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Diálogo imaginario

24 marzo, 2016

Manuel Obregón

– El autor se pregunta a sí mismo…


Escribe usted, qué escribe, o, sobre qué escribe

Escribir ha de ser algo muy serio. A los que ejercen este oficio le llaman escritores.  Los consagrados llegan a ser los clásicos, algo así como el santoral de la iglesia, aunque no necesariamente mártires. Yo no escribo en ese sentido de profesionalismo. Es algo muy personal.

Pero cuáles son los temas que aborda.

No tengo preferencia por ninguno. Escribo sobre lo que me entusiasma o me deprime. Algunas veces son reflexiones sobre lecturas, o, sobre hechos que me han tocado vivir u observar en otros. Creo que más he cultivado la escritura de lo cotidiano, de todo aquello que forma parte de nuestro diario vivir, o,  que nos lleva a esos años inolvidables de la niñez y la adolescencia.

Quiere decir que se siente marcado por esa nostalgia, sobre un pasado que ya está gastado o es irrecuperable.

Creo que nada se agota, todo está en la mente. Es cierto que los años marcan nuestra vida biológica, físicamente entramos en conflicto con esta endeble investidura que es el cuerpo humano, pero nuestras neuronas son rebeldes, se resisten, y son las últimas en rendirse. Toda obra creativa o pasión, toda experiencia inolvidable, todo lo que nos hace vibrar y nos toca a fondo, nada de eso perecerá. Está siempre con nosotros, los recuerdos son nuestros acompañantes de toda la existencia. En ese sentido sólo existe un pasado y un presente. El mañana es algo incierto y no lo conocemos.

Y fuera de lo vivido o lo visto, o, de los recuerdos, qué otra fuente le inspira, aunque no estoy seguro de que esa sea la palabra correcta.  

Nos queda la fuente de la imaginación, que es inagotable. Escribir es imaginar, no en abstracto, que es más propio de la ciencia pura, sino dentro de un total ejercicio de la libertad. No en el vacío que sería un desvarío. Sino partiendo de una experiencia, de un hecho, aunque sea sencillo, de una vida dichosa o trágica, de un observador atento que ve el mundo, el de afuera y el de adentro, sin juzgarlo, que solo lo retrata, aunque en ello se le vaya la vida.  Narrar no es construir frases, sino una descarnada tarea de autodestrucción. Se siente lo que se escribe, lo que le pasa a los personajes es como si nos estuviese pasando a   nosotros. Los personajes son los hijos de la escritura. Duelen.

Qué es para usted la paternidad, la real y la de la ficción.

Una misma. Una necesidad del ser humano. Reproducirnos es toda una historia personal.  Imagine usted, el mismo Quijote habla sobre el fruto del amor en aquél pasaje repetido tantas veces de “el caballero andante sin amores era árbol sin hojas y sin fruto y cuerpo sin alma”, nuestro destino está asociado al de una mujer, si no se ha experimentado esa exaltación estamos perdidos, no solo hay que vivirla formalmente, sino febrilmente. El amor de pareja es también, extensivo, en una especie de empatía, al mundo que nos rodea.  A los otros, a los amigos, e, increíblemente a la ficción. Los personajes son hijos adoptivos que se llegan a querer entrañablemente. Y en ese sentido hay parentela, también llegamos a querer a los hijos de los otros, reales o imaginarios.

Volviendo a su escritura, es íntima o es pública.

Digamos que no es comercial. No está hecha para la venta. Es como un pequeño legado familiar y de amistad.  El autorretrato de lo que soy o pretendo ser.  No se crea que uno llega a conocerse a profundidad, no es tan fácil. Hay facetas en las que quizá otras personas sepan más que uno mismo. A veces roza el ámbito de la privacidad, otras, incurre en materias comunes. No estamos encerrados, somos parte del mundo cotidiano.

Le gustan los temas políticos.

En cierto sentido sí, más no en el militante. No creo en los partidos políticos. A veces son cuerpos cerrados, víctimas de sus propios códigos. La ideología los arruina. También no escapan a la ambición y al poder. En el camino he visto que todos se ajustan a intereses mezquinos.  Van por destacar, por flotar, para controlar, para participar del pastel. El poder hay que verlo como confrontativo. No dejarlo solo porque se manda. No tiene frenos. Hay que estarlo denunciando siempre. Y el poder, no siempre lo detenta el que gana las elecciones, sino, a veces más peligroso, el que las pierde. Hay malos perdedores que buscan venganza. No me gusta meterme en ese campo.  Es un campo minado.

Sus trabajos los piensa publicar.

Sí, diría más bien editar e imprimir, como una satisfacción de que dejo alguna huella. Alguna pisada que señale el camino “aquí pasó”. Vivió, gozó, sufrió, se conmovió, pensaba, opinaba, no se limitó a observar, creyó, descreyó. Amó y lo amaron. Huyó de todo egoísmo, se alegró de los días que vivió, los disfrutó. Creo que lo más importante en la vida es saber vivirla. Cada quien a su manera. Por supuesto de una forma positiva y constructiva. No se trata de vivir en frivolidad, o, en una orgía perpetua, sino de alcanzar la tranquilidad y la serenidad. La satisfacción íntima de que hicimos lo que nos gustaba, de que compartimos la paz y la felicidad con los demás. Que fuimos capaces de dar amor y amistad, que hicimos felices a alguien, y, la alegría de que, fuimos correspondidos. El gozo de tener hijos y nietos que nos relevarán, con su propia individualidad, pero que en el fondo comparten nuestros genes.  Quizá el círculo de lectores no pase del ámbito familiar, o de algunos amigos, pero no está dispuesto que vaya más allá.

Cómo piensa ordenarlos.

Creo que será un solo tomo. Ordenado por contenido. Hay poemas. Hay cuentos. Hay ensayos, novelas inconclusas, crítica, notas de lectura, retratos hablados, notas de cine, traducciones, opiniones, y, hasta entrevistas apócrifas como esta, y uno que otro epitafio. Hay de todo, y, en general, divagaciones, como un río que se divide en otros pequeños afluentes.  Unos que tienen o pueden tener relación con la realidad, y otros, que la trascienden.  Incluir algunas fotos.  Es posible que sean solo borradores, escritos al paso del tiempo. Nada de pulir y pulir para sacarle brillo como dice la Real Academia. Eso lo hacen los profesionales para que el producto salga puro sin mancha. Es bueno para los que salen al mercado, pues en realidad salen a competir, yo no.  El problema es que si tanto se purifica algo, al final puede perder el sabor. No es mi propósito.  No es lo mismo, o al menos creo que es distinto, comerse una fruta fresca que una enlatada.

Cuándo salen a luz.

Espero que en todo el 2016. No hay tiempo para esperar más. Sí, para agregar, pero no para retrasar. Yo digo que son letras minúsculas. Invasivas, robadas al tiempo normal, intrusas en horas inesperadas. Robadas al sueño y a la compañía. Nacidas en pesebre, nada de lujo. Humildad de letras.

Qué libros le gusta leer. 

Como género, poesía y novela. También ensayos. Como autores, los clásicos, y los modernos. Solo a manera de ejemplo: Walt Whitman, Cervantes, Tolstoi, Vargas Llosa, Jorge Volpi, Pérez Reverte, Javier Marías.  Leo historia, me gusta la antropología y la ciencia. La astronomía es fascinante. Un libro que debería conocerse porque aclara cómo nos desarrollamos en sociedad a partir del principio, es “Armas, Gérmenes y acero” de Jared Diamond y “La increíble historia de la humanidad” de James C. Davis. Soy economista y me gusta seguir el ritmo de lo que acontece en el mundo económico. Soy fan de Paul Krugman y su columna del NYT.  Me gusta leer los periódicos, más los digitales. De preferencia el NYT y El País de España. Lector de revistas de literatura. “Letras Libres” no me la pierdo y cuando puedo la “Revista de la Universidad de México”, donde estudié. Leo “El Espectador de Bogotá” y “El Mercurio de Chile”. El asunto va también por el lado de la radio, de la cual soy aficionado desde niño. Sobre todo, de la onda corta.

Ahora ya poco se escucha y el internet es muy versátil y nos pone al día por I Tunes, que se puede oír por la tableta o el teléfono inteligente.  Es increíble. Nos pone al día digo, pero quizá sea mejor decir al momento, todo es en línea. Somos una sociedad satelital.

Aprovechando, aunque no venga al tema, cree usted en Dios.

Espero que la pregunta no sea peyorativa o capciosa.  Es difícil responder de manara tajante. No hay respuestas absolutas, pero sí aproximaciones. Cuando adolescente se me inculcó una fe y unas creencias cerradas. Un Dios omnipotente, creador del cielo y de la tierra, que tiene el don de la ubicuidad. Un Dios de bondad pero a la vez fuerte y vengativo. Que premia y castiga. De adulto, me entraron dudas. Ser crédulo o incrédulo no debería ponernos del lado del bien o del mal. Lo importante es reconocernos como criaturas limitadas en nuestra contextura física y psíquica, y no aceptar nada como acabado. El mundo, el universo tiene, según los científicos, más o menos, 4500 millones de años, nada está quieto, todo se expande.  Einstein creyó en ese Dios cósmico.  Dijo que “Dios no puede jugar a los dados” dejando por sentado que nada es producto del azar, lo que confirmaría su convicción de que “hay un arquitecto del universo”. Añadió, sin embargo que, ese Dios nada tiene que ver con el Dios personal, que está vigilante de nuestra salvación o condena, que es dueño de nuestro destino.  Era más bien partidario de que el destino lo define el hombre, cada quien lo moldea a su manera. Él decide por sí mismo, es el único responsable. No hay Dios redentor. Por su parte Borges iba más por el lado de lo fantasioso. Dijo que “la teología era una rama de la literatura fantástica”.  Saramago recomendaba no leer la biblia ya que lo juzgaba un libro de mucha violencia.

Me reservo mi agnosticismo, y no lo pongo a competir, ni lo someto a discusión con nadie. Respeto las creencias de los demás y con la misma vehemencia espero se me respete las mías.  No afirmo ni niego, simplemente dudo. Quedar, claro o no, se sale de una entrevista. No hay nada conclusivo. Imposible.

Para cerrar, qué le parece lo más novedoso de este primer cuarto de siglo que ya iniciamos. Este siglo XXI.

La misma pregunta se la habrán hecho quienes vieron el inicio del siglo XX. Todo es perplejo y complejo. No tengo el don de adivinar nada. Lo que sí estoy seguro, si lo vemos como un proceso, más que como una sorpresa, es de que, el ser humano cada vez va hacia adelante. Mejora su nivel y calidad de vida. Nunca hemos gozado de tanta salud física como hoy.  Vivimos más y disfrutamos más.  Claro, el bienestar está mal repartido y hay que llevarlo a otros lugares que lo merecen. Otro asunto, o, más bien otro ángulo es, si eso es suficiente. No, no es suficiente, somos seres de múltiples vertientes. Tenemos una vida multifacética. Necesitamos vernos como seres integrales, como una conjunción de materia y de espíritu. No se trata de ser “espiritista”, o astrólogo, pero sí de enriquecer nuestra vida personal. Tenemos que enriquecer nuestra cultura, más empatía, vivir en paz y en armonía con la naturaleza. Convencernos de que desarrollo y medio ambiente van de la mano, se acoplan o se autodestruyen. Más afecto y ternura.  Más atención a una vida rica y sana, a lo interior, y, por supuesto, menos consumista.

Muchas gracias.

A usted

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Licenciado en Economía por La Universidad Nacional Autónoma de México, con Maestría por la Universidad de Vanderbilt, Tennessee, ha laborado como funcionario bancario en el Banco Central de Nicaragua (1967-1997) y ha colaborado en la fundación de la actual biblioteca de dicho Banco, además de Asesor cultural. Jubilado de las actividades bancarias viró su oficio hacia el de la agricultura, sin olvidar nunca sus grandes pasiones: la lectura y la escritura de textos.