javier sancho mas

Pláticas con David Viñas Piquer, autor de “Sin miedo a Borges”

19 septiembre, 2015

Javier Sancho Más

– David Viñas (Piquer), – siempre remarca su segundo apellido para que no le confundamos con el otro David Viñas (el célebre escritor y ensayista argentino), vuelve ahora con un libro sobre Borges, que asegura “no es otro libro sobre Borges”. Más bien, una guía de acompañamiento, un coaching para leer “sin miedo” a Borges, y lejos de la erudición.


David Viñas (Piquer)

La voz de David Viñas (Piquer) – siempre remarca su segundo apellido para que no le confundamos con el otro David Viñas (el célebre escritor y ensayista argentino) , se resiente después de las dos primeras horas de clase en la imponente y vetusta Facultad de Filología de la universidad de Barcelona.

Hoy empieza el curso nuevamente. Habla rápido, enlazando conceptos y autores con un entusiasmo con el que quisiera abarcarlos a todos en cada respuesta. Tiene un flequillo de profesor joven que ya apunta canas.

En su haber, libros de investigación literaria con títulos tan sugerentes como Erótica de la autoayuda, Ariel, 2012,  o El enigma best-seller. Fenómenos extraños en el campo literario, Ariel, 2009; y otros más intimidantes como Hermenéutica de la novela en la teoría literaria de Francisco Ayala, Alfar, 2003. 

Ahora ha vuelto con un libro sobre Borges, que asegura “no es otro libro sobre Borges”. Más bien, una guía de acompañamiento, un coaching para leer “sin miedo” a Borges, y lejos de la erudición.

SM: ¿Recuerdas la primera vez que lo leíste (a Borges)?

DV: (achica la mirada) Perfectamente. Mira, te lo voy a contar. Yo era un adolescente y tenía un profesor que nos estaba explicando La Regenta, de Clarín. Un día no tenía ganas de dar clase y desplegó un periódico y simplemente nos mandó hacer un comentario sobre un texto que repartió en fotocopias. El texto era un fragmento de El libro de arena, de Borges. Y no entendí nada. Aquello empezaba diciendo: “La línea consta de un número infinito de puntos; el plano, de un número infinito de líneas; el volumen, de un número infinito de planos; el hipervolumen, de un número infinito de volúmenes…”

¿Pero qué es esto?, me pregunté. Dónde está la aventura. Sin embargo, te confieso que salí de allí a buscar todo lo que pudiera encontrar en la biblioteca sobre Borges, que entonces no era tanto como ahora. Lo que quiero con este libro es transmitir esa primera fascinación que a mí me transmitió la lectura de Borges aún sin entenderlo. No tengo más pretensiones ni persigo escribir algo muy erudito.

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SM: Como nuestro coaching particular sobre Borges, dinos qué libro recomendarías a alguien que llegara por primera vez a su obra.

DV: Te recomendaría precisamente El libro de arena, por completo, empezando por el cuento “El otro”.

SM: Mi cuento favorito de Borges es El milagro secreto. Pero te quiero preguntar al revés: ¿qué Borges no leerías?

DV: El Borges poeta es muy bueno, pero él mismo se daba cuenta de que el prosista es mucho mejor. Borges intenta darle al castellano la música del inglés en la poesía. Ese traslado lo había intentado Garcilaso con el italiano del petrarquismo y sale muy bien. Rubén Darío con el francés, y sale muy bien. Pero Luis Cernuda y Borges lo intentan con el inglés y no sale tan bien.

El Borges que queda es el prosista y tiene una enorme influencia. Actualmente hay imitadores españoles, algunos muy conocidos, que hacen algunas cosas que ya hacía Borges y no entiendo por qué llaman tanto la atención. Sin embargo aquellos escritores buenos a los que ha influido no lo han imitado nunca, por ejemplo, los del boom.

SM: Con Borges pasa algo parecido a Rubén Darío. Todo el mundo lo admira o lo cita, pero casi nadie lo lee, quizá por el respeto excesivo que despiertan.

DV: Precisamente por eso que dices me planteé escribir este libro. En todas mis clases de master y doctorado hablo siempre de Borges. Me llevé una sorpresa con algunos estudiantes argentinos. Yo pensaba que no les podría explicar nada que no supieran ya de Borges. Sin embargo, me agradecían mucho las clases ya que, por cuestiones políticas u otros factores, desconocían la dimensión de la obra del autor del Aleph. Yo creo que se le ve como un muro difícil de atravesar.

Si eso pasaba con los argentinos, imagínate con los de otras nacionalidades. Así que me propuse escribir un libro, poco académico, porque escribir otro libro sobre Borges, con la bibliografía impresionante que ya existe es como…. Y además con el atrevimiento de tener como colega a Nora Catelli, a quien va dedicado, una excelente profesora argentina que ha escrito también sobre Borges.

SM: Es decir, se trata de leer a Borges olvidándose de Borges.

DV: Exacto. Olvídate del personaje, de sus opiniones políticas, muchas de ellas discutibles, olvídate de todo eso, y vayamos al texto literario. A los recursos que utiliza, tan innovadores y desconcertantes. Ahí es donde la erudición de Borges intimida al lector, con todas esas citas, y le puede echar para atrás. Un autor que presenta un tratado bibliográfico en un cuento puede hacer rendirse a cualquiera. Este libro es para que no se rindan.

SM: ¿Era realmente tan erudito?

DV: No fue tan erudito realmente, ni lo pretendió. Si entiendes el proyecto literario que hay detrás de todo él, te gustará mucho. Es una nueva manera de enfocar una tradición literaria.

SM: Destacas las críticas que se hicieron sobre su sabor enciclopédico, quizá algo superficial.

david-vinas-300pxsDV: ¡Ojo! No estoy diciendo que Borges no fuese inteligentísimo y que sus lecturas de Filosofía careciesen de profundidad. Digo que sus fuentes fueron las mismas que hemos leído casi todos. El erudito es aquel que ha leído mucho más y que ofrece una visión de conjunto y una interpretación o un modelo. No es ese el perfil de Borges. Era muy leído, pero su relación con el mundo académico nos demuestra que está muy distante de la erudición de los investigadores, etc. Se conoce al dedillo la obra de Schopenhauer, pero no es especialista en Schopenhauer. Es sólo un escritor.

“Borges era lector de enciclopedias, pero deduzco que no leería Wikipedia”


SM: Es cuando hablas del Borges, como lector hedonista que recuerdas que él no entendía que la Literatura fuese una asignatura obligatoria, ni que se tuvieran que leer los libros de principio a fin por obligación. Pero si las obras de referencia de Borges eran las enciclopedias, ¿hoy sería un gran lector de Wikipedia?

DV: Esa misma pregunta me la he hecho en clase a veces. Pero de nuevo hay que tener cuidado. Borges reconoce que sus fuentes eran las enciclopedias, pero no cualquier enciclopedia. Se trata de unas ediciones concretas con artículos de firmas muy importantes hasta una época determinada. Enciclopedias en profundidad, un género antiguo que ha degenerado en algo más superficial. Deduzco pues que no  leería Wikipedia demasiado, y menos como fuente fiable.

SM: El escritor David Viñas, tu homónimo, y algunos otros criticaron las posturas políticas de Borges. No siempre fue muy afortunado, ¿no?

DV: Es algo que no toco en el libro, pero se trata de un tema interesante. Por un lado, ves los detractores acérrimos de Borges, quienes, si te fijas bien, sólo le critican cuestiones políticas. Muchos, la mayoría de ellos, se arrepintieron después, cuando la crítica desde la perspectiva marxista o de la literatura comprometida pasó de moda. Volvieron al Borges escritor, que es deslumbrante. Blas Matamoro, por ejemplo, tiene declaraciones increíbles como por ejemplo cuando decía que apoyar a Borges era apoyar la invasión de Bahía Cochinos en Cuba, era apoyar la peor confabulación de los enemigos del humanismo. Y después resulta que Blas Matamoro, uno de los “arrepentidos”, es el que dice cosas más inteligentes sobre la obra de Borges.

Yo creo que Borges lo que nos quiere decir es: ‘No me juzguen por mis opiniones políticas, júzguenme como escritor. Que sea escritor no me hace ni buen político ni buen filósofo’.

SM: Sobre el amor. Destacas algo en tu libro coaching sobre Borges en cuanto a su tratamiento del amor. Apenas parece tocarlo y sin embargo tiene uno de los poemas más hermosos sobre estar enamorado: El amenazado.

Es el amor. Tendré que ocultarme o que huir.
Crecen los muros de su cárcel, como en un sueño atroz.
La hermosa máscara ha cambiado, pero como siempre es la única.
¿De qué me servirán mis talismanes: el ejercicio de las letras,
la vaga erudición, el aprendizaje de las palabras que usó el áspero Norte para cantar sus mares y sus espadas,
la serena amistad, las galerías de la biblioteca, las cosas comunes,
los hábitos, el joven amor de mi madre, la sombra militar de mis muertos, la noche intemporal, el sabor del sueño?
Estar contigo o no estar contigo es la medida de mi tiempo.
Ya el cántaro se quiebra sobre la fuente, ya el hombre se
levanta a la voz del ave, ya se han oscurecido los que miran por las ventanas, pero la sombra no ha traído la paz.
Es, ya lo sé, el amor: la ansiedad y el alivio de oír tu voz, la espera y la memoria, el horror de vivir en lo sucesivo.
Es el amor con sus mitologías, con sus pequeñas magias inútiles.
Hay una esquina por la que no me atrevo a pasar.
Ya los ejércitos me cercan, las hordas.
(Esta habitación es irreal; ella no la ha visto.)
El nombre de una mujer me delata.
Me duele una mujer en todo el cuerpo.

Borges libroDV: De hecho, él no estaría de acuerdo en que elude el tema del amor. Pero si me apuras, está claro que con el amor y con el sexo le pasa algo. No en vano, Freud era su bestia negra. Y eso que sabemos que Borges se psicoanalizó. Ese aspecto lo toca Estela Campo en una obra titulada Borges a contraluz. Estela además fue su pareja y desvela algunos aspectos muy íntimos, e incluso publica cartas de un Borges enamorado, y como todos los enamorados, como tú y yo, se vuelve cursi en esas cartas, algo que no te puedes imaginar en Borges.

La propia Estela Canto sugiere que Borges tiene una relación con el sexo marcado por el trauma de aquella costumbre machista de llevar a un prostíbulo a un joven al cumplir cierta edad.

SM: Y también estaba su madre, con la que compartió tanto tiempo.

DV: Sí, podría parecer una relación edípica. Cuenta Estela Canto que no dejaba de estar pendiente de ella. Estuvieran donde estuvieran, con casi 40 años, Borges se levantaba cada media hora para llamar a su madre y contarle lo que estaba haciendo. Se querían mucho.

SM: ¿Cómo te imaginas al Borges cotidiano?

DV: Yo creo que era muy modesto y posiblemente pusilánime en ciertas cosas. No le interesaba nada que no fuese Literatura. Creo que además no se interesaba por la literatura de su tiempo, ni le importaba en exceso lo que pasaba a su alrededor ni la política. Daba opiniones un tanto obligado. Cometió errores políticos posiblemente por su desidia. Hubo un momento en que el premio Nobel estaba para él, pero fue a recoger un premio otorgado por el dictador Pinochet, a sabiendas de que eso le alejaría del Nobel. Eso debió de dolerle. Luego lo hizo broma diciendo que “no darle el Nobel se había convertido en una costumbre escandinava”.

SM: ¿Habrá otros Borges por descubrir?

DV: Dicen que muchísimas personas le llegaban a visitar con grabadora en mano, así que debe haber un material inmenso de entrevistas con él por publicar. En cualquier caso, creo que hay que invitar a leer a Borges y ayudar un poco al lector que no está preparado para enfrentarse a la erudición. Él escribe y dialoga con una tradición literaria que ya no está de moda en su época y sin embargo resulta desconcertante y original. Pasado el muro de la erudición, es toda una aventura.

SM: Fuera, una fila de alumnos frente a una ventanilla. En uno de los patios enclaustrados de la universidad, grupos de estudiantes conversan. Son los primeros días del nuevo curso. Ya no hace tanto calor en Barcelona. David vuelve a su aula. A hablar de Borges, sin miedo. 

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Nacido en Andalucía, tiene la doble nacionalidad hispano-nicaragüense, países en los que ha trabajado en el mundo de la docencia, la cultura, el periodismo y la cooperación. Licenciado en Filología, y master en Periodismo y Derecho Internacional. Es consultor de comunicación y cooperación. Escritor, docente y colaborador en varios medios en España (como El País) y Latinoamérica (Gatopardo, La prensa, Confidencial, Etiqueta Negra, etc.) sobre temas literarios y de actualidad internacional, crisis, cooperación y desarrollo. Ha publicado, entre otros libros de antologías y colaboraciones, ensayos y relatos (Las cien Novelas para siempre del siglo XX y Si estuvieras aquí, de la editorial Icaria). Fundó con Sergio Ramírez la revista cultural Carátula www.caratula.net , de la que fue editor. Ha sido profesor de Comunicación y Humanidades, traductor y responsable de información de Médicos sin Fronteras. Ha conocido de primera mano numerosos conflictos y crisis humanitarias. Fue coordinador de la Campaña de Acceso a Medicamentos en América Latina. También ha coordinado proyectos que unen el mundo humanitario y el desarrollo con la Literatura como la serie Testigos del olvido de El País Semanal.