Rubén Darío, Epistolar

2 febrero, 2018

Hemos admirado al Rubén Darío poeta, prosista, cronista, ensayista, y prologuista. Hemos leído sus obras y nos queda la  sensación de que, al hacerlo, lo conocemos; que su figura gigante es posible entenderla  a través de su vasta obra. En cierto sentido, lo afirmado es correcto. Visto desde otro ángulo, es una aproximación; nunca estaremos seguros, pues las  fibras más íntimas, no están visibles o no se dejan tocar.   


Hemos admirado al Rubén Darío poeta, prosista, cronista, ensayista, y prologuista. Hemos leído sus obras y nos queda la  sensación de que, al hacerlo, lo conocemos; que su figura gigante es posible entenderla  a través de su vasta obra. En cierto sentido, lo afirmado es correcto. Visto desde otro ángulo, es una aproximación; nunca estaremos seguros, pues las  fibras más íntimas, no están visibles o no se dejan tocar.

Nuestra exploración no se rinde y cada vez se descubren escritos inéditos, como quien busca tesoros. Y es que la obra de  Rubén, todavía tiene matices, y seguramente algo de su puño y letra todavía reposa en algún lugar insospechado.

Como  muestra de   ese esfuerzo por invadirlo, por rastrear sus tareas y su vida, por adivinarlo, por transparentarlo,  me referiré a la valiosa compilación de las Cartas Desconocidas de Rubén Darío (1882-1916), que juntara uno de sus más devotos admiradores, don José Jirón Terán (1916-2004), “dariólatra profesional” y a la selección de éstas por el dariista más connotado del país, Jorge Eduardo Arellano (1946).   En realidad un trabajo conjunto de ambos intelectuales, siendo JEA el que inició las investigaciones a principios de los años setenta.  La cronología resumida estuvo a cargo de Julio Valle- Castillo.  Segunda edición [Fundación Vida, 2002].

Creo que parte de esas fibras íntimas están en su epistolario.

Dijo Pablo Antonio Cuadra (1912-2002) que en estas cartas es donde podemos ver el alma del poeta. Y agregó que, se ve [en ellas] como en un misterioso cráter, el fuego de las desolaciones y dolores de su vida dramática.

La selección aludida es de 250 piezas epistolares, de un total de más de un millar. Están dispuestas en orden cronológico en un período de 34 años (1882-1916).

El género epistolar tiende a ser más introspectivo. El mismo hecho de que va dirigido a una novia, a una esposa, a una madre, a un hijo, a un  familiar, a un amigo, a un colega; se supone sin fines de hacerlas   públicas,  abre una posibilidad de comunicación más directa para manifestar alegrías, angustias, quejas, pasiones y pesares. A veces un SOS para que una mano amiga llegue en momentos difíciles, o irradie  luz en un túnel de  inseguridades existenciales.

En Darío coexisten las antípodas. Tiene momentos de fortaleza y debilidad. De alegría y de tristeza. De certezas y de dudas. De agradecimientos y de rencores. Goza y sufre, según el momento. Tiene autoestima pero en momentos de necesidad suplica. Desea ser independiente, ama la libertad, pero el destino lo lleva a pedir favores, a depender de otros. Cree que, hay tiempos buenos en que  le reconocen sus méritos, pero se queja de los malos, en que se ve obligado a rebajar su genio para sobrevivir.  Ama, se entrega, quiere ser sincero,  sin sospechar que le tejen redes para sofocarlo y trampas para que lo abrumen. En él se juntó la miel y la hiel. Probó ambas. [Basta recordar su verso en Cantos de vida y esperanza “si hubo áspera hiel en mi existencia/melificó toda acritud el arte”]

La idea de esta cronología, es invitar a entender, comprender, meternos de momento  en el otro yo,  en la psiquis de ese paradigma de valores, de sentimientos, pasiones, ideas, representaciones, y bondades que enarbola  nuestra máxima gloria y orgullo nacional,  Rubén Darío.

Respetando ese orden, los temas saltan de uno a otro, pero, lo importante es ver cómo el tiempo va moldeando su carácter y aunque se dirija a la misma persona, en distintos momentos, las reacciones tienden a ser diferentes,  según el estado de ánimo.

Por algo don Edelberto Torres Espinoza (1898-1994)  tituló la biografía del vate como La Dramática Vida de  Rubén Darío.

La primera carta seleccionada es de un Darío muy joven, de solo 15 años (3 de julio de 1882) y la última fechada en la primera semana de enero de 1916;  un mes antes de su muerte.

Como es casi imposible, y además innecesario, resumir el contenido de cada una  de ellas, [el interesado puede consultar el  libro], considero, sí importante, transcribir aquellas líneas o párrafos que en el proceso de la lectura me han calado más por su riqueza de pensamiento y  su nobleza. De ese total de 250 cartas he seleccionado para este propósito, solamente 81,  que contienen enseñanzas valiosas de su vida personal que ameritan ser reflexionadas y divulgadas.

Si bien están en el libro, no todos, en particular los jóvenes, sienten  igual disposición de ir al fondo. Quizá este breve resumen les ayude, les llame, aunque sea a  curiosidad, por conocer más y experimentar, por ellos mismos, sensaciones que en cada lector pueden ser diferentes.

Rubén fue un hombre lleno de problemas, de dudas, de escaseces económicas, de arraigos y desarraigos, de momentos de placidez pero también de neurosis, de inseguridades que afectaban su salud. Supo vivir cada momento, los buenos y los malos, con una aceptación incómoda y a veces de mucho resentimiento, pero afrontó su destino poniendo siempre por delante  su genialidad creativa. Él amó el arte sobre todas las cosas.

En el orden cronológico de que se habla, se indica en itálica el contenido literal de la parte de la carta seleccionada y se numera a qué carta pertenece.

Período,  julio 1882- diciembre 1888 [edad 15-21 años].

1   

Chinandega, 3 de julio de 1882, dirigida a su amigo Francisco Castro. Se ve obligado a huir por problemas amorosos o de tempranas deudas que no puede saldar. Se pregunta el joven Darío:

¿Ha comenzado a golpearme el mundo? Pues bien, ¡adelante! Tengo fuerza para que me lleve el demonio o para que me lleve Dios.

6  

Managua, 12 de mayo de 1886. Dirigida a Rosario Murillo, su garza morena. Es una carta de despecho amoroso. Es casi un poema. Hay musicalidad. La sinceridad de Darío se refleja en este párrafo:

Te conocí tal vez por desgracia mía, mucho te quise, mucho te quiero. Se hace preciso que todo nuestro amor concluya…mis deseos siempre fueron de realizar nuestras ilusiones. Me voy amándote lo mismo que siempre…Tú me quisiste mucho, no sé si todavía me quieres.  ¡Son tan volubles las niñas y las mariposas!..

8   

Valparaíso, 12 de marzo de 1887. Dirigida a Adán Cárdenas [1836-1916], presidente de Nicaragua. En ella da noticias de que va mejorando en su trabajo en el periódico chileno La Época. Es una carta de entusiasmo juvenil. Ya ha publicado Abrojos. Le informa al Dr., Cárdenas que:

Indudablemente, doctor, con más agua se boga mejor y con más aire crecen las alas.

9  

Valparaíso, 20 de marzo de 1887. Dirigida a Juan J. Cañas [1826-1900], (en San Salvador) su mentor que lo animó a viajar a Chile.   Se queja de haber sido tratado mal en su patria que lo empujó a salir para buscar mejor suerte. Le confiesa a don Juan:

Señor don Juan, pena me ha dado ver y comparar lo que era y cómo se me trata y aprecia en Chile…aunque tengamos alas no podemos volar sin haber aire.

Se siente agradecido de la acogida de la familia Poirier, pues le manifiesta:

 He recibido de esta casa, cariño a corazón lleno, amistad grande, agasajos impagables.  

Le pide a don Juan interfiera por él ante el Gobierno para que lo pensionen pues tiene la sana intención de cursar la carrera de derecho en la universidad. De haberse cumplido su deseo  hubiésemos tenido un poeta abogado, no sabemos si para bien o para mal [no por que las leyes estén mal vistas sino porque hubiésemos perdido al panida en beneficio del notario]. Escribe Darío:

he asistido, desde hace seis meses a las clases de derecho Público e Internacional de la Universidad dirigida por don Jorge Huneeus…quisiera yo, y por eso me dirijo a usted, que el Gobierno me pensionara, para seguir esos estudios.   Por lo demás, si no se realiza, si no aceptan mis propuestas, santo y bueno. No se me quita, ni se me da nada. Abrojos. ¡Nada más!

10

Valparaíso, 3 de abril de 1887. Dirigida a Narciso Tondreau [1861-1949], abogado y periodista chileno (en Santiago de Chile) su amigo, enviándole su libro Abrojos, el primero publicado en Santiago.  Con modestia y quizá melancolía, añade:

Ahí tiene usted esos versos, ásperos y tristes, ¡mis más queridos versos!

11

Valparaíso, principios de mayo de 1887. Dirigida a don Juan J. Cañas (en San Salvador).  Carta de queja del por qué se preocupan hasta ahora de él en Nicaragua. Se siente enfermo con deseos de regresar a Centroamérica. Escribe entre tristeza y alegría:

Así mismo ignoro el por qué se le pidan informes de este pobre diablo, que ya se creía olvidado de la gente de su patria. Mi enfermedad (que afecta algo al pecho) me tiene algo flaco.  Ayer conocí a un Rey. Hablé con don Carlos de Borbón ¡…Cuando digo que en Chile se me han  cumplido tantas cosas…!

13

Valparaíso, 16 de julio de 1887. Dirigida a Juan J. Cañas (en San Salvador). Habla de lo marginado que los chilenos ven a Nicaragua, si es que la determinan.  Creen que es un país “barbárico”. Se enorgullece de escribir sobre Nicaragua a fin de cambiar esa idea primitiva que se tiene del país. Se explica:

Mis artículos sobre Nicaragua, sobre su Gobierno, sobre el Canal, reproducidos por casi toda la prensa argentina y uruguaya, demuestran que no he dejado en un solo momento de servir a la patria.  

Alienta a don Juan a que gestione una legación de Nicaragua en Chile en la cual su representante más idóneo sería, según Darío, el propio  don Juan J. Cañas y dado el prestigio que ya cree tener en Santiago, (él, Darío) espera algo para su persona. Se ilusiona, de pasada,  poder servir a su país, aunque sea muy joven. Así, indica:

Creo que a mí, no me negarían en tal caso la secretaría de la legación.

E incluso señala condiciones, que según  él, serían beneficiosas para el país.

Y luego, aseguramos, (y así dígalo usted) que después de un año de servicio pagado, no recibiremos un solo centavo, permaneciendo, si es voluntad del gobierno, empleados adhonorem…

Rubén Darío fue muy estudioso. Un autodidacta. En la posdata de esta carta incluye una observación precisa sobre su empeño en dominar idiomas.

Yo he adelantado mucho en el francés, que hablo casi sin dificultad, Y el inglés lo traduzco, y sigo estudiándolo.

15         

Valparaíso, 6 de septiembre de 1887. Dirigida a Camilo Gutiérrez (en León de Nicaragua). Abogado  e ingeniero  que llegó a ser Rector de la Universidad.

Amigo de Darío, aunque era mucho mayor. Es una carta en la que, con frecuencia se queja, de que en su país no le reconocieran méritos. No obstante tiene esperanza de que poco a poco se empiece a hablar de él.   Reconoce la reciprocidad de su amigo, y se lo agradece. Le dice:

..los amigos viejos son los mejores…

De cuando en cuando, recibo alguna contestación que me da a entender que conocen algún cambio de mi vida en Chile. Lo cual, señor, ha sido para mí, como una gran vigilia llena de luz, después de un largo sueño negro. Aquí vivo de mi trabajo, aquí lucho, aquí aprendo los tiros en el propio combate. 

…he venido a  saber que valía poco, pero algo. Y quien, no hace tres años fue acusado como vago en el cabildo de León de Nicaragua, ha llegado a ser Redactor de La Época de Santiago de Chile.

18

Valparaíso, 7 de marzo de 1888. Dirigida a Narciso Tondreau (en Santiago de Chile). Son intercambios sobre literatura. Sobre preferencias de lectura. Se queja de algunos detractores que rechazan sus versos y de sus amigos. Y algo muy triste, admite hacer versos prosaicos para hacerse llegar algún dinerito. Darío escribe:

y gozo por ello una voluptuosidad muy especial (se refiere a Richepin). 

Y para retar a sus detractores, les adjetiva groserías.

Bruto, bestia, animal, caballo, burro! Y no más.  

Admite tener empleos parciales o simultáneos en El Heraldo para poder subsistir, donde señala:

estoy de croniquero y semanero…hace tiempo que no hago versos. En cambio hago prosa prosaica todos los días. Y, señor mío, ¡ganamos algo! ¡Uh! ¡Alguito!

Empieza a adquirir deudas, pues le ruega a su amigo que:

Dígamele usted al señor Sastre de Santiago que tenga a bien esperarse un poquito para darle dinero.

22

Valparaíso, primera semana de noviembre de 1888. Dirigida a Pedro Nolasco Prendez [1853-1906] poeta chileno. Es un Darío sin fuerza y falto de voluntad. Está enfermo. Al amigo le pide ayuda directa o por intermediarios. Se nota el cansancio físico.

Yo no me extiendo más por el motivo de no tener espíritu tranquilo ni palabras a propósito.  

En la posdata termina de explicarse:

Estoy declaradamente enfermo de tisis, y con una complicación de neurosis horrible.

24

Valparaíso, 20 de noviembre de 1888. Dirigida a su amigo, Pedro Nolasco Prendez. Resiente su miseria económica. Su padre acaba de morir y no tiene dinero para viajar a Nicaragua. Es una situación desesperada. Así se confiesa:

 Mi padre acaba de morir, y yo tengo que estar en Nicaragua a la mayor brevedad.

Solicita contribución. Una colecta entre amigos para poder viajar. Le adelanta que tal vez se puedan reunir 20 libras esterlinas pues otro amigo le tiene ya asegurado lo que falta. Oigamos su lamento:

He pedido a personas que tienen buena voluntad y alguna estimación por mí, que contribuyan para formar un fondo con el cual pueda hacer el viaje. Ya hay bastante adelantado…Se necesita que por lo menos vengan de ahí 20 Libras Esterlinas. Todo callado como todo bien que se hace noblemente.  

25

Valparaíso, 25 de diciembre de 1888. Dirigida, nuevamente,  a Pedro Nolasco Prendez. La penuria es notoria.  No ha completado lo del viaje pero está en ese afán. Se excusa de haber contestado tarde la misiva de su amigo, pues:

…por razón de proseguir aquí sin descanso la consecución de los medios necesarios para el viaje.   

Se nota cierto optimismo pues dice tener ya para gastos de viaje y llegada, pero le falta el pasaje.

 Aquí se trata de conseguir pasaje, y de “arreglarme la maleta” como dice [de la] Barra.

Le faltan también algunos libros por que ruega  al amigo vaya por ellos a la dirección que le indica.

Tú puedes hacerme el servicio de mandar a pedir en mi nombre unos libros y ropa que tengo en casa del mismo Manuel [se refiere a Manuel Rodríguez Mendoza], y remitírmelos por expreso.

Período, febrero 1889- agosto 1893 [edad 22-26 años]

29-30-31-37

San Salvador, 11 de diciembre de 1889

San Salvador, 10 de febrero de 1890

Guatemala, 21 de junio de 1890

París, 5 de julio de 1893

Dirigidas, en ese orden a: José Manuel Balmaceda [1840-1891], Presidente de la República de Chile [es una nota de pesar por la muerte de su amigo Pedro Balmaceda Toro [1868-1889], hijo del presidente, de quien hacía poco había escrito su biografía en términos muy afectuosos: A. de Gilbert(San Salvador, 1889)], seudónimo con que escribía el joven Balmaceda; a Rosa Sarmiento, su madre,[ la única carta conocida dirigida a su progenitora] en agradecimiento por felicitarlo en su cumpleaños 23; a su amigo Ricardo Palma [1833-1919] -el de las Tradiciones Peruanas-,  para informarle cómo van las cosas y a Rosario Murillo, a quien escribe con ansiedad por verla y entregarle su corazón enamorado.

 [29]

 AL Presidente le expresa su dolor así:

Usted sabe cómo se unieron nuestros espíritus por el afecto y por el arte, cómo íbamos juntos en la labor del diario, cómo aspirábamos a lograr juntos la gloria.

¡Con Pedro ha perdido el mundo literario un gran artista y la humanidad un corazón dulce y bueno, hoy, que son tan raros!

El joven Balmaceda Toro era muy culto. Rubén solía reunirse en su estudio del Palacio de La Moneda, con el selecto amigo, y disfrutaba de las revistas francesas  que este recibía.

[30]

A Rosa le escribe muy apresuradamente, le llama:

Mi querida madre: Recibí su telegrama que le agradecí profundamente, pues fue  la primera de las  felicitaciones que recibí…Le saludo con cariño y respeto, su hijo.

[31]  

A don Ricardo, le confiesa su desconcierto sobre el futuro:

De mí sé decirle que no sé aún adonde iré, yo en Guatemala no pienso permanecer. Probablemente iré a Nueva York. Y si no, seguiré el rumbo del viento, como los gitanos.  

[37]

Siente la nostalgia de la ausencia y le dice [a Rosario]:

Tu recuerdo me acompaña siempre, y tengo continuamente una verdadera sed de ti.

Vuelvo a repetirte que no pienso más que en ti. Y que el día que llegue a verte será nuestra verdadera luna de miel. ¿Y tú? 

Período agosto 1893-diciembre 1898 [edad 26-31 años]

Rubén está en Buenos Aires.  Un período rico intelectual y emocionalmente.

39-40- 41-45

Buenos Aires

Septiembre de 1893

22 de octubre de 1893

23 de octubre de 1893

5 de diciembre de 1894

Dirigidas, en ese orden a: Rosario Murillo, a quien la trata, siempre,  de manera tierna y paternal; a Aquiles Echeverría (en Costa Rica), amigo de letras a quien Darío le prologó su libro Concherías;  a Juan Zorrilla de San Martín, poeta y prosista uruguayo; y  a Julio Piquet (en Buenos Aires), que vino a ser uno de los más cercanos amigos de Darío.

[39]

Insta [a Rosario] a esperar para un nuevo encuentro.

Piensa en mí amor, piensa en mi recuerdo.

Siempre tuyo, mi hijita, mi muchachita adorable.

 [40]

A Aquiles  le hace un llamado a que llegue a Buenos Aires.

…podrás dentro de poco, vivir aquí, laborioso y, en un país europeo: casi París.

[41]

A Zorrilla le participa lo bien que lo tratan en Buenos Aires.

Se me ha recibido muy bondadosa y espléndidamente. Y estoy dedicado a las letras, pues el Consulado General [Recuérdese que Darío ya era Cónsul de Colombia, por recomendación de Rafael Núñez ex presidente de ese país, (1825-1894) en Buenos Aires],   me da muy poco que hacer.

Esta acotación de Darío veladamente nos recuerda  el ocio diplomático de algunas representaciones y, más en esa época, que con una buena recomendación bastaba para  ser nombrado, sin ser originario del país.

[45]

A Piquet le adelanta, Divagación, poema de su libro en preparación Prosas Profanas; rogándole se publique, en La Nación, el gran diario Bonaerense [y le pide haga una excepción pues el reconocido diario no publica versos],  del cual Piquet era Secretario.   Le señala con entusiasmo que:

Los adjuntos versos son los mejores que yo he escrito en toda mi vida. 

46

Buenos Aires, 10 de febrero de 1895. Dirigida a Emilio Rodríguez Mendoza [1873-1960] en Santiago de Chile. [Letrado chileno que ejerció el periodismo] Recuerda lo desagradable de su estadía en Chile, y  que fueron sus amigos quienes le ayudaron a mitigar muchas penas.

a  veces me figuro que he tenido un mal sueño al pensar en mi permanecia en ese hermoso país.   Eso sí que a Chile le agradezco una inmensa cosa: la iniciación en la lucha por la vida.

Le recuerda al amigo que aunque lo que ha leído de él le agrada, sin disimulo le tacha lo que no le gusta. Se lo dice claro:

Pastiche, calco, etc., en la forma y bohemia en el fondo.

No obstante le promete que prologará el libro que le solicita. Y le recuerda que esos defectos son propios del oficio y que nacen de los entusiasmos de juventud. Agrega que:

Hay que imitar siempre al comienzo: hay que ser hijo de alguien, pues no se nace sin padres.

En un sentido estético le recomienda que en literatura no hay barreras en el lenguaje para darse a entender; y puntualiza:

No importa que el público no entienda; en asuntos de arte  nunca debe escribirse para el público…el arte es esencialmente aristocrático. 

47-49-50-51-52-54

Buenos Aires

9 de junio de 1895

31 de julio de 1895

19 de agosto de 1895

9 de septiembre de 1895

1 de diciembre de 1895

Primeros meses de 1896

Dirigidas todas a Luis Berisso, en ese orden, (en Buenos Aires). Berisso fue una de los mejores amigos argentinos de Darío. Darío se encuentra de visita en la Isla Martín García, donde hizo una crónica del lazareto ubicado en ese  lugar. Se justifica por esa razón no haberle escrito antes. Su condición en el periódico y en lo personal no anda bien.

[47]

Le agradece lo defienda contra:

…varios estimables molinos de viento [en referencia a la lucha entre los viejos cánones (literarios) y el modernismo que  representaba Darío].

.

[49] 

Le manifiesta que ha estado mal:

            Enfermedad, desazones, perrerías de la vida, torturas de ánimo, soledades, amarguras íntimas, han tenido mi espíritu abrumado y agitado en estos últimos días.

Le confiesa haber publicado trabajos [se entiende vacuos] en una labor periodística obligada por necesidades del momento.

¿Ha visto mis mamarrachos de puro periodismo que he publicado…firmadas Moisés Prudencio? Eso está uno precisado a hacer en veces.

[50]

Manifiesta su desazón por ocupaciones mecánicas en el periódico como son las de traductor.  No aclara de qué a qué idioma. Se supone del francés al español, que es lo que podría dominar en ese momento.

Pero imagínese usted que me he hecho cargo de las traducciones de nuestro diario…Jamás he visto días tan grises como estos días.  Jamás he comprendido mejor lo que es la ausencia de la patria.

[51]

Manifiesta estar inconforme con el diaria La Nación, pues lo tiene resentido el pobre criterio del periódico que le ha rechazado dos artículos sobre “El Pensamiento Italiano”. Es más, le han advertido  que no quieren que escriba más de “literatura”. Ese golpe bajo lo abruma  y se presta a escribir a amigos en el exterior para que le ayuden [a buscar otro empleo]. Tiene temor a la vez que le quiten las traducciones. Se siente harto de:

este horror babélico de política, bolsa y cinderella-dance. 

Sobre, el desprecio de La Nación a sus artículos, les lanza el dardo de:

 …la colaboración preferida es aquella que logra ser más pedestre. Con su pan se lo coman.

[52]

Se nota que la situación es cada vez más difícil, viéndose obligado a colaborar con otros medios, como La Prensa, aun contra su voluntad; todo por no encontrar otra salida de acuerdo a  su calidad intelectual. Una desgracia. Darío tuvo una gran entereza. Aceptó los retos de la vida y soportó incomodidades con una gran humildad.

He estado en La Prensa a hacer periodismo, de la más prosaica e imbécil especie. Dirijo–¡asómbrese  usted!–¡la sección social! Es cuestión que había que resolver la vida. Y, para mientras las cosas cambian, aquí me tiene usted con labor a hora fija.

El trabajo, y a mí no me arredra el trabajo. Lo hago, tan asombrado como contento. Es decir, no me apena, ni siquiera me molesta. 

[54]

Toda la mugre de la vida se le acumula. Está al estallar y a punto del suicido. La carta chorrea sangre.

 Ya era tiempo de que vinieran desgracias. El lado de color de rosa de la vida se había repetido demasiado. Comenzó el lado gris, o negro, con estas fiestas seguidas de males físicos y sinnúmero de penas morales.

Recordemos que ya para julio de 1895 había recibido la “puñalada” [así lo afirmó y sintió], de la muerte de su madre.  Ahora en el 96 se le juntaban otras desgracias.

Desde que no nos vemos hasta hoy, mi cerebro ha estado a punto de estallar, mi sangre a punto de paralizarse: dolores, desmayos, una calamidad. Luego, el inmenso hastío que ve hasta la misma muerte como un refugio…Y luego, noticas malas. Y decepción, y otra vez la vida sombría…He estado solo,  solo completamente, cuando menos debía estarlo…He pensado en los sacerdotes, he pensado en morir–¡que sería lo mejor!—y he pasado unas horas horribles. 

53

Buenos Aires, febrero de 1896. Dirigida a Román Mayorga Rivas [1862-1925], (San Salvador). Aquí vemos a un Darío abatido, desorientado como un marinero sin brújula. Se acomodó en trabajos secundarios que por amistad  le conseguían sus amigos. Por un tiempo fue Secretario Privado del Director General de Correos y Telégrafos de la Argentina.   Igual que le dijo a Berisso, no sabe qué hacer. Un desgarramiento que le afecta física y psíquicamente. Al punto de preguntarse:

            …Y en verdad, ¿tengo yo a qué volver? No. ¿Familia? ¿Tengo yo, he tenido yo, familia acaso, en toda aquella gente de mi apellido, que es mío hoy únicamente?

…Tengo un hijo y un recuerdo sagrado: esa es mi familia. 

En fin, cada vez que me he acercado a la tierra en que nací, ha sido para padecer. ¡Oh, Román, tú sabes las tristezas morales de mi niñez, las penas de mi juventud: sabes también amigo mío, las cosas dolorosas del hombre…!

58

Buenos  Aires, tercer semana de octubre de 1896. Dirigida a Rosario Murillo. Siempre se referirá ella con mucha delicadeza. A juzgar por los  textos de las cartas,  fue una mujer, al menos así lo cree Darío, que mucho lo ha querido, y él a ella. En esta lo confirma:

            Mucho me ha agradado la manera con que te expresas [en referencia a una carta que ella le enviara] y no esperaba otra cosa de la mujer que tanto me ha querido y a quien yo he querido también tanto.

Se lamenta de la ausencia, afirma Darío:

 …que a mi pesar no he podido remediar.

Como siempre vive entre dudas de cartas que envía al Gobierno Y quedan sin respuesta; tiene muy poco que prometer y su regreso para reunirse con ella [Rosario]   lo condiciona a su suerte.

 Como nadie es profeta en su tierra, [le dice] creo que me quedaré aquí por uno y otro inconveniente.

59

Buenos Aires, La Nación, 9 de febrero de 1897. Dirigida a Algernon Charles Swinburne [1837-1909], poeta inglés radicado en Buenos Aires. Darío desea que conozca su trabajo y le adjunta dos libros suyos: Los Raros y Prosas Profanas. Lo curioso de esta carta es que está escrita en inglés, [quizá la única por lo que se transcribe completa] lo que supone un gran esfuerzo por estudiar y darse a entender por escrito en esa lengua. Aunque la carta tiene unos pocos errores de ortografía [spelling], es admirable el  trabajo por expresarse en una lengua que apenas dominaba.

Sir, and Querido Maestro:

 Although a stranger to you. I am sufficient confidence (sic) in the Brotherhood of Art, to venture to send you two little works of mine.

Of the little works I need say nothing: let them speak to you for thenselves. To me they represent the outcome of much thought, much labor, much love of Art; and if they but succedd in securing a word of approval from you, I shall deem my efforts more than repaid.

I have the honor to be, Sir, your very faithfull, Rubén Darío.

Traducción [de Héctor Humberto Arellano]:

Señor y Querido Maestro: / Aunque desconocido para usted tengo la suficiente confianza, en la Hermandad del Arte para  atreverme a enviarle dos pequeñas  obras mías. / Acerca de esas pequeñas obras, no necesito decirle nada: deje que le hablen por sí mismas. Para mí, significan la realización de mucho pensamiento, de mucha labor, mucho amor al arte; y si ellas logran al menos producirle una palabra de aprobación, yo estimaría mis esfuerzos  más que recompensados. / Tengo el honor de ser, Señor, su muy devoto, Rubén Darío.

62-64-65-66

Buenos Aires,

15 ( de abril?) de 1897

¿abril? de 1897

3 de junio de 1897

20 de mayo de 1898

Dirigidas, en ese orden, a: Julio Piquet, Víctor Pérez Petit [1871-1947], poeta y dramaturgo uruguayo;   Rosario Murillo, y, nuevamente, a Julio Piquet.

[62]

A su amigo Julio le solicita ayuda, pues está, lo cual es muy repetitivo en el  poeta, en precaria situación económica. Y, casi siempre esa necesidad, es, de urgencia. Comprende el poeta que acudir demasiado al amigo es ya un abuso pero no tiene otra alternativa.

 Habría ido al infierno y al cielo, a pedir a San José sus economías y a Judas sus 30 dineros.

[64]

A Víctor  le agradece [como crítico]  sus palabras por ocuparse de su obra y adelanta qué espera un artista cuando hablan de su trabajo, pues a él [Darío] no le agrada ni la lisonja ni la charlatanería.

La aspiración de un poeta, de un artista verdadero, en lo que se refiere a la crítica, es ser comprendido. El elogio o la censura incompetentes, pesan lo mismo.

Desgraciadamente en América no todos los que se permiten en estos asuntos tener una opinión, se dan el trabajo de estudiar como usted. 

[65]

El poeta sueña en normalizar su vida matrimonial, tan inquieta y distante. Está dispuesto a que por fin llegue para acompañarlo, su esposa, Rosario Murillo. Darío se muestra un poco molesto, pues ese viaje lo siente forzado, él, en realidad, no está preparado.

 No soy un ogro. Ya ves que mi voluntad está dispuesta. Vente. Viviremos modestamente y agradablemente. Podemos vivir con lo poco que gano.

[66]

Se queja ante Piquet, muy justificadamente,  de que La Nación, además de mutilarle sus trabajos, no le pague.  Acude al amigo y a la vez a quien es, en ese momento, Secretario del periódico. Lo que se esconde en el fondo, además del mal trato a sus colaboraciones [no le han publicado nada en los últimos tres meses], es la endeble situación económica del poeta.

…pues en la Administración se han perdido buenos y largos trabajos míos que me representaban muchas fatigas y algunos pesos que me hacen bastante falta.

Dicho artículo,  [algo que le han encargado de urgencia sobre  William Gladstone (1809-1898)–político liberal británico] del cual estaba yo en verdad muy contento, fue sustituido por otro, y después, mutilado.

Cree estar en su legítimo derecho en reclamar, pues,   si ya un artículo ha sido entregado y lo han  mutilado, al menos deberían reconocerle el pago.

 ¡no soy sino un colaborador que vende su obra como un fabricante cualquiera!

68-69-70

Buenos Aires, 7 de noviembre de 1898

Océano Atlántico, últimos días de diciembre de 1898

Océano Atlántico, últimos días de diciembre de 1898

Dirigidas, las dos primeras a Luis Berisso y la tercera a Alberto Ghiraldo [1875-1946], escritor y político argentino.

[68]

La de Berisso es una carta de despedida. La rueda de la fortuna apunta a que vienen mejores días para el poeta. Lo han nombrado corresponsal de La Nación en España. Hacia allá se dirige. Se deshace en elogios para el amigo incondicional, con quien se ha identificado, en lo más sagrado: el arte. Le señala que es muy raro encontrar en ciertas personas:

Esa bondad de hombres sin malos escondrijos; en donde hay para quien sabe encontrarlos, mucha miel generosa y mucha grata y consoladora luz.

Es gracias al arte que Darío encuentra paz y sosiego. Se lo manifiesta al amigo así:

El cual [El arte] también bendito sea, ya que me da, entre tantos dolores y penas  que han flagelado mis treinta y tantos años, cosas cristalinas.

[69]

Es de recomendaciones y súplicas. Darío ya navega y está inquieto. Su salida es rápida y no lleva siquiera sus propios libros. Recomienda se los hagan llegar [Prosa Profanas, Los Raros y su amado Azul con las cartas de  Valera] al igual que diarios, libros y folletos.  Como siempre, escaso de francos, solicita que cuando piense su amigo [en ausencia] en invitarlo a comer,  que:

…ponga un franco en una caja y cuando sean una familia de franquitos, me los manda.

Abriga temores de que lo olviden en el periódico. Ya lo han despreciado antes. Es casi un ruego.

Y cuando hable con el honorable Piquet, que esté siempre avizor para que no me vayan a olvidar en la Administración: que no me dejen en el aire nunca.

[70]

Va en el mismo tono. Desde el barco le escribe al amigo. Un saludo de despedida extensivo a los demás que [Ghiraldo] considere dignos. Darío sabe bien quiénes lo mal quieren. Sabe de amistad y de  lealtad. Le advierte que:

A quienes escuches poner distingos y peros, a mis espaldas, y a quienes pongan en balanza mis cualidades con mis defectos, a esos, no les des nada, ni les digas nada.

En la despedida lo anima a que siga siempre en su carrera con la cara al cielo y le aconseja:

Te falta un poco de fe; un poco, para que sea mucha, en el fondo de tu espíritu hay un ángel que sueña, fuera del chancho que llevamos todo.  

Período,  enero 1899-febrero 1916  [Edad 32-49 años]

74-75-76-77

Madrid

Primeros meses de 1899

14 de abril de 1899

3 de junio de 1899

Julio? de 1899

Todas dirigidas a Luis Berisso. Aquí empieza su etapa europea.

[74]

Reconoce a Berisso sus méritos literarios y le renueva su amistad.  Le dice que hay que llamar:

Al pan, pan; y al vino, vino. La amistad se demuestra con hechos y no con palabras húmedas.

[75-76-77]

Se refieren   a intercambios de obras y crítica de los libros que leen o de otros eventos literarios.  Aprovecha para quejarse de Enrique Gómez Carrillo [1873-1927], intelectual guatemalteco que llegó a ser considerado “El Príncipe de los cronistas”. Nunca le simpatizó.  Le ha prometido un prólogo, se nota, que de mala gana. En relación a este personaje, Darío aclara que:

Es un desesperado que habla mal hasta de quien no conoce y no debiera. Yo he quedado bien con él; es decir, evito que me muerda.  

Gómez Carrillo lo persigue. Cuando ya empieza a experimentar cierto hastío con Madrid, y desea salir a otros lares, siente que no debe hacerlo si ahí ha de encontrarse con esa mala sombra.

Yo ya estoy cansado de Madrid y quisiera mandarme mudar a Italia, o a Inglaterra. París que está a un paso, no me atrae tanto, porque, entre otras cosas, tiene hoy esa peste de [Gómez] Carrillo y ese grano de ponzoña me echa a perder mi París.

91

Madrid,  27 de septiembre de 1899

Dirigida a Francisco Paniagua Prado [1868-1932], entonces director de la revista literaria El Ateneo Nicaragüense,  (en León de Nicaragua), y uno de los fundadores de la Academia Nicaragüense de la lengua.  La carta es en agradecimiento por haberle defendido contra las puntillas que le lanzara su coterráneo  leonés Mariano Barreto [1856-1927] jurista y periodista nicaragüense, quien se refirió a su persona como “ese ilustre poeta y literato argentino”, y agrega para zaherirlo que “  en cuyo  corazón no palpitó jamás el amor a la patria”. Se lamenta Rubén sobre  la pobre moneda con la que le  ha pagado León, su ciudad, de la que dijo un día “León es a mí como Roma o París”.

-en mi pobre y querido León, que ha sabido que yo existo tan solo dos veces en mi vida; la primera para declararme vago, en mi adolescencia;  la segunda para declararme loco, cuando he logrado para mi patria original, algo que está a la vista del mundo castellano… [Y se pregunta] ¿Qué ha hecho por mí Nicaragua?… a puros puños he llegado a donde estoy.

 

Hay lecciones de civismo que la juventud debe retomar y hacerlas suyas. Rubén es un ejemplo  a seguir. Les insta a reaccionar:

            …luchar por hacer patria verdadera, culta, civilizada. Pero no se consigue sin el estudio, la voluntad. El entusiasmo, le decisión. La nueva generación debe barrer con todo lo perjudicial e inútil y fofo que daña a la patria…Los Barretos en literatura  corresponden a los otros en política.

Rubén era consciente de que la maldad se cuela en todos los niveles y de que hay que afrontarla, marcando líneas de defensa.

95

París, 19 de abril de 1900. La primera dirigida a Francisca Sánchez del Pozo, su mujer. Ya él está en Paris, como enviado especial de La Nación para cubrir el evento mayor al cerrar el siglo: la Exposición  Universal. [Ella se ha quedado en Madrid]. Recurrente la mala salud del poeta y los apuros económicos. Al final un piropo.

Di a los que vayan a cobrar que se esperen cuando yo vuelva. No me es posible dar ahora nada, porque recibo aquí mucho menos dinero que el cambio del oro. Que esperen.

 Yo aquí no estoy muy bien de salud y me haces mucha falta…Estás muy guapa, coneja.

103-104

París

29 de octubre de 1903

20 de noviembre de 1903

Dirigidas ambas a su amigo en letras, Juan Ramón Jiménez [1881-1958], para entonces un joven de solo 22 años. Hay preocupación por el clima que lo empuja a salir para resguardar su salud. También hay encono contra la vida literaria, que, a  veces, le acarrea desencantos.

[103]

Es una neurastenia del demonio. A Málaga me voy porque  cada invierno me amenaza aquí una cogestión pulmonar. Voy por el sol.

[104]

…disgustado como estoy de los hombres de letras y de todas las porquerías de la vida que se llama literaria… por mis desgracias hace tiempo que veo más o menos de cerca, solamente arribistas, malvados finos, dolo del arte.

Que  se cuide de no darle entrada [en el recinto del arte]  “a elementos nocivos”. Lo sabe por experiencia que la necesidad puede llevar al artista a degradar  el arte.  Es enfático.

Hay que guardar la mayor ortodoxia en la más amplia libertad. Y nada de puercos color de rosa, y putería.

109

Madrid, 15 de marzo de 1905

Dirigida a Francisca Sánchez, quien se encuentra en París, donde Darío ha sido nombrado, Cónsul de Nicaragua en esa ciudad. Francisca se acompaña de su hermana María [la tataicilla como le decía cariñosamente Rubén]. Hay nostalgia del hogar. Él reside temporalmente en Madrid donde los gastos de su cargo, aparentemente,  son menores.

Yo estoy cada día con más ganas de irme, aunque aquí me procuran hacer la vida agradable los amigos. Pero mi casa y mi Tataya [también le decía mi coneja] me hacen falta inmensa. Y la tataicilla. [La despedida va en ese mismo trato de casa].

Tu Tatay   

114-120

Palma, 18 de enero de 1906.

Río de Janeiro, 4 de agosto de 1906

Dirigidas, respectivamente, a  Luis Bello [1872-1935] (en Madrid), ensayista y narrador  y a Luis Mitre, (en Argentina) administrador de La Nación. Al  primero le manifiesta cuál ha sido su aporte al modernismo y  al segundo le solicita algún ingreso extra, aparte de la paga por ser corresponsal del diario, lo que apunta a que Darío siempre andaba en raquítica situación económica.

[114]

Le dice a Bello:

Yo lo que he hecho es aplicar a nuestro verso formas y maneras de poéticas extranjeras o clásicas. [Sobre todo de la francesa].

[120]

Desesperado por dinero le pregunta a Mitre:

…me atrevo a preguntarle si La Nación tendrá fondos disponibles para mí, aparte de mi sueldo de París.

El tono es un poco humillante para un intelectual que parece no tener otra alternativa y no le queda más que esconder su vergüenza; y para apaciguar al remitente le recuerda su amistad con su hermano Emilio Mitre y Vedia [a quien Darío le dedicara su libro España Contemporánea] y que él, Darío, se considera de nacionalidad intelectual argentina.

122

Palma de Mallorca, 18 de febrero de 1907. Dirigida al general  Jorge Holguín [1848-1928]        en Colombia, militar, que después llegó  ser presidente de su país, exponiéndole un problema muy personal [los trámites de divorcio con Rosario Murillo su esposa] y pidiéndolo un pasaje de ida y regreso a Nicaragua, donde necesita estar presente, para resolver el incordio de una vez por todas. Otra carta humillante, pues con el cargo que ocupa de Cónsul en París, es infortunada semejante petición [se dice que el general no se dignó contestarle].

            …y la señora es la que lleva mi nombre a causa de un matrimonio hecho en condiciones absurdas y que causó cierto asombro, ya que hubo escándalo en Nicaragua, hace catorce años. Lo que debió haber sido divorcio completo, se tradujo desde luego en una separación indefinida, desde un mes de la forzada boda.

Ya no es el Darío cariñoso al referirse a ella. Está azorado. Siente acoso y lo que más desea es la separación definitiva. Se queja de su jefe el Ministro de Nicaragua en Francia señor Crisanto Medina, quien lo malquiere y ha apoyado a la señora Murillo. Éste, dice, le ha retenido el sueldo.  He aquí la petición concreta:

            Y, en penosa emergencia, puede Colombia otra vez serme favorable y eficaz: necesito, mi querido general, un pasaje de ida y vuelta, de Europa a Colombia. ¿Quiere dármelo?

131

París, 5 de septiembre de 1907. Dirigida a Miguel de Unamuno [1864-1936], prestigioso hombre de letras de España. Esta misiva es famosa por aquella frase de Darío al inicio:

Es con una pluma que me quito de debajo del sombrero con la que le escribo” en alusión a la burla de que fue objeto cuando el célebre escritor se refirió a su persona diciendo [al menos verbalmente] que “a Rubén se le veían las plumas—las del indio—debajo del sombrero”.

Esta carta es un  suave reclamo a Unamuno, donde hay elogio y ruego. Se dice que en la respuesta [Unamuno]  prometió escribir sobre Darío, pero no cumplió. Darío, aun ofendido, guardó siempre mucho respeto por el puntilloso vizcaíno.

Podrá haber diferencias mentales entre usted y yo, pero jamás se dirá que no reconozco en usted –sobre todo, después de haberle leído en estos últimos tiempos – a una de las fuerzas mentales que existen hoy, no en España, sino en el mundo.

Más yo quisiera también de su parte alguna palabra de benevolencia para mis esfuerzos de cultura…y en lo que a mí  respecta, una consagración de vida como la mía merece alguna estimación.

Sea pues justo y bueno.

138

Masatepe,  7de diciembre de 1907. Dirigida a José María Castrillo director de El Comercio. Por ser tan breve se reproduce íntegra. Se dice que lo hizo desde la estación del ferrocarril de este pueblo, al bajar brevemente, después de una gira recreativa en la finca Saratoga donde tuvo lugar un banquete, ya camino a Diriamba.

Manifiéstole gustoso que la gira  es encantadora. El paisaje prodigioso, el ferrocarril una obra digna de toda administración y aplauso, y la cordialidad de Masaya, de las que quedarán hondamente grabadas en mi recuerdo.

Sin exageración, se cuenta que el poeta quedó impresionado del paisaje de la Laguna de Apoyo y que le manifestó a sus acompañantes que “en su larga peregrinación apenas ha visto grandiosidades como aquellas en las abruptas montañas de Suiza”.

144

León, Nicaragua, 12 de febrero de 1908.  Dirigida  Francisca Sánchez (a París), donde le da buenas noticias de los agasajos de que es objeto en su tierra natal y sobre los trámites de divorcio [que fue lo que motivó el viaje], que, según él, van muy bien.

            Sabías que el Congreso votó una Ley, por la cual el divorcio se puede hacer más fácilmente. Toda esa gente anda furiosa y el famoso hermano anda diciendo que me iba a matar. No hay cuidado ninguno. Yo ando listo y tengo muchos amigos.

Le adelanta que pronto estará con ella y que se establecerán en Madrid [“a poner la casa”]. Sabido es que la señora Murillo le tendió una trampa y el divorcio no se dio.

150

Madrid, 20 de junio de 1908. Dirigida a su amigo Fabio Fiallo (en Nueva York). Ya Rubén es Ministro Residente ante el gobierno de España nombrado durante la administración de Zelaya. Le pone  al tanto de algunas cosas importantes; que fue recibido por el Rey y que la legación quedó instalada en Serrano número 27.  Le preocupa a Rubén no tener igual libertad para escribir y publicar, pues en su nueva posición no está bien visto.

Resulta que aquí, en los diplomáticos, no está bien visto que escriban en los periódicos. Yo veré cómo arreglo eso, aunque sea adoptando un pseudónimo.  

156-158-159-160-162

Madrid 

12 de octubre de 1908

8 de noviembre de 1908

14 de noviembre de 1908

1 de diciembre de 1908

12 de enero d 1909

A diferentes destinatarios, en ese orden:          Luis H. Debayle, Camilo Castellón, José Madriz, Eutorpio Calderón, Santiago Arguello. Todas tienen en común, una etapa depresiva del poeta, que se manifiesta en azoramiento, preocupación y tristeza. Lo del divorcio no se llevó a  cabo, los pagos retrasados de su representación, su mala salud, y la mala paga, que ahora se agrava porque es insegura.

[156]

Al Dr.  Debayle, le explica claro:

yo hago aquí una vida excesivamente modesta, apartada de la manera que por el cargo me corresponde.

…me hubiera podido arreglar con las mil quinientas pesetas que en un principio me asignaron y que he estado percibiendo hasta el mes de  agosto; pero lo que es después, cundo me han rebajado el sueldo ¡a mil pesetas! Me es de todo punto imposible salir adelante.

De repente se resigna y agrega que:

Ya he colmado mis violencias y dejo pasar el tiempo que resuelve en definitiva todas las cosas.   

[158]

A Castellón, retrata el mismo cuadro borroso anterior. Recalca que:

Por otra parte, la Legación no me deja sino compromisos y molestias. Ni puedo servir al país, ni puedo realizar mi labor personal. Así, mejor dejarlo. Y mejor renunciar yo, antes que me renuncien.

[159]

Al Dr. Madriz, se le queja que su nombramiento quizá fue como:

…una satisfacción a mis amigos, como una consecuencia de la ovación nacional y algo así como la concesión de un gasto inútil para un ministro considerado simplemente como decorativo.  

…llegué a Madrid sin los fondos necesarios, ni  aún para los simples gastos de recepción. 

…que no tienen ninguna idea de lo que yo soy y de lo que yo valgo fuera de Nicaragua y sobre todo en España, y que no cesa de repetirle la mala y gastada leyenda de bohemias y de borracheras.

…y hay que tener coche  y hay que hacer vida social. ¿Cómo? ¿De qué manera? ¿Con qué?

Pero yo soy hombre de esas ásperas luchas, no puedo con la intriga y a causa de mis nervios y de sensibilidad, todo lo veo aumentado y por el lado trágico.

[160]

Ante  don Eutorpio, de igual manera, se lamenta que:

En todo caso aquí, o no pagan nada, o pagan una miseria. El oficio literario está peor remunerado que el de barrendero.  

[162]

A  don Santiago, es franco al decirle que:

…con mi carácter y mis nervios, no es muy cómodo el vivir  en perpetuo equilibrio sobre una cuerda floja.

Tú me dirás: pero, ¿por qué  no renuncias? Por no dejar satisfechos a los que tú, gráficamente, llamas reptiles.

Si te dijera que he tenido que mal vender una edición de Páginas escogidas y mi piano para poder hacer frente a la situación…

Yo ya  ni pido ni me quejo.

190

París, 24 de enero de 1911. Dirigida a Fabio Fiallo, entonces Cónsul de República Dominicana en Hamburgo. Darío fue padrino de Julia Amelia hija de Fiallo, a quien le regaló una medalla de oro con su cadena.

El hecho es anecdótico, porque, en un primer intento, el envío fue imposible por razones  que se entienden;  y que a la vez reflejan la gran generosidad de Darío, frente a un hecho simple pero significativo. Dice Rubén:

La medalla para la ahijada está lista, con la cadenita, pero no te la puedo enviar hasta el 30, tú calcularás por qué.  193

París, 15 de enero d 1912. Dirigida a Alberto Ghiraldo (en Buenos Aires). Darío a estas alturas está cansado. Se involucró en la aventura de la Revista Mundial y Elegancias, se entiende, por razones económicas, no por  razones artísticas. No rehúye el reto pero no está a gusto. Muy resignadamente acepta:

Explotado con mucho dinero pero explotado.

 …de esta cosa de Mundial y Elegancias, en donde, no hay duda, ganaré algo para la vida, pero en la cual mi buen gusto suda y mi dignidad corcovea.

París bien vale una misa: aquí se trata de muchos miles de francos, y cedo en cuanto al buen gusto.  

Le ruega al amigo

…hacer comprender, del modo que tú puedes [a los millonarios de la revista] lo que yo valgo y yo puedo—fuera de ellos—

201

Montevideo, 30 de julio de 1912. Dirigida a Luis Orrego Luco [1866-1948], intelectual chileno. Darío pensaba ir a Chile, pero su mala salud se lo impidió. Es como una despedida por escrito y un recuerdo de sus años de joven en ese espléndido país. Darío lo resume así:

            Después de 25 años vuelvo  Chile. Bien sabido es que allí publiqué Azul….es decir, el libro de ilusiones y ensueños que había, por favor de Dios, de conmover a la juventud intelectual de dos continentes.

…pues en Chile aprendí a macizar mi carácter y a vivir de mi inteligencia.

214-216-217

París

Junio de 1913–  12 de agosto de 1913—22 de agosto de 1913

Dirigidas a: Eduardo Taleno (Argentina); Juan Sureda (Palma de Mallorca), y Diego Carbonell (en París).  Todas ellas quejosas de mala salud y precariedad económica.

 [214]

Ante Taleno, lamenta:

Y ahora mismo te escribo enfermo…Estos médicos franceses no me entienden

[216]  

Una indisposición me hace guardar cama

[217]

Hágame el favor de venir en seguida a ver a Francisca que está bastante mal  

218-224-225-226-227

París, 3 de septiembre de 1913

Valldemosa, 19 de octubre de 1913

Valldemosa, 13 de noviembre de 1913

Valldemosa, 24 de noviembre de 1913

Valldemosa, 29 de noviembre de 1913

Todas dirigidas a su entrañable amigo Julio Piquet. Las cartas próximas son de mucho dolor. El amigo es su paño de lágrimas. Para él y para Francisca que está enferma.

[218]  

 Me voy a las islas Baleares

[224]

            Si usted juzga que conviene que  Francisca se            quede en París, por algún tiempo, que lo haga. Y vaya el niño al colegio vecino…

Falto de dinero piensa escribir una novela. Con el ruego que si la envía a La Nación:

Sería de justicia pagarme a otro precio que mis cartas comunes.

Hago una vida singular de paz y ejercicio. Como y duermo bien. No pruebo alcohol ninguno, ni lo necesito. El riñón creo que ha mejorado, y los intestinos juzgo que se compondrán.

[225]

…llegó la temible crisis

 ¡Y qué se va a hacer! La vida es única e inmodificable.

[226]

Estoy bien. Gracias a Dios, para comenzar los próximos doce meses

[227]

Aunque mi salud va mejorando, siento a veces grandes desalientos y tristezas.

Siento ya lo triste de mi soledad, después de catorce de vivir acompañado. Hasta con los animales se habitúa uno. Y luego, cuando hay afecto y lástima. [Le duele la separación de Francisca Sánchez]

No tendré pues, pues, para sostener a Francisca y niño y yo aparte.

Todo el mundo tiene una patria, una familia, un pariente, algo que le toque de cerca y que le consuele, Yo nada. Tenía esa pobre mujer—y mi vida, por culpa mía, de ella, de la suerte, era un infierno—Y ahora, la soledad.

 

229-230-234

Valldemosa, 11 de diciembre de 1913

Barcelona, 22 de mayo de 1914

Barcelona, 14 de septiembre de 1914

Todas dirigidas a su gran confidente Julio Piquet, quien ha sido su punto de apoyo en variadas circunstancias. Ya Darío viene en picada. Siente que le faltan energías. Siente la inminente realidad de su fin. Necesita rayar la ruta de su acercamiento a América. Piensa en Argentina pero las circunstancias lo llevan a su tierra natal. Su momento es dramático. Manifiesta una intensa soledad.

[229]

No se quiere mover de ese lugar [Valldemosa]

…este lindo sol y esta paz campestre.

En un gesto de compasión le recomienda al amigo:

Hágame el favor de entregar a Francisca, para que se compre un abrigo y algunas cositas, 150 francos.

[230]   

            He aquí lo que yo necesitaba: esta soledad sana, con sol, y frutos, y flores, pájaros,…sólo viéndolo se cree.

 Francisca debe llegar hoy

[234]

            Entre la balumba que se despeñan sobre uno, he tenido a Francisca muy mala.

Yo no puedo continuar en Europa, pues ya agoté hasta el último centavo. Me voy a América, lleno de horror de la guerra, a decir a muchas gentes que la paz es la única voluntad divina.  

228

Valldemosa, 11 de diciembre de 1913. Dirigida a Francisca Sánchez. Aquí hay crisis de dinero [el poeta está en quiebra] pero sigue habiendo ternura  paternal. Es navidad y hay también nostalgia. La realidad es cruda y cruel.

No tengo, pues que contar sino con 600 francos de La Nación, que ahora los pagan, no sé por qué, el 30.

Mucho cuidado con el niño y contigo.

Aprenda el niño a rezar. Y que aproveche el Colegio. Pronto irán los turrones. Muchos cariños a ti y a Güichín de Tatay y Papito.

237-238-239

Barcelona, 8 de octubre de 1914

Barcelona, 12 de  octubre de 1914

New York, tercera semana de noviembre de 1914

Dirigidas en ese orden a  Eduardo Dato [1865-1921], político español; a Ramón María del Valle Inclán [1866-1936], conocido intelectual español, y a Pedro Rafael Cuadra, diplomático radicado en Washington. Son cartas reflexivas y pacifistas. Rubén ha decidido hacer una gira por América para denunciar los peligros de esa primera guerra mundial que asola a Europa.

[237]

A Dato, le confía  el papel de España y América Latina en el conflicto:

España y la América, y principalmente América Latina, son las llamadas hoy a mantener…el equilibrio político y comercial del mundo.

Elogia a España por

…comprender el gran papel histórico y político que debe desempeñar

Ante el  momento trágico que vive el mundo [Primera Guerra Mundial] le pide:

…hacer más eficaces mis simpatías y mis convicciones por la paz…

[238]

Al gran Valle Inclán le explica sus motivos de esta gira de concientización y neutralidad:

La guerra me hace dejar Europa y voy, conmovido y espantado a predicar la paz a nuestras Repúblicas.

[239]

A Pedro Rafael le resume el fruto de su trabajo y sus quejas:

Alejado de mi tierra, y bregando por un ideal literario que se impuso en todos los países de lengua española, he podido ofrendar a Nicaragua el reflejo que Dios ha hecho por mí.

Ningún gobierno se dio cuenta de que yo existía…Cierto que yo ya no sirvo más que para pensar y para soñar.

Se lamenta de las desgracias que le acarren los cambios políticos en su país [caída de Zelaya, la misión frustrada que le encargó el Presidente Madriz en México] y de los impagados sueldos que le deben. Le pide que interceda para que le cancelen aunque sea en abonos, pues los necesita.

Pero yo no pido—y allí está su eficacia y su gentileza—si no que se me vaya pagando, a pocos, que para mí serán oportunísimos [a esa fecha le debían 45.000 francos].

241

New York, 2 de enero de 1915.  Dirigida a su mujer Francisca Sánchez. Es año nuevo y el poeta está enfermo y abatido. En cierta forma desesperado. Presiente que pronto se ausentará de este mundo. En Nueva York, con frío, enfermo y sin dinero. Es una carta regañona.  Con disgusto le dice a Francisca:

Lo que yo hago, bueno o malo, bien hecho está. Yo no necesito consejos de nadie, y menos de ti. [Según un estudioso de Darío en una carta anterior la había llamado “posma”  palabra despectiva, algo así como lerda, pesada en su actuar].

Necesito un gran reposo y paz de espíritu durante un año por lo menos.

Si ando en busca de dinero, corriendo aventuras y sufriendo malos días, es porque él   [su hijo Güicho] pueda educarse.   

247

Guatemala, ¿junio? de 1915. Dirigida a Enrique Gómez Carrillo [1873—1927] crítico,  diplomático y escritor guatemalteco. Se acerca su final. El término de un peregrinar lleno de gloria, dolor y lágrimas. Ahora está en Guatemala invitado por el Presidente de ese país Estrada Cabrera. Este Viacrucis lo acerca cada vez más a su reposo definitivo. Su morada final será Nicaragua.

…yo, ya casi un difunto, he cantado…ahora me alejo de Guatemala en busca del cementerio de mi pueblo natal.

Una curiosidad, en sus tribulaciones le manifiesta haber leído su libro [Campos de batalla y campos de ruina] pero en inglés lo cual, le manifiesta, es casi un contrasentido. Se trata de una edición en ese idioma que le ha regalado su amigo Heinemann. Casi uno de sus últimos deseos es que:

…si queremos ser libres, debemos ante todo desear el triunfo de los aliados.  

248-249

Guatemala, 3 de  julio del 2015

Guatemala, 12 de agosto del 2015

Dirigidas, ambas a, las  dos mujeres que amó. Ironías de la vida. La primera [Rosario] que le hizo la vida color de rosa al principio y negra al final, es la que llega a rescatarlo de la parca para que no muera en Guatemala.   Es como darle la mano para conducirlo a su patria, así como está,  en quebranto de salud, para llevarlo hasta su querido León que lo verá morir.  La segunda [Francisca] que le sirvió y toleró sus malos momentos, que le dio hijos, que sufrió los malos tiempos a su lado; le faltaba, al terminar el camino de  su andar,  además del dolor  por la enfermedad de Rubén, y que sabe que ya no lo volverá a ver;  por esas cosas del azar,  recibir   dinero de la rival de su vida amorosa, [por intermedio de Rubén]  para apoyarla a ella y a Güicho.

 [248]

Rubén se excusa de no poder ir a recibirla al puerto [A Rosario] por su pésimo estado de salud que se lo impide. En una nota final le dice respetuosamente:

Y te envía la más cariñosa bienvenida, tu Rubén Darío.

 [249] 

Rubén le dice a Francisca, en una misiva testamentaria, cosas que resignan, entristecen o humillan. Hay conciencia de que el momento de la separación a la eternidad ha llegado, hay esperanzas inútiles, hay resentimiento.

he estado a las puertas de la muerte. Estoy hecho un esqueleto y apenas puedo andar.

Vivo de lo que me ayuda el Presidente; hace meses que no gano nada.  

Y ahí va el dardo, que le habría dolido a Francisca.

Lo del dinero que proviene de esa “mujer”

[Rubén se lo enrostra, pues así le llamaba Francisca para no pronunciar su  nombre]. Rubén agradecido de Rosario que  llega a animarlo y  a llevárselo, la quiere limpiar de todo pecado,  al punto de aceptarle un préstamo y hacerla aparecer como bondadosa y caritativa.  

El bueno de Rubén cree estar remediando los problemas que deja. Hace promesas, pero en el fondo sabe que son imposibles de cumplir. Nada es tan fácil en la vida como para asegurar que una recomendación suya  basta; como nunca bastó el engañó, la burla, y las frustraciones de que fue objeto en vida.  Así que lo que le promete a su amada Francisca, son palabras de una gran buena voluntad  para no dejarla en el desamparo [a ella y a su hijo]; pero sabe que solo son consuelo de viuda.

Ella es la primera que me ha dicho que lo primero que debo atender eres tú y el niño, y me ha prestado para mandarte. Yo he dado los pasos necesarios para que el señor Presidente me dé para que recibas  todos los meses una pensión. Si yo vivo, siempre velaré por ti y por Güichín, y si muero, su educación quedará asegurada. 

Estuvo aquí Rubén Darío Trigueros [su primogénito que tuvo con Rafaelita Contreras que tomó el apellido del esposo de Julia Contreras hermana de Rafaelita, de apellido Trigueros]. Se fue. Es un sinvergüenza.

Ten fuerza. Aliméntate. Cómprate tus gallinas.  Confiésate y comulga. 

250

Managua, primera enero de 1916. Dirigida a Emilio Vitre y Vedia,   Director de La Nación de Buenos Aires. Esta carta es el canto del cisne. Su querido amigo a quien ya dijimos le dedicó Rubén su España Contemporánea, es el destinatario, escrita justo un mes antes de su muerte. Es la despedida.

Me  hallo en mi patria, enfermo.

Los médicos se equivocan: unos me hacen tuberculoso, otros hidrópico, y hasta me suponen medio loco.

Desea ir al campo:

…para caminar al sol, y sentir el soplo libre del monte.

Me agobia pensar en la situación de mi hijo en Europa, en la miseria, abandonado. ¡Y Francisca! ¡Ah, esto es terrible!

A usted le pido ver por mi hijo, ahora solo, y a quien ruego tener por heredero único de mis bienes.


Aquí termina este camino epistolar. Quizá nos quede un sabor de tristeza al leerlas,  no es para menos, pues los nervios de Rubén  siempre estuvieron crispados, por gloria de verse realizado en el arte, por dolor en su vida personal. Las cartas nos ayudan a conocer mejor al hombre de carne y hueso. A tocar, aunque sea de pasada, esas fibras íntimas que lo caracterizaron como un gran ser humano.

Comparte en:

Licenciado en Economía por La Universidad Nacional Autónoma de México, con Maestría por la Universidad de Vanderbilt, Tennessee, ha laborado como funcionario bancario en el Banco Central de Nicaragua (1967-1997) y ha colaborado en la fundación de la actual biblioteca de dicho Banco, además de Asesor cultural. Jubilado de las actividades bancarias viró su oficio hacia el de la agricultura, sin olvidar nunca sus grandes pasiones: la lectura y la escritura de textos.