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Entre poema y poema, vivir la vida

4 diciembre, 2017

Sergio Ramírez y ulises Juárez polanco

Esta entrevista realizada por Sergio Ramírez y Ulises Juárez Polanco fue publicada en el verano de 2014 en el #10 de la Revista del Centro Nicaaraguense de Escritores «El Hilo Azul», dirigida también por Sergio Ramírez; no obstante, consideramos que, trás la partida de Ana Ilce, es importante publicarla nuevamente en esta edición #81 de Carátula,  por lo mucho que dice de nuestra gran poeta y para aquellos que no hubiesen tenido la oportunidad de leerla en su momento. Las fotografías todas son de Jorge Mejía Peralta.


Ana Ilce Gómez 

Ana Ilce Gómez (1945) ha tenido siempre pavor escénico, y cuesta convencerla de acercarse a los reflectores. Para lograr que aceptara el homenaje que representa este número dedicado a ella, fue necesario un arduo trabajo de convencimiento, hasta
que dijo por fin que sí. Y entonces nos dimos cita en su casa del barrio de Monimbó, en Masaya, para entrevistarla; nos abrió sus archivos para darnos un par de poemas inéditos, y nos dejó escanear las fotos personales que encontrarán en este artículo.

La suya es una poesía perdurable, y una de las más singulares de nuestras letras, con un acento muy propio. En esa poesía no hay nada gratuito, ni hay palabra que sobre, cada una de ellas colocada en su sitio con precisión de relojería. La lectura de cada uno de sus poemas nos lleva a un acto de meditación, y ninguna de sus líneas nos pasa desapercibida; y se trata de una maestría que la ha acompañado desde los primeros que publicó en los años sesenta, cuando apenas empezaba. Ahora, en la madurez, su
obra es dueña de un esplendor como pocos en nuestra literatura.


Sergio Ramírez: Ana Ilce, veníamos a tu casa en Monimbó conversando sobre los años sesenta, de todas las pandillas de poetas que se hacían, y yo le decía a Ulises que en esos lados nunca te vi, que yo te conocí en el Banco porque yo llegaba a buscar a Juan [Aburto]…

Ana ilce Gómez: No.

Sergio Ramírez: A ver…

Ana ilce Gómez: Yo tengo mejor memoria. Fue en la Editorial Nicaragüense, vos eras muy amigo de Mario [Cajina-Vega], porque en el Banco Nacional de la Roosevelt yo no trabajé. Yo ya trabajé después del terremoto, que entré por eso, porque estaban aquí en el Salesiano y Juan diario me mandaba un papel: «Ana Ilce, venite a trabajar conmigo», diario me mandaba un papel, y al fin pues me decidí y entré a trabajar aquí en el Salesiano. Después el banco se fue allá donde era el Sandy’s.

Sergio Ramírez: Esos son los recuerdos imaginarios de un novelista, estoy mezclando mis recuerdos de Juan Aburto con los tuyos. Pero bueno, yo le venía hablando de eso, de las tertulias de la Editorial Nicaragüense, que Mario la llamaba pomposamente así, pero era un tallercito de tipografía, muy pequeño. Ahí fue donde escribí yo mi primer libro de cuentos en 1963. ¿Qué año es que nos vimos ahí?

Ana Ilce Gómez: Fijate que debe ser 1964, 1965, por ahí.

Sergio Ramírez: Yo ya vivía en Costa Rica, entonces, por esos años.

Ana Ilce Gómez: Sí, creo que sí. Yo entré donde Mario a trabajar con él y te conocí tiempo después, no fue que inmediatamente entré y te conocí, y creo que vos ya venías de Costa Rica.

Sergio Ramírez: ¿Y qué hacías donde Mario?

Ana ilce Gómez: Yo era correctora de pruebas.

Sergio Ramírez: ¿Y te pagaba?

Ana ilce Gómez: Me mal pagaba. (Risas)

Sergio Ramírez ¿Y te acordás de los que llegaban ahí? Ahí se hacían tertulias…

Ana ilce Gómez: Es ahí donde yo comencé a conocer a los poetas, a los cuales yo me moría por conocer cuando yo estaba aquí en Masaya, en bachillerato, y vivía leyendo los suplementos literarios, y yo me moría por conocer a los poetas… hasta les puse caras, rostros, a cada uno de ellos.

Sergio Ramírez: Y ahí los conociste…

Ana ilce Gómez: Una parte los conocí en la Editorial Nicaragüense y otra en la
Escuela de Periodismo.

Sergio Ramírez: ¿Y en La Prensa?

Ana ilce Gómez: Y en La Prensa, por supuesto.

Ulises Juárez Polanco: ¿Usted asistía a la tertulia donde Pablo Antonio Cuadra?

Ana ilce Gómez: Sí, éramos un montón de muchachos metidos en la oficina de Pablo, siempre me pregunto cómo Pablo no nos corrió nunca, tuvo una paciencia tremenda porque incluso él estaba escribiendo y rodeado por aquella algarabía, que esto y lo otro, y él autómata en su máquina.

Sergio Ramírez: Nunca dejaba de escribir. Y de repente se reía.

Ana ilce Gómez: Sí, de repente ya hablaba con nosotros y todo eso.

Sergio Ramírez: De alguna salvajada que hacía alguien se reía, de lo contrario él estaba concentrado en lo suyo. Pero bueno, antes que nos vayamos a La Prensa, mucha gente primero pasaba por donde Mario y luego se iba a La Prensa, como Luciano Cuadra.

Ana ilce Gómez: Ahí conocí a Luciano, Chepito.

Sergio Ramírez: Y a «Tipitapa».

Ana ilce Gómez: A «Tipitapa» ya lo conocí por otros lados.

Sergio Ramírez: Pero ahí llegaba «Tipitapa».

Ana ilce Gómez: Sí, porque claro, eran sus tíos.

Sergio Ramírez: Luciano pasaba por ahí, después iba a entregar el correo al Palacio de Comunicaciones, donde tenía un apartado postal, y después se iba a La Prensa.

Ana ilce Gómez: Ese Luciano (risas), lo que me hizo un día Luciano. Yo trabajé también en la Radio Güegüense, que era así un galillo. Quedaba de La Prensa… yo no sé si para abajo.

Sergio Ramírez :¿Para la Alianza Francesa?

Ana ilce Gómez: Correcto, para allá. Trabajé en un noticiero, que cómo se llamaba el noticiero no me preguntés, pero trabajaba con la Clementina Rivas, no sé si la conocés. Un día estoy sentada yo en el fondo de ese galillo y llega Luciano (risas), se para y grita «Ana Ilce», y se arrodilla y comienza a caminar el gran trecho (risas) y todo mundo que estaba ahí asustado, viendo a Luciano caminar como promesando hasta donde estaba yo (risas). Fue un cuadro increíble.

Sergio Ramírez: ¿Cómo conociste a Juan Aburto?

Ana ilce Gómez: Mirá, exactamente cómo lo conocí no sé, pero yo me imagino que debe haber sido Roberto Cuadra el que me lo presentó, y casi estoy segura que fue en una fritanga que había en el Gran Hotel, por esos lados…

Sergio Ramírez: Los Ranchos Parados.

Ana ilce Gómez: …ahí mucho se paseaba, andaban todos los poetas. Creo yo que ahí fue donde yo conocí a Juan Aburto.

Sergio Ramírez: ¿Tuviste con él una relación literaria?

Ana ilce Gómez: Sí, claro, porque como yo ya comenzaba a escribir entonces él se interesó en mí por eso.

Sergio Ramírez: Cuando lo conociste, ¿vos ya habías publicado en La Prensa Literaria?

Ana ilce Gómez: Creo que ya había publicado unos cuantos poemitas, y también en la Novedades Cultural, que como Roberto Cuadra trabajaba ahí me publicaba.

Ulises Juárez Polanco: Veníamos recordando que este año cumple cincuenta años de su primera publicación.

Ana ilce Gómez: ¿De veras?

Ulises Juárez Polanco: Sí, en septiembre de 1964.

Ana ilce Gómez: ¡Qué increíble, yo no lo sabía!

Sergio Ramírez, Ana Ilce Gómez y Ulises Juárez 

Ulises Juárez Polanco Y felicitaciones también porque la próxima semana cumple setenta años.

Ana ilce Gómez: ¡Pero qué barbaridad, cómo me tenés vos!

Sergio Ramírez: Te tiene cuadriculada. Septiembre de 1964, entonces quiere decir que vos comenzaste a publicar poco tiempo después de que yo me fui para Costa Rica.

Ana ilce Gómez: Es probable, es probable. Sí, como en el 64, por ahí. Yo recuerdo que yo me bachilleré en el 63, y entonces no sé si fue ese año que yo me trasladé a Managua. Mejor dicho, no me trasladé porque viajaba diario a estudiar periodismo; la Escuela de Periodismo estaba en el Colegio Maestro Gabriel, donde después fue el Banco Central y después Casa de Gobierno… o junto a la Casa de Gobierno. Era una casona antigua que todo mundo le decía la «Casa de Drácula» porque realmente era una casa vieja, vieja, vieja, vieja…

Ulises Juárez Polanco: ¿Por qué decide estudiar periodismo?

Ana ilce Gómez: Porque como a mí me gustaba escribir pensé que era una oportunidad, o un medio, pero la verdad es que me enredé después, porque a mí no me gustaba andar haciendo entrevistas… e iba, me obligaban a ir y a veces yo terminaba siendo entrevistada. Me daba cuenta de que me estaban entrevistando (risas). Entonces por eso, porque pensé que era un modo para desarrollarme como escritora, como poeta, pero nada que ver, el periodismo con la poesía, nada que ver…

Ulises Juárez Polanco: Entonces conviene preguntar primero cómo llega usted a la literatura, cuál fue ese chispazo inicial.

Ana ilce Gómez: Bueno, que yo recuerde, yo escribí mi primer poema y eso lo tengo siempre presente, siendo chavalita, no sé si tendría ocho, nueve años. Recuerdo que era sobre unos pájaros y lluvia, qué sé yo, y yo se lo enseñé a mi papá y decía: «los pájaros gorgojean» y mi papá me corrigió:

«no es gorgojean porque eso parece gorgojo, es gorjean», ¡eso que él me corrigió no se me olvida nunca!, y por eso es que recuerdo más o menos que como a esa edad
escribí ese poema.

Ulises Juárez Polanco: La familia siempre es decisiva. ¿En su casa había muchos libros para leer? ¿Sus padres leían?

Ana ilce Gómez: Eso ya lo dije el otro día, que a pesar de ser una casa bien humilde, muy pobre, habían muchos libros.

Sergio Ramírez: ¿Cerca de aquí?

Ana ilce Gómez: Aquí mismo, pero no era por supuesto esta casa sino que era en esta que está al lado, ahí vivíamos. Pero era en un alto, que todavía está, porque no lo he querido bajar ya que me encanta ese sitio alto, ahí habían unas casitas donde vivían mis abuelos y entonces ahí era donde estaban los libros. La mayor parte de los libros de mi abuelo eran libros religiosos, muchas revistas que él le compraba al abuelo de Julio Valle. Eran revistas religiosas que yo me las devoraba porque como me gustaba leer. También habían otros libros que no sé cómo vinieron a dar a la casa. Yo me imagino que debe de haber sido mi papá, porque, por ejemplo, yo leí El lirio del valle pequeñita, leí de Kafka La metamorfosis…

Sergio Ramírez: ¿El lirio del valle de Balzac?

Ana ilce Gómez: Sí, pero una cosa resumida, claro, como para niños. Leí La metamorfosis y años después, ya yo mayor, que quiero leer La metamorfosis, según yo la voy a leer por primera vez, y cuando la leo, ¡pero qué es esto!, ¡si esto ya lo leí hace qué sé yo cuántos años!, una cosa rara.

Ulises Juárez Polanco: Muy kafkiana esa experiencia…

Ana ilce Gómez: Sí. También siempre lo he dicho, leí El tesoro de la juventud. Ése lo tenía mi papá, eran unos tomos reviejos y no eran completos, eran unos cuantos pero claro, ahí venían los grandes escritores, ahí venía Shakespeare, el Dante, los clásicos, por ejemplo. Ahí es donde yo comencé a conocer a esos escritores y me encantaron, yo los leía, los releía, me acuerdo de Otelo, el moro de Venecia, y no sé qué cantidad de escritores yo descubrí ahí. A mí me encantó y es como que yo descubrí la magia de la literatura, en El tesoro de la juventud.

Sergio Ramírez: ¿Y de poesía? ¿Qué es lo primero que cayó en tus manos?

Ana ilce Gómez: Yo creo que fue Darío y poetas nicaragüenses. Eso sí, esos libros de El tesoro de la juventud traían poemas, ahí yo leí poesía pero no mucha, venía poesía pero en menor cantidad, más que todo era narrativa, teatro.

Sergio Ramírez: Pero ya estabas predestinada a la poesía porque estabas leyendo más bien prosa.

Ana ilce Gómez: Sí, fijate que leía prosa. Ahora, eso de predestinada no sé.

Sergio Ramírez: ¿La Biblia no cayó en tus manos?

Ana ilce Gómez: Fijate que no, no. Leí La Biblia ya mayor.

Sergio Ramírez Volviendo a Juan Aburto, ¿te prestaba libros?

Ana ilce Gómez: Sí, Juan me prestaba libros. La verdad es que la mayoría, Roberto Cuadra me prestó cantidades de libros y quizás ésa fue una de las épocas en que yo más leí y conocí, mi época de juventud.

Sergio Ramírez: Es que yo sí recuerdo que Juan, cuando nos conocimos y yo iba a su casa, tenía una vitrinita con libros que yo iba sacando y él apuntaba lo que yo me llevaba y a la siguiente semana yo volvía con los libros. Él me formó a mi cuentista.

Ana ilce Gómez: Él era tu biblioteca.

Sergio Ramírez: Sí, porque me dio un plan de lectura de cuentistas.

Ulises Juárez Polanco : ¿A Pablo Antonio Cuadra cómo lo conoció, cómo publicó por primera vez en La Prensa?

Ana ilce Gómez: Bueno, con la corriente que llegábamos allí donde él; me parece a mí que fue Jorge Eduardo Arellano pero no recuerdo claramente el que me llevó a presentar, a decirle, «mire, poeta, esta muchacha escribe», y entonces ya yo le enseñé todo lo que escribía y le gustó y me publicó, primero eran como tres o cuatro poemas, que fijate que son los únicos que no tengo porque siempre así desordenaba como soy al menos he tenido el cuidado de guardar todo lo que he publicado.

Sergio Ramírez: ¿Los originales?

Ana ilce Gómez: Sí, sí, los originales, y esos son los únicos que no poseo, los primerísimos que publiqué.

Uulises Juárez polanco: Cuando publica su primer libro Pablo Antonio fue muy elogioso, y lo demuestra en el prólogo que escribió.

Ana ilce Gómez: Ah, sí. Pablo sí me animó, parece que le gustaba mucho lo que yo escribía, me dio mucha confianza para que siguiera escribiendo.

Ulises Juárez Polanco: Ayer platicábamos con un grupo de escritores jóvenes sobre usted y una de las frases que más se repite es la primera línea del prólogo, «Ana Ilce no escribe poesía, se hace poesía».

Ana ilce Gómez: (Risas tímidas)

Sergio Ramírez: Esta es una pregunta de cajón pero muy útil, ¿quiénes considerás que fueron los poetas que sentís que te formaron cuando empezaste a escribir, los que más te llegaron y que te dieron un camino a seguir?

Ana ilce Gómez: Jorge Eduardo, Juan Aburto, Roberto Cuadra. Creo que básicamente ellos, después hubo otros pero creo que ellos fueron los que más me ayudaron, prestándome libros porque yo les enseñaba mis poemas, me los corregían o me decían «esto está bien, esto no».

Ulises Juárez Polanco: Cuando publica su primer libro Pablo Antonio fue muy
elogioso, y lo demuestra en el prólogo que escribió.

Ana ilce Gómez: Ah, sí. Pablo sí me animó, parece que le gustaba mucho lo que yo escribía, me dio mucha confianza para que siguiera escribiendo.

Ulises Juárez Polanco: Ayer platicábamos con un grupo de escritores jóvenes sobre usted y una de las frases que más se repite es la primera línea del prólogo, «Ana Ilce no escribe poesía, se hace poesía».

Ana ilce Gómez: (Risas tímidas)

Sergio Ramírez: Esta es una pregunta de cajón pero muy útil, ¿quiénes con- siderás que fueron los poetas que sentís que te formaron cuando empezaste a escribir, los que más te llegaron y que te dieron un camino a seguir?

Ana ilce Gómez: Jorge Eduardo, Juan Aburto, Roberto Cuadra. Creo que bási- camente ellos, después hubo otros pero creo que ellos fueron los que más me ayudaron, prestándome libros porque yo les enseñaba mis poemas, me los corre- gían o me decían «esto está bien, esto no».

Ulises Juárez Polanco: ¿Y en cuanto a autores que usted había leído, no necesariamente nicaragüenses, que siente que tuvieron una honda influencia?

Ana ilce Gómez: Ahí definitivamente los poetas norteamericanos.

Sergio Ramírez: ¿De la antología de Ernesto Cardenal y Coronel Urtecho?

Ana ilce Gómez: Sí, aunque yo no leí esa antología; yo leí otras antologías que me prestaron y a mí me impactó esa poesía, y creo que yo tengo una gran deuda con ellos.

Ulises Juárez Polanco William Carlos Williams…

Ana ilce Gómez: ...todos esos, Carl Sandburg, Robert Frost, Emily Dickinson, Pound, Elliot, Stevenson, son tantos…

Sergio Ramírez: ¿Cuándo llegaste a Vallejo?

Ana Ilce Gómez: A Vallejo llegué por medio de Juan Aburto, no recuerdo el año.

Sergio Ramírez:
¿Y te acordás del primer libro de Vallejo que leíste?

Ana Ilce Gómez: Trilce

Sergio Ramírez: Comenzaste por el más complicado.

Ana Ilce Gómez: Y ya después de eso continué leyendo otros, de esos libritos
pequeñitos que él tenía.

Sergio Ramírez: Era la colección Emecé que eran tapa gris, ¿te acordás?, que
él tenía, donde estaba Poemas Humanos, estaba Trilce…

Ana Ilce Gómez: Sí, yo creo que todavía tengo esas ediciones. César Vallejo fue
otro, ya después de los poetas norteamericanos, César Vallejo fue otro de mis grandes
poetas que me impactó y que yo siento que ha dejado una huella en mi poesía,
que aprendí mucho de él, me identifiqué mucho con la poesía suya.

Sergio Ramírez: Era la colección Emecé que eran tapa gris, ¿te acordás?, que él tenía, donde estaba Poemas Humanos, estaba Trilce…

Ana ilce Gómez: Sí, yo creo que todavía tengo esas ediciones. César Vallejo fue otro, ya después de los poetas norteamericanos, César Vallejo fue otro de mis grandes poetas que me impactó y que yo siento que ha dejado una huella en mi poesía, que aprendí mucho de él, me identifiqué mucho con la poesía suya.

Ulises Juárez Polanco: Usted ha dicho que le sorprende cuando los críticos afirman que «seguramente usted leyó a tal autor» y tal vez no ha sido el caso. Para ser fiel a ese tipo de interrogantes, ¿qué tanta influencia oriental hay en su obra, tanto en el estilo por la brevedad como en un «sistema filosófico» que uno percibe en su poesía?

Ana ilce Gómez: (Risas) Leí algo en la oficina de Mario Cajina [Vega] porque tenía unas joyas de libros y entonces ahí aproveché a leer lo que podía, mientras trabaja, y Mario tam- bién me prestaba libros. Ahí es donde yo conocí a Rabindranath Tagore, a Omar Khayyám, Li Tai-Po, a todos esos poetas los leí y eso sí lo recuerdo
porque él tenía joyas de libros.

Ulises Juárez Polanco: ¿Cómo surgió su primer libro? ¿Cómo se fue haciendo y cómo logró publicarse?

Ana ilce Gómez: Pues se fue haciendo solo (risas). Es decir, yo jamás nunca me he propuesto escribir un libro, sencillamente se me viene a la cabeza escribir un poema
y ya lo escribo. Con ese primer libro así fue, yo iba guardando o iba publicando en La Prensa Literaria e iba guardando, guardando, hasta que yo no sé, debe haber sido el poeta Pablo, debe haber sido Juan Aburto, que me dijeron que por qué no publicaba un libro, por qué no reunía toda la poesía que ya tenía publicada en los periódicos para publicarlas en libro, reunirlas en libro, y así fue porque a mí, de mi parte, a mí, no se me había ocurrido, no se me hubiera ocurrido publicar un libro, ¡para nada!, sino que fue a instancias ya de ellos que entonces yo acepté, y dije, «está bien».

Ulises Juárez Polanco: Esa forma de ver la poesía, de no tener prisa para publicar, ¿es también la razón por la que pasaron casi treinta años entre sus dos libros publicados hasta ahora?

Ana ilce Gómez: Es probable, sí, porque yo realmente no tengo ningún apuro por escribir y ningún apuro por que me lean, fijate. A veces yo siento que escribo para mí, para un gozo interno, mío, que si ya después de eso a otros les gusta pues está bien, bienvenido, pero realmente yo no pienso en eso.

Ulises Juárez Polanco: ¿Y sigue sintiendo que es «otra» la que escribe?

Ana ilce Gómez: Sí.

Sergio Ramírez: Como un alter-ego…

Ana ilce Gómez: Es que a veces hay poemas como que alguien viene y me los ha dictado, por eso yo digo no soy yo, es otra la que viene, agarra mi mano y comienza a escribir, tal vez poemas de un solo tirón y que después no he corregido ni nada, entonces yo me quedo asombrada, ¿cómo fue eso?, ¿qué pasó? Por eso digo debe ser alguien, alguien que viene y me los dicta.

Sergio Ramírez: En la conversación que tuvimos con los muchachos, se mencionó frecuentemente la exactitud en tus poemas, la precisión. Esto lo vamos a llamar inspiración o iluminación, como queramos llamarlo, que se te llena el flujo de poesía y que va a la mano, alguien te dicta ese borrador, ¿después cómo es tu proceso de meditación, de trabajo y de corrección?

Ana ilce Gómez: Mirá, hay poemas que yo los he escrito de un solo tirón y que yo sé que «este poema está bien». Hay otros poemas que yo los escribo y los dejo ahí como madurar porque si uno escribe un poema, pienso yo, y al tercer día lo leés, y uno se emociona y uno dice «está bien este poema», pero yo pienso en mi caso que hay que dar un tiempo, un tiempo para llegar a la conclusión de si el poema está bien o no está bien, o hay que hacerle correcciones. Pienso yo que son dos maneras, una en la que he escrito así de un solo tirón, y poemas que yo siento que no necesitan ninguna corrección. Otros que ahí andan en la cabeza, pueden andar mucho tiempo en la cabeza, hasta que llega un momento en que «ya».

Sergio Ramírez: ¿Pero los memorizás? ¿Memorizás frases que están ahí y no te atrevés a ponerlas en el papel todavía?

Ana ilce Gómez: Sí, sí, andan dando vuelta y vuelta y vuelta y vuelta y puede durar mucho tiempo ese proceso de que ahí andan: ando pensando, se van, los olvido y después vuelven otras vez, y así hasta que llega un momento en que ellos solos, ellos se revelan…

Sergio Ramírez: Maduran solos.

Ulises Juárez Polanco: En su oficio de poeta, ¿tiene un horario definido o es más libre, más natural, que cuando viene, viene, y cuando no viene, no viene?

Ana ilce Gómez: La verdad es que yo no tengo ninguna disciplina, yo en eso soy una indisciplinada de primera. Escribo cuando se me viene ya el deseo, es como un oleaje que viene y entonces escribo, de lo contrario ahí estoy tranquila. Nunca me he autoimpuesto nada, dicen que hay que tener esa disciplina de escribir diario, que yo sé que vos [Sergio Ramírez] hacés diario.

Sergio Ramírez: Sí, pero la prosa es diferente.

Ana ilce Gómez: Sí, los poetas yo pienso que tenemos ciclos diferentes para escribir: hay poetas que escriben con una prolijidad, escriben y escriben un libro, después van con otro, con otro, con otro, con otro; hay otros que escribimos y ahí estamos, se escribió un libro y allá van saliendo los otros poemas.

Ulises Juárez Polanco: ¿Y entre poema y poema qué hace?

Ana ilce Gómez: Vivir, vivir la vida.

Ulises Juárez Polanco: ¿Algún poema suyo la revela fielmente? Si yo fuera un lector nuevo y le preguntara a usted que cuál poema suyo me recomienda para empezar a conocerla, ¿qué poema me recomendaría?

Ana ilce Gómez: Tal vez «El otro día está aquí».

Nadie diría que hemos envejecido. Nadie sabe
cuánto tiempo ha pasado.
Él todavía tiene cabellos oscuros
en las sienes, aquellos cabellos largos café negro
que como cortinas le caían en la frente.
Es joven. No parece un hombre de 50 años,
ni yo una mujer de 45. Ayer
por la calle alguien me preguntó
por nuestros hijos. No los tenemos.
Sólo tuvimos un precioso jardín con la estatua
del Dalai-Lama en el centro
y una fuente en la que él y yo nos
asomábamos, con el agua clara formando pequeños
remolinos que giraban
hasta hacernos perder la cabeza. Por allí
pasaba el verano y el invierno. El polvo que
venía del norte diciendo cosas tristes
y luego los charcos que se secaban, recordándome
sus años y los míos.

Hoy quizá un trofeo de caza vale más para él
que un beso mío. Yo me he retirado de aquel
dulce paisaje de la vida. He olvidado la
suave cortina de sus cabellos cayéndole en la frente
y por el antiguo jardín miro pasar las densas
polvaredas –es el oro me digo–.
Y luego los charcos que se secan –es la edad–.

¡Ah! pero yo fui una chica de 20 años que
plácidamente soportaba el amor y el tiempo.

Ulises Juárez Polanco: ¿Sigue escribiendo? ¿Tiene poemas guardados?

Ana ilce Gómez: Pues fijate que tengo poemas sobre un tema que yo nunca había escrito, precisamente porque no me autoim- pongo tampoco ningún tema, sino que el tema sale. Había gente que me decía: «¿y por qué vos que sos de un barrio indígena, de Monimbó, nunca has escrito nada?», y respondía que porque no se me viene, pero un día de tantos fijate que se me ocurrió y escribí un poema, y después escribí otro y otro y otro sobre mis raíces indígenas, negras, sobre mis ancestros, nada que ver con mi otra poesía, nada que ver. Sin embargo, yo no me atrevo a publicarlo.

Sergio Ramírez ¿Por qué?

Ana ilce Gómez: Porque, mirá, yo he descubierto, con la edad, uno viene perdiendo facultades pero de diferentes formas: unos pierden el oído, otros pierden la vista, otros la memoria y todo, y yo siento que yo he perdido parte de mi conciencia crítica con la edad, siento que me vuelvo así como más complaciente, leo poemas que en otra época yo hubiera dicho «estos poemas están malos», y ahora digo «está bien este poema», entonces esa conciencia crítica perderla con uno mismo es fatal. Como yo siento eso no quiero publicar porque no sé.

Sergio Ramírez: Lo que pasa es que, no sé, al revés, uno a medida que avanza el tiempo puede ser que uno se vuelva más exigente, y precisamente porque te volvés más exigente es que no valorás esto que has escrito.

Ana ilce Gómez: ¡A saber! A veces he pensado enseñárselos a alguien y que me diga si están buenos o no sirven, algo que yo nunca hacía antes. Yo siempre era mi propia crítica.

Sergio Ramírez: Tal vez porque estás entrando en un terreno distinto es que estás sintiendo alguna inseguridad, lo que no significa que los poemas que estás escribiendo estén malos. Yo creo que es normal que te sintás así. A mí me parece muy interesante.

Ulises Juárez Polanco: Una pregunta siempre de cajón, ¿algún consejo para los poetas que están empezando en el oficio?

Ana ilce Gómez: Es el consejo también de cajón: que lean, que lean, porque muchos quieren ser poetas y quieren escribir y no leen. Quien no lee no puede ser un poeta, o sería un poeta pésimo. Ése es el primer gran consejo. Además, yo a veces he escrito algunas cosas sobre las palabras, que uno debe de aprender a dominar a las palabras porque muchas veces las palabras lo dominan a uno, y entonces las palabras le pueden hacer a uno muchas malas pasadas si uno no las agarra. A veces uno agarra una verborrea, un fluir de palabras, pero entonces ahí es donde hay que ser cuidadosos, en donde ni modo, si hay que cortarlas hay que cortarlas.

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