Ruth Cubillo
Ruth Cubillo

Bienvenidos a Incaland, de David Roas: entre lo mágico, lo fantástico y lo ominoso

30 marzo, 2015

Ruth Cubillo

– Según la apreciación de la Doctora en Literatura, Ruth Cubillo, el libro Bienvenidos a Incaland, del catalán David Roas¹ -escritor y catedrático del Literatura comparada en la Universidad Autónoma de Barcelona-, contiene once relatos cuyo sustancia transita en terrenos abonados por la fantasía, aunque reconoce la dosificación de asuntos más allá de esa temática, circunscritos en una dimensión en la cual Roas hace “ocurrir cosas que no se experimentarían en la realidad efectiva”. Roa como conocedor del género, nos informa la Doctora Cubillo, sitúa sus personajes y acciones en el paisaje de la república del Perú, hecho que le suma otros condimentos de extrañeza y misterio al libro, dado su origen europeo.


david roas

David Roas

Esta colección de once relatos escrita por David Roas, publicada en noviembre de 2014 por la editorial española Páginas de Espuma, produjo en mí como lectora, sentimientos encontrados, pues en pocas páginas logró hacerme pasar por una gama amplia y diversa de matices y emociones, desde la risa hasta la angustia e incluso la ominosidad. El libro cuenta con una corta y estupenda presentación de Fernando Iwasaki que -¿cómo no?-, introduce con un epígrafe de H.P. Lovecraft; Iwasaki logra, en escasas tres páginas, presentarnos al Roas académico y al Roas escritor de ficción; ubicar a Roas como heredero directo de (relaciones intertextuales, diríamos hoy los profesores de literatura) Poe, Lovecraft y Hoffmann, entre otros, e interesarnos en la lectura del libro.

Cuando iniciamos la lectura de Bienvenidos a Incaland, el narrador nos propone acompañarlo en su viaje a Perú, un viaje anhelado desde hace mucho tiempo por él, cuyas impresiones quiere transmitirnos con cierto detalle. ¿Será entonces que estamos ante un libro de viajes, descriptivo y con intenciones realistas? Pronto nos damos cuenta de que, si bien, algo de esto hay, el asunto va mucho más allá.

Resulta interesante que en el prólogo o Maniobras de aproximación, nos encontramos con un narrador omnisciente, es decir, alguien que nos habla en tercera persona del que será el protagonista de todos los relatos; aunque no nos dice su nombre, sí nos cuenta que se trata de un hombre de 43 años, que realiza por primera vez solo un viaje turístico, y se dirige a Lima, Perú. Es también en el prólogo donde nos damos cuenta de que este hombre tiende a sufrir “irracionales accesos de pensamientos mágicos”, pues emplea “la ficción como medida de todas las cosas”, “como escala para asumir e interpretar el mundo” (Roas, 2014:23-24). Este dato será de gran relevancia para el lector atento, pues permite comprender por qué, al ingresar a la habitación 201 del hotel de Lima donde se aloja, el protagonista traspasa un umbral hacia otra realidad, acción que resulta indispensable en todo relato fantástico. ¿Será entonces que nos encontramos ante una colección de relatos fantásticos? De nuevo, aunque mucho de esto hay, el asunto va más allá.

Por otra parte, en el epílogo o coda, intitulado Todo tiene un final, el narrador omnisciente no se dirige ahora a nosotros, humildes lectores, sino que le habla directamente al protagonista, en segunda persona: “Las últimas horas en Lima las has ocupado (…) en un banquete con los amigos (…) Y sin tiempo para más, te has metido en un taxi (…) Casi sin darte cuenta has llegado al aeropuerto” (Roas, 2014:137) Como que ya este narrador sabelotodo le ha tomado confianza a nuestro protagonista y no logra hablar de él en la acostumbrada tercera persona. En este epílogo, que obviamente coincide con el final del viaje, el narrador traspasa de nuevo el umbral, pero en sentido contrario: “El viaje ha terminado. Hay que volver a casa, regresar al otro lado del espejo” (Roas, 2014:137)

Ahora bien, los once relatos que componen el cuerpo del libro se acomodan según la ubicación geográfica del narrador: seis en Lima; tres en Cusco, y dos en Machu-Picchu. En todos ellos, el narrador protagonista nos va contando sus impresiones de viaje, es decir, conocemos las mencionadas ciudades peruanas desde la perspectiva de este hombre europeo de 43 años, quien no quiere parecer turista y que mira con ojos críticos a la caterva de turistas europeos y norteamericanos que visitan aquellos lugares con aires de superioridad y que insisten en usar los chullos (gorros de lana típicos de la región andina) aun cuando el calor resulta agobiante. Nuestro protagonista es diferente, quiere ser diferente y se esfuerza por ser diferente; sin duda, sus lecturas sobre postcolonialismo y otras teorías (que él mismo menciona en ciertos momentos del relato) le permiten ver el mundo desde otro punto de vista.

Ahora bien, en varios de los relatos encontramos elementos de realismo mágico, muchos de ellos contados en clave irónica, como en El efecto túnel, donde nos narra su primer viaje en taxi en la ciudad de Lima, experiencia que resulta alucinante e incluso atemorizante para un español como él, o bien en Walk on the wild side, donde nos cuenta cómo él y un par de amigos peruanos deciden robar la máquina de escribir de Mario Vargas Llosa, la cual se encontraba en exhibición en la Casa Museo O’Higgins. También podemos mencionar Anomalías y Extraños en un tren, relatos donde el protagonista nos narra la “curiosa” y “peculiar” experiencia de viajar en tren desde Cusco hasta Machu Picchu y viceversa.

Otros relatos nos sumergen más bien en el ámbito de lo fantástico; por ejemplo, Welcome to Incaland, donde el narrador pasea por las calles de Cusco, que están repletas de turistas, y de pronto tiene la terrible sensación de que todos ellos son zombies: “¿Todos los turistas somos zombies? Yo no lo soy. O todavía no me he enterado. Aunque resulta absurdo que la zombificación sólo afecte a los foráneos. Puede que se trate de un virus endémico de Cusco al cual ya serían inmunes los habitantes de la ciudad” (Roas, 2014:80).

Hay dos relatos, Universos paralelos y Zona de penumbra, que a mí como lectora me llevaron al ámbito de lo ominoso, y aquí me estoy refiriendo a lo que entiende Sigmund Freud por ominoso en su texto de 1919. Es fundamental retomar la distinción que Freud establece entre lo ominoso del vivenciar (de la vida cotidiana, de la realidad) y lo ominoso literario o ficcional.

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Por razones obvias, me interesa retomar la definición que brinda este autor acerca de lo ominoso ficcional: “es mucho más rico que lo ominoso del vivenciar: lo abarca en su totalidad y comprende por añadidura otras cosas que no se presentan bajo las condiciones del vivenciar. La oposición entre reprimido y superado no puede transferirse a lo ominoso de la creación literaria sin modificarla profundamente, pues el reino de la fantasía tiene por premisa de validez que su contenido se sustraiga del examen de realidad (…) La situación es diversa cuando el autor se sitúa en apariencia en el terreno de la realidad cotidiana, entonces acepta todas las condiciones para el génesis del sentimiento ominoso, válidas en el vivenciar, y todo cuanto en la vida provoca ese efecto lo produce asimismo en la creación literaria. Pero también en este caso puede el autor acrecentar y multiplicar lo ominoso mucho más allá de lo que es posible en el vivenciar, haciendo que ocurran cosas que no se experimentarían -o sólo muy raramente- en la realidad efectiva. En alguna medida nos descubre entonces en nuestras supersticiones, que creíamos superadas; nos engaña, pues habiéndonos prometido la realidad cotidiana se sale de ella. Reaccionamos ante sus ficciones como lo hubiéramos hecho ante unas vivencias propias; cuando reparamos en el engaño ya es demasiado tarde, ya el autor ha logrado su propósito. (…)” (Freud, 1919)

Pues bien, en Universos paralelos el narrador protagonista se halla perdido en las calles de Lima, concretamente en el barrio de Miraflores, donde se encuentra su hotel. Se trata de una zona que durante su estancia en Lima él ha recorrido varias veces, pero aun así no logra ubicarse espacialmente; esto lo hace pasar del enojo a la paciencia, del miedo a la angustia, de la esperanza a la desolación. Comienza a tener recuerdos de su niñez, cuando una vez estuvo perdido en la playa de Arenys de Mar, y le viene a la memoria el miedo infantil. Sigue dando vueltas y más vueltas, vuelve sobre sus pasos, pasan muchas horas de la madrugada, pero no encuentra el hotel. Parece encontrarse en un universo paralelo, similar al universo que corresponde a su realidad, pero no igual. Esta sensación de estar perdido y de retornar muchas veces a un mismo lugar es descrita por Freud como ominosa.

Por otra parte, en Zona de penumbra, el protagonista está en su tercer día en Cusco y decide visitar las ruinas de Saqsaywamán. Al llegar a este lugar comienza a ascender por las diversas plataformas que conforman este sitio. Al llegar a lo más alto, y después de atravesar un nuevo umbral, se produce una variación de luz porque el sol es tapado por una gran nube, y de repente se encuentra en otro universo paralelo, ante sus ojos se desdibuja la realidad conocida y aparece una diferente. En palabras del narrador: “Muros y construcciones que antes no estaban ahí. No es un error de percepción provocado por la escasa luz. Lo comparo con el dibujo reproducido en mi guía y resulta evidente que Saqsaywamán es ahora más grande. Como si hubieran proyectado un holograma sobre las ruinas que antes he contemplado. Pero las nuevas piedras –acabo de comprobarlo- son tan sólidas como las originales. Un espejismo en roca maciza.” (Roas, 2014:101).

Así como en Universos paralelos el narrador se encontraba perdido en el espacio, en Zona de penumbra se halla perdido en el tiempo, por decirlo de algún modo, pues todo parece indicar que se ha transportado al momento histórico en el cual Cusco está siendo atacado por el colonizador invasor. Lo ominoso aquí es la sensación de reconocer los lugares, pero aun así saberse perdido, pues el narrador se encuentra solo, sin los ruidos turistas a su alrededor y sin nada que lo amarre a su presente: “Siento una sutil amenaza que no logro definir. La imagen de esta monstruosa fortaleza despierta en mi cerebro sugerencias siniestras.” (Roas, 2014:103)

Por último, tengo que mencionar a la llama (o alpaca) que acompaña al protagonista prácticamente durante todo el viaje y que, incluso, ocupa el lugar el Roas en la fotografía de la solapa del libro; pero no deseo referirme ahora a la compleja relación que surge entre este animal y el narrador, la cual, al igual que esta colección de relatos, oscila entre lo mágico, lo fantástico y lo ominoso. Es preferible que cada lector se adentre en el texto y juzgue por sí mismo.


1. David Roas (Barcelona, 1965) es profesor de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada en la Universidad Autónoma de Barcelona, España. Es autor del libro de microrrelatos «Los dichos de un necio» (1996), las novelas «Celuloide sangriento» (1996) y «La estrategia del Koala» (2013), los volúmenes de cuentos y microrrelatos «Horrores cotidianos» (2007) e «Intuiciones» y delirios» (2012), y el libro de crónicas humorísticas «Meditaciones de un arponero» (2008). En 2010 publicó el libro de cuentos «Distorsiones», que recibió el Premio Setenil al mejor libro de cuentos del año. Como especialista en literatura fantástica, ha escrito numerosos ensayos sobre esta temática. Es director del Grupo de Estudios sobre lo Fantástico (GEF) y de Brumal. Revista de Investigación sobre lo fantástico.

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Costa Rica.
Es Bachiller en Filología Española y Máster en Literatura Latinoamericana por la Universidad de Costa Rica. Doctora en Literatura Española por la Universidad Autónoma de Barcelona, España. Profesora catedrática de la Escuela de Filología, del Posgrado en Literatura y del Posgrado en Historia de la Universidad de Costa Rica. Coordinadora del Programa de Investigaciones en Literatura Comparada de la Escuela de Lenguas Modernas de la UCR.

Ha publicado artículos especializados sobre literatura española y costarricense, y sobre teorías de género y literatura en diversas revistas tales como la Revista Káñina, la Revista de Filología y Lingüística, la Revista Reflexiones, la Revista de Historia, la Revista Iberomericana, la Revista de Historia de América y otras.

Ha publicado capítulos en diversos libros, así como dos libros en la Editorial de la Universidad de Costa Rica: Mujeres e identidades. Las escritoras del Repertorio Americano (1919-1959), en el 2001, y Mujeres ensayistas e intelectualidad de vanguardia en la Costa Rica de la primera mitad del siglo XX, en 2011.

Actualmente se encuentra investigando sobre las concepciones de pobreza y exclusión social en la literatura costarricense de 1890 en adelante.