100 personajes del cine en Nicaragua: José Ignacio González. Reformador del espectáculo del cine en Nicaragua

24 enero, 2018

La presente es una sección fija de Carátula.net en la que se publican semblanzas, entrevistas y (o) perfiles sobre personajes del cine en Nicaragua. Se puede encontrar publicaciones no solo sobre personajes nacionales sino también extranjeros que de una u otra manera han contribuido al desarrollo de la cinematografía en este país. El orden es aleatorio, los protagonistas de la sección pertenecer a todos los tiempos del cine desde la existencia de este arte hasta la actualidad, por lo tanto la secuencia de los artículos no obedece a un orden cronológico.…


Álbum familiar de Alfredo González Holmann

En Nicaragua son tres los grandes y emblemáticos teatros que durante el siglo veinte formaron un imperio en la exhibición de películas en los tiempos cuando la sociedad se asombraba ante el cine sonoro y las épocas de oro del cine mexicano y hollywoodense. Estos son el Teatro Margot, fundado en 1917, el Teatro González en 1934 y el Teatro Salazar en 1954. Estos locales hoy en día están adheridos a la cultura y a la historia nacional, los dos primeros no eran solamente salas de espectáculos aisladas, sino que formaban parte de cadenas de cines que estaban distribuidos en las principales ciudades del país. Los otros locales que conformaban estas cadenas no precisamente se llamaban González o Margot, razón por la que a la mayoría de espectadores que pasó su infancia, juventud y gran parte de su vida adulta en estas plateas y balcones le costaba vincular los teatros pequeños con alguna de las empresas más importantes.

José Ignacio González, exitoso empresario de su época, fue el impulsor de la modernización de los cines en el país cuando solo había algunos edificios construidos específicamente para cine y teatro,  los restantes locales eran rústicos. Para ser dueño de un “cine” en ese tiempo, bastaba con tener un patio vacío, una sábana blanca y un cerco alambrado para evitar que entraran personas sin pagar el boleto; o una carpa de circo, la sala grande de una casa, un zaguán, es decir cualquier espacio físico, alquilado o propio. Pero en los medios de comunicación se publicitaban como cines y la población, influida por el lenguaje de los periódicos, les decían a estos sitios “cines” o, lo que es peor, “teatros”.

En 1920 José Ignacio inauguró su primer Teatro González en una casa antigua tipo colonial en la ciudad de Diriamba, cabecera del departamento de Carazo, y al observar que prosperaba el negocio y que el público no alcanzaba en el local, en 1928 inauguró un edificio nuevo con diseño y estilo semejantes al de los teatros que se estaban construyendo en Europa. Era un edificio diseñado y bien planificado para presentar cine y obras de teatro de mediano elenco.

Su vida empresarial se inició en 1900 y terminó en 1942 con su muerte, no así sus negocios y cines porque a su fallecimiento fue su viuda, Teodelinda Montiel, quien se encargó de manejar todas sus empresas. A Teodelinda Montiel se le conoció más porque su esposo le construyó en 1934 una mansión muy conocida en la vieja Managua, con diseño estilo palacete español, llamada “Mansión Teodelinda”. Esta casa fue famosa por ser la más grande e imponente de la ciudad con sus pinos, jardines, portones de hierro forjado, situada casi en la cima de la Loma de Tiscapa, desde donde se veía en ese tiempo toda Managua, el lago Xolotlán en dirección norte al frente a la ciudad, al sur las sierras y montañas verdes y con neblina, paisajes panorámicos que siempre han atraído tanto a nicaragüenses como extranjeros por su particular belleza. La casa tenía treinta y dos habitaciones, cancha de tenis, lámparas de araña y candelabros de lujo, una piscina, pisos de mármol, entre otros atractivos. Fue sede por más de una década del Colegio Pureza de María, en el que se hacía énfasis en el estudio de instrumentos musicales. Fue demolida en 1972 porque sufrió daños graves a causa del terremoto de ese año.

José Ignacio nació en la ciudad de Diriamba, departamento de Carazo, en 1866. Hijo de agricultores y hermano de José Esteban González, un cafetalero muy próspero. Estudió secundaria en el Instituto Nacional de Oriente, una escuela de internado en la ciudad de Granada, y después medicina en la Facultad de Medicina de la Universidad de Nueva York de 1888 a 1891, graduándose a los veinticinco años. Como médico ejerció su profesión en una clínica de consulta privada en Diriamba, reservando un día a la semana para ofrecer consultas gratuitas —incluidas las medicinas— a la población más pobre. Poco después cerró su clínica e hizo en la misma casa su oficina para manejar sus negocios. En 1916 fue candidato a la vicepresidencia de la república por el partido liberal, con Julián Irías como candidato a la presidencia. Para la difusión de su campaña electoral creó el semanario El Relator, que se imprimía en Managua y se distribuía en todo el país. Tenía fincas de café e igual que su hermano vendía al mercado europeo y norteamericano a través de agentes; hacia finales de los años treinta exportaba anualmente más de seis mil quintales que provenían de sus cuatro grandes fincas. Desde 1929 fue socio de la Compañía Cervecera de Nicaragua, fundada en 1926, siendo dueño del 20 por ciento de la empresa.

Después del terremoto que destruyó Managua el 31 de marzo de 1931, decidió invertir más en la capital a partir de 1933 con la edificación de teatros, casas comerciales, edificios, hoteles, donación masiva de libros a los obreros y obras arquitectónicas de desarrollo público. Su inversión fue de 50 mil dólares porque toda la ciudad estaba destruida. Al día de hoy y al cambio actual esa inversión sería de 3 millones 400 mil dólares, según cálculos y comentarios de su nieto Alfredo González Holmann en su libro Nuestras raíces familiares. El diario La Prensa informó sobre la construcción del Teatro González en su edición del 22 de diciembre de 1933: “El nuevo teatro de Managua se levantará donde estuvo el Hotel Lupone: El progresista capitalista caraceño don José Ignacio González, que tanto dinero ha invertido en el adelanto de Managua, ha decidido edificar en esta capital un hermoso teatro de estilo y comodidades modernas. Este edificio se llamará Teatro González, se levantará en el amplio y central terreno que ocupó antes del terremoto el Hotel Lupone y estará bajo la construcción de don Arturo Berroterán”.

La fachada del Gran Hotel, propiedad de José Ignacio González, inaugurado en 1934. (Álbum familiar de Alfredo González Holmann).

Sin embargo, el teatro no se construyó en el predio vacío del Hotel Lupone sobre la avenida Roosevelt, sino en otro lote sobre la avenida Bolívar. Lo que se construyó en el terreno que se menciona en la nota anterior fue el Gran Hotel. El diario El Correo del 17 de julio de 1934 publicó pocos meses después: “Fue arrendado el Teatro González: El Teatro González de Managua, propiedad de don José Ignacio González, que acaba de ser construido, fue arrendado por cuatro años a don Rodolfo Salvatierra por 300 córdobas mensuales. / El Sr. Salvatierra se ha asociado con Sebastián Alegrett y con el Sr. W. L. Clamer, alemán que tiene negocios de películas en Tegucigalpa, Honduras, quedando así establecido el nuevo circuito cinematográfico. De las ganancias el Sr. Clamer tomará el cincuenta por ciento y el otro cincuenta será repartido entre el Sr. Alegrett y el Sr. Salvatierra”. Actualmente, según la  medida de inflación, esos 300 dólares equivalen a 5 mil dólares.

Desde finales del siglo diecinueve hasta 1942, José Ignacio González ocupaba la atención de los medios de comunicación por sus exportaciones, construcciones de avanzada y alianzas en el negocio del espectáculo; financiamiento de edificaciones privadas y contribuciones a obras públicas. Principalmente se le daba cobertura en La Nueva Prensa, La Prensa, Novedades y El Correo. Incluso se ha encontrado publicaciones sobre sus inversiones y empresas en The New York Times. También escribía artículos de opinión para periódicos y era colaborador de la revista La Exposición. En 1938 se anunció en La Prensa del 22 de diciembre su nombramiento como director del Banco Nacional de Nicaragua. También era socio de Laboratorios Solka y del Banco Hipotecario. El Banco Nacional tenía entonces funciones del actual Banco Central de Nicaragua. En 1942 invirtió junto con el Distrito Nacional (Alcaldía de Managua) para el desarrollo urbanístico de la ciudad e hizo lo mismo ese año en la ciudad de Diriamba con la renovación de las calles, que incluyó la construcción de cunetas, aceras y servicios de acueductos, además del mejoramiento sanitario y arquitectónico de algunos mercados de Managua.

A finales de los años treinta La Prensa tenía un espacio semanal de comentarios de cine. Se criticaban y anunciaban solamente las películas que se estaban proyectando en el Teatro González y todos los teatros de su cadena, porque esta empresa era la patrocinadora. Recorriendo las páginas de esta columna se puede observar un caldo de cultivo para el desarrollo del ejercicio de una buena crítica cinematográfica, algo que no existía por ese tiempo en Nicaragua. Los artículos sobre cine eran solamente la publicidad florida refrita de los materiales publicitarios que venían junto con las películas hollywoodenses, sin análisis. El contenido era una descripción de cualidades, aplausos y versificaciones exageradas, escritas por plumas demasiado románticas y con tono de suspense para crear curiosidad en el espectador. Esta columna de La Prensa hacía la diferencia, era escrita por alguien que se firmaba con el seudónimo de “Crítico cinematográfico”, cuyo nombre no se ha podido identificar.

El Circuito González era administrado por Aarón Salomón y comprendía el Teatro González y el Cine Tropical, ubicado en la vecindad del Perpetuo Socorro, exactamente en lo que es en la actualidad la esquina sureste del parque Luis Alfonso Velásquez; el Teatro Colón, dos cuadras al oeste del parque del barrio Santo Domingo, primero llamado Teatro Clamer por el apellido de su antiguo propietario; el Cine América y el Teatro Victoria, estos dos construidos sin fachada, pero de buena arquitectura en su interior, asentados en el barrio San Antonio. El cine El Triunfo estaba ubicado en donde después estuvo el Cine Blanco en el barrio Cristo del Rosario. Esta sala formaba parte del Circuito, pero era administrada de manera independiente porque fue siempre un local provisional, parte de un proyecto para construir un salón con capacidad de albergar a tres mil personas, edificación que nunca se realizó por falta de apoyo de los demás socios de la empresa. En 1959 el Circuito González llegó a tener veintiún teatros grandes que se manejaban desde la oficina central de administración.

Aarón Salomón, también gerente general de la empresa, era persona de confianza de José Ignacio González, tanto así que fue nombrado albacea del testamento cuando este murió el 23 de septiembre de 1942 a la edad de setenta y cinco años. Su muerte fue motivo de luto para muchas empresas de Nicaragua. El día de su vela se suspendieron las funciones de cine en todas las pantallas del Circuito y de otras cadenas que se solidarizaron con el dolor de la familia. Los diarios nacionales publicaron notas de duelo y reportajes sobre su vida y empresas.

José Ignacio nombró a su esposa única heredera de sus bienes que incluían acciones de compañías grandes de cerveza, la Compañía Hidroeléctrica de Carazo, hoteles, fincas de café, la empresa de cine y teatros con salas de cines en Managua, Jinotepe, Masaya, Diriamba, Granada, León, Corinto y Matagalpa y otra veintena de teatros pequeños que también se alquilaban para espectáculos culturales y escolares. La viuda administró sus negocios y continuó su legado durante diecisiete años hasta su muerte en 1959. José Ignacio González fue considerado, durante décadas, la persona más rica de Nicaragua. Solamente en concepto de impuestos de herencia, su viuda pagó al fisco la suma de 60 mil dólares, equivalentes a 1 millón 229 mil dólares en la actualidad. El gobierno de Nicaragua destinó ese dinero para la construcción del Hospital de Managua El Retiro, porque a esa altura del siglo era necesario modernizar la atención médica en la capital.

En la década de los cuarenta, cuando aún no existía la televisión, el cine era considerado el principal medio de entrenamiento y el más rentable. Fue el apogeo del Teatro González de Managua con sus presentaciones de un jueves cada mes a las que llamaban “Dobles de Gala”, que consistía en la presentación de dos películas juntas con un brindis ofrecido por la administración. Para asistir a estos dobles de gala se hacían filas de varias cuadras. El Teatro González era también el lugar casi siempre elegido para el estreno de las películas más famosas que rompieron records de taquilla en los años cuarenta, como Casablanca y El Mago de Oz (estrenado en Managua el 3 de enero de 1941), que pasaron en taquilla alrededor de diecisiete semanas con salas llenas en seis funciones cada día, teniendo el teatro capacidad para mil doscientas personas. A fines de 1942, en asociación con el Teatro Margot, el González abrió un programa social de presentación de cine gratuito para escuelas públicas los sábados por la tarde; así los niños de todos los barrios y de los pueblos que se encontraran en Managua de visita podían asistir. El requisito para ir al cine y disfrutar de suvenires y refrigerios que se obsequiaban era estar matriculado y ser alumno activo en una escuela.

Mansión Teodelinda, en homenaje a Teodelinda Montiel, esposa de José Ignacio González. (Álbum familiar de Alfredo González Holmann).

El 17 de agosto de 1945 un incendio destruyó el edificio de los Juzgados de Managua y el Teatro González se quemó totalmente. Nunca se encontraron causas exactas, al parecer el sistema eléctrico era muy antiguo y rústico para la potencia de las proyecciones y el material que se guardaba en sus bodegas era demasiado inflamable. El teatro originalmente estaba ubicado sobre la calle Candelaria y quedó cerrado por algunos años mientras se construida un nuevo local en una esquina de la intersección de la calle Momotombo y la avenida Bolívar, en diagonal frente al Edificio Paiz. Este nuevo teatro se estrenó el 14 de septiembre de 1953 con una función privada para el presidente de la república y sus allegados. El 15 de septiembre se hizo la primera presentación para el público general, quedando así inaugurado. El nuevo edificio disponía de un sorprendente alfombrado rojo, forros de sillas y telones también rojos de un tono vivo y aterciopelado; en el interior y exterior fueron colocadas esculturas diseñadas por los artistas Fernando Saravia y Edith Grøn; y tenía una capacidad para mil ochocientas personas, más ocho butacas en un balcón oculto, reservado para la familia González.

En 1954, el apogeo, riqueza y modernidad del Teatro González de Managua también se complementaban con el que estaba en Diriamba, como escribió el cronista Jorge Jaime en su libro Diriamba, publicado ese año: “En sus inmediaciones [se refiere al Colegio La Inmaculada de esa ciudad] se levanta el edificio del Teatro González, el mejor del Departamento y que cuenta con modernos equipos llegados, entre los mejores de Nicaragua. Aquí hay constante renovación de películas y la disposición arquitectónica para la perfecta visibilidad de los concurrentes le procura una clientela vasta, distinguida y cada día más satisfecha”.

Página del libro Nuestras raíces familiares, de Alfredo González Holmann.

Pese a la dura competencia con la proliferación de teatros de barrio y que los costos para ir al cine eran cada vez más baratos por la demanda que había en todo el país, el Teatro González continuó siendo uno de los cines más emblemáticos. En su escenario se presentaron artistas famosos de la ópera, del teatro y de la música, y sobrevivió al terremoto de 6.2 grados de 1972 que destruyó Managua al inicio de la madrugada del 23 de diciembre. Una semana antes y la misma noche del 22 de diciembre —que fue la última noche de espectáculos y cine en la historia de la vieja Managua antes de quedar destruida completamente— la película estelar era The Aristocats, que atraía sobre todo al público infantil y familiar. Con motivo de la navidad se estaban regalando esos días, con la compra de los boletos, antifaces de los gatos de la película para niñas y niños, y eso generaba colas en la taquilla, poseer un antifaz de esos estaba de moda.

Con la reconstrucción de la capital, se inició el desarrollo de nuevos barrios y colonias en la parte sur de la región de Managua, expandiéndose hacia las sierras de Masaya poco a poco desde 1972. Esa parte histórica de Managua que sobrevivió al terremoto se ha convertido con el paso del tiempo en zonas poco habitadas y utilizadas para erigir monumentos, memoriales, mercados populares de artesanías, tiangues y otros atractivos turísticos. El teatro continuó funcionando solamente como cine hasta fines de los años noventa y el edificio se ha mantenido en pie, aunque en condiciones de descuido y nulo mantenimiento.

A inicios del siglo veintiuno aún se conservaba y funcionaba como iglesia evangélica, luciendo un rótulo en la marquesina: “Iglesia de Dios Pentecostal La casa de Jehová. Pastor: Ramón Brenes Gutiérrez”. Desde que dejó de usarse para expresiones artísticas y pasó a ser un inmueble común para alquilar, su deterioro ha aumentado y ha permanecido en el abandono, pero conservaba su diseño, las piezas originales de sus esculturas, ladrillos, asientos, balcones, barandales, escalinatas y el escenario. Aunque todo indicaba que debería serlo, no había sido declarado patrimonio cultural histórico de la nación. Si se hubiese obtenido esta declaración, el Estado de Nicaragua sería quien debería encabezar su costosa y necesaria restauración y conservación.

Sin embargo, la madrugada del 19 de agosto de 2016, a dos días después de cumplirse exactamente setenta y un años del incendio que lo destruyó en 1945, ocurrió otro incendio en su interior que redujo a cenizas todos sus muebles, techo y escenario. Lo acontecido despertó el clamor y comentarios de la población, reclamando la declaración de patrimonio nacional de ese edificio para no dejarlo destruirse más. El viernes 26 de agosto, una semana después del siniestro, se publicó en La Gaceta. Diario Oficial un decreto que anunciaba que el inmueble pasaba a manos de la Alcaldía de Managua y los arreglos económicos con la familia González, que aún eran dueños, estaba en conversaciones.

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Managua, 1980.
Comunicadora social con énfasis en prensa escrita y cuenta con postgrados en periodismo online y en marketing. Como periodista ha sido editora de revistas digitales e impresas como La investigación y Espacio Vital Magazine, jefa de sección literaria y de cultura de periódicos universitarios, articulista de suplementos culturales nicaragüenses como La Prensa Literaria, Nuevo Amanecer Cultural y la sección Voces del diario La Prensa.
Como escritora ha publicado poesía y narrativa breve. Ha recibido premios y reconocimientos interuniversitarios por su trabajo literario y un premio de fotografía. También se ha dedicado a la investigación histórica, la crítica y producción cinematográfica y a la gestión y desarrollo de proyectos y consultorías con organismos como Plan Internacional, CINEX, la UNESCO y el Instituto Nicaragüense de Cultura.

Es miembro de la Asociación Nicaragüense de Escritoras (ANIDE), del Centro Nicaragüense de Escritores (CNE) y de la Junta Directiva de la Fundación para la Cinematografía y la Imagen (FUCINE).

En el año 2012 publicó su libro Cita con Sergio Ramírez. Entrevistas, Artículos, Crónicas (Universidad Autónoma de Nuevo León, Monterrey, México) presentado durante la Feria Internacional del Libro de Guadalajara en noviembre de 2012 con su presencia y la de Ramírez, y posteriormente presentado en la Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería en Ciudad de México en marzo de 2013, y en la Feria Internacional del Libro de Miami de 2013. Además, la obra se encamina a una reedición con Uruk Editores en Costa Rica y traducciones al francés y alemán. Actualmente la autora prepara otros libros de periodismo, historia y narrativa para su pronta publicación.