franklin caldera

La música que viene de ninguna parte*

20 mayo, 2015

Franklin Caldera

– Durante mi presentación en el Autor y su Obra hace tres años (agosto de 2012), mi buen amigo Joaquín Absalón Pastora, periodista y musicólogo, me pidió una breve reseña sobre la música en el cine. Partiendo de esa sugerencia elaboré una pequeña monografía sobre lo más destacado de este tema sumamente amplio. Todas las películas incluidas han sido vistas en Nicaragua (la mayoría en salas de estreno; algunas en cineclubs o salas de arte y ensayo; otras por televisión o a través de los servicios culturales de las embajadas, especialmente las de Francia, EE.UU., Cuba y Rusia).

*[Una versión de este trabajo reducida por motivos de espacio –el resumen de lo resumido – fue publicada en la Prensa Literaria el 2 de octubre del 2014, en celebración del Día Internacional de la Música].


CINE MUDO

En la época del cine silente (1895-1930), muy pocas películas tenían sus propias partituras. Pianistas y orquestas tocaban composiciones conocidas, según las emociones expresadas en la pantalla. El pianista y compositor nicaragüense Carlos Tünnermann López formó su propio cuaderno de partituras  (Verdi, Tchaikovski, etc.) para tocar en el cine.1

Algunas notables excepciones son las partituras de Camille Saint-Saëns para El  asesinato del duque de Guisa (1908, Francia); Joseph Breil para filmes de David W. Griffith (Intolerancia, 1916; EE.UU.) o Gottfried Huppertz para clásicos del expresionismo alemán: Los nibelungos (1924) y Metrópolis (1925) de Fritz Lang.

El danés Jacob Gade compuso el tango Jalousie para el estreno en el Palads Cinema de Copenhagen de la película Don Q, el hijo del zorro (1925, EE.UU.; con Douglas Fairbanks). Es el tango que bailan Peter Ustinov y Olivia Hussey en el filme británico, Muerte en el Nilo (1978),  basado en una novela de Agatha Christie.

PRIMER AUGE: URSS, INGLATERRA, HOLLYWOOD

La música compuesta para el cine alcanzó su auge con las partituras de Sergei Prokófiev para los filmes soviéticos de Sergei Eisenstein, Alejandro Nevski (1938) e Iván el terrible (1944; ambos con Nikolai Cherkasov); y las del austriaco Erich W. Korngold para películas de aventuras dirigidas por Michael Curtiz en Hollywood y protagonizadas por Errol Flynn: El Capitán Blood (1935), Las aventura de Robin Hood (1938) y El halcón de los mares (1940).

En el Reino Unido, Richard Addinsell compuso el célebre Concierto de Varsovia para El escuadrón suicida (1941) de Brian Desmond Hurst (con Anton Walbrook). Y el vienés Antón Karas marcó definitivamente El tercer hombre (1949) de Carol Reed, con su tema de Harry Lime (Orson Welles), tocado en cítara. En este filme se escucha en una breve secuencia (con ritmo de rumba rápida) la canción Managua, Nicaragua, música del estadounidense Irving Fields (letra de Albert Gamse; letra en español del boricua Pepe Arvelo), popularizada por Guy Lombardo y sus Royal Canadians en 1946 (contrario a lo que se ha publicado recientemente, la canción no es la música de fondo de la película).

La música de la época clásica de Hollywood fue compuesta mayoritariamente por inmigrantes europeos, que aportaron la influencia de grandes compositores como Schubert, Tchaikovski, Verdi, Puccini, Debussy o Richard Strauss (poemas sinfónicos), además de música popular-tradicional (música judía, polkas, valses, etc.).

El húngaro Max Steiner es autor del tema de Tara para la producción de David O. Selznick, Lo que el viento se llevó (1939). Elmer Bernstein compuso la imponente música de Los diez mandamientos (1956) de Cecil B. DeMille; y Leonard Bernstein (sin parentesco con el anterior) afianzó la influencia del jazz en el cine –iniciada por Alex North y el jazz-sinfónico de Un tranvía llamado Deseo (1951)– con la partitura para Nido de ratas (1954). Ambos filmes fueron dirigidos por Elia Kazan (y protagonizados por Marlon Brando). Gran renombre alcanzó el húngaro Miklós Rózsa, sobre todo por la música de fondo de El Cid (1961), producida en España por Samuel Bronston.

 Rock Around the Clock (de James Myers y Max Freedman), interpretada por Bill Haley y sus cometas en Semilla de maldad (Blackboard Jungle, 1955) de Richard Brooks (con Glenn Ford), dio inicio al predominio de la música rock/pop en el cine.

Bandas sonoras con canciones rock/pop que marcaron época incluyen la de los Beatles para el filme británico A Hard Day’s Night (1963) de Richard Lester; la de Roger McGuinn (The Ballad of Easy Rider), Jimi Hendrix, Robbie Robertson (The Band), Hoyt Axton y Mars Bonfire (Born to be Wild, interpretada por Steppenwolf) para Busco mi destino (Easy Rider, 1969) de Dennis Hopper (con Peter Fonda); la de Paul Simon (de Simon & Garfunkel) para El Graduado (1967; EE.UU.) de Mike  Nichols (con Dustin Hoffman); y la de Barry, Robin y Maurice Gibb (los Bee Gees) para Fiebre de sábado por la noche (1977) de John Badham (con John Travolta).

Cierran el ciclo de grandes compositores de Hollywood, el inglés John Barry (Desde Rusia con amor, Goldfinger, Nacida libre, África mía); y el neoyorquino John Williams (La guerra de las galaxias, Superman), compositor favorito de Spielberg (Tiburón, Amistad) y autor de la música de las tres primeras películas de “Harry Potter”.

UNA CANCIÓN PARA RECORDAR

La canción emblemática de la época clásica del Hollywood es Sobre el arco iris (1940) de Harold Arlen y E.Y. Harburg, cantada por Judy Garland en El mago de Oz (1939). Otras canciones memorables de la misma época son: When You Wish Upon a Star (de Leigh Harline y Ned Washington), cantada por Cliff Edwards (voz de Pepe el grillo) en el filme  de dibujos animados, Pinocchio (1940) de Watl Disney; o Love Is a Many-Splendored Thing (de Sammy Fain y Paul Francis Webster) de Angustia de un querer (1955), con William Holden y Jennifer Jones (sobre novela autobiográfica de la médica china Han Suyin).

Una curiosidad fílmica es el tema de The High and the Mighty (1954), compuesto por Dimitri Tiomkin y silbado por John Wayne (en realidad, a quien escuchamos es a Muzzy Marcellino, silbador profesional).

La última canción memorable para el cine, en el siglo XX, fue Mi corazón seguirá latiendo de James Horner y Will Jennings, interpretada por la canadiense Celine Dion en Titanic (1997) de James Cameron (con Kate Winslet y Leonardo DiCaprio).

CANCIONES RELACIONADAS CON PELÍCULAS

En 1956, los italianos Tata Giacobetti y Antonio Virgilio Savona compusieron la canción Ricordate Marcellino, dedicada al niño Pablito Calvo, protagonista del filme español Marcelino Pan y Vino (1954) de Ladislao Vajda (basado en la novela de José María Sánchez Silva). La canción fue lanzada al mercado en la voz de Piero Giorgetti con la orquesta de Renato Carosone, simultáneamente con la película (muchos espectadores se decepcionaron al no escucharla en la pantalla).

marcelino

Este es el mismo caso de La balada de Bonnie & Clyde compuesta por los británicos Mitch Murray y Peter Callander e interpretada por Georgie Fame, inspirada en el filme estadounidense de Arthur Penn, Bonnie y Clyde (1967; con Warren Beatty y Faye Dunaway).  En el filme escuchamos la melodía género “bluegrass” de 1949, Foggy Mountain Breakdown, interpretada por Lester Flatt y el autor de la pieza, Earl Scruggs (tocando el banjo).

TRAGEDIAS GRIEGAS

Dos melodías griegas recorrieron el mundo: La canción Los niños del Pireo de Manos Hadjidakis para Nunca en domingo (1960) de Jules Dassin (cantada y bailada por Melina Mercouri, descalza); y la danza sirtaki de Mikis Theodorakis, que Anthony Quinn y Alan Bates bailan, en la playa de Stavrós (Creta), en Zorba el griego (1964) de Michael Cacoyannis.

 CADA DIRECTOR CON SU COMPOSITOR

Hay compositores cuyas melodías se vuelve elemento constitutivo del cine de un realizador: Fumio Hayasaka: Rashomon (1950) y Los siete samurai (1954) del japonés Akira Kusosawa (ambas con Toshiro Mifune); Nino Rota: La strada,(1954; con Giulietta Masina), Ocho y medio (1963; con Marcello Mastroianni) y Amarcord, (1973; con Magali Noël), del italiano Federico Fellini; Bernard Herrmann: Vértigo (1958; con James Stewart y Kim Novak) y Psicosis (1959; con Anthony Perkins) del británico Alfred Hitchcock (ambos filmes rodados en Hollywood); Ravi Shankar: La trilogía de Apú del indio Satyajit Ray; Maurice Jarre: Lawrence de Arabia (1963; con Peter O’Toole) y Dr. Zhivago (1965; con Omar Sharif) del británico David Lean (cuando el periodista nicaragüense Julio Vivas Benard pidió durante una gira por Moscú a unos músicos callejeros que le tocaran el popular Tema de Lara –del Dr. Zhivago–, le contestaron que esa melodía estaba prohibida «por reaccionaria»)2 ; Zbigniew Preisner: Trilogía tres colores (1993-94): Azul (con Juliette Binoche), Blanco (con Julie Delpy) y Rojo (con Irène  Jacob) del polaco Krzysztof Kieslowski.

Rota es célebre también por los fondos musicales de El gatopardo (1963; Italia) de Luchino Visconti (con Burt Lancaster), Romeo y Julieta (1968; Italia) de Franco Zeffirelli (con Leonard Whiting y Olivia Hussey) y El Padrino (1972; EE.UU.) de Francis Ford Coppola (con Marlon Brando y Al Pacino).

Y es imposible hablar de los spaghetti westerns de Sergio Leone protagonizados por Clint Eastwood (Por un puñado de dólares, 1964; Por unos dólares más, 1965; y El bueno, el malo y el feo, 1966) y no silbar las melodías cabalgantes de Ennio Morricone.

 DESDE FRANCIA CON AMOR

A comienzos del sonoro, René Clair dirigió Bajo los techos de París (1930), construida alrededor de la canción de Raoul Moreti y René Nazelles; cantada (en las calles de París) por el protagonista, Albert Préjean.

La melancólica trompeta de Miles Davis que acompaña a Jeanne Moreau en su ronda nocturna por París en Ascensor para el cadalso (1958) de Louis Malle, anunció el inicio de la Nueva Ola francés. Pero el compositor emblemático de ese movimiento renovador fue Georges Delerue: El fondo musical de Jules et Jim (1962) de Françoise Truffaut (con Jeanne Moreau, Oskar Werner y  Henri Serre), es su obra maestra.

A Michel Legrand debemos las composiciones de un filme totalmente cantado, Los paraguas de Cherburgo (1964) de Jacques Demy, en el que Catherine Deneuve y Nino Castelnuovo (doblados por Danielle Licari y José Bartel) cantan Je ne pourrais jamais vivre sans toi. Otra canción popular de este filme es Recit de Cassard (Georges Blaness, dobló la voz del actor Marc Michel).

Francis Lai afianzó el giro de la Nueva Ola hacia un cine más comercial con el tema de Un hombre y una mujer (1966) de Claude Lelouch (con Anouk Aimée y Jean Louis Trintignant).

Y envuelta en fabulosos colores, la banda sonora de Yann Tiersen para Le fabuleux destin d’Amélie Poulain (2001) de Jean-Pierre Jeunet (con Audrey Tautou) insertó las corrientes nueva-oleras en el siglo XXI y le meta-modernidad.

INTERLUDIO IBEROAMERICANO

El maestro Manuel Esperón compuso música y canciones para más de 400 películas mexicanas, algunas inolvidables, como Vendo Placer (letra de Ricardo López Méndes), cantada por Lina Boytler en La mujer del puerto (1933) de Arcady Boytler (con Andrea Palma), y el primer bolero-ranchero, Amorcito corazón (letra de Pedro de Urdimalas) que desempeña un papel central en Nosotros los pobres (1948) de Ismael Rodríguez (con Pedro Infante y Blanca Estela Pavón).

La época de oro del cine mexicano nace con el éxito internacional de Allá en el rancho Grande (1936) de Fernando de Fuentes, que incluye el célebre duelo de coplas entre Tito Guízar y Lorenzo Barcelata (autor de las coplas).

El laureado filme Orfeo Negro (1959) de Marcel Camus, rodado en Río de Janeiro, basado en la pieza teatral Orfeo de la Concepción (1954) de Vinicius de Moraes, incluye canciones compuestas especialmente para la película: A Felicidade, de Antonio Carlos Jobim y V. de Moraes; Samba de Orfeo y el bossa nova Mañana de Carnaval de Luiz Bonfá (ambas composiciones con letra de Antonio María), cantado por Breno Mello (Orfeo), doblado por Agostinho dos Santos.

El cubano Leo Brouwer es autor de las partituras de Lucía (1968) de Humberto Solás; Alcino y el cóndor (1983) del chileno Miguel Littín (rodada en Nicaragua) y Como agua para chocolate (1992) del mexicano Alfonso Arau. Randall Watson (oriundo de Bluefields, Nicaragua) hizo la música (mezcla de jazz y ritmos caribeños) para El espectro de la guerra (1989) del nicaragüense Ramiro Lacayo Deshón.

Tangos, el exilio de Gardel (1985), contiene la canción Tango de papel compuesta por el realizador del filme, el argentino Fernando E. Solanas (cantada por Roberto Goyeneche y Gabriela Toscano), himno a la libertad individual («Un país donde valga tu opinión, aunque seas un ratón») que contrasta con el maximalismo tercermundista de su mítico documental, La hora de los hornos (1968).

INSTRUMENTALES CONVERTIDOS EN CANCIONES

El tema (instrumental) de Terry, compuesto por Charles Chaplin para su película Candilejas (1952; EE.UU.), fue popularizado posteriormente como canción bajo el título de Eternally (letra de Geoffrey Parsons y John Turner; versión en español del veracruzano Mario Molina Montes). Parsons y Turner son también autores de la letra de Smile / Sonríe (uno de los grandes éxitos de Nat King Cole), sobre la melodía de Chaplin para Tiempos modernos (1936; EE.UU.) El brasileño Roberto Carlos escribió la letra en español para su álbum Sonríe.

Dick Haymes (nacido en Argentina) llevó a los primeros lugares del hit-parade la canción Laura (con letra de Johnny Mercer), basada en el tema instrumental compuesto por David Raksin para la película del mismo nombre (con Gene Tierney), dirigida por Otto Preminger en 1944; y la música de la canción Ruby (letra de Mitchell Parish), inmortalizada por Ray Charles, es el tema rector de Ruby Gentry (1952; EE.UU.) de King Vidor (con Jennifer Jones y Charlton Heston), compuesto por Heinz Roemheld (y tocado con armónica por Richard Hayman).

Modelle in Blu, composición instrumental de Riz Ortolani y Nino Oliverio para el documental Mondo Cane (Perro mundo, 1962; Italia), fue lanzada como canción con letra de Marcello Ciorciolini (Ti guardero nel cuore, cantada por Katyna Ranieri, esposa de Ortolani); y en inglés, con letra de Norman Newell (y el título de More/Más, popularizada por Bobby Darin y otros crooners).

El tema de amor de Nuovo Cinema Paradiso (1988; Italia) de Giuseppe Tornatore, compuesto por Andrea Morricone (es la melodía que escuchamos cuando Jacques Perrin llora ante los trozos de películas censurados que le heredó el proyeccionista Alfredo, magistralmente interpretado por Phillippe Noiret), fue utilizado para la canción Profumo di limone, cantada por la neozelandesa Hayley Westenra (con letra de Ennio Morricone, padre de Andrea y autor del tema principal del mismo filme).

 MÚSICA DE CINE PROVENIENTE DE OTROS MEDIOS

Hay canciones para otros medios que técnicamente y para fines de premiaciones no se consideran música de cine, como las canciones de películas basadas en musicales de Broadway (Amor sin barreras, La novicia rebelde, Cabaret, Los miserables, etc.). Gigi (1958) de Vincente Minnelli, es una de las pocas comedias musicales compuestas (por Lerner y Loewe, autores de Mi bella dama) directamente para la pantalla. Por eso la canción Gigi, intepretada por Louis Jourdan, pudo ganar un Oscar.

gigi

Es  frecuente utilizar en el cine canciones de compositores populares célebres, como Cole Porter, George Gershwin, Agustín Lara (Pedro Vargas canta Aventurera en la película del mismo nombre dirigida en 1949 por Alberto Gout; con Ninón Sevilla), Maria Grever (autora de Te quiero dijiste que el colombiano Carlos Ramírez canta a Esther Williams al borde de una piscina en Escuela de sirenas), Charles Trenet (su Que-reste-t-il de nous amours se escucha en los títulos de crédito de Besos robados de Truffaut) y tantos otros (algunos de estos compositores hicieron, ocasionalmente, música directamente para el cine).

A esta categoría pertenecen los cuplés y pasodobles del Maestro Padilla, recuperados en los filmes españoles con Sarita Montiel (El último cuplé, La violetera); As Time Goes Bye, de Herman Hupfeld, cantada por Dooley Wilson para amenizar el romance de Humphrey Bogart e Ingrid Bergman en Casablanca,(1942); y Senza Fine de Gino Paoli, interpretada, en italiano, por Connie Francis en El vuelo del fénix (1965) de Robert Altman (la canción la escucha un joven moribundo –Gabriele Tinti– en un radio, en medio del desierto, ante la mirada conmovida de James Stewart, Richard Attenborough y Ernest Borgnine).

Patricia (1958), mambo-swing del cubano Dámaso Pérez Prado, se escucha (al órgano) en una secuencia playera y durante el striptease de Nadia Gray en La dolce vita (1960) de Fellini (contrario a lo que piensa mucha gente, Anita Ekberg no lo baila en ese filme). La escultural Jane Russell baila (y Gilbert Roland silva) la versión de Pérez Prado de Cerisier rose et pommier blanc (Cerezo rosa) del catalán Louiguy (Louis Giglielmi, coautor de la música de La vie en Rose) en La sirena del caribe (Underworld!, 1955; EE.UU.), producida por el enigmático multimillonario Howard Hughes.

Fascinación es un valse titulado originalmente Liebeszauber, compuesto en 1904 por el italiano Dante Palade (Fermo Dante) Marchetti. En 1905 Maurice de Féraudy le puso letra en francés para la cantante Paulette Darty. Ha sido utilizado en muchas películas, entre ellas Las maniobras del amor (1955; Francia) de René Clair (con Michèle Morgan y Gérard Philipe), y elevada a los primeros lugares del hit-parade por Jane Morgan (con letra en inglés de Dick Manning) a raíz de su inclusión (como instrumental) en Amor en la tarde (1957; EE.UU.) de Billy Wilder (con Audrey Hepburn –en este filme también figura prominentemente la Sinfonía N.o 88 de Haydn).

 Le long de la Seine de Georges Auric y Jacques Larue, fue cantada (con letra en inglés de Paul Dehn) por Zsa Zsa Gabor (doblada por Muriel Smith) en Moulin Rouge (1952) de John Huston; y popularizada después (con el título de ¿Dónde está tu corazón?) por la orquesta de Percy Faith (con nueva letra de William Engvick y vocalización de Felicia Sanders). En dicho filme, el puertorriqueño José Ferrer fue Toulouse-Lautrec y Muriel Smith aparece como la bailarina de can-can afrodescendiente que pelea constantemente con la Goulue (Katherine Katz).

LA MÚSICA CLÁSICA EN EL CINE

La música culta ha sido usada desde los comienzos del cine, como música de fondo de todo tipo de películas, pero de manera especial en las biopics de grandes compositores como Chopin, Schubert, Liszt, Tchaicovski, Mozart o Beethoven, respectivamente interpretados, de forma memorable, por Cornel Wilde (1945; La canción inolvidable de Charles Vidor), Karlheinz Bohm (1958; La casa de las tres muchachas del austríaco Ernst Marischka), Dirk Bogarde (1960; Una llama mágica de C. Vidor), Innokenti Smoktunovski (1970; Tchaikovski del moscovita Igor Talankin), Tom Hulce (1984; Amadeus de Milos Forman) y Ed Harris (2006; Copiando a Beethoven de la polaca Agnieszka Holland).

Se identifican (en la mente de millones de espectadores) con determinados filmes, el andante del concierto para piano N.o 21 en do mayor de Mozart (interpretado por el pianista húngaro Géza Anda) en Elvira Madigan (1967, Suecia) de Bo Widerberg (con Pia Degermark); la fanfarria inicial del poema sinfónico Así habló Zarathustra de Richard Strauss en 2001: Odisea del espacio (1968) de Stanley Kubrick; el adagietto de la sinfonía N.o 5 de Mahler (interpretada por la Orquesta de la Academia de  Santa Cecilia) en Muerte en Venecia (1971) de Visconti (con Dirk Bogarde); la cabalgata de las valquirias de Wagner, que se escucha cuando helicópteros de EE.UU. bombardean un poblado vietnamita en Apocalipsis Ya (1979; EE.UU.) de Coppola (con Robert Duvall como el Coronel William “Bill” Kilgore: «Amo el olor del napalm por la mañana. ¡Huele a victoria!»); y Claire de Lune de Debussy (Ralph Grierson al piano) en Frankie y Johnny (1991; EE.UU.) de Garry Marshall (con Michelle Pfeiffer y Al Pacino).

Walt Disney incluyó en su producción de dibujos animados Fantasía (1940) la Sinfonía N.o 6 en fa mayor de Beethoven (la «Pastoral»), que también escuchamos (Allegro ma non troppo) en la secuencia de la muerte de Edward G. Robinson en el filme de anticipación, Soylent Green (Cuando el destino nos alcance, 1973) de Richard Fleischer (con Charlton Heston).

Y grandes directores han usado el célebre preludio de Tristán e Isolda de Wagner para realzar la acción dramática de sus películas: Buñuel en El perro andaluz (1929; Francia); Jean Negulesco en De amor también se muere (Humoresque, 1942; EE.UU.), en la secuencia en que Joan Crawford se suicida metiéndose al mar en traje de noche (Isaac Stern al violín); Chabrol en Los primos (1959; Francia); Paul Mazursky en Blume enamorado (1973; EE.UU.) y Lars von Trier en Melancolía (2011), interpretado por la Filarmónica de Praga.

(El autor agradece los aportes del Ing. Bayardo Cuadra a este trabajo.)


NOTAS
1. A la conquista de sueño, Historia del cine en Nicaragua, por Karly Gaitán Morales, Managua, Nicaragua. 2014.
2. La película Dr. Zhivago, menos crítica de la revolución que la novela de Pasternak, fue exhibida por primera vez en Rusia en 1994, en los tiempos de la perestroika de Gorbachov.

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Poeta, ensayista, traductor y crítico de cine. Es abogado. Desde 1968 publica en La Prensa Literaria poemas, críticas literarias y de cine y traducciones de poesía en lengua inglesa. Fue uno de los asiduos de la cafetería La India, el emblemático sitio de reunión de los poetas y pintores de la Generación del 60 y leyó sus poemas en La tortuga morada, la primera discoteca de la Managua de antes del terremoto.
Desde temprana edad tuvo gran afición por el cine y junto con Ramiro Arguello es uno de los auténticos y últimos cinéfilos y contadores de películas de nuestro tiempo. Ha escrito numerosas críticas y crónicas en revistas nicaragüenses e internacionales y ha participado en seminarios junto a cinéfilos de la talla de Guillermo Cabrera Infante y Manuel Puig.
En 1983 escribió con a Ramiro Arguello, Datos útiles e inútiles sobre cine; en 1996, Luces cámara acción: cien años de historia del cine. Guarda un libro de poesía a la espera de publicación. Es co-editor, con Ligia Guillén, de la revista “Poesía Peregrina”. Reside en la Florida desde 1985, donde goza de los constantes reestrenos de películas noir. Es miembro del equipo de Carátula y colaborador permanente de su sección de \”Cine\”.