Viaje hacia el sur de un sueño
19 mayo, 2016
Francisco Larios
– En esta selección de poemas de la colección La isla de Whitman de Francisco Larios, encontramos algunos temas que sin duda la lectura del texto completo multiplica. Por ejemplo, no asociar el paisaje del sur de España con los versos de Lorca resulta difícil, sin embargo, en el poema “Viaje hacia el sur de un sueño” este espacio icónico cobra una dimensión estrictamente poética, en donde la voz pareciera dar cuenta de un desplazamiento por el topos del lenguaje, en un itinerario en donde la conciencia alcanza, en la llegada, un origen abyecto. Asimismo, en “reflexiones sobre una sábana blanca” y “sueño de una elíptica parábola” observamos que el mismo lenguaje inquiere acerca de sus propias posibilidades de representación, en tanto imagen en la tela, o palabra en el folio, derivando en el poema “La máscara y el polvo”, donde es posible advertir que la voz poética encuentra en la paradoja de la memoria, una especie de respuesta a los límites del lenguaje, siendo éste el núcleo irreductible a partir del cual el universo se recrea de forma infinita. Por otra parte, en “Meditación interrumpida…” se establece una relación directa de la noción elusiva de la percepción con el gran icono popular que rondó la depuración de aquellas puertas metafísicas, definidas por William Blake en el poema “The Marriage of Heaven and Hell.” La lectura de esta selección hecha por el autor, nos presenta además, con la utilización de las imágenes del volcán, la lágrima, el viaje en el sueño, la memoria y los umbrales de la percepción, la latencia de una metamorfosis monstruosa, como podemos ver en el poema «Notas para un corrido sobre Gregorio Samsa» o el escueto chasquido en el infinito de “charco en el fondo de un sueño”.
si por Toledo me vieron, soñaban;
y yo también, porque en
Toledo estuve;
si en Córdoba me ven,
también me
sueñan;
y sueño yo, porque las sueño
hojitas de romero,
camino de Egipto,
¡guapa! vida larga y gran fortuna,
un sol sin nubes,
limoneros
y el lento
velo de la llanura
rumbo a Sevilla
Es como si un fuego
callado me guiase
como si paciente,
me deshiciese;
como si en el cielo
todo sospechase
como que si fuese;
como que supiese
esta Andalucía
entre las hojitas
de santo romero,
camino del alma, dónde me dirijo,
yo, que ciego escapo
desde aquel Toledo
a la más profunda
de mis cicatrices
al día sin pájaros que tiembla,
entre
la Sevilla y mi Córdoba mora;
la sirena triste que ha de redimirme
de aquellos perdidos andares, perdidos
andares, perdidos
en el centro íngrimo del
pasado
¡qué sures destinos
desde el sur me llaman!
desde el sur que anduve
camino curtido, cansado Guadalquivir
Ahora me encuentro en sus campos y lloro
porque no comprendo cómo fue que he sido
siento que me alejo y que
me acerco
que abrazos me carcomen, me desatan
que rechazos me plantan
verde en otros lares;
separado y en su carne, huérfano hijo en
incestuosa
desolación
de los campos heridos y los
ríos inertes
Hallo su cuenca y lloro sin voluntad
hallo los restos de mi largo viaje
flotando inútilmente
hallo lo que pudo ser, y marcho
con el dolor de haber descubierto
en este sur,
en desorden de arenas
disperso,
la ruta de los mares antiguos
el horror de la sangre y el destino
La máscara y el polvo
El trabajo de la memoria
es olvidar.
Innecesario Cubrirse la cara
Más bien inútil La máscara
y el polvo Se derriten
Se derriten Se derriten
Y nada pasa
Un volcán Y el corazón
de una lágrima Sienten
lo mismo
tapan el sol Estallan
Sus faldas se agotan
Se derriten Se derriten
Se derriten
Y nada pasa
El trabajo de la memoria
es olvidar.
medi
tación
interrumpida por pensamiento flotante sobre
Jim Morrison
cuando
la lluvia
cae,
uno
celebra
que ella
reduzca
las ideas
a un
reluciente
hueso
verdoso
Llueve. Por la gran oquedad
se escapa todo. Vuela.
Se ha quedado sin pausa
la lluvia. Jim Morrison in Paris;
termina todo. Il pleut.
notas para un corrido sobre Gregorio Samsa
Resulta que ser amigo de Gregorio Samsa
empieza una mañana, y por la tarde
ya entiende uno cómo es
el mundo.
Resulta que sentarse en sus rodillas
con él entretenido en ventriloquias
hace de uno un fenómeno adorado.
Resulta que así es de irónica la vida:
él, cualquier escarabajo—¡y tan querido!
Por cuanto, ya entendiendo
que esta vaina es un vómito de sonambulía
lo justo es imponer un nuevo orden en las cosas
a imagen y semejanza del suscrito
en el pequeño espacio en que sus
tentáculos crecen.
Toda hermosa y brutal es la venganza.
Tan exquisitos antropófagos llevamos a la cena
de los escarabajos que nos comen los ojos.
sueño de una elíptica parábola
en tu órbita mi voluntad no existe
la locura cae piedra al peso se ata azul
al pozo Densa
fundes
piedra estopa plan perfecto la inicial conquista de tan
densa esfumas te
desganas te deshieres te
evanesces te
apareces desva-
neces
joven evocando nada más casta-
ñuela
mi voluntad en sonido
-ór
bita
que rastro tuyo de tan denso engríllame, colápsame
tu órbita de pozo rumbo a mano
cierta un día breve al borde del descanso arándome
desháceme tu órbita
desintegrada azul en hebra
blanca lejos,
hilo blanco
claro
entránzase,
desiértame
traspásame deshílame desguásame
desáhuciame recúrreme
despójame tu órbita hóspita cruel impune azul
azul azul azul azul; azul azul azul
azul al fondo.
charco en el fondo de un sueño
En la mente del sueño un pozo
es el pretexto de una vena;
y me pregunto, repetidamente:
¿Qué es aquel reflejo en el fondo,
como restos de luna?
así prosigue la eternidad:
sus migajas tiesas golpean
el cansancio del hombre,
como cualquier granizo.
reflexiones sobre una sábana blanca
para describir una sábana blanca, blanquísima,
que no es vela, ni bandera de paz, ni rendición,
no hace falta borrar del paisaje marino las gaviotas
ni es preciso extirpar del recuerdo
un campo regado de begonias
y cadáveres que nadie quiso amparar.
Podría decirse, es más, que no hace falta describir ninguna sábana,
que aquello es solo el sueño desquiciado de un pintor poeta
que indaga así cómo sería el mundo sin su pluma,
igual que si la nieve
fuese el único espíritu del norte
y la arena blanca
el único habitante del mar,
igual que el sueño del músico poeta imaginando un mundo
de árboles que mueven sus copas quietamente
como en marcha funeral
o fiestas que agitan las palmeras y asustan animales que se escurren
con los tímpanos rotos,
¡todo para saber cómo sería al mundo sin su pluma!
¡Ah!, el hombre, incapaz de imaginar caminos sin su huella, de dejar
constelaciones sin nombrar
—huérfanas, asume, esperando su paternal bautizo—
toma la manta blanca y la traduce en estrellas, da voz a las lunas,
pinta el vuelo rutinario y lleno de voces de las aves
que le cantan y habitan con él su solitario delirio