corea torres

Gambusino de la forma, el «Peregrino», de José Vicente Anaya

29 septiembre, 2016

Corea Torres

– En la cuarta de forros de Peregrino, el poemario de José Vicente Anaya, Alejandra de la Cruz apunta con delicada precisión: “Este libro es un peregrino que ha recorrido muchos caminos, el principal de ellos es el tiempo, fue concebido hace 22 años (estamos hablando del 2002), tras largos peregrinajes exteriores e interiores del autor… constelación y fusión de coordenadas, largo cruce entre el peregrinar y la espera… el resplandor fugaz de los lugares, su permanencia en la palabra”. Y Corea Torres explora, en los sedimentos que el poeta Anaya expone en sus versos, para descubrir en “las comarcas del viajero las consagradas visiones de su andar”.


“Mientras el turista se apresura por lo
general a regresar a su casa al cabo de
algunos meses o semanas, el viajero, que no
pertenece más a un lugar que al siguiente,
se desplaza con lentitud durante años de un
punto a otro de la tierra…”
Paul Bowles.

El paisaje como sustento.
Una imagen vista y recorrida desde dentro.
Trasladarse, mudar de tierra, y en todas hollar sus piedras.
Reconocer en sí mismo un territorio cuya geografía es génesis de andanzas nuevas.
Residencia, hacer el tiempo en cada lugar cual vivencia plena de observación y así retener en la memoria.
Todos los asuntos miran hacia dentro, inciden con su cauda de sentimiento en el ser sensible del poeta, y este no puede dejarlos de lado.
Pero sigue siendo la ocre tierra primigenia la diana que abre el corazón para dejarse ir tras los restos de vida que cuelgan de árboles distintos, como vertical verdad de la naturaleza.
Y si esto fuera poco, el poeta lo registra con las palabras, y lo hace trascender en una suerte de divulgación sentida hacia los otros espíritus ansiosos de abrevar en esos lagos pletóricos de reminiscencias, de aquella sustancia que él sabe desaparecida, pero que entiende “vuelve a un cauce antaño abandonado”.
Peregrino es José Vicente Anaya.
Peregrino el libro pintado de azul, consigna mayormente una flora, una fauna recientemente olvidada: el molusco enconchado, los pinos, olivos, eucaliptos, saltamontes, chicharra, chapulín, víbora nauyaca, chamán, desierto, polvo, iguana, cerros, desfiladeros… a través de ellos, en sus constituyentes la savia enriquecedora de la memoria cautiva de los lugares y de las cosas.
Peregrino cual resguardo del habitat moviéndose temblorosamente en la pupila del observador. Un ejercicio pleno de la memoria de un nómada consciente y acuciado por el deseo de atesorar para expresar; porque la poética de José Vicente Anaya aquí, no es de perturbación, es con mucho: más quieta, atemperada, evadiendo movimientos bruscos, como si buscara infiltrarse con sigilo, a modo de corroer los sustratos, las entrañas del olvido; como si quisiera ir plasmando en las comarcas del viajero las consagradas visiones de su andar.
Terrible condición del poeta: palpar las cosas, hacerlas suyas siempre, aun cuando sean dolorosas, pues de las consecuencias habrá el rastro, el antecedente del cual partir hacia el acercamiento a los demás; denunciar las presencias donde pareciera no haberlas, retomar las visiones, abrazar las raíces desde lo más profundo del tiempo y conformar con ellos el universo que le es esencia, su mundo valedero y compartirlo como alimento en los poemas.
Los hallazgos de José Vicente Anaya están a la vista en Peregrino, salen a la luz por cualquier rincón de sus poemas, descifra para nosotros una república hecha de los vestigios de tantos pueblos que somos, y que él como O guardador de rebanhos (Pessoa dixit) practica. En medio de los paisajes, José Vicente establece las ligas recónditas e inevitables de las cosas, las vertebraciones que forman la red invisible de las demarcaciones que habitamos y de la cuales venimos. Con la visión lírica, sensible y humana del poeta, Anaya observa atentamente las pequeñas o las grandes diferencias de los sitios repasados por el lugar común, e implanta su mirada para fijar las inadvertidas sensaciones que dejan montañas, lagos, selvas y desiertos sin atenerse a contar el paso de los días, es decir, sin ningún asomo de preocupación por  “la pérdida de la cuenta de los años” y así asomarse al “más pequeño rescoldo imaginado”.
Peregrino es el Jefe Rarámuri, el Sipiáame, la lúcida pupila de Unarúame, Tata Riochi. Su pertenencia alcanza hasta otros norteños pueblos hermanos: asenais, pai-pai, kiliwa, chiricaguas, Ishi.
Peregrino es road poem, como los textos -on the road- beatnik son road movie (Jack Kerouac), por eso el viaje es en cierta medida su razón de ser, yo diría hasta  su condición y sustento.
José Vicente, persiste, Anaya -tozudo cual bárbaro del norte-, en la búsqueda de la forma como fundamento del fondo, desde Híkuri (BUAP, 1987. CNCA – su lector advierte esa inconformidad por la manera de expresar no sólo con la poesía, sino también los versos como trazos que pudieran dar contorno, volumen, morfología al objeto poetizado y hacer del poema además de expresión  literaria una estetizada figura.
Después de leer el libro Peregrino (publicado en 2002 por Ediciones Alforja, la que publicaba Alforja la revista mexicana de poesía en la que José Vicente y José Ángel Leiva dirigían, enorme proyecto ahora truncado en la revista La Otra) queda el sedimento de la porción de tierra que hemos habitado, la imagen tenue del paisaje nuestro en el pasado y que por la poesía permanecerá siempre.
El colofón agradecido del poeta que ha visto y nombrado los parajes ocultos en la maleza se manifiesta en el poema que cierra: “Con todo el peso de mi mirada/  en otras miradas/  de mi voz en otros tímpanos//  de mi tacto en otros tactos//  sólo he dejado/ mis huellas de fantasma.”

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José Vicente Anaya

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Chichigalpa, Nicaragua, 1953.
Poeta, escritor, crítico literario. Reside en Puebla, México, donde estudió Ing. Química (BUAP). Mediador de Lectura por la UAM y el Programa Nacional Salas de Lectura. Fue editor y colaborador sección de Crítica, de www.caratula.net. Es Mediador de la Sala de Lectura Germán List Arzubide. Ha publicado: Reconocer la lumbre (Poesía, 2023. Sec. de Cultura, Puebla). Ámbar: Espejo del instante (Poesía, 2020. 3 poetas. Ed. 7 días. Goyenario Azul (Narrativa, 2015, Managua, Nic.). ahora que ha llovido (Poesía, 2009. Centro Nicaragüense de Escritores CNE y Asociación Noruega de Escritores ANE). Miscelánea erótica (Poesía colectiva 2007, BUAP). Fue autor de la columna Libros de la revista MOMENTO en Puebla (1997- 2015).