Estación de navegantes (fragmento), Premio Ricardo Miró de Novel 1974
29 septiembre, 2015
Dimas Lidio Pitty
– Estación de navegantes (fragmento), Premio Ricardo Miró de Novela 1974
UN DÍA ENTRE LOS DÍAS
Agua el día
agua la noche
agua el mundo en rotación inmutable de soles y lunas
Al sur al norte
continentes habitados por plantas y animales
donde miles de años después habrá ciudades y dioses
Astros de luz esmeralda
mareas
siglos y siglos de silencio
Entonces
¿en qué instante emerge del mar
entre fuego y espuma
este corazón de tierra?
El tiempo el tiempo
No hay calendario
ni huella en el barro o en la nube
pero ahí ha estado y estará
hasta que el agua recobre su dominio
Tierra de agua
tierra de aire
tierra de luz
aquí está
entre todas las aguas
entre todas las tierras
entre todos los hombres
La voz surgió del mar plateada por los peces una mañana de sol
Pudo ser en Bayano
o en Darién
o en las islas
donde ese día los indios vieron cardúmenes innumerables
y la voz nació del agua
Nadie recuerda el sitio
pero el nombre brotó como una flor azul
y sus pétalos se abrieron en sonidos
Luego sobrevivió a plagas y diluvios
al arribo de Bastidas
al asombro de Colón
al genocidio de las tribus
a los vendavales del Caribe y los incendios
Junto a los ríos, y en las selvas remotas y escondidas, los fugitivos de la espada y de la cruz repiten el nombre en silencio como una alabanza a la tierra perdida. Bajo los espavés o las estrellas, la palabra resume pasado y futuro, cuanto ha sido o habrá de ser para los pueblos dispersos. más tarde, en las montañas de Veraguas, en la sombra azul de cerros y luciérnagas, Urracá, gran señor de la guerra que eludió el cautiverio español arrojándose al mar cuando era conducido engrillado en una chalupa, arenga a sus guerreros con palabras de fuego y con esa voz antigua venida de las aguas. Los rostros de bronce y las hachas de piedra fulgen en la luz de las hogueras. Urracá llama al combate: ¡No a la esclavitud! ¡No a la cruz! ¡No al dominio extranjero! Compañón, Albítez, Espinosa, los capitanes de las huestes castellanas (cruzan llanuras y pantanos, incendian aldeas, violan mujeres y degüellan ancianos, deslumbrados por el oro) escuchan en el día de serpientes o en la noche de fieras el nombre extraño. Perciben su presencia en cada hoja, en cada piedra; es como el aire quemado por el sol, como la lluvia, como la misma sombra que calladamente envuelve armaduras y arcabuces en herrumbre.
De la mar había venido y en la vida estaba
La luna ilumina las costas de arena blanca
las hondonadas sombrías
y el nombre asoma como una roca virgen
PANAMÁ
Brilla en el rocío
en el alba
en el crepúsculo
el aire
el cielo
los pequeños arroyos
cuanto el hombre ha tenido y tendrá sobre la tierra
sobre esta tierra de caminos secretos
por donde han pasado emisarios de Chichen Itzá de Uxmal
acaso de Tenochtitlán
hacia las nieves de Machu Pichu
Hombres de muchos pueblos han pasado por esta tierra
y algunos han hallado aquí sus ilusiones
y otros la muerte
PANAMÁ
puente o meta
instante o destino
siempre tierra en el agua y en la historia
En su casa de La Antigua, en las tardes de lluvia, cuando no es posible trabajar en el huerto, Balboa recuerda su infancia en Badajoz o sus penurias en La Isabela, de donde tuvo que salir huyéndole a la miseria. Ahora afila su espada en una piedra mientras Anayansi o mira embelesada como a un dios antiguo. Al otro lado de la sierra, muy lejos, está el mar. no ése, visible a su espalda, en el cual está fondeado un bergantín de tres palos y en el cual se extravió Nicuesa con su infortunio, sino aquél que vislumbró una mañana luminosa desde un cerro de Darién y a cuya ribera llegó cuatro días después para tomar posesión de él en nombre de Castilla y Aragón. Allá, al otro lado del Istmo, está el mar turquesa de las perlas y el oro, a través del cual un día Pizarro y Almagro llegarán a las riquezas de Perú y a los lagos de Chile. Mientras afila su acero piensa en ese mar inexplorado y en los viajes que aún deberá emprender en busca de nuevos dominios para su rey. En ese instante un rayo calcina un árbol frente a la casa y en la mirada de Anayansi percibe una sombra fugaz. Meses después, en el momento en que su cabeza va a ser cortada en el sol de la mañana de Acla por orden de Pedrarias, Balboa ya no piensa en el mar de las perlas y el oro, de las islas apacibles y el horizonte infinito, sino en sí mismo y en esta tierra que la muerte convierte en su destino.
PANAMÁ
voz de agua
voz de cielo
voz de luz
tierra surgida del mar
cuyo nombre no perece
PANAMÁ
tiempo y sangre
canal
puente
destino
PANAMÁ
the crossroads of the world.