Sonetos irreparables

25 enero, 2021

Angel Martínez

— El 16 de enero pasado se presentó en Lodosa, España, una nueva edición de Sonetos irreparables (1964) de Ángel Martínez Baigorri (1899-1971), poeta español «renacido en Nicaragua», adonde llegó en 1936. En el Colegio Centroamérica de Granada de los padres jesuitas fue formador de Carlos Martínez Rivas y Ernesto Cardenal. En 1952 obtuvo el Gran Premio de Cultura Hispánica por su poemario Cumbre de la Memoria, en un certamen presidido por Paul Claudel. Poeta místico y prolífico escritor, legó una inmensa obra literaria. El Departamento de Educación y Cultura del Gobierno de Navarra publicó en 1999 su Poesía Completa en dos volúmenes, bajo el cuidado de Emilio del Río S. J. Con motivo de la reedición de sus memorables sonetos, una de las tantas formas poéticas que cultivó, obsequiamos a nuestros lectores con algunos de ellos.



Presentación en Lodosa, España, de una nueva edición de Sonetos irreparables (1964) de Ángel Martínez Baigorri (1899-1971), poeta español «renacido en Nicaragua», adonde llegó en 1936.


Sonetos de Ángel Martínez Baigorri

Invocación a la Lengua

Hazte hoy de hierro, Castellano mío.
Quiero palabras firmes, tensas, rojas
Que rajen y acaricien, rudas hojas
De arado y de puñal, hechos en frío.

La tierra seca del más hondo estío
En la que roto el corazón arrojas,
Dura semilla que en tu sangre mojas,
Dará, blanda, una espiga de alto brío.

Alma con fuerte vibración de acero,
Con tu gracia de rosa macerada,
Bella te adoro y fiera te prefiero;

Al mediodía de oro árido alzada,
Ruge y ríe y da en rojo al resistero,
Con miradas de flor, iras de espada.

Mi nacimiento

 Anoche me dormí con las estrellas.
Frente a la Cruz del Sur que se inclinaba,
Mi horizonte de sombra se llenaba
De ojos de luz por que tu Luz destellas.

Y nacían de Ti para ser bellas
Todas las cosas que el dolor acaba
De hacer más bellas. Y mi amor amaba,
Para nacer en Ti, morirse en ellas.

Porque fue luz la noche en mi alegría
Y en la quietud de una tormenta el viento
Suaves manos de sangre en que me hundía.

Con fatiga de paz mi pensamiento,
Por astros que soñó, me abre en el día
Sobre el Tuyo sin fin mi nacimiento.

De la vaca Juana

Y bebí leche de la misma teta
De la vaca mansísima que sabe
Que quien la ordeña tiene en sí la clave
Que un misterio en sus ubres interpreta.

Suave mi mano a insinuación secreta,
Brota la leche en el impulso suave
Y un poema del mundo es esta grave
Vaca negra tan mansa y yo el poeta.

Al sentir en mis labios la espumosa
Blancura tibia de un sabor lejano,
Toda mi vida en mi niñez reposa:

Todo se me abre entre un albor de rosa
Mi hermano el cielo y es el cielo hermano
De esta vaca tan quieta y misteriosa.

                .        .        .

Qué terrible pensar que no fue nada
Lo que creímos ser toda la vida!
Qué terrible la rosa defendida
Si solo es esta sombre deshojada!

Si, en pétalos de ceiba, la nevada
Cae en la sangre de la noche herida
Y es noche en cuerpo y alma esta encendida
Ilusión de una espera enajenada.

Qué terrible pensar si no fue nada
Empezar a vivir cuando se muere,
Cegados por la luz de la alborada!

Y decir con la vida ensangrentada:
-No fue ayer nada lo que tanto hoy hiere.
Qué terrible decir que no fue nada!

Cuando en mis manos, Rey eterno, os miro
                                                                          Lope

 Todo, Señor, lo ordenas con medida:
Si a mis ojos humanos se mostrara
Tu Luz, entre su aurora se apagara
La estrellita oscilante de mi vida.

Tu Gloria, de mis manos suspendida,
Al abrirse, mi ser aniquilara:
Sólo me puede ser tu lumbre clara
Bajo esta Forma blanca oscurecida.

Camino hacia tu Ser, pero aún mi sombra,
Ante Ti proyectada, te oscurece:
La sombra de mi cuerpo el Tuyo esconde.

Aún te enturbia mi voz cuando te nombra,
Pero en la sombra siento que amanece
Y que un eco a mi voz en Ti responde.

Sencillo y tuyo

                    A J. C. U.

No quieras olvidar lo que has vivido
No quieras recordar lo que olvidaste
Porque no era vivir lo que no amaste
Su tumba es el recuerdo de un olvido

Si todo es tú lo que de ti ha nacido
Y tú naciste de lo que engendraste
Ni aspires más a lo que no alcanzaste
Ni te eches a morir en lo adquirido

Qué sencillez la de lo tuyo pleno
Qué claridad tan sin complicaciones
La de un amor en todo tan sereno

Por mi pasado breve aspiraciones
Larga esperanza de un futuro lleno
Qué sencillez la de lo tuyo bueno

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