Juan Galván Paulin
Juan Galván Paulin

Conversación con Juan Griego, de Adolfo Domínguez.

18 enero, 2021

Juan Galván Paulìn

Con la vena crítica del avezado lector, Juan Galván Paulin explora esta novela escrita por Adolfo Domínguez. Galván le encuentra virtudes literarias que la hacen, según su apreciación, una historia entrañable, por cuanto lo conduce a la introspección detenida y reflexiva de sí mismo como un individuo que se reconoce en el otro. Las herramientas analíticas de Galván Paulin no le obstaculizan el disfrute de lo narrado por el autor Domínguez. Pero además de la disección interpretativa, es preciso fijar nuestra atención en la también depurada y siempre atractiva prosa de Galván Paulin en sus textos.


Juan Galvàn Paulin

Para Aida, siempre

…es un eco, y lo creemos invisible pero está oculto en el tráfago de nuestros días, una amnesia que nos recorre como linfa y secretamente es cáliz desde el que emergen nuestros actos, nuestras suposiciones; en algunos fue origen de anhelos y desdichas: la utopía que deseamos encarnada, y la justicia y la conciencia pendientes de que “todo” iba a cambiar; que bajo o después de la fractura de lo que suponíamos anquilosado y artrítico, aquello que alienaba nuestro albedrío, emergería “el hombre nuevo”, la “sociedad equitativa”; se daría el cumplimiento histórico del destino de la humanidad… ¿cómo entender la resonancia de las voces de Rulfo, de Onetti, Borges, Sábato y Donoso, de José Eustasio Rivera, Gimarães Rosa y Revueltas y Lezama Lima, Márquez y Vargas llosa y tantos otros, satanizados o celebrados, dependientes del acomodo ideológico de nuestras preferencias o del tremor de nuestras vacilaciones y experiencias? ¿cómo entender el eco, ese que se quería implacable juicio crítico desde la sociología, la ciencia política o el psicoanálisis, en tanto bastiones de la inteligencia?… hilos conductores, la literatura y las ciencias sociales, de la promesa redentora aparecida en el siglo XIX: justa conjugación de romanticismo y ciencia, de Budelaire y Marx, de Rimbaud y Freud, del Da-da y la Cuba de Cienfuegos y del Che, y, valga la cacofonía, de Nietzsche y Sartre… un atanor del que, parece, sólo termino apareciendo desolación, y esa indolencia tan temida por las Revoluciones de mayo; ¿y qué decir también del imaginario proveniente de la cinematografía de Passolini, Bergman, Buñuel, Fellini… en fin, que enumerar a los genitores de nuestra cosmovisión fracturada por el desencanto no sólo es tedioso, sino inabarcable, como las aristas de la historia de esta Latinoamérica nuestra, definida desde la ficción por sus poéticas de lo Real maravilloso, del Realismo fantástico, y que se despliega atroz y sin piedad… es aquí, como si de un ámbito se tratará, que Juan Griego, de Adolfo Domínguez, se nos revela con la contundencia de una memoria, por obsesiva, rotundamente literaria, por poética, implacablemente verdadera: ejercicio de diálogo existencial que tanta falta hace… aquí me detengo un momento, pues quiero tejer un conjunto de reflexiones aparecidas durante mi lectura a la novela de Domínguez… al pensar en el camino de la vida, ruta insospechada como todo azar y contundente como todo acto y omisión, lo primero que apareció en mi mente reverberando sin cesar fue la evocación, ahora entiendo, dolorosa en su gozo, pues en Juan Griego, con quien no pude hacer otra cosa sino conversar como si de un espejo se tratase, parecen estar todos los personajes entrañables, en su diversos momentos y motivos, con los que en la adolescencia, esa otra expedición para conquistar al mundo redescubriéndolo en su fatalidad, hicimos las preguntas que nos atormentaban hasta el pasmo para investir de densidad ese primer bocado de lo que llamamos “nuestra vida”, lo que creímos las respuestas provenientes de la ensoñación en esa particular forma de la sobrenaturaleza que es la literatura; personajes con los que cimentamos, para no traicionarlos, o sí, nuestros valores, nuestras verdades y hasta nuestras confabulaciones con el tiempo, el amor y el anhelo de permanencia; lo dice Don Álvaro en la página 157, y lo quiero entender como la poética rectora de la novela y de la mirada toda de Adolfo Domínguez: La red de palabras que tejemos los humanos/ tiene tal carga de emoción/ que forma parte de nuestra vida o de la historia de los pueblos/ con la viveza de acontecimientos reales. … así, en Juan Griego cobran un sentido particular los espacios donde los personajes habitan sus existencias; territorios en los que la reverberación de nuestras literaturas latinoamericanas, suman sus contenidos, sus búsquedas y encuentros, a ese tejido del imaginario que es la realidad y la realidad alimentada del imaginario; y fue precisamente en estas voces, en esta literatura en la que quisimos o nos fue posible reconocernos… entonces, en Juan Griego encuentro ese eco de la historia reciente de nuestros países, en la presencia de sus personajes, que son memoria monumental hasta de nuestros más imperceptibles gestos, esa forma de mirar el mundo, de habitarlo, y por ello trágico, con el peso encarnado de las ideologías urdido al peso de la condición humana; de este modo, y con un estilo limpio, directo en su forma entrañablemente poética, en un discurso donde el lenguaje, hasta en la narración de las atrocidades, no pierde su belleza, Juan Griego es, al mismo tiempo que conversación con el mundo creado por los escritores latinoamericanos, de Comala a Santa María, de Buenos Aires a Lima, un homenaje… mundo ese, este en el cual, como ya he dicho, desplegamos los sueños de la adolescencia; Juan Griego es un andamiaje lingüístico cuyas hebras y madejas van bordando ese modo en el que nos descubrimos a nosotros mismos, desde la pérdida de la inocencia ante el deber ser que, en nuestro caso, nos planteaba cómo convertirnos en hombres y en mujeres y dar cumplimiento a las obligaciones éticas que entresacábamos en lecturas, en personajes, a querer o no, paradigmáticos, en escenarios y situaciones plagados, ojalá lo hubieran sido en mayor medida filosóficos, como es el caso de Juan Griego; plagados, digo, de imperativos sociopsicológicos, de posiciones radicales e intransigentes, puritanismos que sin percatarnos desembocaron las más de las veces en rigidez, en frustración; es en esto donde Juan Griego nos permite atisbarlo como un sujeto en el interior de la angustia, esa que nos provoca la tragedia del albedrío, ese que nos obliga a elegir por una decisión en el contexto de las circunstancias y creerla nuestra libertad a ultranza, y terminar asumiéndola como un gesto matizado de culpa… una especie de enfermedad de ese momento fueron las discusiones inagotables e inacabadas, la vida resuelta a través de razonamientos y sin vivirla ni vivirlos, un sonsonete intelectual que encontró en la literatura, en la aventura estética, los mejores pretextos para las identidades no vividas (hoy estos supuestos están, y nos hacen, prisioneros en los dispositivos, en la obediencia)… la crudeza del inicio de la novela de Domínguez me llevó a un recuerdo, a la serie de imágenes de las condiciones de los presos torturados en las mazmorras de las dictaduras: El beso de la mujer araña de Manuel Puig vino a mi mente, una semilla germinando, un brote abriéndose paso hacia la luz y el aire; así la conciencia de Juan Griego, así la decantación de sí mismo hasta el simulacro, el camuflaje ante lo que la vida nos impone… ¿dónde quedó la máscara, en este lado o en aquél?… conciencia del ser que va emergiendo lentamente de los sótanos del alma a la funesta certidumbre de la soledad, de los actos que no por meditados son menos falibles y sí más tortuosos… el inicio de la novela me llevó a pensar en esas imágenes de un torturador pantagruélico, ominosa figura salida de los gobiernos totalitarios… la cruel metáfora del guión del gallego sobre esa guerra sucia para desmembrar al ETA; luego, la multinacional del narcotráfico: Pablo Escobar como la figura del huevo de la serpiente o el icneumón de un Estado dentro del Estado hasta desdibujar sus contornos en la corrupción; y en medio de esto, ahora la nombro así, la frágil condición humana en su fatalidad… en Juan Griego no hay gratuidad en el diseño tipográfico; sí, el texto cobra las cualidades de una versificación libre; lo que convierte su lectura en una sonoridad rítmica, una nemotecnia que parece apelar a la emergencia de los aspectos más profundos de cada uno de nosotros; sí, una novela construida con el recorrido de la vida, y una historia, la de nuestros países, nuestras calles, nuestros amores y desamores, la de una generación y nuestro tiempo, plasmados en una novela memoriosa… en la lectura de Juan Griego padecí la furia poderosa, insoslayable de la nostalgia: un gozo como hace años no sentía con una obra…

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Nació en la ciudad de México, octubre 9 de 1955. Poeta, narrador y ensayista. Cursó estudios en la UNAM: Sociología, Ingeniería Agrícola, Lengua y Literatura Hispánicas.

Obra publicada:
Poesía: Ritual en piedra. Desnudo peregrino de mi boca. La arena de sus huellas. Cuento: De biznagas y otros nombres. Fotografía del cementerio judío de Praga. Novela: Plúmbago Polanco. Ensayo: Me mato por una mujer traidora; La pintura de Abraham Ángel.
Obra inédita:
Poesía: Pavana para dos infantes. Mi cuerpo germina temblor entre tus labios. Novela: Dama León.

Maestro y conferencista especializado en fenomenología y simbólica del pensamiento religioso, en mitología y en las áreas del pensamiento místico judío, cristiano, del islam, así como en el taoísmo, el budismo Zen y el budismo vajrayana o tibetano; en literatura medieval caballeresca del ciclo artúrico; en literatura fantástica; y en literatura latinoamericana, en particular, entre otros, en las obras de José Lezama Lima, Juan Carlos Onetti, Ernesto Sábato, José Revueltas, Amparo Dávila, Esther Seligson y Gloria Gervitz; también en la obra de Yasunari Kawabata.
En el Distrito Federal es catedrático de las materias Mitología y Religiones Primitivas, Seminario del sistema poético de José Lezama Lima, Literatura del Ciclo Artúrico, Metodología de la Investigación, Didáctica de la Historia del Arte, Seminario de Literatura Fantástica para el Instituto de Cultura Superior (1989-2014).
Para el Instituto Cultural Helénico A.C. (2000-2014) catedrático en la maestría Humanismo y Cultura, en el Diplomado y Curso Religiones del Mundo, y la Experiencia Mística. Catedrático en la Escuela Mexicana de Escritores en la materia La Construcción del Imaginario y el Sentido de la Ficción (2013-2014).
Conferencista en diversos foros sobre los temas: Mito y Poesía; Literatura Fantástica: de Lovecraft a Bradbury; Los Poetas Malditos; La Figura de la Diosa en la Literatura Caballeresca; La División del Cosmos en Femenino-Masculino; El Mito y Jaime Sabines; El Mito y Juan Rulfo; La Función del Héroe y el Cuento de Hadas; La Diosa, el Héroe y el Villano, del Poema de Gilgamesh al Código da Vinci; Ciclo de Conferencias titulado De la Batalla de los Dioses a la Tragedia de Edipo, entre otros.
Actualmente, junto con la soprano Aída Rivera de la Cabada presenta en diversos foros el espectáculo Poesía y Canto con el ensamble del mismo nombre.