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La renuncia del héroe Baltasar, de Edgardo Rodríguez Juliá

29 noviembre, 2016

Tomás Emilio Arce

– Reconocer el poder del influjo es un acto de mera honestidad intelectual y los creadores literarios no están exentos de ello. Tomás Emilio Arce reflexiona aquí sobre el asunto, y nos conduce a la idea de la influencia borgeana en el ámbito latinoamericano a través de un punto de vista agudo, posterior a la visita que hizo a la novela La renuncia del héroe Baltasar, ópera prima narrativa de Edgardo Rodríguez Juliá. Una porción de la historia puertorriqueña aparece en la novela de Juliá y Tomás Emilio lo apunta puntualmente: “la reinvención de hechos históricos para realizar una re – escritura de héroes o próceres nacionales para reconfigurarlos…”. Así entonces Rodríguez Juliá, Borges y Tomás Emilio, se confabulan en esta puesta en escena sobre el periplo de vida del personaje Baltasar Montañez, dentro de la historia de nuestra siempre bella isla del encanto.


Edgardo Rodríguez Juliá nació en 1946 en Río Piedras, Puerto Rico. A lo largo de su periplo escritural ha publicado ocho novelas y dieciséis libros que oscilan entre crónicas y ensayos. Debido a su importante producción literaria, en 1986 recibió una beca Guggenheim. También, ha impartido cátedras en la Universidad de Guadalajara, así como en la Universidad de Harvard. La renuncia del héroe Baltazar (2006) es su ópera prima[1].

Cuando leí el prólogo escrito por Benjamín Torres Caballero[2], este contiene un enunciado, que ineludiblemente me recordó a la relación común que las regiones latinoamericanas poseemos a nivel socio-histórico ante la injerencia neocolonial por parte de los Estados Unidos y su doctrina Monroe:

Frente a la injerencia foránea se inicia en la literatura puertorriqueña una afirmación de lo autóctono. Fueron los escritores de la generación del 30 los que opusieron el nacionalismo cultural de corte hispanófilos a la intrusión de la cultura anglosajona. (Torres Caballero 9)

Común porque también el autodenominado grupo de vanguardia en Nicaragua surgía y se consolidaba en la década de 1930. Colectivo formado por intelectuales conservadores criollos que se proclamaban varones católicos, y que idealizaban la época colonial hispana ante la avasallante penetración cultural, política y económica de los Estados Unidos[3]. Irónicamente, fueron sus mismos padres o miembros de su misma clase social, los que impulsaron la invasión norteamericana en dos ocasiones durante la mitad del siglo XX en Nicaragua.

Traigo a colación tal hecho porque esta obra se revela contra la tradición literaria de Puerto Rico, al menos en contra de la generación de los años 30. Edgardo Rodríguez Juliá está enmarcado en la generación del 70 de Puerto Rico, con la publicación de esta novela histórica, que » parodia el archivo de la historiografía criolla » (Torres Caballero 11).

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Rodríguez Juliá se alza en contra de ese afán legitimador de la colonia española por parte de la generación del 30 en Puerto Rico, a través de la confección de un historiador ficticio que responde al nombre de Alejandro Cadalso quien abordaría el caso del héroe Baltasar a través de una serie de conferencias de historia, dictadas en el ateneo puertorriqueño durante los primeros días de enero de 1938. Este recurso, deliberadamente borgeano, como es la reinvención de hechos históricos puntuales para realizar una reescritura de héroes o próceres nacionales para reconfigúralos hacia una faceta de antihéroes.

Pareciera que la literatura hispanoamericana, a partir de la segunda mitad del siglo XX le pertenece a Jorge Luis Borges o al menos que es su patriarca. Su influencia resulta ineludible para todo escritor contemporáneo. Cuando leí esta novela, no pude evitar recordar un relato de Borges denominado El espantoso redentor Lazarus Morrel[4] (Borges 17) que es un relato ambientado a inicios del siglo XIX en ese Estados Unidos esclavista. Su protagonista es un delincuente blanco del sur:  Lazarus Morrel, que estafa a esclavos negros algodoneros, instándolos a escapar de los dominios de sus dueños hacendados, al brindarle la falsa esperanza de que así obtendrán su libertad al lado de su infame redentor; no obstante, una vez libre de las garras de sus antiguos amos, Morrel los revendía de pueblo en pueblo, ejecutando la estafa una y otra vez.

Cuando leí el apéndice de la edición que poseo de la novela de Rodríguez Julia, comprobé mi sospecha, al admitir el autor la influencia de los recursos borgeanos en su texto Borges, mi primera novela y yo (Rodríguez Juliá 129).  De manera efectiva, el autor se ha apropiado de las herramientas con las que Borges orquesta su universo literario, porque a mí como lector que desconocía en gran medida la historia oficial de Puerto Rico, me hizo dudar de si existía o no Alejandro Cadalso. Esta sensación resulta similar a la que genera el juego borgeano del relato breve Pierre Menard: Autor del Quijote[5] (Borges 43) donde un escritor apócrifo intenta reescribir el Quijote.

Además, desde la primera página, el auto introduce el caso de Baltasar Montañez de una manera conferencista, dirigiéndose a una multitud congregada en un ateneo que escucha atenta la ponencia del severo historiador, en un acto solemne. Conjeturo que por esto el apellido del historiador es Cadalso que según el RAE[6], en una de sus definiciones, significa tablado que se levantaba para un acto solemne.

A partir de esto, Cadalso nos introduce al periplo de vida de Baltasar Montañez, hijo de un caudillo negro que tuvo un papel relevante en la revuelta de 1734. A partir de revelar estos datos iniciales, el narrador inicia a enumerar más sucesos de la vida de este personaje histórico, utilizando la parodia como recurso para desentrañar a qué renuncia Baltasar cómo héroe.

Más allá de ser hijo de un importante líder negro, ¿en qué consistía el mérito para considerar héroe a Baltasar? ¿Por qué es determinante su renuncia para el devenir histórico de la isla de Puerto Rico? Según la novela, su mérito oscila entre el misterio y el milagro, cuando en las fiestas hípicas se despeñó con su caballo y sobrevivió de milagro; no obstante, el narrador revela que se trató de un ̎ un milagro montado para cautivar la imaginación popular ̎ (Rodríguez Juliá 51).

El narrador-historiador remite, como evidencia de este ardid, el fragmento de una carta que pertenece a la correspondencia entre el poder simbólico que representa el Obispo Larra y el poder real que representa el secretario de gobierno Prats. Ambos tramaron, en confabulación con Baltasar, una treta que calmara los conatos de rebelión esclava que sucedieron en años anteriores al supuesto acto milagroso, e inclusive se concretaría un matrimonio entre el héroe artificial y la hija del gobernador para reconocer tal suceso de relevancia en la historia nacional de Puerto Rico.

No obstante, este matrimonio, según el texto ̎ ha narcotizado, adormecido la conciencia de la propia esclavitud. Se ha pretendido negar la necesidad de revolución ̎ (Rodríguez Juliá 54). Con este rito, se petrifica la demanda de justicia social por parte de quienes no ostentan el poder, y al tratarse de la unión entre un negro y una criolla se da la impresión de que es posible la movilidad social. Además, Baltasar no es cualquier esclavo, sino alguien que fue rescatado de la muerte por intervención divina, lo que automáticamente lo vuelve un héroe para la gran mayoría de esclavos de la época, quienes olvidan que aún la opresión esclavista regía sus vidas.

Este suceso resulta un parte aguas dentro de esa lucha entre dominantes y dominados en el Puerto Rico de la época. El gobernador Prats ordenara la edificación de una capilla para conmemorar el milagro y legitimar la historia oficial, un monumento para iniciar un nuevo capítulo y apaciguar la presión social por parte de los esclavos de la época.  Según Achugar[7] citando a Izard ̎ el poder puede cambiar el relato de la historia ̎. (Achugar 198) porque siempre se está librando una batalla entre dominantes y dominados, sea en lo económico, político y cultural. A pesar de que el poder real y simbólico pretenden utilizar la figura de Baltasar en favor de su hegemonía, este romperá las costuras que lo maniatan.

El narrador- historiador prosigue presentado evidencias a partir de la correspondencia, diarios y crónicas de los principales sujetos históricos que son participes de la trama. Tales fuentes de referencias, las más de las veces no incluida en los grandes relatos históricos, develan los intersticios de como lo que podríamos considerar banal resulta de mayor significado, posteriormente, contradiciendo así, ̎ la memoria única, nacional y homogeneizadora ̎ (Achugar 208).

Estas referencias, extraídas de la correspondencia del Obispo Larra, indican que Baltasar no resulta fácil de manipular. El proyecto unificador de paz inicia a salirse de su control, y Baltasar se sumerge en un frenesí orgiástico indefinido que culmina con la edificación del jardín de los infortunios, lo cual llamaría la atención de la santa inquisición, y culminaría con el aprisionamiento del mentado Baltasar, generando una nueva sublevación de esclavos y el rompimiento de la frágil temporada de paz en la isla.

A partir de esto, el desarrollo del argumento nos brinda la respuesta referente ¿a qué renuncia Baltasar?: Sencillamente este se niega a asumir el cargo que le había brindado en bandeja de plata el obispo Larra, y escribo en bandeja de plata porque para convencerlo de que colabore con su plan apaciguador ante la rebelión esclava el obispo le organiza una orgía de comidas que este simplemente rechaza.

No obstante, este no toma posesión del cargo, ni participa en la orgía a raíz de un acto de reflexión, sino desbordado por los excesos experimentados en el jardín de los infortunios, que lo han conducido al delirio. Creación se termina revelando ante su creador. La paz como fin se malogra y la dicotomía: dominantes / oprimidos pierde su máscara de cordialidad, y quizá, sin proponérselo, Baltasar siglos después será considerado un santo, tendrá su propio día en el calendario para recordar su milagro, mientras un coro de niños negros canta estribillos católicos al santo isleño.


BIBLIOGRAFÍA

1. Achugar, Hugo. ̎ El lugar de la memoria, a propósito de monumentos (Motivos y paréntesis) ̎. Monumentos, memoriales y marcas territoriales, comp. por Elizabeth Jelin y Victoria Langland, 2003, pp. 191-215.
2. Borges, Jorge Luis. Ficciones. Buenos Aires: Emecé Editores, 2005.Print.
3. Borges, Jorge Luis. Historia universal de la infamia. Buenos Aires: Emecé,1954. Print
4. Borges, Jorge Luis. Historia universal de la infamia. Buenos Aires: Emecé,1954. Print
5. Gómez, Juan Pablo. Autoridad/ Cuerpo/ Nación: Batallas Culturales en Nicaragua (1930-1943). Managua: IHNCA-UCA, 2015. Print.
6. O’ Gorman, Edmundo. La Invención de América. México D. F: Fondo de Cultura Económica, 1984. Print.
7. Rodríguez Juliá, Edgardo.  La renuncia del héroe Baltasar. México D.F: Fondo de cultura Económica, 2006. Print

NOTAS

[1]»Edgardo Rodríguez Juliá – Biografía». Ut.pr. N.p., 2016. Web. 19 Sept. 2016.
http://ut.pr/erj/biografia_erj.html
[2] Autor del prólogo, notas y bibliografía que incluye la obra.
[3]Ver la obra de Gómez, Juan Pablo. Autoridad/ Cuerpo/ Nación: Batallas Culturales en Nicaragua (1930-1943). Managua: IHNCA-UCA, 2015. Print.
[4]Borges, Jorge Luis. Historia universal de la infamia. Buenos Aires: Emecé,1954. Print.
[5]Borges, Jorge Luis. Ficciones. Buenos Aires: Emecé Editores, 2005. Print.
[6] RAE en línea: http://dle.rae.es/?id=6aGJswC
[7] Achugar, Hugo. ̎ El lugar de la memoria, a propósito de monumentos (Motivos y paréntesis) ̎. Monumentos, memoriales y marcas territoriales, comp. por Elizabeth Jelin y Victoria Langland, 2003, pp. 191-215.

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