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Sonetos

30 julio, 2016

Armando Cerpa

– Tres sonetos pertenecientes a una colección escrita en la ciudad de Los Ángeles, en el año 2006. Mercado, Esclavo y Olvido, en secuencia, constituyen tres instancias de la percepción de la realidad de aquel tiempo. El primero representa un todo envolvente, a partir del cual se gesta una entidad colectiva en Esclavo. El tercero apela a las dos primeras instancias, describiendo la impermanencia de la realidad urbana, y el desesperado intento de acumulación de experiencias en la memoria, ante la implacable presencia del olvido.


Armando Cerpa

Armando Cerpa

Mercado

Leviatán omnipresente en mi cielo
así poseído intuyo tu esencia
en cada fabril deseo y creencia
que busca saciar contigo mi anhelo.

Se ha ido emplazando tu reino de duelo
aquí en la tierra con toda su ciencia
que al darnos el pan en tanta carencia
clava mordaz su cáustico anzuelo.

Tan sólo este aire viciado perdonas
dando al más íntimo instante su precio,
y urdiendo en el Ser la falsa certeza

de ir adquiriendo inmortales coronas
de expiaciones de espinas y aprecio,
hurtas mordaz la infinita riqueza.

Esclavo

Allí en el vientre abierto en que transita
este ciervo rastrero en su maniobra
suma impasible sus manos a la obra
del tumulto y la sangre que lo excita.

De la arteria y el bilboard que lo incita
va extrayendo la sabia como sobra
del instante vendido a la zozobra
y a la muerte a la cual se precipita.

Cotidianamente así entronizado
la mueca de su rostro es una sombra
del ser que en sí se oculta renegado

por eternas vilezas que no nombra,
transitando las huellas que ha robado
al presente que muere y no le asombra.

Olvido

Así al existir lo traga el olvido
leve y fugaz en la parca quimera
del fatuo creer que el alma prospera
al apiñar cada instante vivido.

Sitiando feroz la esencia en su nido,
en encubrir a la muerte se esmera
dejando roído el cuerpo a su vera
como vestigio del Ser dividido.

Servil el nombre se da a su condena
haciendo al presente burda ceguera
plena de signos que nutren la esfera,

elusiva del tiempo, en que se drena
el perpetuo fluir que nunca aligera
su impermanencia infinita y grosera.

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