A propósito de Majorana

Javier Sancho Más

– La nueva novela de Javier Argüello nos trae una historia de suspense entre la Mística y la Física Cuántica. Una versión moderna de El nombre de la rosa, tras la pista real de un físico italiano desaparecido.

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Al final de esta novela hay un escalofrío, pero si pueden, y quieren, no se precipiten a esa última página. La frase final, en sí misma, es tan antigua como original, una forma de llamarse. Leída sin las 330 páginas que hay antes no tiene piel, ni escalofríos. Todo forma parte de un conjunto armónico que sólo se revela para quien acepta que es parte del viaje y la aventura espiritual que nos plantea.

Eso se parece a la teoría del físico italiano Ettore Majorana, el fantasma tras el que un periodista de ficción recorre los alrededores y el interior de Nápoles. Ese periodista de ficción, Ernesto Aguiar, es enviado por un periódico de Barcelona para completar las informaciones del descubrimiento del bosón de Higgs en el acelerador de partículas del Centro Europeo de Investigación Nuclear (CERN). Le encargan un despiece sobre uno de los más originales precursores de la Física Cuántica de nuestro tiempo, Majorana, un científico brillante capaz de resolver en unas horas ecuaciones que para otros colegas tomaban años de estudio.

El extraño caso de Majorana empieza así:

“La tarde del 25 de marzo de 1938, Ettore Majorana abandonó su habitación en el hotel Albergo Bologna y bajó hasta el puerto de Nápoles para embarcarse con destino a la ciudad de Palermo, en Sicilia. Antes de hacerlo redactó dos cartas, una dirigida al director del Instituto de Física en el que impartía clases –el profesor Carrelli- y otra destinada a su familia. En ambas dejaba traslucir claras intenciones de acabar con su vida. La primera era más específica… a las once de la noche saltaría por la borda del ferry en el que viajaba y se perdería en el mar”.

Pero al día siguiente, en otro telegrama, Majorana volvía a escribir disculpándose con el argumento de que “el mar le había rechazado” y que por lo tanto, volvería sano y salvo. Pero esta vez, no regresó jamás. ¿Qué ocurrió con él? ¿Volvió a intentar el suicidio o simplemente fingió su desaparición?

Javier Argüello (1972) es escritor y periodista argentino, nacido en Chile y radicado en Barcelona, donde imparte talleres de Narrativa en el Ateneu, cuenta ya con un libro de relatos un ensayo y dos novelas en la mochila, esta última publicada por Random House. Majorana se convirtió en materia literaria cuando lo descubrió en un artículo acerca de su desaparición. En el diario, aparecía además una testigo de Buenos Aires, doña Blanca Mora de Araujo que aseguraba frecuentar a Majorana desde hacía años en la capital argentina. Esa testigo era ni más ni menos que la viuda del Nobel guatemalteco Miguel Ángel Asturias y tía abuela del autor de esta novela, Javier Argüello.

Argüello llevaba un tiempo interesado en la Física Cuántica, en la que ve una forma de Mística, y cómo no, de propuesta literaria y espiritual, algo que acompaña en su trayectoria vital. Como periodista pudo haberse dedicado a las colaboraciones con secciones culturales, pero prefirió especializarse en viajes. Y sobre todo, largos viajes en el mar que le han llevado hasta lugares tan remotos como el Antártico.

Fue en el mar donde Argüello descubrió su Dios. Para él, es la revelación de sentirse uno en todo. No separado. Como descubrió en su ensayo La música del mundo, la forma en que desde los mitos griegos se ha ido construyendo el relato de nuestra identidad nos desgajado de ese Todo, que él descubrió en alta mar, estando solo en la cubierta de un velero. Sin embargo, Argüello no es un hombre religioso. Sólo espiritual.

Si el Renacimiento fue una reivindicación de todas las posibilidades del ser humano, de ahí la irrupción de la mística cristiana y musulmana, además de los genios artísticos y del pensamiento, las contrareformas posteriores y todos los acontecimientos que desembocan en la Revolución Industrial contribuyeron al afán de especialización, desgajamiento y división de toda materia de interés humano. El mundo de hoy, como se observa en las nuevas metodologías de la Educación, reclama una vuelta a los principios humanísticos. Y ahí es donde entra en juego, aunque no lo parezca, la Física Cuántica.

Según el autor italiano Leonardo Sciascia, que también se interesó por el caso de su compatriota Ettore Majorana, este se habría suicidado por el horror de haber vislumbrado las consecuencias de las investigaciones de la Física de su tiempo que derivaron en la fisión nuclear y en la bomba atómica posteriormente. Para Sciascia, Majorana había contemplado el fin del mundo y por eso quiso marcharse.

Sin embargo, Argüello piensa que es plausible la idea de que Majorana se fuera a Argentina y allí, como la tía abuela de Argüello contó, se inventó otra vida. Un ingeniero sin más. En cualquier caso, la forma en que el físico italiano desapareció era coherente con sus hallazgos científicos, los cuales para un neófito como somos los periodistas y escritores, se podrían resumir en que una misma partícula puede ser y no ser al mismo tiempo, y su realidad sólo cobra sentido cuando se observa en su conjunto. Majorana desapareció. Ese es el hecho. Quien quiso pensarlo vivo, tiene argumentos e indicios para ello. Quien quiso pensarlo muerto, también. Lo demás, es la literatura.

Y la literatura de Javier Arguello es trabajada, con un resultado nítido. Claras las influencias de Borges y Pirandello, como la de los cuentos fantásticos ingleses. La novela, a veces, avanza en el límite de lo sentencioso, pero en su mayor parte, es una aventura detectivesca y espiritual que se debería leer cuando uno esté preguntándose por la propia identidad, a los 20, a los 40 o a los 70. No importa. La propuesta es volver a las preguntas de la infancia y no vivir fingiendo que esas preguntas fueron respondidas. Al final de la novela, les prometo, hay una respuesta, y ahí está el escalofrío. Es para disfrutarlo. Buen viaje.