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Responso por Dimas Lidio Pitty

29 septiembre, 2015

Rafael Ruiloba Caparroso

– Poeta, narrador, ensayista, crítico literario y profesor universitario panameño, nacido en la ciudad de Panamá el 7 de agosto de 1955. Autor de una brillante producción literaria que progresa con soltura y fluidez a través de los cauces genéricos más variados, está considerado como una de las figuras cimeras de las Letras istmeñas de la segunda mitad del siglo XX.


(Dibujo de Raúl Vásquez Sáez)

Dimas Lidio Pitty nos estuvo preparando para la desproporcionada noticia de su muerte. Borges  escribió  que la muerte de un gran escritor plantea un problema metafísico ¿Indagar o profetizar qué parte queda de su obra? Dimas actúo en consecuencia. Dejó sus obras completas editadas,  organizadas, y preparadas para resistir los avatares de su mortalidad. Hizo su testamento y dio instrucciones sobre el destino de sus restos mortales. En el prólogo  de sus poesías completas Huellas en el agua (2005) escribió que ordenaba sus asuntos terrenales “en previsión  de cualquier eventualidad” porque para él su obra literaria justificaba su vida. Porque “en su casa la muerte no puede contra la vida” dice en su primer libro de poemas, bautizado en la ciudad de Verona, esa legendaria cantina en Santa Ana, y a pesar de su muerte física, su vida queda en su obra. Quedan las profecías del Futuro en su Estación de Navegantes, quedan los paisajes de su infancia en Los caballos estornudan en la lluvia, Queda su lección de humanismo en su libro Lecturas para vivir. Queda su amor a Panamá “un pueblo diminuto con héroes más grandes que el olvido”. Quedan sus poemas de amor donde proclama que “la vida sin móviles de amor nunca florece». Queda su poesía como dice Pedro Rivera “reflexiva, solidaria, placentera, pícara, rabiosa, escéptica, irónica, alegre, acusadora, moralista, pesimista, amarga, agnóstica y contestataria, es decir humana” . De esa manera Dimas Lidio Pitty se le escapa a la muerte. Se le escapa  hacia la eternidad por medio de una  obra literaria, que se empezó a fraguar desde los 12 años cuando tras un largo viaje desde Chiriquí en un camión cargado de  verduras, lo dejaban en la Biblioteca Nacional leyendo, mientras sus parientes vendían sus productos en el Terraplén. En el poema Viaje a La ciudad  (1965)  recuerda su primer día en Panamá y los avatares del viaje. Dimas Lidio Pitty consideró que era un escritor con un pie en el campo y otro en la Ciudad, pero en realidad su espíritu estaba enraizado en el terruño. En la humildad apacible de la vida campesina, donde la soledad era inaudible y la solidaridad, la sustancia del tiempo. En 1971 en el exilio escribió que esos eran los lugares donde los sueños le siguen esperando. En su primer libro  hay un árbol centenario de 400 años, y una quebrada omnipresente. No obstante en todos sus poemas posteriores siempre aparece un verso que alude a un  sendero entre robles, o un árbol. Ahora es verano en la patria y quisiera estar allá sentado en un árbol antiguo En el poema Recuerdos de la quebrada, dice que su abuela lavó paciente su infancia descolorida. Y es a esa quebrada donde Dimas regresa después de su muerte, porque es en sus aguas donde pidió que esparcieran sus cenizas.

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