karly gaitan

100 Personajes del cine en Nicaragua: Miguel Littin – El cine: La rebelión como un canto lírico

30 julio, 2017

Karly Gaitán Morales

– La presente es una sección fija de Carátula.net en la que se publican semblanzas, entrevistas y (o) perfiles sobre personajes del cine en Nicaragua. Se puede encontrar publicaciones no solo sobre personajes nacionales sino también extranjeros que de una u otra manera han contribuido al desarrollo de la cinematografía en este país. El orden es aleatorio, los protagonistas de la sección pertenecer a todos los tiempos del cine desde la existencia de este arte hasta la actualidad, por lo tanto la secuencia de los artículos no obedece a un orden cronológico.…


Miguel Littin durante el rodaje de Sandino en una casa colonial de Granada. (Archivo Personal de Dieter Stadler).

Durante las décadas de los setenta y ochenta, Miguel Littin fue entre los grandes cineastas latinoamericanos, más que un director, un autor comprometido con las causas sociales y humanitarias. Es en esa época cuando más fue galardonado por sus ambiciosos proyectos, recibió constantes nominaciones y premios en los grandes e importantes festivales internacionales de cine, obtenidos por realizar un cine documental y de ficción desde esta región para el mundo y que mostraba muchas de las realidades de este lado del planeta que tantos gobiernos y dictaduras se empeñaban en ocultar.

De madre griega y padre palestino —Cristina Cucumides y Hernán Littin—, nació en Chile el 9 de agosto de 1942 en Palmilla. Desde muy joven sus primeras inquietudes estaban inclinadas al arte, especialmente a la escritura y la dramaturgia, así es como se decidió por estudiar teatro en la Universidad de Chile. Vivió su adolescencia y primera juventud a finales de los cincuenta y sesenta, una época crucial para una persona de cualidades como las suyas, rebelado e idealista, que no dudó en manifestar muy pronto su carácter en el trabajo creativo.

En las escalinatas de la Facultad de Bellas Artes de su universidad presentó su primera pieza de teatro cuando recién llegaba a Santiago a los diecisiete años. Empezó la carrera de cine en el canal de televisión y en el Departamento de Audiovisuales de la Escuela de Teatro. Uno de los primeros sitios donde se reforzó su amor y afición al cine fue, como le ha ocurrido a la mayoría de los artistas del cine, como un espectador en el Cine City, donde había visto obras maestras que se volvieron inolvidables para él, como Hiroshima mon amour.

Su filme El chacal de Nahueltoro, realizado en 1969, causó un gran impacto en la sociedad chilena y latinoamericana, se convirtió en una película taquillera y de gran aclamación por su afán en denunciar las injusticias que vivían los campesinos. Había participado en la campaña presidencial de Salvador Allende y en 1971 recibió por parte de este el nombramiento como director de la empresa estatal de cine Chile Films.

El golpe de Estado al presidente Allende le sorprendió trabajando desde muy temprano en su oficina aquel 11 de septiembre de 1973, como se narra en el libro de Gabriel García Márquez, Las aventuras de Miguel Littin, clandestino en Chile publicado muchos años después. Esa mañana fue detenido por un sargento del ejército a las siete cuando le puso un arma cerca de su cabeza y después llevándolo a la fuerza fue a reunirlo con otros prisioneros en el edificio de Chile Films. Eran ocho detenidos de esa institución, tomados con violencia y algunos muertos en las aceras, lo que le permitió “presenciar cómo los partidarios del presidente Salvador Allende se desangraban en la calle”. El edificio estaba rodeado de soldados que apuntaban hacia la entrada principal. A su esposa le dijeron que lo habían fusilado allí mismo y ella llegó asustada esperando encontrarlo muerto. Luego de sobrevivir, junto con su familia vivió una especie de éxodo yendo de un lado a otro en Chile —sus hijos eran apenas niños— hasta que cansados por la persecución que vivían decidieron asilarse en México ese año.

Cuando dirigió el largometraje de ficción Alsino y el cóndor en Nicaragua en 1982, Miguel tenía cuarenta años y ocho películas: Por la tierra ajena (Chile, 1965), El Chacal de Nahueltoro (Chile, 1969), La tierra prometida (Chile, 1973), Crónica de Tlacotalpán (México, 1976), Actas de Marusia (México, 1976), El recurso del método (Cuba, 1978), La viuda de Montiel (México, 1979) y Acuacultura. Granjas de agua (1980). Había ganado dos importantes premios de cine: el Ariel de Oro otorgado en México en 1976 por Actas de Marusia y el Colón de Oro, recibido en 1980 durante el Festival de Cine Iberoamericano de Huelva, España, por La viuda de Montiel.

FOTO 97

Afiche publicitario de Alsino y el cóndor. (Archivo de Rossana Lacayo / INCINE).

También había recibido siete nominaciones en festivales de gran prestigio: al Oso de Oro en 1970 en el Festival Internacional de Cine de Berlín por El chacal de Nahueltoro; al San Jorge de Oro en 1973 en el Festival Internacional de Cine de Moscú por Tierra prometida; al Óscar a la Mejor Película Extranjera en 1975 por Actas de Marusia; a la Palma de Oro en 1976 en el Festival Internacional de Cine de Cannes por Actas de Marusia nuevamente; otra vez la Palma de Oro en 1978 por El recurso del método; al Premio Ariel de Oro en 1979 por El recurso del método y al Oso de Oro en 1980 en el Festival Internacional de Cine de Berlín por La viuda de Montiel.

Viviendo como refugiado en México era el artista que representaba el orgullo y la dignidad de América Latina, había sido acunado y apoyado por gobiernos, organizaciones internacionales de solidaridad con los pueblos insurreccionados que en el continente se levantaban pese a los muertos, a los desparecidos y a las guerras locales, enfrentándose a largas dictaduras. Hasta ese momento, 1982, parecía que un director de cine como él había vivido todo lo que se podría vivir, pero vendrían muchas aventuras más como su incursión clandestina en Chile gracias a un magistral montaje que le permitió entrar en ese país en plena dictadura militar, —cuando él aparecía en una lista que había publicado el gobierno de Pinochet de cinco mil exiliados con prohibición absoluta de ingresar al territorio chileno— disfrazado y encabezando una gran organización de seguridad y otras estrategias que incluso pusieron en riesgo su vida, todo para filmar un nuevo documental.

Alsino y el cóndor fue posible gracias a la coproducción entre Cuba, España, México, Costa Rica y Nicaragua. Cuba con el Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos, Nicaragua con el Instituto Nicaragüense de Cine, México con la Productora Latinoamericana de México y Costa Rica con la Cooperativa Cinematográfica Costarricense. La historia de la película está basada en un cuento chileno y fue adaptado del campo de los años treinta de ese país al campo nicaragüense de los años ochenta por la dramaturga chilena Isidora Aguirre y el director y guionista mexicano Tomás Pérez Turrent.

El filme conquistó las pantallas de América Latina, Estados Unidos y Europa mostrando el escenario nicaragüense, su naturaleza, su gente y la situación de guerra que se estaba enfrentando. La distribución mundial fue organizada por las redes de televisoras y cineastas independientes que colaboraban en solidaridad con Nicaragua desde los círculos sociales y comerciales en sus países de residencia y más allá de esas fronteras en las que se movilizaban. Prueba de ello es el hecho de que a través de esos comités se pudieron ajustar 60 mil dólares para la producción, dinero que llegaba como un extra de todo lo que ya aportaban las coproductoras.

FOTO 102

Fotograma del documental Historia de un cine comprometido en el que se ve cómo se filmó Alsino y el cóndor. (Archivo Fílmico de la Nación. Cinemateca de Nicaragua).

Sobre el proyecto se publicó gran cantidad de noticias en los diarios más importantes de América Latina ensalzando un logro más del reconocido director Miguel Littin, que expresó antes que nada sus impresiones a los reporteros de la agencia de prensa cubana Prensa Latina: “Alsino significa para mí un empezar de nuevo, como un empezar sin haber realizado antes ninguna otra cinta”. Además explicó que para escribir el guion vio muchos documentales sobre Centroamérica y conversó con salvadoreños y guatemaltecos. Después de recibir esa información se dio por enterado de que la motivación por el empuje nicaragüense se hacía sentir en toda la región y que no era una causa aislada. El periodista le preguntó sobre la técnica, estilo dramático y simbología: “¿Puede verse en Alsino y el cóndor una propuesta poética y de lenguaje que rompe la línea clásica del desarrollo dramático?”, a lo que Littin respondió:

«Tuve en cuenta, además, que una de las características de la cultura nicaragüense es que su historia se ve reflejada en lo que se dibuja, todo lo que es la escuela de la pintura popular nicaragüense. Fue así que tomé la idea del diario de un niño que pinta lo que ve, no lo escribe, sino que lo pinta. Creo que eso da sus características a la película, al encuadre, al espacio, a la luz y a lo que se dice a través de la palabra. Y eso da como resultado evidente la búsqueda de nuevas formas narrativas, de un lenguaje que nos sea más propio».

Desde el momento de su salida a luz, Alsino y el cóndor recibió suficientes elogios y abundantes críticas. Precisamente los elementos a criticar se basaban en esa “propuesta estética” y “desarrollo dramático” que le preguntaba el reportero y es en lo que se centraban los comentarios negativos. Pero, a pesar de todo, en 1983 Alsino y el cóndor recibió dos grandes gracias: ser nominado al Óscar a la Mejor Película Extranjera de Habla no Inglesa y recibir el premio San Jorge de Oro en el Festival Internacional de Cine de Moscú en su XIII edición. Cuando se expandió por todo el mundo la noticia de la nominación al Óscar, el escritor Gabriel García Márquez, en calidad de crítico y amigo, confesó sorprenderse, pero no por dudar de la calidad sino porque no había tenido tiempo de verla, así que lo hizo y de ahí escribió su famoso artículo sobre el filme que le dio la vuelta al mundo traducido a siete idiomas. En ese texto el autor confirmaba que en su opinión el largometraje aunque no era excelente, estaba muy bien y había elementos para criticar:

“Sin embargo, tal vez su excelencia no es su mérito mayor, sino el hecho de que lo sea a pesar de las condiciones casi inverosímiles en que fue realizada. Al inicio no había ni argumento ni plata, pero el Instituto de Cine de Nicaragua quería que Miguel Littin hiciera una película para ellos, y Miguel Littin quería hacerla, tenía una idea antigua y no muy promisoria, inspirada en un cuento del escritor chileno Pedro Prado, sobre un niño del campo que se tiraba de los árboles porque quería volar. Era un buen ejemplo de la obsesión lírica de Miguel Littin, que es el aspecto más vulnerable de sus películas, pero a la cual se rinde siempre como a una amante ilusoria a pesar de las duras críticas de los críticos y de las aún más duras y secretas de los amigos que lo queremos. Por fortuna, no hay maestra más cabeza dura que la realidad. Recorriendo los campos de Nicaragua en busca de ambiente para su niño volador, en busca de árboles para que volara, en busca de justificaciones sociales para que fuera creíble una aventura de su Ícaro tropical, Miguel Littin descubrió en la memoria colectiva los recuerdos nunca contados de la guerra de liberación de Nicaragua, y se encontró de pronto —tal vez sin saberlo— con una película distinta, pero mucho más verídica y conmovedora que lo que buscaba. No hay en esto nada nuevo ni raro: así ha sido el arte desde siempre».

“Obsesión lírica” es la forma como García Márquez describía el estilo propio de Miguel Littin, un estilo que puede apreciarse a lo largo de su filmografía. La película dura 89 minutos y se estrenó en Estados Unidos el 1 de mayo de 1983, dos semanas después de la ceremonia de la Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas. Antes de asistir, Littin convocó a una rueda de prensa en México el día que llegaron de Nicaragua Ramiro Lacayo Deshón, el director del Instituto Nicaragüense de Cine, y el niño Alan Esquivel, el protagonista que hizo el papel de Alsino. Una nota publicada en El Nuevo Diario el 11 de abril de 1983 explica los detalles:

ALSINO Y EL CÓNDOR A LA PRUEBA FINAL México D.F. (AP).

El director chileno de cine Miguel Littin, radicado en México desde hace 10 años, dijo que si su película Alsino y el cóndor, obtuviera el Óscar de la Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas de Hollywood, sería “un “aliciente para Nicaragua y su pueblo”. Alsino y el cóndor, que es la única candidata latinoamericana al galardón, es una coproducción del Instituto Nicaragüense de Cine, del ICAIC, de Productora Cinematográfica Latinoamericana de México y de la Cooperativa Cinematográfica Costarricense. La película —que figura como candidata a la mejor cinta extranjera— se filmó en Nicaragua con un niño nicaragüense de 9 años de edad* como estrella, Alan Esquivel, con el actor norteamericano Dean Stockwell y otros de varias nacionalidades. Littin dijo en declaraciones a la prensa de esta capital que “el único motivo por el que hace Alsino y el cóndor fue buscar una manera de que el mundo cambie. De que los hombres se entiendan mejor, es en realidad un llamado para todos aquellos que desean la libertad”. Littin indicó que su película “tiene un planteamiento muy claro. No soy un experto en política y todo el cine que he hecho ha sido tendente a tratar de recuperar nuestra cultura, nuestra historia. Como cineasta me considero un instrumento de quienes no tienen oportunidad de manifestar de viva voz su inconformidad, su deseo de libertad e igualdad, de quienes quieren que se dé a conocer la verdad”.

Otra nota periodística de la agencia alemana DPA en México publicada en el mismo diario ese día, daba noticias del viaje a Los Ángeles, a donde habían salido los tres acompañados de una delegación:

Los realizadores y actores del filme nicaragüense, Alsino y el cóndor, nominado para el Óscar como la mejor película extranjera, partieron ayer de la capital mexicana con destino a Los Ángeles, para asistir a la premiación. […] En declaraciones a la prensa, Miguel Littin negó haber calificado alguna vez al Oscar como un premio “imperialista”. Estados Unidos, declaró, “tiene un gobierno cuya definición es imperialista, pero la opinión pública de ese país es otra cosa”. En similares términos se expresó el director del Instituto Nicaragüense de Cinematografía, Ramiro Lacayo, quien declaró a la prensa que los nicaragüenses no se sienten adversarios de los Estados Unidos.

El crítico nicaragüense de cine Franklin Caldera, había aludido en su artículo publicado en La Prensa Literaria el 13 de agosto de 1982, cuando se estrenó el filme en Nicaragua, sobre otros aspectos de la película:

«No podemos menos que aplaudir el que países amigos como República Federal de Alemania (pienso en “La Insurrección”), México y Cuba (pienso en “Alsino y el cóndor”), impulsen filmaciones de cine-ficción en Nicaragua, dándoles oportunidad a cineastas nacionales de foguearse en el difícil campo del quehacer cinematográfico, en el que no contamos con ninguna tradición. Creemos, no obstante, que por la importancia de estos filmes, que de alguna manera llevan por el mundo los nombres de Nicaragua y Revolución, pesa una doble responsabilidad sobre sus realidades de lograr que estas películas, además de ser revolucionarias (o mejor dicho por eso mismo) sean buenas. Cuestionar en público una película como “Alsino y el condor” con honestidad, implica graves riesgos (a menos, claro está, que uno piense que verdaderamente se trata de un filme excepcional). Por el solo hecho de evocar una serie de episodios de nuestra historia reciente que llevan una carga emotiva muy fuerte, uno puede fácilmente, y sin malas intenciones por parte de nadie, ser víctima de malos entendidos y suspicacias. Además, se puede herir la sensibilidad de los jóvenes que participaron en el rodaje y que enriquecen lógicamente lo que el espectador ve en la pantalla, con todo lo que significó para ellos la experiencia de trabajar en una película por primera vez (ojalá a alguien se le haya ocurrido filmar suficientes escenas vivas durante el rodaje como para, posteriormente, elaborar un filme documental sobre esas experiencias). Vamos a correr esos riesgos. Creemos que “Alsino y el cóndor” es un filme que vale la pena discutir abiertamente. Además, cabe la posibilidad (y hasta la probabilidad) de que nuestras apreciaciones sean equivocadas.»

De ahí en adelante la crítica se detiene en detalles de la fotografía, edición, el ritmo de la película calificado de lento, las actuaciones demasiado inclinadas al teatro, el lenguaje, el doblaje que faltó para uniformar porque había “una mezcolanza de acentos” debido a que los actores tenían diferentes nacionallidades, y así analizó otras características de la película con parámetros de crítica pura.

Un recibimiento similar tuvo la segunda película nicaragüense de Littin, Sandino, filmada en Nicaragua en 1989 y finalizada en 1991. Cuando el cineasta llegó esa vez a producir su cine en tierra nicaragüense, venía de emprender su gran aventura en Chile, por la que se le terminaría de admirar en todo el continente. Aunque su nombre aparecía en la lista de los exiliados que tenían prohibido regresar a su país, con un clandestino apoyo internacional viajó a Chile y entró con toda la ley y un pasaporte de identidad de un personaje ficticio, disfrazado de un empresario inversionista uruguayo. Durante las semanas de filmación recorrió el país, había aprendido bien el acento uruguayo, ensayó otra personalidad, cambió hasta su modo de caminar y sus gestos naturales y solo con su actitud, siguiendo las cualidades y el carácter sofisticado de ese personaje creado, pudo salir vivo y sin contratiempos en un vuelo comercial como un pasajero más, igual como había entrado.

10-4-2010_380

Miguel Littin, de camisa color claro y barba, en el rodaje de Alsino y el cóndor. (Archivo de Rossana Lacayo / INCINE).

Esa osadía y todos los detalles fueron reunidos por Gabriel García Márquez en el libro Las aventuras de Miguel Littin, clandestino en Chile. Aunque el título alude a aventuras se trataba de una operación muy difícil y arriesgada que atentaba incluso contra su vida y la de quienes le acompañaban, en el caso de que hubiera sido descubierto. Eso significó, después cuando se dio a conocer la noticia y se finalizó el documental que filmó durante su estadía, una gran burla a la alta seguridad militar del gobierno de Pinochet, porque llegó a filmar él mismo incluso hasta en el interior del Palacio de la Moneda y en la Isla Negra, donde además de filmar disfrutó de la casa de Pablo Neruda, supervisados él y el camarógrafo por carabineros que los escoltaban mientras hacían su trabajo. García Márquez reproduce las palabras de Littin respecto al episodio: “Yo no tenía la impresión de estar viviendo una aventura seria y grave de la vida real, sino jugando a una película de espías”. Había sido como un sueño.

Todo eso reforzaba al personaje que se había creado de sí mismo: Miguel Littin el rebelde, el irredento, el indómito. Esa imagen lo hacía más digno, más famoso y verse públicamente como un cineasta altamente sacrificado por el cine. De esa filmación resultó suficiente material para dos horas de cine y cuatro horas de televisión. El libro se publicó en 1986 convirtiéndose en un bestseller.

En marzo de 1987 se iniciaron en concreto las primeras incursiones a la producción del largometraje de ficción Sandino, que fue posible con el apoyo inicial de la ministra de cultura de España y directora de Televisión Española, Pilar Miró. El proyecto consistía en rodar en Nicaragua con actores mexicanos, estadounidenses y europeos; y recoger el material fílmico necesario para producir una serie de televisión de cuatro capítulos de cincuenta minutos cada uno y una película de dos horas para el cine. La coproducción se haría entre España (Sistema de Televisión Española), Nicaragua (Instituto Nicaragüense de Cine) y México (Asociación de Empresas Cinematográficas de México). Pero al final el Instituto Nicaragüense de Cine no fue el socio económico directo sino una empresa privada que se creó con recursos del Estado, UMANZOR S.A., nombrada así en honor del apellido de uno de los soldados de Sandino. La empresa de constituyó exclusivamente para producir Sandino y después de esa experiencia no volvió a funcionar. Esta decisión causó muchas controversias y opiniones encontradas en Nicaragua y al final de la producción lo ocurrido con la creación del filme acarrearía más inconformidades incluso en España, lo que ha hecho que Sandino se comente hasta en la actualidad con sentido de polémica.

10-6-2010_787

Miguel Littin, sentado con la mano en la barbilla, en los preparativos de un rodaje. (Archivo de Rossana Lacayo / INCINE).

Después de varios cambios de fecha —primero se dijo que iniciarían en febrero de 1988, poco después la fecha se pasó para noviembre de ese año, en noviembre se anunció que daría comienzo en febrero de 1989, en febrero publicaron que sería en abril y en abril dijeron que el mes siguiente— el rodaje se inició a pesar de las controversias el 2 de mayo de 1989. El guion pretendía resaltar la trascendencia de Sandino en América Latina y Europa y sacarlo de las entrañas de Nicaragua, donde la mayoría de la población lo veía solamente como un héroe nacional. Sandino aparecía como un ser literaturizado, todo un personaje de ficción y eso causó inconformidad y crítica en los estudiosos de la vida y lucha de Sandino porque los contextos que el guion ofrecía eran casi como “caricaturizarlo”, asimismo muchos historiadores no estuvieron de acuerdo y a partir de ese momento se convirtieron en los principales críticos de la película, por las incongruencias históricas y geográficas.

Pero Miguel tenía una respuesta para todo y cuando en México lo entrevistaron a propósito de estas críticas declaró a El Excélsior: “Quiero abordar su vida real sin prejuicios, todo lo que significa la vida para un hombre tiene un valor especial en la convivencia universal”. A La Prensa de México habló del guion: “Toda la gente habla de él [de Augusto Sandino], de Blanca Arauz, por ejemplo, pero hay que enfocarlo con sentido familiar y cotidiano; no como personaje, sino como persona”. A la revista Cine Mundial dijo: “De Sandino se ha escrito muy serio y formal durante mucho tiempo, para eso están las investigaciones, monografías y material bibliográfico en las bibliotecas. Mi película no es un libro de historia, es una obra cinematográfica. ¿Será mucho pedir que la gente entienda lo que es una obra de arte?”. Las inconformidades no solamente se difundían en México y Nicaragua sino también en España, como se puede leer en una publicación en el diario El País del 14 de junio de 1989:

«El director de cine chileno Miguel Littin se encuentra en la séptima semana de rodaje de Sandino, una biografía de César Augusto Sandino (1895-1934), padre de la patria nicaragüense, que dará lugar a un largometraje de dos horas de duración y una serie de televisión de tres episodios de 55 minutos cada uno. La producción, que tiene un presupuesto de 970 millones de pesetas, corre a cargo de TVE salvo un 15% que aporta la productora estatal de Nicaragua, Umanzor. Las malas relaciones laborales de Littin con parte de su equipo primitivo han añadido polémica al rodaje. […] El rodaje de Sandino en Nicaragua se ha visto rodeado por la polémica motivada por las denuncias de nepotismo y de irregularidades económicas contra Littin, acusado de colocar a buena parte de su familia en el staff que realiza la película. Littin ha desmentido esas acusaciones y señala su intención de querellarse contra los medios que las han difundido. TVE, que financia casi enteramente el filme y subsiguiente serie televisiva, también desmintió estas acusaciones y señaló, a través de un portavoz de la Dirección de Producciones Externas, que los jefes del equipo que realiza actualmente el filme son españoles. Algunos de los miembros del equipo primitivo, al que Littin acusa de ineficiencia, por lo que ya no forman parte del rodaje, según él, se hallan ya en España, pero no pudieron ser localizados ayer.»

El rodaje se finalizó en agosto de 1989, el reparto estaba integrado por actores famosos, encabezado por el portugués Joaquím de Almeida como Sandino, en compañía de Kris Kristofferson, Dean Stockwell, Ángela Molina, Victoria Abril, Omero Antonutti, Blanca Guerra, José Alonso y Fernando Balzaretti. Se filmó un total de 300 mil pies de cinta. El material fue entregado a la Televisión Española en enero de 1990 y la película se estrenó en La Habana, Cuba, en 1991. La serie de televisión permaneció inédita, en 1993 se editó y se concluyó en 1994.

scan0018

Recorte de periódico. (Archivo histórico de Hugo Hernández Oviedo).

Miguel Littin se mostraba públicamente como rebelde e idealista, pero no por eso ocultaba su gran sensibilidad y estilo poético en su filmografía, que era como un canto al arte, que no muchos han tenido oídos para escucharlo y llegar a comprender completamente su cinematografía. Después de Sandino no volvió a realizar cine en Nicaragua, pero sí ha continuado con su carrera como director. Sus filmes posteriores a Sandino son: Los náufragos en 1994, Tierra de fuego en 2000, el documental Crónicas palestinas en 2002, El abanderado en 2002, La última luna en 2005, Dawson. Isla 10 en 2009 y Allende en su laberinto en 2014. Ha sido profesor de cine en Cuba y Chile y ha escrito las novelas El viajero de las cuatro estaciones y El bandido de los ojos transparentes.

*La edad correcta es doce años.

Comparte en:

Managua, 1980.
Comunicadora social con énfasis en prensa escrita y cuenta con postgrados en periodismo online y en marketing. Como periodista ha sido editora de revistas digitales e impresas como La investigación y Espacio Vital Magazine, jefa de sección literaria y de cultura de periódicos universitarios, articulista de suplementos culturales nicaragüenses como La Prensa Literaria, Nuevo Amanecer Cultural y la sección Voces del diario La Prensa.
Como escritora ha publicado poesía y narrativa breve. Ha recibido premios y reconocimientos interuniversitarios por su trabajo literario y un premio de fotografía. También se ha dedicado a la investigación histórica, la crítica y producción cinematográfica y a la gestión y desarrollo de proyectos y consultorías con organismos como Plan Internacional, CINEX, la UNESCO y el Instituto Nicaragüense de Cultura.

Es miembro de la Asociación Nicaragüense de Escritoras (ANIDE), del Centro Nicaragüense de Escritores (CNE) y de la Junta Directiva de la Fundación para la Cinematografía y la Imagen (FUCINE).

En el año 2012 publicó su libro Cita con Sergio Ramírez. Entrevistas, Artículos, Crónicas (Universidad Autónoma de Nuevo León, Monterrey, México) presentado durante la Feria Internacional del Libro de Guadalajara en noviembre de 2012 con su presencia y la de Ramírez, y posteriormente presentado en la Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería en Ciudad de México en marzo de 2013, y en la Feria Internacional del Libro de Miami de 2013. Además, la obra se encamina a una reedición con Uruk Editores en Costa Rica y traducciones al francés y alemán. Actualmente la autora prepara otros libros de periodismo, historia y narrativa para su pronta publicación.