100 personajes del cine en Nicaragua: #4 – Felipe Hernández, el camarógrafo detrás del mito
27 noviembre, 2014
Karly Gaitán Morales
La presente es una sección fija de Carátula.net en la que se publicarán semblanzas, entrevistas y (o) artículos sobre cien personajes del cine en Nicaragua. Se podrán encontrar publicaciones no solo sobre personajes nacionales sino también extranjeros que de alguna u otra manera han contribuido a la cinematografía de este país. La dinámica será publicar de forma aleatoria personajes de todos los tiempos del cine en el siglo XX y XXI sin seguir un hilo cronológico para que se puedan encontrar con personas tanto de los inicios del cine como de la actualidad. En cada número de la revista encontraremos un nuevo personaje.
Ni una sola nota informativa u obituario se publicó en los diarios, suplementos culturales, revistas y sitios cibernéticos de Nicaragua y tampoco de México sobre la muerte del camarógrafo de cine Felipe Hernández Ramírez (Ciudad de México, 19 de octubre de 1942 – 22 de julio de 2012) a pesar de que conserva un lugar importante en la historia del cine y en el patrimonio cultural de Nicaragua, porque vivió en Managua los últimos dieciséis de los cuarenta y dos años de la era de la dictadura somocista trabajando como camarógrafo documental y asistente de una película de ficción. Entre 1965 y 1972 fue empleado de la compañía de cine Ediciones Cinematográficas Internacionales (EDICIN), entre 1973 y 1975 formaba parte del equipo de producción fílmica y revelado de fotos de la Secretaría de Información y Prensa de la Junta Nacional de Gobierno y del Comité Nacional de Emergencia (creados como autoridades máximas de la nación después del terremoto que destruyó Managua en 1972) y en 1976 fundó su propia empresa para producir especialmente noticieros de cine, spots para televisión y documentales empresariales, la llamó Productora Cinematográfica Nicaragüense Especializada (PRODUCINE S.A) y funcionó hasta que le fue expropiada por la Revolución Popular Sandinista el 19 de julio de 1979 a las 7 de la noche.
Poco después de su llegada en 1963 gozaba de fama y prestigio gracias a una campaña publicitaria permanente que se hacía a sí mismo, dando previo aviso en reuniones sociales, incluso antes de presentarse y saludar, de que “Tacho”, como llamaban los círculos de confianza a Anastasio Somoza Debayle, era “su compadre”, y vaticinaba en voz alta entre los grupos en los banquetes y cocteles su tumba como un sitio de gran imponencia y decoraciones ecuestres en mármol en el centro del vecindario de personajes ilustres en el Cementerio General de Managua, donde entonces eran enterrados diputados, ministros, los consortes de gente de poder y las familias políticas y representativas de la Iglesia Católica, de la Guardia Nacional y del gobierno.
Pero su vida cambiaría en un giro extremo porque la dictadura somocista no sería eterna, la venia de los altos mandos no sería permanente y porque se iniciaría otra empresa de producción de cine muy pronto en Nicaragua, la que tendría el papel de crear uno de los archivos fílmicos y fotográficos más importantes del país, era el noticiero de televisión Teleprensa, empresa de Nicolás López Maltez, quien revolucionó el mundo del audiovisual en Nicaragua siendo pionero no solo en el país sino en Centroamérica con el hecho de haber traído aparatos de alta tecnología para cine, fotografía y televisión.
La Revolución Popular Sandinista terminó afectando su vida personal, como lo fue para cientos de familias que sostenían sus vidas y patrimonios alrededor de las fuentes de poder. Cuarenta y nueve años después del inicio de su vida profesional en Nicaragua su muerte sería silenciosa, con ausencia de los medios de comunicación y sin honores, flores, ni ninfas, ni fuentes y mucho menos un caballo por lápida, como señal épica de lo que fue su vida. Ninguna sala de cine del país lleva su nombre actualmente, tampoco alguna escuela de formación audiovisual, ni un taller de cine ni algún estudio de fotografía, como algún día creyó y afirmó públicamente lo que sería “el después” de su muerte: su tumba, centro de peregrinación y embelesamiento de las futuras generaciones de cineastas.
Algunos de sus amigos y conocidos narran en entrevistas que en el bolsillo de sus camisas portaba de forma permanente su carnet que lo identificaba como “Camarógrafo de cine” y su nombre y apellido escritos en letras mayúsculas junto a la firma y sello de la oficina de la presidencia. Con ese aval y el extravagante oficio que ejercía presentándose a los lugares con la promesa de hacer “estrella de cine” a cualquiera o llevarlo a la pantalla grande con sus documentales y anuncios para cine, gozaba de cierto poder, se le abrían las puertas con toda pompa y reconocimiento, y con su acento mexicano y sus cámaras, luces y otros aparatos atraía al público y convocaba de vez en cuando a casting publicando anuncios en el diario Novedades, que describían las cualidades físicas que buscaba de sus personajes.
Sin embargo, no se ha encontrado ninguna de las películas que afirmaba haber dirigido, no estaban en el material fílmico que se le confiscó en 1979, nadie nunca las vio, no hay actrices y actores nacionales que recuerden haber sido dirigidos por él y de las películas no quedó algún rastro en ninguna fuente documental que haya salido a luz hasta hoy. Su famoso carnet, que aún en el siglo veintiuno conservaba y llevaba para mostrarlo a los periodistas en entrevistas, sí tenía el famoso sello y la firma “de puño y letra porque no es [era] una firma de sello de tinta que se hace en serial” de Anastasio Somoza Debayle. Aquel pedazo de cartón era un pase permanente para entrar a cualquier oficina, residencia o empresa a la que quisiera, permanecer el tiempo que sus oficios requiriesen y salir a las horas que le parecieran indicadas. Todo ello le daba autoridad ante los empleados del gobierno y cierta legitimidad a su amistad y acercamiento con Anastasio Somoza Debayle.
Hacia fines de la década de los setenta se hacía nombrar “el cineasta de Somoza” porque decía estar asignado a filmar todos sus eventos y movimientos en horario 24/7. Cuando la presidencia o la dirección de la Guardia Nacional daban una conferencia de prensa su cámara era una de las primeras en ser ubicadas, al centro y con una vista privilegiada del escenario.
UN PERSONAJE CON DEMASIADOS MITOS
Felipe Hernández fue durante su vida y es hoy aún en su muerte un personaje polémico en la historia del cine en Nicaragua, durante décadas fue odiado por muchos y admirado por pocos. La fama de la que se jactaba en entrevistas que se le hacían en sus últimos años la ganó en los años sesenta a base de trabajo con cámaras al hombro filmando bajo el sol y hasta la medianoche y la madrugada cuando le correspondía cubrir eventos especiales y giras oficiales. Pero ese brillo pasado fue logrado con algunos episodios que con el pasar del tiempo se han considerado oscuros, ahora expuestos con el visor de la Historia, una Historia nacional y oficial que a todo lo somocista ha etiquetado como oscuro, macabro, corrupto o tenebroso, marcando el mito que se ha generado alrededor de ciertos personajes de la época.
Pero la vida de Felipe Hernández fue bastante limpia, limpia en el sentido de que sus buenas y malas acciones son conocidas en la actualidad. Tiene de malo todo lo malo que la Historia se ha encargado de añadirle a su personalidad y bueno todo lo bueno que sus familiares y amigos han declarado y verificado sobre él. Como muchos personajes que tienen un pasado del qué purgarse y excusas y explicaciones qué dar públicamente para darle toques épicos a su historia personal y pública con el objetivo de rescatar su dignidad, se encontraba escribiendo su memoria biográfica, titulada Mi compadre Tacho y yo, cuyo libro estaría ilustrado en su portada con una foto en la que estaban el presidente Anastasio Somoza y él abrazados en una tarde de ocio familiar. Se puede ver por la composición de la foto a ellos en primer plano y al fondo niños vestidos de ropa de playa, el presidente sin su ropa de militar ni medallas sino con camiseta de descanso, césped a sus pies y vasos grandes en sus manos de alguna bebida oscura, viendo a la cámara y en sus rostros una sonrisa que más bien se puede considerar de cortesía. Pero ese es el mito de las fotografías, que enmarcan y congelan un momento, un encuadre, dejando a la imaginación los ruidos, los murmullos, los complementos de la locación y sobre todo el regalo de la imaginación al crear una idea de lo que había y ocurría a los lados de donde la fotografía se corta, la expansión del momento, todo eso que no sale en la foto.
CONTRADICCIONES Y FANTASÍAS
Comprobado está que Felipe Hernández vino a Nicaragua en abril de 1963, tenía veinte años, de nacionalidad mexicana y su oficio registrado en el pasaporte era de camarógrafo, en el mismo documento se decía que era soltero, ojos castaños, cabellos oscuros y arribaba al aeropuerto Las Mercedes de Managua procedente de San José, Costa Rica. En distintas entrevistas narró diferentes versiones sobre los motivos de su llegada al país: a la revista Magazine, del diario La Prensa afirmó en una entrevista de 2005 que vino llamado por el presidente Luis Somoza Debayle que lo mandó “a traer de México con todo pagado” para realizar un documental sobre la presa Morning Glory en el lago artificial Apanás, en el norte de Nicaragua, porque él trabajaba para los Servicios Informáticos de Estados Unidos. A la autora de este artículo declaró en julio de 2008 que esa información era un malentendido del periodista de Magazine que le había entrevistado, que él había llegado a Nicaragua invitado por su amiga la actriz y cantante Pepita Serrador, argentina, a su vez amiga de Leo Aníbal Rubens, argentino también, quien había sido el cineasta del presidente Anastasio Somoza García entre 1937 y 1956. A la historiadora y escritora costarricense María Lourdes Cortés le afirmó en una entrevista realizada en Managua en junio de 2001 que había llegado a Costa Rica a filmar la visita del presidente John F. Kennedy en marzo de 1963 y como traductor del Departamento de Estado de Estados Unidos. Entonces conoció a Luis Somoza Debayle en esa ocasión y él de inmediato lo contrató como camarógrafo, invitándolo a venirse a Nicaragua.
Actualmente no se ha podido verificar ningunos de esas versiones, sin embargo, todas se pueden contrarrestar: la primera, porque el inglés de Felipe Hernández no era a nivel de un traductor de la Casa Blanca ni de un traductor de ninguna parte; la segunda, que a los veinte años carecía de filmografía propia como para que un presidente lo mandara a llamar desde su país para hacerse cargo de una empresa de cine que nunca existió y para hacer un documental del que nunca se ha encontrado rastro, además porque Anastasio Somoza Debayle y ninguno de los otros gobernantes de su familia tuvieron nunca una empresa de cine propia sino que subcontrataban los servicios de profesionales para que filmaran sus vidas públicas o personales y familiares, películas que personales o no, las pagaba el Estado de Nicaragua, según se puede leer en La Gaceta Diario Oficial, en las que cualquier investigador encuentra constantemente en sus páginas la publicación de contratos para filmar películas de dos mil pies de cinta cada una. Se había establecido además, que el costo de las películas era de un dólar el pie de cinta. Por lo tanto, sin negociaciones el Estado de Nicaragua pagaba al cineasta de turno 2,000 dólares por filme realizado, cantidad que en esa época era mucho dinero.
Lo único seguro que se puede verificar es que a fines de 1963 fue contratado por Enrique Castro Farías y Margarita Álvarez, un matrimonio de cineastas chilenos propietarios de EDICIN, para ejercer como camarógrafo y ayudante. Es bueno observar que no fue contratado como un director o realizador sino como camarógrafo y asistente de producción. Antes de EDICIN había una empresa que nunca tuvo oficinas en Nicaragua sino que filmaba en Centroamérica postproduciendo todas sus obras en México en Laboratorios Cinematográficos México S.A, propiedad del laboratorista y editor mexicano Carlos Rosas. La empresa era dirigida por Leo Aníbal Rubens, al morir Anastasio Somoza García en 1956, por razones que hoy no se pueden documentar por falta de fuentes verificables, la empresa se retiró de Nicaragua quedando a cargo del cine oficial del gobierno la empresa hondureña de cine Nicoly Films, del director hondureño Anthony Nicoly, y camarógrafos independientes de Pathé News, ahora contratados de forma esporádica por Luis Somoza Debayle, quien, a la muerte de su padre fue el nuevo presidente de Nicaragua entre 1957 y 1963.
Hernández, en una entrevista realizada en Managua en julio de 2008 explicaba que él había sido “el único cineasta de Somoza”, refiriéndose en términos despectivos al cineasta que sí era el único socio de un negocio “fifty-fifty” con Anastasio Somoza Debayle, el historiador Nicolás López Maltez, quien dirigía el noticiero de televisión Teleprensa. Al preguntarle a Hernández sobre ese dato en la misma entrevista y explicándole que muchas referencias y documentos indican que el socio de Somoza era otro y no él, contestó: “Nicolás López era su socio, sí, pero yo era su compadre, y él nunca pudo acceder a la confianza de Tacho, que yo sí gozaba”. Al no poder defenderse con una filmografía en manos y compararse con la amplia producción fílmica de Nicolás López Maltez, expresó: “no tengo nada para comprobar mi filmografía, todo me lo robaron los sandinistas, mis películas, mi trabajo profesional y resto de materiales de películas que me había regalado mi buena amiga Hope Portocarrero para que yo los guardara como archivo nacional en mi empresa PRODUCINE”, y muy exaltado dio por concluida la entrevista levantándose de su sillón y estrechando la mano en forma de despedida.
Muchas contradicciones había en sus declaraciones, que han llevaron a la equivocación al hacer la historiografía del cine en Nicaragua. En primer lugar Felipe Hernández no fue el director de Milagro en el bosque (Fernando Durán, 1975), como él decía, ni de los documentales Traspaso de gobierno de Luis Somoza al Dr. René Schick, Nicaragüense, conocé a tu candidato, Visita de John F. Kennedy a Centroamérica, Nicaragua de luto: murió el presidente Shick (en los créditos de este filme aparece como director Enrique Castro Farías, en la dirección de fotografía Fernando Uribe y Felipe Hernández como ayudante en la segunda cámara) y muchos otros documentales que le fueron expropiados el 19 de julio de 1979. Para comprobarlo se pueden ver las películas en sus versiones originales que se archivan actualmente en la Cinemateca de Nicaragua. Tampoco aparece en el afiche oficial de Milagro en el bosque, quizás porque trabajó como camarógrafo de la cuarta cámara, es decir, una cámara auxiliar para fotografía still. Al preguntarle en la misma entrevista del año 2008 sobre su ausencia en el afiche y las razones de por qué se le había omitido, respondió: “Esa es una mentira que se ha encargado de reproducir el señor Hugo Hernández en una fotocopia retocada y borrosa que anda enseñando a los periodistas”. Pero lo contradice el hecho de que ese afiche se había publicado en los medios y colgado en el Cine Blanco para el estreno del filme en enero de 1975 y nadie lo ha retocado, el afiche que obsequia el actor Hugo Hernández en fotocopias es exactamente el mismo que se puede ver en el diario La Prensa en el tomo empastado de enero de 1975.
MILAGRO EN EL BOSQUE Y PRODUCINE S.A.
Milagro en el bosque es un largometraje de ficción que se filmó en Nicaragua en agosto de 1972 y fue producido por EDICIN, siendo la productora y escritora del guión Margarita Álvarez. Los socios de EDICIN ante la carencia de recursos para realizar la obra pidieron ayuda al Sindicato de Directores de México, quienes decidieron apoyar y enviar a Fernando Durán como director del filme y a Damián Acosta como su asistente. Durante la búsqueda de actores Enrique Castro Farías visitó el Teatro Nacional Rubén Darío para ver a un grupo de teatro que estaban realizando la obra La falda pantalón de Adolfo Calero Orozco, entre quienes estaba el actor Hugo Hernández Oviedo participando. Hernández Oviedo recuerda a Felipe Hernández tomando apuntes en una libreta, trabajando como asistente de Castro Farías.
Es muy importante rescatar estos detalles de la producción de Milagro en el bosque, porque éste sería uno de los episodios más oscuros de su vida en esa época. En 1975 el filme estuvo finalizado y se estrenó en el Cine Blanco el 9 de enero de ese año, para entonces Margarita Álvarez había enviudado y Felipe Hernández reclamó como suya la película afirmando que había sido un socio mayoritario y su realizador. La campaña publicitaria negativa de Felipe Hernández hacia esta mujer llegaba a límites bajos y amenazadores hasta que ella se enfermó de nervios y depresión y se fue del país abandonando el negocio que había heredado de su esposo.
Cuando la película se estaba proyectando, desde los primeros días se hizo efecto el embargo de la película y de las ganancias que estaba generando. En ese tiempo, después del terremoto que destruyó Managua y cerrado EDICIN, Felipe Hernández trabajaba en la Secretaría de Información y Prensa de la Presidencia y presentó su demanda ante el Juez 2do de lo Civil del Distrito de Managua Dr. Pedro Escobar Sequeira. El embargo preventivo se había hecho y la ganancia de la exhibición se estaba reteniendo en favor de Felipe Hernández hasta completar la suma de 100 mil córdobas. Margarita Álvarez había trabajado en su película hasta el último momento firmando un contrato con Hernán Barquero Arcia, exhibidor de cine, y el juez había nombrado a éste como depositario del embargo. El juicio terminó en favor de Margarita Álvarez. Pero antes de llegar a ese embargo Felipe Hernández había presentado un juicio criminal contra ella en la Sala de lo Criminal de la Corte de Apelaciones de Managua, pero el juez, Dr. Noel Estrada había dictado fallo a favor de Álvarez también.
PRODUCINE S.A fue constituida en 1972 pero inició funciones en 1976. Felipe Hernández comenzó a laborar con los aparatos técnicos que a través de las demandas había logrado como indemnización, por lo tanto, el archivo fílmico de EDICIN y sus aparatos de cine fueron la base para fundar PRODUCINE S.A. Estando Margarita Álvarez fuera de Nicaragua, Hernández comenzó a distribuir copias de la película Milagro en el bosque en las que aparecía en los créditos su nombre como realizador, hecho por modificaciones suyas, y hasta la fecha de hoy se pueden encontrar referencias en monografías y periódicos en las que se afirma que él es el realizador del filme, debido a que hizo una gira de medios y afirmaba a los periodistas que él había sido el director de la película. Los investigadores y estudiantes han repetido esta información errada que han encontrado en muchos documentos y publicaciones. Una información falsa repetida muchas veces acaba convirtiéndose en aparente verdad.
Siendo de procedencia no muy agradable PRODUCINE S.A. y sabiéndolo cierto sector empresarial, era una productora no vista con buenos ojos por muchos empresarios incluso somocistas. Con PRODUCINE S.A. Hernández filmaba con contratos que hacía con el gobierno para empresas de luz eléctrica como ENALUF, el Instituto Nicaragüense de Seguro Social (INSS), TELECOM y la Escuela de Entrenamiento Básico de Infantería (EEBI), y ofrecía servicios de grabaciones de audio para discos de música. Filmaba actividades de la Academia Militar, actos oficiales del gobierno, fiestas de gala, conferencias de prensa del presidente, spots publicitarios y realizaba la revista fílmica El Infante y el noticiero de cine Nicaragua en Marcha.
Aunque PRODUCINE S.A tenía fama de ser la empresa de cine apadrinada por Anastasio Somoza Debayle y su propietario se encargada de afirmar que era la más avanzada y productiva del país, cuando le confiscaron la noche del 19 de julio de 1979 se descubrió que no poseía gran cosa. El Hotel Camino Real se ubica a un kilómetro del aeropuerto de Managua y había aviones del gobierno mexicano llevándose a ciudadanos mexicanos que salían de emergencia del país pidiendo protección. Pero Hernández no pudo irse esa noche y fue abordado por las autoridades sandinistas, quienes le exigían dejar en el país todas las pertenencias de la empresa. Hernández explicó que todo se encontraba en la aduana del aeropuerto Las Mercedes porque no había podido salir del país esa tarde y se encontraba en el hotel con su familia esperando la salida del siguiente avión.
El 20 de julio por la mañana el grupo de cineastas que fundaría ese mismo día a las 10:00 el Instituto Nicaragüense de Cine (INCINE) fue a la pista de aterrizaje donde Hernández les hizo entrega de una estiba de dos cajones de diez metros cúbicos. La carga, entre otras cosas personales, contenía una cámara Arriflex de 35 milímetros, en mal estado, un trípode, un lente Angenieux zoom 12-250mm, una caja pequeña con dos lentes primos, una moviola vertical, una cámara de video Ikegami, con una grabadora U-Matic de casettes formato tres cuartos de pulgadas, una máquina de escribir Olympia, dos cámaras Bolex de 16 milímetros y latas de películas. Además le fue confiscada la casa donde operaba PRODUCINE S.A., sus cuentas bancarias, su casa en residencial Las Palmas con el menaje completo y ocho vehículos. Cuando pudo irse de Nicaragua llevaba lo que podía alcanzar en unas maletas y con el efectivo en manos de la venta de una camioneta. Vivió exiliado en México, Francia y Estados Unidos, y regresó a Nicaragua en 1991 para vigilar el proceso de la devolución de sus propiedades cuando ya había caído la Revolución Popular Sandinista y el Estado estaba devolviendo a sus dueños originales lo que se había confiscado once años atrás. Le regresaron dos casas y el costo de la empresa y equipos cinematográficos le fueron pagados con bonos.
De 1991 a 2012, Hernández realizó dos documentales, spots, videos, colaboró en un programa de televisión y trabajó en el área de comunicaciones de la Asamblea Nacional y en la Corte Suprema de Justicia. Aunque fue un personaje subestimado, las razones de esos odios hacia él nunca pudieron fundamentarse con la gravedad que se presumían. Durante la década de los ochenta en INCINE se hablaba de él en términos despectivos despertando una imagen negativa de su persona, por ser un empresario somocista que explotaba a sus empleados. Muchos mitos negativos se decían en esa campaña negativa hacia él y sus socios.
PRODUCINE S.A era una empresa constituida legalmente, aunque inició con el oscuro episodio de haber obtenido todo su equipo fílmico gracias a la demanda a Margarita Álvarez, quien ha figurado como la víctima inocente en la historia de PRODUCINE S.A. El archivo que le fue encontrado a Hernández en 1979 era propiedad de EDICIN y no un obsequio de Hope Portocarrero, como él se encargaba de decir. Se desconoce los niveles de su cercanía con Anastasio Somoza Debayle y su esposa, sólo se sabe lo que él afirmaba y se conoce la fotografía que él mostraba en la que se abrazaba de forma fraterna con el presidente. La empresa EDICIN desapareció debido a sus demandas entre 1972 y 1975 y no era una empresa quebrada sino que quebró durante los procesos judiciales provocados por él. Todo en equipos fílmicos que había sido propiedad de los chilenos Enrique Castro Farías y su esposa fue lo que le ayudó a fundar PRODUCINE S.A.
Hasta la actualidad se sigue desconociendo su filmografía en la que aparezca como un realizador o director y no se ha verificado ninguno de los cuatro largometrajes de ficción que decía haber dirigido en los años sesenta. Sin embargo, como empleado y camarógrafo de EDICIN fue el autor de muchas imágenes que forman parte hoy del Archivo Fílmico de la Nación. Se quiera admitir o no, es un personaje en la crónica del cine en Nicaragua y con quien la historia ha sido muy injusta, negándole algunos créditos positivos que su vida profesional generó para la historia del cine en Nicaragua.
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Si desea mayor información sobre la historia del cine en Nicaragua, puede consultar el libro «Tras la conquista de un sueño», de la misma autora, Karly Gaitán Morales.
Ver DEMO resumen del contenido del libro
Managua, 1980.
Comunicadora social con énfasis en prensa escrita y cuenta con postgrados en periodismo online y en marketing. Como periodista ha sido editora de revistas digitales e impresas como La investigación y Espacio Vital Magazine, jefa de sección literaria y de cultura de periódicos universitarios, articulista de suplementos culturales nicaragüenses como La Prensa Literaria, Nuevo Amanecer Cultural y la sección Voces del diario La Prensa.
Como escritora ha publicado poesía y narrativa breve. Ha recibido premios y reconocimientos interuniversitarios por su trabajo literario y un premio de fotografía. También se ha dedicado a la investigación histórica, la crítica y producción cinematográfica y a la gestión y desarrollo de proyectos y consultorías con organismos como Plan Internacional, CINEX, la UNESCO y el Instituto Nicaragüense de Cultura.
Es miembro de la Asociación Nicaragüense de Escritoras (ANIDE), del Centro Nicaragüense de Escritores (CNE) y de la Junta Directiva de la Fundación para la Cinematografía y la Imagen (FUCINE).
En el año 2012 publicó su libro Cita con Sergio Ramírez. Entrevistas, Artículos, Crónicas (Universidad Autónoma de Nuevo León, Monterrey, México) presentado durante la Feria Internacional del Libro de Guadalajara en noviembre de 2012 con su presencia y la de Ramírez, y posteriormente presentado en la Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería en Ciudad de México en marzo de 2013, y en la Feria Internacional del Libro de Miami de 2013. Además, la obra se encamina a una reedición con Uruk Editores en Costa Rica y traducciones al francés y alemán. Actualmente la autora prepara otros libros de periodismo, historia y narrativa para su pronta publicación.