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Conversaciones con Vidaluz Meneses

2 octubre, 2016

María Roof

– En esta sección de Pláticas, hemos querido incluir algunos textos producto de distintas entrevistas y conversaciones que tuve el privilegio de tener con mi querida amiga Vidaluz Meneses (qepd), durante el año 2012. El material es inédito y forma parte de un trabajo mucho más amplio sobre la vida y obra de Vidaluz, que se encuentra en proceso de elaboración


Vidaluz Meneses y María Roof

Vidaluz Meneses fue generosa con los solicitantes de entrevistas. Aparecieron sus pareceres a menudo en la prensa. Teófilo Cabestrero la incluyó en su libro de testimonios, Revolucionarios por el Evangelio (1983), y Rossana Lacayo grabó su testimonio en el documental “Un secreto para mí sola” (1988). En inglés, Margaret Randall la incluyó en dos libros de conversaciones con mujeres poetas de Nicaragua y con las “hijas de Sandino” (1984, 1994), igual que Denis Heyck en su compilación de historias personales de la Revolución (1990).

Yo, en cambio, no tenía intención de entrevistarla. Había notado que de sus poesías vertidas al inglés sólo existía un puñado disperso en antologías y revistas literarias. Cuando le propuse, en una reunión de CILCA –Congreso Internacional de Literatura Centroamericana, que tanto ha hecho por promocionar las culturas de la región– unir sus cuatro poemarios en un solo tomo que yo traduciría al inglés, aceptó. Sólo después, ya finalizando la traducción, me cité con ella para una breve entrevista que usaríamos como introducción al tomo.

Una vez embarcadas, imposible detenernos. Siempre quedaba algún recoveco por explorar. Las más de 40 horas de conversaciones en tres continentes a lo largo de varios años fueron transcritas con fidelidad por la meticulosa Sonia Celerín de Panamá. Vidaluz revisó y aprobó la versión condensada, cuya traducción vino a constituir las primeras 150 páginas de: Vidaluz Meneses, Flame in the Air: Bilingual Poetry Edition (2013).

Al otorgarle el Premio Whitaker del Middle Atlantic Council of Latin American Studies en 2015, el jurado destacó que en realidad se trata de dos libros: la fascinante autobiografía de la poeta a base de diálogos y la poesía en formato bilingüe con toda la armazón académica de notas, referencias y bibliografía.

Las entrevistas no se han publicado en su versión original, aunque algún trozo puede coincidir con las memorias de la poeta, Balada para Adelina (2016), sin duda por su prodigiosa capacidad para recordar detalles de acciones e intercambios verbales.

Nos honra ofrecer en homenaje a la poeta esta mínima selección de mis amenas y estimulantes conversaciones con Vidaluz Meneses.


I
“Nuestra generación de poetas mujeres fue vanguardia
pero pagamos un precio”

Has hablado del primer logro de la mujer nicaragüense en el arte y la cultura: la decisión de la mujer de expresarse. Estabas entre la primera generación de mujeres poetas en Nicaragua, un mini boom que incluye a tus contemporáneas como Ana Ilce Gómez y Michèle Najlis, además de las que os siguen poco después: Daisy Zamora, Rosario Murillo, Gioconda Belli. No fuisteis las primeras poetas en Nicaragua, porque antes estaban Piedad Medrano Matus, María Teresa Sánchez y Mariana Sansón Argüello. Pero como “masa crítica”, como generación, ¿por qué se produjo en ese momento, y no antes, lo que Nydia Palacios ha llamado “un conjunto inusitado de voces femeninas de gran calidad”?.

 Parece cierto, hasta donde sepamos, que fuimos la primera generación de poetas mujeres y no simplemente figuras aisladas, pero no se ha hecho suficiente investigación para sostener esta teoría. Helena Ramos ha descubierto que muchas mujeres anteriores publicaron sus textos, especialmente en periódicos locales, y quedaron injustamente excluidas de atención crítica. Yo creo que nosotras ya somos poetas de la modernidad. En el caso de Mariana Sansón Argüello [1918-2002], hay que recordar que ella publica tardíamente, prácticamente en los 60; en su caso, creo que la ubican como precursora más por la edad, que en ese sentido, sí, es más o menos contemporánea de María Teresa Sánchez [1918-1994]. Yo creo de todas formas, que hace falta más investigación, estudio y profundización en la obra de no pocas mujeres anteriores a los años 40, para establecer un juicio definitivo.

Cuando estuve en Managua en 2002 para la inauguración de la Federación de Escritoras Centroamericanas, quedé francamente alucinada durante los recitales de poesía organizados por Helena Ramos al ver la cantidad de nuevas escritoras, estimuladas en parte por vuestro ejemplo y apoyo en talleres, y la calidad de sus obras. Me pregunto si estás de acuerdo con algo que Daisy Zamora dijo –que vosotras erais las mujeres de la transición, que vuestra generación quedó baldada por una historia de la que no os podíais liberar totalmente.

Indudablemente que sí.  La experiencia revolucionaria nos dejó marcadas.

En varios poemas tuyos Alba Fabiola Aragón encuentra una presentación particular, única, de la maternidad, la cual logras al destacar ciertos aspectos ignorados por la cultura tradicional: la preocupación diaria por los hijos, la soledad en esa preocupación, la necesidad mutua de madre e hijos, a diferencia de la abstracta madre heroína o la Pietá, que lo sacrifica todo por los hijos. No sólo los hijos sino también la madre se consuelan con la idea del retorno a la cavidad acuosa.

A mí me sorprende cuando me atribuyen ciertas características fuertemente maternales, sobre todo, no deja de avergonzarme el pensar si he sido “candil de la calle, oscuridad de mi casa” como dice el refrán. Acordate que pertenezco a la generación revolucionaria y de ella se habla particularmente de los resentimientos de los hijos e hijas postergados por las tareas sociales y/o militares que imponía el proceso. Indudablemente que he tenido plena conciencia de mi responsabilidad maternal, pero creo que en la práctica atendí más la dimensión macro del contexto, que la cotidianidad de mis propios hijos/as. Tal vez el pertenecer a una generación que  rompimos el modelo, nos hace una nueva forma de ser mujer o ser humano como dice Rosario Castellanos, de quien también en un momento dado inserto su verso (intertextualidad), en el poema Esa mujer: “la madre huérfana de prole”. Las rupturas también dan miedo. Creo que nuestra generación fue vanguardia, pero pagamos un precio.  Escribir sobre nuestra vulnerabilidad también es parte de nuestra fortaleza. Esa es la paradoja.

Brigada Cultural

Brigada Cultural

Hablando de tu trabajo en la brigada cultural, mencionaste la constante preocupación por tus hijos, la angustia que sentías como madre, la sensación de orfandad cuando uno por uno, te fueron dejando tres de los cuatro hijos para aislarse de la Revolución. ¿Crees que esa angustia marcó de alguna manera tu obra poética?

 Así es. Mi única fuente de consuelo fue el Evangelio. Hay varios pasajes, sólo que referido a los padres y hermanos o parentela: Cuando Jesús se pierde de 12 años de edad y lo encuentran predicando en el Templo, él dice estar en la Casa de su Padre. Otro pasaje de San Lucas es uno que yo cito en un prosema: “Los hermanos no son los de la sangre, sino los que comparten la fe”. Para mí, la opción cristiana radical era la revolución, el cambio social a favor de los pobres y eso significaba un inmenso sacrificio. Había otro pasaje terrible, en el Antiguo Testamento, la madre de los Macabeos, que iba entregando uno a uno a sus hijos a la muerte porque estuvieron dispuestos a afirmar su fe cristiana. Yo hasta allí no iba a llegar, pues si mis hijos varones no estaban a gusto en la revolución y les llegaba la edad del Servicio Militar Patriótico, posiblemente yo hubiera buscado cómo se fueran o irme con ellos. Porque no iba a permitir exponerlos a la muerte, a la fuerza, por algo en lo que no creían o no sentían como propio.


 II

“Precursoras, nuevas (des)orientaciones y la trascendencia”

“Interrogantes” de tu último libro, Todo es igual y distinto (Poemas 1992-2001 ), es un poema que me ha fascinado desde la primera lectura. Me imagino que tiene su historia.

Sí, esto pretende expresar el dolor de todas las mujeres, las mujeres que se han suicidado, las mujeres que también sufren la violencia y son incapaces de denunciarla, porque están tan profundamente destruidas que no tienen la fuerza para la denuncia, las mujeres que son maltratadas en lo profundo de la noche y ni siquiera se oyen sus gritos. O la mujer que está recogida, como un niño, de terror en su cama. O la mujer que se maquilla y aparenta que es dueña de la situación y tiene un profundo dolor, porque tiene una situación sumamente difícil. Entonces, son las interrogantes a la sociedad: ¿Quién le entiende? ¿Quién le ayuda? ¿Quién rescata a esa mujer de ese sufrimiento? Ese es el sentir.

Pilar Moyano ha observado que ciertos poemas tuyos, al plantear la transgresión de las convenciones socioculturales, intentan imbuir la tradición patriarcal con nuevos significados, por ejemplo, “Vivas estamos”. Las escritoras que mencionas ahí –Virginia Woolf, Sylvia Plath, Alfonsina Storni— sucumbieron, pero las rescatas y ellas sobreviven cuando las nuevas poetas las consideráis vuestras precursoras como escritoras.

Creo, a lo mejor soy pretenciosa, que les doy un sentido a sus vidas y a su muerte respectiva.  Bastaría la trascendencia de sus obras, vigentes, pero creo que también merecen ser rescatadas como personas, como pioneras de la liberación de la mujer.

Esa mujer está loca” , es otro poema que me fascina, del año 2000.

Es que ese es un poema social, claro, porque es inevitable. Volvimos a lo mismo,  y este caso es real. Este poema lo sentí venir, entrando a mi oficina en el Centro Valdivieso; a mí me impresionó una mujer delgada, con su bolso, que se me acercó, un tanto desorientada. Ella pedía ayuda en ese momento y yo le di algún dinero para el transporte, pero me quedó la impresión. Entonces, me dije, esa es parte del drama de que todo es igual, aunque sea distinto. Volvemos a la pobreza, a la tragedia de la gente. Yo pensando, esa pobre mujer, sin dinero, perdida en una calle a la par que avanza el desarrollo del mundo, de la humanidad. Yo ya tengo acceso a Internet, al correo electrónico, ahora como nunca nos comunicamos más los seres humanos, pero esta mujer, a lo mejor viene de un pueblo –el resto es imaginación– anda buscando cómo poner una carta, dirección referencias de lo que ella conoció. Digo, si esta es una mujer campesina, cómo se sentirá de perdida, no encuentra la casa del correo, ya no es lo mismo. Casi nadie usa el correo ordinario y ahora mandamos unos mensajes bien rápidos. Entonces yo junté todo eso –la alienación en la que cae la gente, muchas veces por falta de acceso a los niveles que da el desarrollo. Y ese es el retrato de una mujer alienada y pobre.

¿Y como ella muchas?

Bueno, es que el nivel de vida ha bajado enormemente en Nicaragua y las estadísticas son fatales, porque hablan de que un 70% de la población vive con dos dólares al día. Entonces te  imaginás: cuando hay una cantidad enorme de desempleo, cuando hay 800,000 niños excluidos de las escuelas de primaria, que no tienen acceso a la educación, eso te da una idea de qué cantidad de gente está en esa situación. Entonces esta poesía recoge esa denuncia, porque es una denuncia.

¿Fue a propósito en Todo es igual y distinto la reafirmación del yo femenino y la maduración reflexiva, como observara Margarita López Miranda?

Sí, ahora si asumo plenamente mi conciencia de género, nada es inocente, mucho menos inconsciente.

El penúltimo poema del libro es “Viaje hacia el interior”.

Sí, este es un poco aspirando a un sentido de trascendencia, ¿verdad? Siempre el tema de la vida y la muerte, que mucho se encuentra en mi obra. Hasta ahora me doy cuenta….

Y las imágenes de la naturaleza que tienes al principio, ¿para ti se referían a tu estancia de niña en Bonanza?

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Sí, de toda mi infancia en Bonanza y en Las Segovias, toda mi infancia. Yo te dije que para mí era muy importante el paisaje de río (yo conocí el mar hasta que tenía 14 años). Mi memoria infantil está en los ríos, en los caminos de tierra, en un mundo muy silvestre. Y ahora  como hoy, que hay silencio aquí, en el campo se oyen las chicharras; y luego hablo de ir a la matriz. Al fin y al cabo los bebés están en líquido, entonces volver a la matriz, que es lo que siempre uno aspira, volver al seno materno, a la seguridad. Todos los psicólogos recurren a esa idea. Y de alguna manera también eso del Big Bang son las referencias de lo que Ernesto Cardenal puso en boga ahora en la literatura nicaragüense, de esa poesía cósmica, y lo que también se habla ahora en el mundo contemporáneo, cómo fue la explosión de las primeras vidas, cómo es que surge la vida, toda la discusión del aborto, también, cuándo comienza una vida, cuándo realmente estás terminando una vida al abortar, o no, o es algo que se está formando. Entonces, qué rica esta vida, ¿verdad?, en donde ya de mí salieron mis hijas y de mis hijas ya salieron otros y me voy prolongando a través de mi sangre, de mis células en otras/os.

Sí, que es otro de los temas de tu poesía también, ver tu descendencia.

Sí, porque creo que mis hijos/as me han dado fuerza. En algún momento me he referido a ellos así, porque creo que los hijos son como parte de tus raíces que te dan arraigo y luego el final de este poema , “—Tanto afán por ordenar el caos!”,  toda la vida, dedicar tanto esfuerzo, tanto trabajo. También el caos para mí aquí tiene una referencia de unas lecturas contemporáneas, pues estas nuevas generaciones, como Martha Cabrera, me abren a nuevos libros, nuevas teorías que salen. Tengo un libro que me interesó muchísimo –lo consulto con frecuencia, lo estoy leyendo–  que se llama Las siete leyes del caos. Y yo le decía a ella, qué curioso, compartiendo con amistades, cuando estudiamos en el colegio y cuando te enseñan la religión y cuando te hablan de la espiritualidad, y cuando vos leés la Biblia, el caos siempre es símbolo del desorden, de lo que no es correcto, el caos hay que ordenarlo. Dios es el gran ordenador.

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Por esa concepción que yo tenía, también en el poema dedicado a las poetas suicidas, “Vivas estamos”, de Todo es igual y distinto, digo, “la diosa … el andrógino ordenador del caos”, porque el caos es desorden. Pero ahora resulta que el caos tiene sus propias leyes y termina ordenándose, lo cual es otra realidad que me resulta fascinante, por dos cosas. Por un lado, por poeta, creo que los y las poetas siempre estamos abiertos a lo nuevo; la rutina es lo más terrible. Hay que estar abierto siempre a cosas nuevas y que las cosas pueden ser distintas a como las conocimos. Y por otro, por Géminis, posiblemente, es que me gustan mucho los cambios y la novedad. Entonces me sorprendió positivamente que el caos tenga sus propias leyes y se termine ordenando a sí mismo. Digo entonces, por qué tanto afán de los seres humanos en ordenar el caos, si tiene sus propias leyes y se puede ordenar el universo, entonces más bien, “Let it be”.

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