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Tríptico de domingo

14 marzo, 2016

Melissa Solorzano

– Obtuvo Mención Única en el Tercer certamen Inter-universitario de Literatura “Carlos Martínez Rivas” 2010, en poesía, con la obra “Diez pequeños poemas”, convocado y organizado por la Universidad Autónoma de Nicaragua (UNAN-Managua). Ha publicado poemas y cuentos en Nuevo Amanecer Cultural.


I

Domingo el peor de mis días,
no es el día del sol.
Siento que los otros seis días no han pasado todavía.
Y anuncian el martirio dominical,
ya van a ser las once, las cinco, las seis de la tarde.
Y en cada repique de campana trato de huir de la casa.

Las once de la mañana y aún no estoy lista,
con algunas mañas aprendidas desde los nueve años
he escapado a la primera misa.

Ya pronto serán las cinco y las horas pasadas
hubiera preferido que no pasaran.
Y me piden que no me ensucie.
Mi juego favorito: el fusilado.
Desde la casa hasta el poste del alumbrado eléctrico
donde esperaba mi fusilamiento,
viaja el llamado de mi madre.
Y lloro.

A rastras me llevan
y en las tres cuadras para llegar a la iglesia
cada paso clava mi cruz.

Llevo una cruz a cuestas cada domingo.
Y el peor de mis días acaba después de las seis.

II

Entro a la iglesia con mis ojitos irritados
y llorosos.
Y no es por el juego.
Sólo no entiendo qué hago aquí.
Ni ellos, los adultos, comprenden qué hacen aquí.
Quizás por sus temores.
A la hora del credo
yo digo no creen.
Y en algún momento se darán la paz
que no tienen.

Éste es el santuario de las golondrinas.
Anidan en la armazón metálica
del techo cónico de la iglesia.
Vuelan y bajan y pasan rozando
las cabezas de los feligreses.
Y soy como una de ellas.

III

A la salida de la iglesia,
después de la comunión,
nos creemos perdonados con asistir a la ceremonia,
y ya perdonados,
empezamos de nuevo a ser quienes somos,
sin pan, ni vino, ni paz,
y así terminaba el peor de mis días.

¿Por qué debo estar aquí?

Nacemos con la vida
no pedida a nuestros padres.
Inevitablemente llega el día en que nos preguntamos:
¿por qué debo estar aquí,
qué debo a hacer?

¿Acaso he de seguir el cauce de la vida,
con algún asombro
la vida que siguieron los demás?
Temo no encontrar las respuestas
y como la mayoría de las personas
sólo ir viviendo en el rápido pasar de los días.

Espero que ésta sensación de vacío
y temor por quién seré mañana, perdure.
No la olvide por la comodidad de un empleo
o por aprender a callarme ante las injusticias.
Y luego, pasados los años, me encuentre
como una anciana cansada de la rutina, que se pregunta:
¿fue acaso la incertidumbre del mañana
lo que te hizo repetir lo mismo
como humanidad?
Desearía que la vida no pedida,
me adentre y me domine
no sólo para no desear la muerte
sino para ser leal conmigo misma.

Higuera sin frutos

¿Qué frutos se supone que den los hombres
y qué manos deben llenar?

El hombre no encuentra a su Dios en la tierra,
todo le falta.
En vano le llama.
Dios se ha marchado
cansado de buscar frutos.

Pero ésta higuera se encuentra enferma.
Se ven sus hojas carcomidas.
Su tallo no se endereza desde hace años
ni cuando ve salir el sol
ni cuando lo refresca la lluvia.

Si el hombre no hace nada
por erradicar sus propias plagas: la inequidad,
la corrupción y la voracidad de los políticos,
nunca dará frutos.
Consume la tierra inútilmente.

En el viaje no existe la piedad

Jóvenes centroamericanos expulsados de sus países
por las condiciones de miseria en que están sometidos a vivir.
Conocen historias de familiares y amigos sobre el viaje al norte, es cruel.
No hay de otra, mueren de hambre en su país
o intentan cruzar la frontera de México a Estados Unidos.
Desde que salen de sus hogares van preparados
para la tortura del viaje,
se repiten entre compañeros: aborda con cuidado los trenes, mantente despierto.
La migra, es lo peor que te puede pasar,
te desnudarán, te golpearán y una vez que te han denigrado te deportarán.
Cada ruta tiene sus dificultades.
La ciudad de México será la más difícil de pasar, oirás los perros
rastreadores buscándote.
Sé escurridizo, mantente alerta, Veracruz está controlada por los Zetas,
si te secuestran y no pagan los familiares o
te niegas a ser un sicario, te matan.
Esta tierra es un cementerio de indocumentados,
tu muerte será como la de cualquier animal.

Mirarás como golpean y estafan a los más débiles,
violan a las mujeres, hombres mutilados o muertos en la vía.
Por cada ciudad dónde pases serás rechazado,
llevas los problemas e inseguridad a sus familias.
Camina mucho, sigue adelante, no hay tiempo para recuperarte de lo que pasa.
El único lugar donde podrás descansar y asearte
será en los albergues de la iglesia católica
si no es que antes los han cerrado.

Da gracias cuando madres compasivas te arrojen bolsas con
comida, zapatos o ropa, podrían ir presas por ayudarte,
acusadas de tráfico de personas,
cuando ellas sólo miran en tu rostro,
el rostro de sus hijos desaparecidos.

Cuando al fin llegues
no serás bienvenido a la tierra
que te hizo persistir durante el viaje.

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