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Dimas Lidio Pitty: un niño extraviado en la multitud

28 septiembre, 2015

Consuelo Tomás Fitzgerald

– Nacida en Bocas del Toro, Panamá, 1957, es una poeta, narradora, comunicadora, actriz de teatro para títeres. Actualmente labora en la emisora cultural y educativa Crisol FM, en el Sistema Estatal de Radio y Televisión (SERTV) de Panamá. Forma parte de la Asociación Cultural AlterArte, del Comité ejecutivo del Proyecto para la capacitación del sector teatro en Centroamérica (Carromato), patrocinado por la cooperación sueca.


Dimas Lidia Pitty, fotografía de Iván Rangle

El pasado 12 de septiembre dejó de respirar Dimas Lidio Pitty (Potrerillos, Chiriquí 1941). Poeta, narrador, periodista, humanista. Su legado literario, merece ser conocido más allá de los linderos del istmo panameño. A Sergio Ramírez y todo el equipo de Carátula, eternamente agradecidos.

Yo nací en ese lugar que llaman Loma Alta, saliendo del río Majagua, arriba de Guacá. De allí vengo. Entonces eso era un caserío sin importancia, con muy pocas viviendas. Ahora tiene escuela, carretera, y hasta capilla. Se puede decir que ya es un pueblito”.

Así comienza su novela de toque autobiográfico“ Una vida es una vida (2002)”, estructurada como una larga entrevista testimonial de una vida que transcurre en el campo Chiricano, lugar de origen del autor. Una niñez que se mira feliz en sus escritos alusivos, entre árboles, ríos, montañas, amaneceres plácidos, viajes en carreta, gallinas en el patio, trapiches y silencio, sobre todo el silencio. Una vida a la que quiso regresar en sus prolíficos años de retiro en los que tuvo tiempo de seguir aportando obras al acervo literario panameño y centroamericano y haciendo constar su protesta por la paulatina degradación del espíritu nacional.

“Esta ciudad murió sin darse cuenta
asida a los hedores
y al flujo de las mareas”
(Rumor de multitud,1986)

Su encuentro con la lectura en sus largas jornadas de espera en la Biblioteca Nacional que por entonces quedaba cerca de la Plaza 5 de Mayo, un vetusto edificio de grandes ventanales, le hicieron encontrarse siendo niño con aquellos autores que lo acompañarían toda la vida y a los que rindió homenaje en su libro de orientación crítica Lecturas para vivir (2002).

Su viaje juvenil a Chile para cursar estudios le fue revelador para tomar posición y saber de qué lado de la vida tenía que  estar: los desposeídos, la justicia, de las naciones agredidas por los planes sucesivos del imperio Norteamericano.

“Nuevas cosas llegaron. Nuestras vidas
se hicieron de arcilla combativa
y en vez de jugar con los metales
tuvimos la responsabilidad de no morirnos”
(Camino de las cosas, 1965)

Regresa a Panamá y culmina sus estudios, al tiempo que profundiza en su ejercicio como poeta de oficio y se afirma como narrador y crítico. Obtiene reconocimiento con la publicación por parte de la Editorial Universitaria Centroamericana (EDUCA) de su libro de cuentos El centro de la noche (1977) un libro escrito en el exilio en México y provisto de encono, compasión, desgarro e incertidumbre. Su paso previo por la cárcel pública de Panamá a cuenta de sus actividades como intelectual contestatario durante las primeras épocas de la dictadura militar, lo llevan a una reflexión profunda de la libertad y las consecuencias de su pérdida. Sobre todo la libertad de pensamiento y opinión, mismas que defendió a lo largo de toda su vida. Estación de navegantes (1975) su novela premiada, da cuenta del Panamá de la postguerra europea, beneficiado en su economía por la presencia del vecino indeseable pero aplastado anímicamente por la lesión a la soberanía y al espíritu nacional desde una perspectiva íntima que no escatima en el detalle de la ambivalencia, la degradación o la sensación de calle sin salida.

Su intensa actividad como periodista y su vinculación en México con una pléyade de intelectuales y escritores importantes, no solo panameños o mejicanos si no de toda América Latina, lo llevaron a guardar para la memoria colectiva sus conversaciones consignadas en Realidades y Fantasmas de América Latina, proeza que repetiría más adelante en Letra Viva, entrevistas a poetas de Panamá, que se constituye en un legado testimonial invaluable. En una entrevista que le hiciera la periodista Marilina Vergara, Dimas comentó que el periodismo, si se hace bien, está muy cerca de la literatura.

No solo fue un hombre honesto, íntegro, comprometido con su tiempo y su país. Fue un amigo leal, amoroso, que ya no viajaba pese a las múltiples invitaciones que recibía para “no molestar a nadie con los achaques”. Preocupado siempre por los infantes y la juventud. Por la suerte de los indígenas y  el deterioro provocado a la naturaleza. Toda causa nacional o internacional que merecía pronunciamiento, ha obtenido de él siempre una respuesta oportuna y abierta. Ya lo había demostrado en sus inicios en El país azul, Los caballos estornudan en la lluvia (cuento 1978) y El olor de la montaña (cuento 2010). Docente, y Académico de la Lengua, institución a la que entró para desarrollar una labor incansable y no exenta de conflicto, al que no le huía si consideraba necesario, al igual que en el Consejo Nacional de Escritores y Escritoras de Panamá.

Huellas en el Agua (2005) reúne en dos tomos su poesía entre 1965 y 2005 en la que puede constatarse la trayectoria de un escritor completo, multifacético, preocupado de la elegancia textual pero también de la efectividad comunicativa del texto desde el principio.  En Relicario de cojos y bergantes (1991) el poeta demuestra que aún en temas aparentemente prosaicos o que bordean la picardía soez, la palabra puede hallar también un sitio y una forma de no arrastrarse a los abismos de la chabacanería.

Toca ahora a quienes le sobrevivimos, contrarrestar el olvido y echar a caminar su obra por todos los rincones donde el libro y la lectura siguen teniendo un papel preponderante en el rescate humano al que el poeta nos urgía constantemente, por encima de credos e ideologías. Para que Dimas Lidio Pitty deje de ser “un niño extraviado en la multitud” y pueda reafirmar nuevamente:

“(…)Dimas Lidio es mi número de serie
hace mucho que ando por el mundo
y hoy me enorgullezco de ser hombre”(…)
y
(…) Me fui como quien volverá en el alba
para quedarse siempre en sus sonrisas(…)
(Camino de las cosas, fragmentos)

 

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