace destacar el vuelo naranja de la Monarca. 

El Ollin III integra dos elementos verticales rosados de los árboles iluminados por el sol del mediodía; en el IV la pincelada viaja con la libérrima velocidad de las mariposas produciendo una figuración difuminada que quisiera ser abstracta. En contraste, Ollin VII despliega un fondo de azules y violáceos para destacar la iridiscencia anaranjada producida por el alborozo de las mariposas monarca posándose sobre las ramas de oyamel. Realizados con acrílico, Ollin II y VIII ostentan fondos morados, éste último conjugado con manchas de la penumbra nocturna sólo interrumpida por dos enérgicos trazos rosa mexicano. En Ollin V las Monarca de oro brillan sobre el atardecer del bosque. El número VI de la serie, titulado Autorretrato, revela un tránsito más explícito hacia la abstracción que remite a los últimos Lirios de Monet, además de  transmitir un erotismo furtivo.  

En los gouaches y serigrafías se manifiesta una espontaneidad lúdica en permanente búsqueda de una expresión auténtica y renovada. El buen resultado de su experimentación con la cerámica muestra la versatilidad de una artista abierta al descubrimiento de nuevas técnicas y materiales que puedan enriquecer su expresión creadora.

Las mariposas son una metáfora viva de la libertad. En su maravillosa pequeñez, las mariposas nos dan una gran lección frente a la frecuente cerrazón a la que puede conducir la necesaria especialización del mundo contemporáneo. La multifacética riqueza de la naturaleza sólo puede apreciarse en su integridad a través de una mirada en la que converjan las diversas dimensiones que la conforman: biológica, estética y simbólica. Esos tres ámbitos confluyen en el proyecto vital y artístico de nuestra admirada creadora en favor de la conservación de la mariposa monarca. Durante una larga travesía de casi tres décadas, Carmen Parra ha soñado, como el poeta chino Chuang Tzu,  que era una mariposa; hoy, convertida al igual que Psique en una artista alada sueña con que la humanidad deje de ser oruga y se transforme, como ella, en mariposa. En Carmen, la metamorfosis se ha consumado. 

Comparte en:

Nacido en la Ciudad de México, Héctor Tajonar ha ocupado altos cargos tanto en el sector público como en el privado en México. Estudió Comunicación e Historia en la Universidad Iberoamericana, y obtuvo una Maestría en Política en la Universidad de Oxford. Ha realizado una destacada carrera en los medios mexicanos donde ha escrito, dirigido y producido docenas de documentales centrados en el arte y la cultura, algunos de los cuales han sido premiados en México y Europa. Ha sido Coordinador Nacional de Medios Audiovisuales en Conaculta (Ministerio de Cultura de México), Consultor del Instituto de Conservación Getty en Los Ángeles, Director de Proyectos Culturales en Televisa, Profesor de la Universidad Nacional Autónoma de México.