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La humanización del espacio urbano

1 octubre, 2016

Miguel Ángel Díaz Cordero

– Cuando digo nosotros es porque por mi voz habla la voz de los miembros fundadores del grupo Jaime Leyva Ibarra, Ricardo Nájera Salazar y Yo, también los artistas que han acompañado y nutrido este proyecto, en especial mi compañera de viaje Martha Claudia Vázquez del Mercado Ramírez. Todos juntos hemos construido a lo largo de 30 años el proyecto asaltodiario.


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A salto diario, a salto de mata, de brinco en brinco todos los días, de lucha diaria por subsistir. Asalto diario, de asaltar la cotidianidad todos los días, de irrumpir en la vida diaria con una experiencia estética que busca contribuir a la Humanización del Espacio Urbano.

¿Pero a que nos referimos con humanización?

Al decir humanización queremos entender la capacidad de transmitir a otro humano, al espacio físico, a las instituciones o formas organizativas, los principios y valores que desde el renacimiento las corrientes humanistas han exaltado, libertad fraternidad, igualdad, los derechos civiles, sociales políticos y culturales y  todo aquello que tienen que ver profundamente con la dignidad humana.

Y cuando hablamos de lo urbano.

Nos referimos al conjunto de planes generales de servicios y desarrollos técnicos y tecnológicos del entorno físico, económico y social de una comunidad; también a la división en zonas que especifican los requisitos, densidades y utilizaciones del suelo permitidos en lo que a calles, plazas y ejes viales se refiere, los planes para la circulación y el transporte público, así como las estrategias para la revitalización económica de áreas urbanas y rurales necesitadas, para controlar a grupos sociales menos privilegiados y las directrices para la protección medioambiental y la conservación de recursos escasos.

En este sentido sin duda las ciudades son las máximas representantes del desarrollo del espacio urbano de una sociedad; es ahí donde se centralizan sus avances y retrocesos, sus carencias y su opulencia. Son las ciudades las que han representado el espacio simbólico del poder en turno, y de los diferentes Estados y Gobiernos de las que han surgido, son la imagen de un proceso, son el cuerpo donde deja su marca el paso de las civilizaciones que la han ido modelando.

Desde las civilizaciones grecorromanas, los “Estados feudales”, las monarquías, las repúblicas, hasta las democracias contemporáneas, las ciudades han representado los valores en turno y han sido construidas desde una planeación dirigida, al servicio de la hegemonía en turno. Recordemos la ciudad Estado-Nación del Barón Hausmann que propone desplazar al proletariado urbano a la periferia, a la vez que se colocan las fábricas e industrias en el extrarradio de modo que los obreros viven en donde trabajan y por último a esta periferia se le dotan de vías de comunicación al servicio de los aparatos represivos del Estado para controlar cualquier sublevación, huelga o desmán.

Los rostros de la ciudad se deben ver desde la arquitectura hecha de cicatrices, parches, crecimientos desordenados, planes estratégicos, desde el tipo de relaciones que se construyen en ella: económicas, políticas, desde las representaciones que se hacen de ella: ideológicas, religiosas y humanísticas.

En el siglo XXI las ciudades se han convertido en espacio de consumo, un lugar de transacciones múltiples o en objeto de consumo en sí misma; las industrias del entretenimiento, el ocio y la cultura, al servicio de la creación de consumidores, no de ciudadanos. La ciudad de la economía formal e informal, de los excluidos e incluidos por el mercado. Ciudades huérfanas de los servicios del Estado pero llenas de publicidad. En el desarrollo de las ciudades se puede ver el paso histórico y las grandes confrontaciones que van dejando huella en su cuerpo de piedra, en el alma y en sus pensamientos.

Entonces la humanización del espacio urbano (que propone el grupo asaltodiario) tiene que ver con la creación de espacios que buscan crear las condiciones necesarias para el desarrollo crítico, auto-crítico, consiente y sensible del individuo a fin de crear las herramientas de reflexión del entorno que permitan al ser humano dar la lucha por la reapropiación del espacio público, no solo frente al poder político y económico, sino sobre todo contra el poder ideológico.

Si partimos del hecho de que en la cuestión de lo público existen una serie de debates entre el Estado y las diferentes propuestas de lo no-estatal de la sociedad y sus diversos actores (Asociaciones Civiles, ONG´S, Colectivos e Individuos), habría que distinguir entonces que estos se dan en por lo menos tres campos: el económico, el político y en el de las ideas y creencias. Al igual que en todos los aspectos del desarrollo de una sociedad contemporánea ya sea en el ámbito de lo privado o de lo público, la lucha por el control de las ideas, las formas de ver y pensar el mundo son y han sido primordiales para la legitimidad y el control de las sociedades a manos de una elite.

Es por ello que en nuestras sociedades contemporáneas se hace necesario replantear el papel que juega el espacio público como representación del ámbito donde cada uno expone sus ideas a los demás y se expone a la crítica y al debate de sus argumentos, aceptando esto como un motor del diálogo, que se convierta en un laboratorio que trate las contradicciones que se desatan al interior del conjunto social. El espacio público es multicultural, es de todos los actores que lo viven, es el foro de cada una de las comunidades.

Entonces el individuo debe buscar que lo público sea parte de él y de sus sistemas de organización social a fin de que sea el  Ciudadano, (el “hombre libre” o en constante búsqueda de su libertad), el que se represente en los diversos espacios urbanos y no las formas de vida creadas por los publicistas, los grandes monopolios, las transnacionales, los corporativos, que han aprendido bien en las experiencias de los gobiernos de Estados totalitarios comunistas y fascistas, así como de las democracias capitalistas, sobre el uso del control de los medios de comunicación e información, de los instrumentos de educación, de creación y promoción cultural, así como de los procesos de marketing, para usarlos como lo que Weber llamaría los “ressorts” con los que el poder político y económico buscan legitimarse como sistema de control.

Es en el mundo de las imágenes, los símbolos y los signos donde asaltodiario se plantea el proceso de humanización del espacio urbano; es, por decirlo de otra manera, la lucha de los valores de la humanidad contra el valor del dinero y la corrupción; es la resistencia de las culturas que se enfrentan a la cultura hegemónica de “las marcas” que crean, absorben y mediatizan, identidades, formas y estilos de vida y las venden como parte del menú de elecciones posibles dentro del sistema de consumo. Sin olvidar, por supuesto, la justificación política sustentada en la elección de uno de los únicos partidos políticos posibles. Vivimos un mundo de ideas y creencias dirigidas por el poder. Nos han vendido el “bienestar económico” y “la paz social” sin decirnos que detrás de eso empeñábamos nuestras voluntades, nuestras conciencias.

Es por eso que hoy la reapropiación del ámbito y el espacio público debe contemplar como parte fundamental la conquista de la conciencia, la voz y la imaginación creativa del ser humano. Lo que significa la reapropiación de la esfera del poder político, económico e ideológico, a fin de disolverlo a partir de su distribución o deslinde entre los diferentes actores de la sociedad, lo que implicaría mayor participación social en el compromiso colectivo para la creación de espacios públicos que propicien el desarrollo de ciudadanos libre-pensadores.

En este sentido asaltodiario se plantea el uso de los espacios públicos como sitios de diálogo, reflexión, participación consciente y de “educación ciudadana”, ante el uso que las sociedades de consumo han hecho de ellos: espacios públicos convertidos en aparadores de compañías privadas, los logos y sus cargas simbólicas que han ido conformando, mediatizando y modelando el marco referencial de los habitantes, sus valores, su estética, sus formas de vida.

Es en el marco de esta búsqueda que planteamos la existencia de una sociedad que surja de un ámbito de lo público cercano al individuo, un ámbito de enseñanza aprendizaje que utilice la experiencia estética como una forma de comprender y construir el espacio urbano, sus ciudades, su arquitectura, las relaciones entre los hombres que la habitan y las esperanzas de cada uno de los individuos. Esto nos plantea la necesidad de un espacio estético que recupere las ciudades y los espacios urbanos como una herramienta de transformación cultural y social. Para ello nosotros planteamos los asaltos como nuestro instrumento para la humanización del espacio urbano.

Y que es un asalto? 550646_10151098881272833_1948719252_n

Es un dispositivo que irrumpe en la cotidianeidad de la gente, con el propósito de hacer del espacio público, un espacio escénico que posibilita la distancia que permite cuestionar, replantear y criticar nuestras realidades.

En particular se busca generar un espacio donde el espectador participa como actor de la escena y como ciudadano participante en su proceso de liberación (reapropiación) acto rebelde, que se posibilita a partir de un espacio que permite ridiculizar todo lo establecido, desmitificarlo[1], a nosotros mismos, nuestros habitus.

Entonces los Asaltos se inscriben dentro de la lógica de la rebelión, que busca reapropiarse de nuestras vidas, de nuestro cuerpo, de nuestras culturas, frente al poder que usa el espacio como medio para enajenar,  alienar  y manipular para imponer modelos económicos, sociales que conquistan nuestros cuerpos e imaginarios sociales, se busca resistir a la conquista de nuestras corporeidades por parte de la cultura hegemónica, a la vulgarización de la vida por parte de las transnacionales, los logos y el mundo comercial.

En términos de Guilles Deleuze, la filosofía resiste a la estupidez, la ciencia al arrastre y los deseos de la opinión corriente, y el arte a la vulgaridad; por lo que el arte consiste en liberar la vida que el hombre ha encarcelado en ese cotidiano gris y banal.

Los asaltos buscan actuar dentro de la vida cotidiana para transgredir, integrar, transformar, deconstruir, los valores, cargas simbólicas, regímenes estéticos, hábitos, que habitan en los participantes de esta experiencia, a fin de poderlos replantear y darles nuevos significados, recuperar en el espacio de lo real, los cuerpos anónimos, las vidas invisibles a la vista de todos, atrapadas en un sistema de habitus, que crean estructuras – estructurantes, de comportamiento individual y colectivo que construyen los cuerpos metidos en un sistema de miseria económica y humana al servicio de la mediocridad, la rutina conformista que apuntala el autocontrol social.

El asalto surge de la preocupación del individuo – creador, por establecer una relación con su entorno, esto desde una posición que entiende al individuo como parte de su sociedad, por lo que la libertad de uno se encuentra en relación con la libertad de los otros, es decir que el individuo – creador, es un ser que reflexiona, analiza, critica y se autocritica, a fin de participar de manera consciente en la transformación de su entorno, en este caso con la intención de “humanizar el espacio urbano” a fin de “reapropiarnos” de nuestros cuerpos o por lo menos sacarlo del lugar común, del espacio de lo cotidiano.

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Al final el ASALTO es una recopilación de experiencias teórico prácticas de la cultura popular, de las manifestaciones artísticas y del marco sociocultural en que se desarrolla, fundiéndolas en un evento integral y multidisciplinario que pretende transmitir una experiencia colectiva de participación, que libere al público involucrado de su cotidianeidad y que lo invite a compartir de un acto sensible que busca resignificar el entorno y contribuir en la reapropiación de las vidas de los participantes a fin de incidir en la transformación de la dinámicas socioculturales.

Podemos decir que el Asalto viene por un lado de la tradición popular mexicana, de donde retoma la idea de transformación del espacio en un espacio sagrado, ritual, donde se expresan los mitos fundacionales, se restaura nuestra relación con el cosmos, se hacen pedimentos a los dioses, un espacio de fiesta donde el rito tiene como fin cohesionar a la comunidad y refrendar la pertenencia.

Por otro lado están los conceptos, modos de trabajo, lenguajes artísticos de la danza contemporánea, moderna y posmoderna; del teatro de Jersy Grotowski (hacia un teatro pobre), Antonin Artaud (el teatro de la crueldad), Ionesco (el teatro del absurdo), Meyerhold (la biomecánica), el Living Theatre (happenings y sucesos), Agusto Boal(el teatro del oprimido), la Fura Dels Baus, el teatro guerrilla, el performance, la pedagogía de Paulo Freire (educación para la libertad), que transforman el espacio en un espacio escénico ritual en algunos casos y en otros como herramienta de transformación social conectada a los movimientos políticos y sociales de los años 60, 70 y 80, las experiencias de la animación sociocultural y las intervenciones culturales.


NOTAS [1] Es el arte que, para captar el mundo, hace presa en él, asumiendo desde el interior las condiciones de crisis, empleando para describirlo el mismo lenguaje alienado con el cual se expresa este mundo, aunque llevándolo a una condición de claridad, haciéndolo ostensible como forma del discurso, con lo cual se despoja de su condición alienante y nos hace capaces de desmitificarlo. Y a partir de aquí puede iniciarse una operación posterior. Humberto Eco Obra Abierta (1962).

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