Ulises Huete, foto, Daniel Mordzinski_

La ciudad mirada por Gioconda Belli

2 febrero, 2018

Ulises Huete

Gioconda Belli, en su libro de poemas Mi íntima multitud (2003), nos habla en dos textos de esa manera distinta de ver a la ciudad, de ese otro modo de conciencia en que la realidad se siente más cercana a uno mismo. En el poema Retrato de ciudad, la mirada de Belli es como el lente de una cámara de video que se desplaza a través de las calles de la ciudad y va captando diferentes escenas.


Managua, Nicaragua

Muchas veces cuando he recorrido las calles de Managua en carro, en bus o a pie me he quedado absorto en las escenas de la gente que veo, en la agitación de la ciudad, en el ruido de los vehículos, en la impaciencia de sus bocinas. Pero también me he quedado prendido, en los días de enero o febrero, por ejemplo, del azul intenso que se abre en el cielo, de la carrera del viento que sacude las copas de los árboles y de la luz que se cristaliza en el espacio. Y cuando atardece, mis ojos se han abismado en el azafrán del crepúsculo, en sus manchas acuarelas de violeta y en las nubes que penden como harapos traslúcidos.

Simultáneamente a este entregarme a lo que veo, a este sumergirme en las escenas humanas, citadinas y naturales, aparece en mi interior una voz que me habla de las discretas relaciones que se establecen entre esas cosas que observo. Esta manera de ver y pensar lo visto Joyce la define en su novela Ulises mientras Stephen Dedalus, uno de sus personajes, deambula por una playa: “Ineluctable modalidad de lo visible: por lo menos eso, si no más, pensado a través de mis ojos. Las signaturas de todas las cosas estoy aquí para leer…”.

Las diferentes escenas de la gente que va y viene en la calle todos los días y el paisaje urbano son como un gran mural de signos que me hablan y que en esos momentos puedo escuchar.

De pronto la conexión se pierde, algo me desencaja de ese mirar, salgo de esos pensamientos y vuelvo a mis asuntos. Entonces, esas escenas que sentía como signos palpitantes las percibo otra vez de la manera más frecuente con que me relaciono con ellas: con indiferencia. Y poco a poco ese modo de conciencia que me hizo experimentar de manera diferente a la ciudad, esa voz interior distinta, se oculta bajo la monotonía cotidiana.

Gioconda Belli, en su libro de poemas Mi íntima multitud (2003), nos habla en dos textos de esa manera distinta de ver a la ciudad, de ese otro modo de conciencia en que la realidad se siente más cercana a uno mismo. En el poema Retrato de ciudad, la mirada de Belli es como el lente de una cámara de video que se desplaza a través de las calles de la ciudad y va captando diferentes escenas. Esa mirada apunta a ciertos detalles que en la cotidianeidad ojeamos distraídamente. Cada escena que estampa Belli es la secuencia de una situación agobiante para muchas personas que viven en Managua.

Estas secuencias de diferentes lugares logran generar por acumulación de descripciones, metáforas y sugerencias un rostro desolado de la ciudad. La eficacia del poema consiste en la manera precisa de presentar cada situación mezclada con su visión personal de esos momentos. Mientras mira, piensa lo observado y se lo dice a sí misma:

“Sal en la herida.
Una ciudad con cientos de peatones
Sin pases indicados para ellos.

Los carros a toda velocidad.
La mujer con el niño cruza la calle.
Cierra los ojos.
Llegar al otro lado es tan incierto.

Pero se hace hábito la incertidumbre.
Hay que correr…”

En Retrato de ciudad se distinguen diferentes personajes anónimos asediados por las circunstancias. Esta es una apariencia sombría de la ciudad en el que las personas parecen estar atrapadas.

En otro de los poemas, Afirmación, se muestra en un solo acto el gesto significativo de una niña de la calle. La protagonista se desprende del anonimato cuando escribe algo, deja de ser, por un instante, una persona más en la mendicidad, y se vuelve alguien con un nombre, con una identidad, que aunque sigue sumida en el desamparo, se rebela contra la impersonalidad de la pobreza.

Este poema es como una “epifanía”, una revelación, pero no de algo trascendente divino, sino de algo trascendente humano: la irreductible voluntad de ser, incluso en medio de las más ásperas condiciones.

En el poema Retrato de ciudad Belli reflexiona sobre los diferentes significados que emite la urbe. En Afirmación su mirada se clava en una situación particular y escucha la voz escrita de esa niña:

“Cambia el semáforo, el color de la luz.
Sigo curiosa a la camioneta
Quiero leer lo que escribió la niña de rostro envejecido.
En la penumbra leo:
Digna Mendiola.

Ningún insulto. Ningún alarido.
Sólo un nombre.
Sólo la silenciosa afirmación de que se llama
y es y existe.”

El primer poema es una toma panorámica y el segundo una toma en detalle de las escenas cotidianas de Managua. Esta mirada registra e interpreta poéticamente realidades sentidas.

El otro texto que quiero mencionar también se refiere a la ciudad, pero no a la ciudad de Managua ni a otra ciudad en específico, sino que a la ciudad como una analogía de Belli. Y aunque el tema de este poema es distinto al de los dos que mencioné antes, quise incluirlo en este brevísimo comentario porque en los tres se desarrolla la expresión poética en relación a la ciudad como un espacio en donde se proyecta la sensibilidad de la poeta.

Manual para conducir es un poema singular en el que se realiza un replanteamiento de la representación del cuerpo de la mujer. Una de las formas más conocidas con que la poesía presenta el cuerpo de la mujer es estableciendo una analogía, una semejanza, entre este y la naturaleza.

Ante la visión del cuerpo desnudo, muchos poetas han expresado esa sensación de intensidad comparándolo con montañas, bosques, valles, ríos o lagos, en fin, con diversos paisajes en los que se siente en todo su esplendor la vida. Esta relación del cuerpo con la naturaleza, trae consigo, en algunos casos, la reminiscencia del jardín del Edén (palabra hebrea que significa deleite), del paraíso mítico judeo-cristiano, en donde el hombre y la mujer estuvieron en armonía con la creación.

Y aunque esto no se enuncie siempre de manera explícita, es un arquetipo que resuena en la memoria y se activa en algunas ocasiones al hacer esta relación entre el cuerpo de la mujer y la naturaleza que es un jardín, que es el Edén. En estos casos, es el poeta amante quien habla al contemplar a la mujer amada, su experiencia ante esa presencia absorbente es la que se ha divulgado mayormente.

Sin embargo, en este poema de Belli, como dije antes, ocurre un replanteamiento: la poeta amante es la que habla, pero no del cuerpo del hombre amado, sino de su propio cuerpo, y la manera en que ella habla es estableciendo una analogía entre su cuerpo y la ciudad. Para invitarlo a él a conocerla, ella se describe como una ciudad y lo desafía a recorrerla, advirtiéndole de los peligros que acechan en su espacio.

Si bien en el poema predomina la dimensión física de ella, también hay ciertas puertas y ventanas en las que él puede ingresar para ir más allá de lo carnal y entrar en su alma, aunque esta interioridad también sea un riesgo. Ella se presenta como un espacio no idílico, sino como una dimensión en donde aguardan diversas posibilidades que van desde lo más placentero hasta lo más peligroso:

“Creo que te advertí que en mi ciudad no hay candados
y los zoológicos se abren de par en par al atardecer.
Un cuerpo de mujer es también un acertijo siniestro
donde puedes estallar.
Podrías sucumbir antes de ascender la última colina
y caer de bruces sobre el ombligo.
Las posibilidades son innumerables.”

En estos tres poemas, Belli interioriza a la ciudad y nos la entrega como un cuadro de los otros y como una imagen de sí misma. En los dos primeros poemas, esta interiorización consiste en escuchar esa voz que reacciona ante lo visto y se manifiesta en la expresión poética. Y en el último poema, la poeta se identifica con la noción de una ciudad para mostrarse a sí misma. A través de la poesía, se pueden expresar las múltiples posibilidades con que la conciencia se relaciona con los otros y con uno mismo.

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Masaya, Nicaragua, 1978.
Poeta, ensayista y periodista. Ha publicado en las revistas El hilo azul (Nicaragua) e Hispamérica (Estados Unidos), y en las antologías Retrato de poeta con joven errante (2005), Poetas, pequeños Dioses (2006), Cruce de poesía (2006) y en La Nación Generosa: 111 rutas al lado del mar (2015), antología de poesía hispanoamericana, publicada por la revista española La Galla Ciencia. También ha publicado en Babelia, suplemento cultural de El País. Colabora para Carátula, revista cultural centroamericana. Licenciado en Lengua y Literatura Hispánicas (UNAN-Managua).