6 poemas de Yolanda Pantin

3 febrero, 2025

Los poemas de Yolanda Pantin presentan un diálogo constante entre lo personal y lo colectivo, lo místico y lo cotidiano. En La poesía, la autora reflexiona sobre la creación poética, la imposibilidad de llenar el vacío inherente al acto de escribir. La poesía se concibe aquí como una tarea incompleta, un «vaso que no se puede llenar», que, a pesar de sus esfuerzos, no logra saciar la necesidad del poeta. Este vacío es central en su obra, como un espacio que se reitera y se renueva en cada poema. En Adentro, la poética de Pantin se adentra en lo mítico y lo histórico, al describir cómo un dios, de ser venerado, es domesticado por el hombre. En Caracas mortal y Herencia, la poeta se enfrenta a la relación entre el individuo y el espacio, ya sea la ciudad o la tierra ancestral. Ambas obras exploran el peso de la memoria, la historia y el deseo, mientras observan el paso del tiempo y sus huellas en los cuerpos y los paisajes. Pantin utiliza estos espacios para interrogar la identidad, la herencia y las huellas dejadas por el pasado. El desgarro emocional es otro tema recurrente en la obra de Pantin. Sonata expresa la necesidad de enterrar el amor perdido, de deshacerse del dolor y los recuerdos para alcanzar una cierta paz. Así, la poesía de Yolanda Pantin, marcada por su introspección y su mirada crítica hacia el mundo, invita a un proceso continuo de cuestionamiento, de excavación profunda en el pasado y el presente, en busca de respuestas que nunca terminan de llegar.

Selección de Leonardo Laverde
(Fundación La Poeteca, Caracas, Venezuela)

LA POESÍA

¿Cuál es la idea
de esta pieza

que he tallado
porque sí?

¿Estos cortes
en el fruto

a punta
de cuchillo?

¿Las horas sin saber
del tiempo

que ha pasado?

¿Cuántos días
con un lápiz,

el pote de betún,
la pulitura?

Lo sé ahora
al escribirlo:

Es un vaso

que no se puede
llenar.

(De El dragón protegido, 2021).

ADENTRO

Érase un dios
que fue

en faenas de soga
domado,

con sangre y
sal, con espuelas,

el brío
atemperado.

De la penumbra
guardada,

en los recintos

donde fue
adorado,

pasó
con bridas

de cuero
a morder

los bocados.

Sobre el asombro
el horror,

de la belleza
el olvido,

todo
lo que supuso

un hálito
divino,

fue
enterrado.

Y ahora,

por la extensión
de la tierra,

va sobre el dios
un hombre

que hizo de un dios
su esclavo.

Para Santos López

(De El dragón protegido, 2021).

CARACAS MORTAL

Las ciudades son eternas

El deseo es loco
y fugaz

En Dallas por ejemplo
ocurrieron hechos históricos

Las ciudades nos recuerdan
postales de 1908

(María Amada y María Cristina
de Güell y Borbón
acodadas a la balaustrada
de la casa de sus padres
mirando pasar la comitiva
real ante sus ojos
en Lisboa
pierden la cabeza
por Carlos II y el Príncipe heredero)

Ciudades invisibles
cuerpos untuosos

Los cuerpos se diluyen
las ciudades son etéreas
por algo existe la Historia

Las historias de amor
son reales y banales
Toledo es inmortal
Toledo es infalible

Tú adoras esas ruinas

ciudades que resisten
dos mil años de gloria

(Está vacía Roma
está sin nadie)

ya ves: Berlín es su metáfora

Hay pisos de amor
casas de lujuria

Hay amor en las ciudades
(en Hamburgo un hombre sorprendió a dos hermanas)

Venecia se hunde

tú adoras esas ruinas
dices: son tan románticas

Ya sé que el tiempo cura todas las heridas
Odio a Venecia

                            es tan frágil

(De La canción fría, 1989).

SONATA

Debo enterrarte de mí

ser bruta con todo
lo aquello que tuvimos

tu cuerpo tocado
como un loco

Voy a tocar tus cabellos
de boca enterrada

todo aquello que perdimos
amor mío

                               el aire los perfiles

Voy a enterrarte de mí
con todos mis recuerdos

                                la vez lejana con mi madre en los rieles

Voy a cavar muy hondo en mi cadáver

Hender la pala en el fruto del cráneo
donde duermes

como una niña inválida

(De La quietud, 1998).

LA SEÑAL (INGRID NOS CUENTA UNA HISTORIA)

Detuvimos el auto
al pie de la ceiba

que habíamos dibujado
sobre el mapa

como lo hubiese hecho un niño
“jugando al muerto”.

La señal

que habíamos entre todos convenido
para advertirnos acerca del peligro,

o para celebrar la belleza
de estos parajes

que atravesábamos
en una caravana de rústicos.

Yo pensé

al ver el pequeño
montículo de piedras

en el camino a sangre
hacia las grandes ciudades,

en las marchas de fauces
y rostros al hueso

de la lepra,

o en el animal
que sigue las huellas

de sus presas

a lo largo
del tendido eléctrico:

hambrunas de carne
humilladas

en el camino inverso
al que nosotros habíamos emprendido
desde Johannesburgo.

Ni hombre
ni bestia,

en este juego
de pistas falsas

y en cierta forma
ingenuas

̶¿no éramos niños
“jugando al tuerto”?

Al levantar la vista
descubrimos

en la ceiba,

la mirada redonda
de un ave

inconmovible,
indescifrable,

como la señal

que alguien había dejado
para nosotros,

al pie del árbol.

(De La épica del padre, 2002).

HERENCIA

I

Pertenezco
a este pedazo de la tierra.

Reconozco como míos
el aire

que fue de mi infancia,

los relatos de mis padres
jóvenes y eternos,

cuando su vista levantó
de estos valles

donde abreva el deseo.

II

Yo soy aquélla en la fotografía,
de pie,

entre el miedo y el deslumbramiento.

Le he sido fiel a su memoria
a cuanto sus ojos recuerdan
de aquel cielo,

al lomo
de los caballos relucientes.

Pero vuelve el recuerdo
de aquella ocasión en que quise sustraerme,

y no hallé lugar que me resguardara
de mis despóticos fantasmas coloniales.

Así me hundo en esa putrefacción cálida,
mientras manos que son de nadie me arrancan del cuerpo.

(De País, 2007).

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Cursó estudios de Letras en la Universidad Católica Andrés Bello. Fue cofundadora del grupo literario Tráfico en 1981 y de la editorial de poesía Pequeña Venecia en 1991. Ha sido invitada a encuentros de poesía y congresos de literatura en numerosos países. En 1989 recibió el premio Fundarte de Poesía. Fue becaria de la Fundación Rockefeller y de la Fundación Guggenheim. En 2015 obtuvo en México el premio Poetas del Mundo Latino «Víctor Sandoval», en 2017 recibió el premio Casa de América (España) y en 2020 el Premio Internacional de Poesía Federico García Lorca. Es autora de los poemarios: Casa o lobo (1981), Correo del corazón (1985), La canción fría (1989), Poemas del escritor (1989), El cielo de París (1989), Los bajos sentimientos (1993), La quietud (1998), El hueso pélvico (2002), Poemas huérfanos (2002), Épica del Padre (2002), País (2007), 21 caballos (2011), Bellas ficciones (2015), Lo que hace el tiempo (2017), El dragón protegido (2021) y Un año y unos meses (2022).