5 poemas de Cédric Demangeot

1 abril, 2025

Traducción de Audomaro Hidalgo

Presentamos cinco poemas en español de Cédric Demangeot (1974–2021), poeta francés cuya obra tensiona el lenguaje hasta el límite. Su primer ciclo poético —Un pozo, Desierto natal y Figuras del rechazo— fue publicado por Fata Morgana entre 1999 y 2001, y reescrito años después como De otro modo contradicho. Fundador de la revista Moriturus, creó un espacio de asfixia para el poema, donde coincidieron voces contemporáneas radicales e inclasificables.

Hay que encontrar la manera
de devolver la palabra a los muertos

Cédric Demangeot

Un hechizo de Haute-Ariège

a Jean-Paul Héraud

A mediodía los hombres descienden
de la montaña hambrientos. Con un gesto,
claro y brutal como seguramente
lo fue una hora antes al destripar al animal,
colocan un feto de jabalí
en el tarro de la cerveza. No hay que masticar,
hay que tragárselo de golpe,
pasa sólo con la cerveza
hasta la oscuridad más abajo.
La cosa del primer vientre arrancada
se hunde en la oscuridad del segundo,
se necesita imaginarla intacta
y verla revivir en otro vientre
y a partir del instante sangriento
dejarla que se forme y que se hinche
en una bolsa de cerveza humana
como una enorme flor gris y rosa
regada con alcohol y roja nieve-
y el otro, en cinco o siete semanas
dará a luz a un cerdo mitológico.

Mi dentista de campo

Años más tarde, en algún lugar
del pantano trasero de Francia,
en este comienzo de milenio, veo
a mi dentista orinar en una bacinica
a dos pasos de mí en un pasillo
tapizado con varios tonos de marrón sucio,
justo antes de romperme la mandíbula
metiéndola entre sus enormes ubres
nunca ordeñadas y diciéndome
que está consciente de ser un buen partido,
que más de una arpía del pueblo
arrastrándose vino a presentarle
un hijo, incluso dos, y que a todos
los echó a la calle y al decírmelo
sus ojos brillan maliciosamente,
luego habla de todos los vecinos
que detesta y de los animales
que tiene en casa, del cuenco de agua tibia
que les deja por las noches de invierno,
de sus gallinas que tienen permiso
de subir a la mesa y de golpe, armada
con varias herramientas medievales
me arranca mi última muela sana
con una risita de perra chillona
o de bruja transformada de princesa en vaca
para mostrar su desprecio por la humanidad.
El día que me llamó «Bocadito»
abriéndome la puerta de su consultorio
fue el último de aquella relación inquietante.
En ocasiones me reprocho esa cobardía.

De «Medusa nudosa»

soy como la bella durmiente
una especie de princesa sin empleo
los hechiceros me drogaron
por cincuenta euros
les orino en la boca
después del cierre de las tiendas
en medio de la noche
me siento un poco sola
no sé llorar sin el alcohol
envío la palabra «SOS» por mensaje
a mis amigos luminosos, los hechiceros
cien veces abusaron de mi virginidad
en un cuarto precioso para ser cierto
«no soy una muñeca»
eso les dije pero no me escuchaban
salvo, quizá, el pequeño, ése que tiene un hueco
en el lugar de la cara.

a veces, en la noche
(pero sólo por la mañana)
a esa hora en que la luz es tan bella
que uno se vuelve tonto,
me siento como un árbol,
me siento como un árbol en guerra,
me siento como un árbol en guerra contra la muerte,
le explico a mis hijos
que hay que fumar mientras se es joven, fumar
tanto como se pueda para expulsar
la nada; bailo
pasando el trapeador en la cocina,
recito a mi perra poemas
en checo, en polaco;
claro, esta noble bestia
comprende todo,
es en esa mirada que conozco
que no soy un árbol sino
ese payaso arruinado,
raspado, radiante, desar
ticulado
de
luz y acosado por
el ruido de este lado del tiempo,
el lado malo.

mi poema es físico,
erección, vértigo o náusea,
un espasmo familiar
que no dice su nombre.

mi verso es rítmico, una
cuerda de bajo tensada
desde la punta del cráneo al
viento del sexo y que se golpea
con un dedo duro
o negro.

mi poema es para mirar (un cuerpo
roto de mujer), es para beber (un
licor fuerte), orinando de risa
solo bajo la luna.

mi verso es una verga y el
poema es ese bello cuerpo pasivo
que adora cada regreso
del órgano que saquea y que invierte
el punto final.

mi poema es fisible.
fracasado y perdido, su cifra de sangre
desemplea las generaciones. mi poema
es infantil, político y mortal.

(Del poeta)

(Los poemas de Cédric Demangeot pertenecen a los libros Une inquiétude, Un enfer y Promenade et guerre, © Éditions Flammarion)

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México, 1983. Es poeta, ensayista y traductor. Ha publicado Los designios de la intemperie (Cuadrivio ediciones, 2024. La traducción al francés de este libro fue finalista en Francia del Prix Mallarmé étranger 2024), Sajadura (Enésima, 2022), Madre saturno (SCT, 2020) y El fuego de las noches (IEC, 2012). Ha traducido Pequeño elogio de la poesía (Circulo de Poesía, 2025) de Jean Pierre Siméon, Medea (Ediciones Cuadrivio, 2022) y La Razón (Ediciones Cuadrivio, 2025) de Pascal Quignard. Preparó la antología El gallo y la serpiente. Poesía francesa actual. 1967-1990. 33 poetas franceses contemporáneos (Circulo de Poesía, México, 2023).