monica-zuniga

Diosas decadentes, de Jéssica Masaya Portocarrero: Literatura fantástica, erotismo y poder femenino en un cuento centroamericano

24 septiembre, 2015

Mónica Zúniga

– Lo erótico ligado a lo fantástico, lo queer, el cambio de patrones en la conducta sexual, la mujer nueva, son algunos de los tópicos rozados en este texto por la penetrante pluma de Mónica Zúñiga, quien aventura interpretaciones arriesgadas, a partir de su lectura al cuentario Diosas decadentes, (ganador del Certamen Permanente Centroamericano 15 de septiembre, 2001), de Jéssica Masaya Portocarrero, sonsacando, del relato que da título al libro, sugerentes conclusiones: “La mujer nueva sabe que el erotismo es abierto, que hay formas alternas de placer y que el goce sexual no es un edificio acabado sino en construcción constante” cuento que, por otro lado “sin reforzar esencialismos ni ahondar en el discurso de la diferencia… describe una conducta, una manera de ser y estar en el mundo, una apología del placer, una cartografía de los múltiples caminos para llegar a él”.


La femme nouvelle est là; elle existe
Alexandra Kollontai, 1918

Introducción

En 2001, la escritora y periodista guatemalteca Jessica Masaya Portocarrero publicó Diosas decadentes, un cuentario de ocho relatos de temas diversos que fue declarado ganador del Certamen Permanente Centroamericano 15 de setiembre. El primer texto que da nombre a la colección, es un cuento donde lo fantástico se entremezcla con lo erótico, bajo la forma de un encuentro entre un profesor universitario y su estudiante – mujer fatal que lo lleva por caminos insospechados. En otras palabras, la propuesta de Masaya Portocarrero retoma elementos clásicos de la literatura fantástica, como son la duda, la alucinación, con nociones provenientes de recientes estudios sobre la teoría queer, los lesbian/ gay studies y algunas cuestiones sobre la “mujer nueva”. Pero ¿cómo se muestra todo esto en el relato de la guatemalteca? Pues veamos.

Un profesor universitario es invitado por una enigmática estudiante a una fiesta. El académico decide ir porque la alumna es muy hermosa e inteligente y además, porque está intrigado por esa mujer de gustos refinados que se traducen en su manera de vestir, hablar y caminar. Todo va bien hasta que llega a la fiesta porque allí, las reglas de todo cambian. Y en esa fiesta observa en un cuarto a dos mujeres que se besan y que parecen invitarlo a un trío. Sin embargo, las dos mujeres lejos de cumplir su fantasía de macho latino, lo atan a la cama y hacen el amor encima de él como si fuera un objeto más. Luego de que las mujeres se van, el profesor se desata de la cama, vuelve a la fiesta y al contar lo sucedido a su estudiante, ésta le dice que seguro alucinó, pues ni las mujeres descritas están en la fiesta ni lo relatado parece real. Por esta ambigüedad de los hechos, el académico decide escribir el relato, según él, para dar fe de la existencia de estas mujeres fatales y decadentes. Este es, grosso modo, el argumento del relato.

Lo fantástico, lo erótico y lo queer1

diosas-decadentes-portadaPero lo que asombra de Diosas decadentes no es solamente su dimensión fantástica clásica (aquello de que la duda y las alucinaciones son la base para clasificar un relato o para tomar partido por una u otra solución, según Todorov2), sino que ese carácter esté ligado con un tipo de mujer emancipada, autónoma y hasta integral. En otras palabras, pareciera que el mundo donde las mujeres son eróticamente libres estuviera cubierto por la sombra fantástica según la cual esta forma de vivir pertenece solo a los cuentos y a la fantasía.

Ser “mujer de otra manera” es posible en el texto de Masaya, gracias a los elementos de la ambigüedad y lo fantástico que se subordinan a un discurso erótico plagado de imágenes sensuales. Desde luego, no es la primera vez que la literatura fantástica y el erotismo se unen. Existen muchos ejemplos como bien lo han demostrado Tzvetan Todorov y Louis Vax3 (para citar los más conocidos) en los que esta mezcla se da, sin embargo, en el relato en cuestión, lo que está en juego va más allá de lo clásico en el sentido de que la inversión de los roles, es también la inversión del mundo tal y como lo conocemos. Dos escenas de la fiesta son muy significativas a este respecto:

“Sus fiestas son una apoteosis, como las fiestas de la vendimia, con la diferencia que aquí Baco ha sido destronado y en su lugar han quedado solo las diosas, quienes han heredado de aquel pobre dios arruinado, únicamente la decadencia de sus últimos días.”

(Masaya Portocarrero, 2008:)

La fiesta es el lugar del “desorden” por excelencia, pero ¿de qué desorden estamos hablando? Sin duda, el primero corresponde al de las mujeres, al de las diosas que han destronado, cambiado de orden, al dios de la vendimia, al Baco de los antiguos griegos. En ese sentido, no será más Baco el dios sino las otras, las que han tomado el lugar de la divinidad… las nuevas deidades. Pero todavía hay más: la fiesta no sólo altera la posición de estas “diosas decadentes” sino que también desplaza otras subjetividades y reivindica nuevos lugares de enunciación:

“Aquella noche , quizá a causa de mi poco coeficiente parrandero me sentía como caminando entre esponjas después de tanto licor y marihuana, siendo por cierto la excepción pues los demás estaban consumiendo drogas más sofisticadas, y me miraban como a un anticuado en medio de aquella fiesta de locos, donde había entre otras cosas, un drag queen bailando con una mujer vestida de frac y que fumaba un puro mientras eran fotografiados por “algo” que estaba vestido(a) de plumas y que decía “strike the pose”.

(Masaya Portocarrero, 2008: 9)

En otras palabras, la fiesta con sus drogas, sus alucinógenos y sus sustancias es el espacio de lo queer, de lo raro, de aquello que escapa a clasificaciones definitorias. El drag queen, la mujer vestida de hombre, la persona que toma fotos y cuyas plumas no son gratuitas, reafirman la atmósfera transgresora del espacio de las diosas… La fiesta será entonces el lugar que disuelve los límites de género así como aquellos entre la realidad y el artificio. Desde allí sólo habrá nociones precarias a ese respecto porque el orden se altera. La mención misma a la frase entre comillas “strike the pose” remite inmediatamente a la famosa canción de Madonna de los 90: Vogue. La canción de la reina del pop, cuyo vídeo estaba compuesto en un 80% por gays, era y es uno de los productos de la cultura pop en el cual la performance es notable. De hecho, es uno de esos emblemas cuyos temas centrales fueron esbozados por Judith Butler ya hace varios años. “Strike the pose” equivale a decir “modelemos una pose, busquemos una forma de ser o de estar” y en ese sentido, todo es en cierto modo queer, porque desafía lo considerado normal. En palabras de la teórica francesa Marie Hélène Bourcier:

“El término queer es una injuria, una interpelación que produce las posiciones del sujeto abyecto en un cierto tipo de discurso homófobo. Queer designa entonces lo otro, lo que está fuera de la normalidad heterosexual (…) cubre entonces prácticas de resignificación y de recodificación antihegemónicas y performativas cuyo objetivo es definir espacios de resistencia a los regímenes de la normalidad4

(Bourcier, 2006:146-147)

Las diosas decadentes son justamente un reto a la hetero-normatividad, en la medida en que refutan y alteran posiciones de enunciación que mediante la fiesta y lo fantástico se hacen visibles. Lo considerado abyecto, terrible, anormal dentro de nuestra sociedad, emerge en el espacio de la fiesta que disuelve los límites de los conceptos y más bien, trata de resignificar otros sujetos y otros lugares desde donde el discurso pueda ser enunciado. Porque no solamente hay “rarezas” en un espacio lúdico sino también en la conducta misma de las diosas quienes, según el texto, no están interesadas en la maternidad ni en el matrimonio. Estas dos instituciones son despojadas de su sacralidad y de un golpe son desplazadas por“nuevas prácticas y nuevas relaciones comunitarias”:

“Tampoco tienen nada que ver con las otras, las caza-maridos que escondidas tras la fachada de seudo-estudiantes solo andan buscando desesperadamente al hombre proveedor que las salvará de los libros y del trabajo, y lucen como amas de casa en potencia. En cambio ellas le huyen a los compromisos y a las ataduras y le tienen espanto a la maternidad, por lo que la evitan o la desaparecen como por arte de magia”

(Masaya Portocarrero, 2008: 8)

El perfil de las diosas decadentes va mostrando características únicas: rechazo al matrimonio, a los compromisos, al llamado a la maternidad. En nuestra sociedad centroamericana, occidentalizada y cristianizada donde estas tres instituciones son ensalzadas, ellas constituyen la resistencia: ni monogamia, ni hetero-normatividad, ni hijos. Detrás de su actitud también se perciben ciertas dicotomías: lo eterno y lo efímero, lo plural y lo exclusivo, la monogamia y el poliamor, el sacrificio y la libertad. En otras palabras, el texto de Masaya Portocarrero configura un nuevo tipo de mujer que además, estudia porque le apasiona y no porque tiene otros motivos ocultos5 como el de “pescar” un marido que la salve.

El erotismo y otras cuestiones

El erotismo del texto se muestra mediante imágenes y gracias a los recursos de la duda y lo fantástico a los que ya hemos hecho referencia. Sin embargo, hay algunas descripciones importantes, por ejemplo, la primera referida a la estudiante misteriosa:

“Destilaba una atractiva elegancia, tenía el pelo largo y reluciente; nunca supe si ese olor tan erótico que despedía venía de esa cabellera o de su piel pues era un aroma que no podía venir de un frasco de perfume”

(Masaya Portocarrero 2008:7)

El perfume de la mujer es un indicio de esa sensualidad con la que el profesor describe a su estudiante. Sin embargo, no deja de llamar la atención el hecho del olfato porque habrá que recordar aquella idea medieval según la cual, el cuerpo era el espacio de los humores y por eso mismo, se le relacionó con lo diabólico y la brujería. Esta reminiscencia se encuentra en el fragmento anterior y en otros pasajes del cuento que por espacio omito. Con todo, es posible hablar incluso de una relectura de la brujería propuesta por el texto ya que hay varias frases al respecto: “ambiente embrujador”, “sus verdaderos rostros maliciosos y al acecho” “el ritual ha empezado” “ser más diabólica que la otra”, “reclutando posibles machos cabríos”, etc. Incluso el espacio de la fiesta puede verse como un sabath contemporáneo en la medida en que hay drogas, sexo y hasta machos cabríos (los hombres) que esperan ser sacrificados. Dejo estas ideas a manera de “aperitivo” o “boca” para abrir el apetito sobre un mayor análisis del texto.

Ahora bien, el carácter erótico se va configurando de la mano del misterio de la estudiante, de su olor, de su forma de caminar y de su garbo e inteligencia. Al mismo tiempo, estos atributos son también los de las diosas en tanto grupo, y más aún, los de quienes asisten a la fiesta, como por ejemplo, una pareja de mujeres que parece invitar a un trío al narrador-protagonista del relato:

“…un poco desorientado me asomé a una puerta que estaba medio abierta, ahí en una cama muy grande estaban dos mujeres besándose, cuando me notaron me atrajeron hacia ellas y empezaron a besarme ávidamente. Era el sueño erótico de todo hombre latino: estar con dos mujeres al mismo tiempo, como un porno star.”

(Masaya Portocarrero, 2008:9)

La idea del trío en tanto fantasía porno, sueño erótico de cualquiera (incluidos hombres y mujeres) y como hemos dicho, actividad que resiste a la monogamia, a la lógica heterosexual, es mostrada aquí con cierto suspenso, humor y desde luego, bajo la mirada de un deseo que busca ser cumplido. No obstante, el narrador confiesa estar un poco “desorientado”, es decir, abre con ese adjetivo la dimensión fantástica donde los lectores no sabemos si realmente las cosas pasaron o no. La escena del trío en este cuento particular es el nudo que ata el mundo fantástico con el real, desencadenando una lectura que no establece ninguna posición al respecto. Ahora bien, el eventual trío (eventual como se verá) se describe de una forma sensual y magistral:

“Cuando ellas supieron que ya estaba vencido, me ataron a la cama con una extraña y femenina fuerza y cerraron la puerta. Ante mi mirada atónita empezaron a desnudarse mutuamente, como en un antiguo ritual, con lentitud, gimiendo. Sus cuerpos brillaban misteriosamente, eran carnes doradas que centelleaban con cada gota de sudor o de saliva que corría. Nunca me sentí más torturado y a la vez tan excitado, con todo mi instinto rugiendo como un león, mi cuerpo palpitaba y dolía de tanto deseo (…) Así es que hicieron el amor casi encima de mí, como si yo fuera un colchón, un mueble, un cuadro, un adorno.”

(Masaya Portocarrero, 2008: 10)

La posición del hombre en el texto es desplazada y no sólo en la cama, sino también, en la historia como un todo. En efecto, la fantasía del porno star no se realiza porque las mujeres no lo quisieron. Una vez más asistimos a la inversión de los roles, a la cosificación del hombre (en este caso) y a la soberanía femenina que permea todo el texto. La fantasía porno también se desplaza no porque veamos en el texto una línea “moralista, anti-sexo o anti-porno” adoptada por ciertas feministas6sino porque el juego de las diosas pasa también por deconstruir y desmitificar enunciados que se suponen incuestionables, como en este caso la pornografía, los temas de la mirada y los de la cultura SM (sadomasoquista) con sus roles de amos y siervos también puestos en duda.

Por otra parte, el fallido trío parece ser una alucinación por parte del narrador pues cuando él decide contárselo a la estudiante misteriosa que lo invitó a la fiesta, ésta solo alcanza decir: “me hacen gracias sus alucinaciones” (Masaya Portocarrero, 2008: 10). Una vez más, lo fantástico surge a la par de la escena más erótica del cuento, esta vez para dejar en la duda la veracidad de lo ocurrido.

La mujer nueva está entre nosotros

Diosas decadentes es un cuento que propone una nueva forma de ser mujer, sin reforzar esencialismos ni ahondar en el discurso de la diferencia. Es más bien un texto que describe una conducta, una manera de ser y estar en el mundo, una apología del placer, una cartografía de los múltiples caminos para llegar a él.

No es que no haya habido mujeres -hablando no ya en términos literarios sino reales- que no hayan vivido como estas diosas: en verdad las hemos visto y quizá las seguiremos encontrando, no obstante la propuesta del texto es quizá la de per-vertir7 una visión única de lo femenino y sugerir, al contrario de los sistemas homogéneos, que la diversidad humana es innegable, que el placer de los cuerpos es inconmensurable. La mujer nueva sabe que el erotismo es abierto, que hay formas alternas de placer y que el goce sexual no es un edificio acabado sino en construcción constante.

La mujer nueva, ligada con la bruja, con lo fatal, no es tan peligrosa como aquella que rehúsa el matrimonio, la monogamia, la lógica heterosexual y hasta la maternidad. Y si bien es cierto la literatura no es un reflejo de la realidad, también lo es el hecho de que el arte en general puede funcionar a la manera de una máquina de guerra que, en este caso, trataría de destruir viejas estructuras sociales.

Que las diosas decadentes existan o no, ese, no es el punto. Pero que la emancipación, el placer, el gozo, la resistencia a la hetero-normatividad, se narren en un texto centroamericano, eso vale la pena de ser estudiado. Lo fantástico, en todo caso, también puede ser leído como una utopía, no menos que el erotismo, que por cierto, debería ser buscado como si se tratara de nuestra tierra prometida.


Notas:

1. Entendido aquí en su acepción más simple, es decir, lo raro, lo que en América Central puede ser sinónimo (porque no lo es totalmente) de lo pervertido, lo torcido según la lógica heterosexual. Creo que el término no lo uso sólo por moda como dice la teórica mexicana Francesca Gargallo    (https://francescagargallo.wordpress.com/ensayos/feminismo/feminismo-genero/a-proposito-de-lo-queer-en-america-latina/ ) sino porque para efectos de este análisis, es el idóneo.

2. El que percibe el acontecimiento debe optar por una de las dos soluciones posibles: o bien se trata de una ilusión de los sentidos, de un producto de imaginación, y las leyes del mundo siguen siendo lo que son, o bien el acontecimiento se produjo realmente, es parte integrante de la realidad, y entonces esta realidad está regida por leyes que desconocemos (1981:18)

3. De hecho, Todorov consagra un capítulo entero al tema que nos interesa. Desde luego, él habla de textos de Hoffmann, Jean Potocki, Gautier y otros, pero lo que debemos recalcar es la recurrencia del tema erótico ligado a lo fantástico, a la mujer vampiro, a la necrofilia, a los íncubos y súcubos que son también temas presentes en la literatura latinoamericana como por ejemplo Aura (Carlos Fuentes) o Circe (Cortázar). También Louis Vax con su texto La séduction de l’étrange (1987) postula que incluso el victimario y la víctima, el vampiro y la mujer que él desea, son uno. (Vax, 1987: 122).

4. Mi traducción

5. Como las mujeres zombies o espías que describe la filósofa española Beatriz Preciado al mencionar la construcción de la chica de Playboy: “Tomemos las imágenes de la primera playmate, Janet Pilgrim (…). Pilgrim posa ahora desnuda mostrándose sexualmente accesible, pero nunca amenazante, manteniendo siempre la distancia con respecto a la mujer predadora, a la que Playboy caracteriza como “zombie” o “agente secreta”, una futura ama de casa en busca de marido y hogar camuflada bajo la apariencia de chica “cool”. El atractivo de la “playmate” era, según Russel Miller, “la ausencia de amenaza”. Las “playmates” eran chicas encantadoras y limpias, nada había que temer al seducirlas. (Preciado, 2010: 69)

6. Como Betty Friedan, Catherine McKinnon, Julia Long, entre otras. Yo creo, por el contrario, que otro porno es posible y en esa línea sigo a Beatriz Preciado, Gayle Rubin, Marie Helene Boucier, entre otras.

7. “Pero perversión no es otra cosa que un nombre para una interpretación distinta, más enraizada en la realidad que esasrepresentaciones y parodias de la vida de las gentes que parecen extraídas de viñetas de textos coloniales”.(Althaus Reid, 2005:280-281).

Referencias bibliográficas

Althaus-Reid Marcella (2005). La teología indecente. Barcelona: Bellaterra.
Bourcier, Marie Hélène (2006). Queer zones.Politiques des identités sexuelles et des savoirs. Paris: Ed Amsterdam.
Kollontai, Alexandra (1977). Marxisme et révolution sexuelle, Paris, François Maspero.
Gargallo, Francesca (s.f.) ¿Existe, se expresa de algún modo el pensamiento queer en América Latina? Recuperado desde ttps://francescagargallo.wordpress.com/ensayos/feminismo/feminismo-genero/a-proposito-de-lo-queer-en-america-latina/ ).
Preciado, Beatriz (2010) Pornotopía. Arquitectura y sexualidad en Playboy durante la guerra fría. Barcelona: Anagrama.
Masaya Portocarrero, Jessica (2008) Diosas decadentes. Segunda Edición. Guatemala: Editorial Cultura.
Todorov,Tzvetan (1981). Introducción a la literatura fantástica. México: Premia.
Vax, Louis (1987). La séduction de l´étrange. Paris: Presses Universitaires de France.

Comparte en:

Mónica Zúñiga Rivera es profesora en el Instituto Tecnológico de Costa Rica (TEC), actualmente es doctoranda en la Université François Rabelais en Tours, Francia. Ha escrito diversos artículos que van desde la figura de Carlos Luis Fallas en Costa Rica, pasando por Anacristina Rossi, Julio Cortázar, hasta el descenso de Cristo a los infiernos y sus diferentes significados. La literatura fantástica, el erotismo, el feminismo pro-sexo, la teología de la liberación son algunos de sus temas desarrollados en diferentes coloquios internacionales. En la actualidad, trabaja su tesis sobre erotismo en 10 cuentos centroamericanos escritos por mujeres.