Viaje a Darío. El café.
2 febrero, 2018
El poeta español participará en el festival de Granada. En los días previos al viaje, escribe desde su Barcelona natal lo que para él será un viaje a Darío.
VIAJE A DARÍO
Viaje a Darío: esto es lo que he de hacer, además de un viaje a Nicaragua -que es un viaje a Darío. Me traigo para ello el libro de ensayos de Rubén que acaba con El viaje a Nicaragua que compré el otro día en la librería Canuda a la Plaza del Reloj. Me llamó la atención este texto que cierra el libro, y vi que también está en la Vida de Rubén Darío escrita por él mismo que quiero comprar y compraré esta tarde. De momento, al menos, tengo esta reunión de ensayos, con un capítulo de El viaje a Nicaragua entre ellos, para no estar solo en la mañana. He de viajar, hacer un viaje a Nicaragua y también a Darío, desde ayer lo sé seguro, cuando me llegó un mensaje de Ofilio diciéndome que estaba gestionando que diera una conferencia sobre él durante mi estancia en Nicaragua. Muy bien. Estupendo. Pero es hacer un viaje. Cuando llego a casa le contesto, y siento ilusión por hacer este viaje -a Nicaragua y a Darío-, y se lo digo. Le alegra.
Pienso ahora que me llegó su mensaje cuando estaba en la sala oval del MNAC junto a Sofía, para ver la película -o ya vista- Loving Vincent en el preestreno que allí de ella hacían, y recuerdo que me escribí con Ofilio cuando componía las canciones de mis poemas y me las iba enviando un día en que también estaba con ella en el Palau de la Música, hace unos años. Yo pensaba en los poemas y en las canciones y ella me enseñaba el cartel que pintaba para las fiestas de Sant Joan Despí, y me preguntaba qué veía, que entreveía de sus sentidos y sus significados. En la penumbra del Palau de la Música, y ayer en la del MNAC. Barcelona. Pintura, poesía, música. Nicaragua. Y Darío. Pienso en Darío. Pienso en Darío ayer junto a mi madre en la playa de Barcelona al leer dos versos finales del primer poema del libro Motivos del cielo de Ezequial Martínez Estrada, en que define lo que es, puede ser lo azul. Y aquí el Azul de Rubén. Pienso en él y le doy a leer estos versos a mi madre. Azul de la poesía y para la poesía junto al azul del mar. Azul de Rubén Darío en Barcelona, Rubén Darío que sí estuvo aquí.
Fuimos con Sofía a una conferencia organizada por el Consulado del Japón en Barcelona en el Museo del Diseño sobre un arte que une a este país con mi ciudad, el arte milenario de la laca, que hacen los lacadores del Japón y los que hay también aquí, en mi ciudad, único lugar del mundo en que hay además de en el Japón. Muy interesante, y escribí sobre ello. Muy interesante debió ser también la conferencia que daban el día anterior y vi entonces, no pude ya ir: “Rubén Darío y el Japón: el poeta que nunca estuvo allí”. Estupendo título. Y una verdad. Como lo es que sí estuvo en Barcelona, ésta fue y sintió su ciudad. De aquí, desde su puerto fue su partida definitiva de Europa y aquí, en Barcelona quedó Francisca Sánchez, y aquí recibió la noticia de su muerte y fueron los escritores y pintores de aquí, catalanes, los que fueron a darle sus condolencias a la casa que fui a ver con Ofilio. Recuerdo la emoción de Ofilio al descubrirla. Porque es un testimonio. De que Barcelona es un lugar de encuentro. Me gusta pensarlo y decirlo en un momento en que parece que se lucha por cerrar sus puertas desde diversos ámbitos.
Barcelona es un lugar de encuentro y lo es la poesía y el Modernismo, lo es Rubén Darío. Pienso en Rubén Darío como la puerta que abrió la poesía en español, y esto es lo que le dijo José Corredor-Matheos al encontrarse a Ofilio Picón en la sede de la SGAE en Cataluña, que se encuentra en un palacio gótico en el Paseo Colón, frente al mar y a unos poquísimos pasos de la casa en que vivió Cervantes cuando estuvo en Barcelona. Cervantes, El Quijote y Barcelona. “Fue el que abrió la poesía en español”, le dice José Corredor-Matheos a Ofilio Picón un día del pasado mes de marzo en este palacio gótico de Barcelona, y al oír estas palabras sé, sabemos -porque son justas y se pueden seguir diciendo- que Rubén Darío es la puerta que le abre a un nicaragüense la entrada en la cultura y en España, le hace en ella estar en casa. Esto fue así, así fue para Rubén, y lo sigue siendo hoy, aquí. Lo sigue siendo en estas palabras en que para decirlo escribo, y en las que le dice José Corredor-Matheos, memoria de la poesía española, a Ofilio Picón aquella tarde junto al puerto de Barcelona. En este puerto, como cantará allí Ofilio de uno de mis poemas. Este puerto, esta ciudad. Este puerto del que Rubén partió, abandonado también, quizá de su fortuna. Esta ciudad, su poesía. La poesía, la vida. La vida que para la poesía fue Rubén y las puertas que en ella abrió. Esto he de recordar y en esto me he de adentrar en este Viaje que he de hacer a él además de a Nicaragua. Me lo comunica ayer Ofilio desde allí en un mensaje, y siento esta aventura, la aventura gozosa que es hacer este viaje. Empiezo a pensar en Rubén, a pensar en referencias y juicios que lo dicen como medida de juicio y de valor, y como principio. Como puerta. Así lo tenemos en el corazón y pensamos en él. Empiezo a pensar en detalles y referencias puntuales que así lo dicen, y que seguro emplearé en mi conferencia, y que haré con ellos. Y empiezo a sentirlo. A sentir el sentimiento que es, ha de ser hacer este viaje a Darío.
Y en la patria que es para la poesía en español, la poesía y el lugar de encuentro, y en su especial y muy íntimo lazo que lo une a Barcelona, de la que partió y donde quedaron su mujer y su hijo y dolió su muerte. Nos duele la desgracia de Darío y su tristeza final, y nos sigue abriendo puertas en la poesía, sigue estando aún hoy dentro de ella, detrás de ella, tras esa apertura que fue y creó, tal magnitud tuvo. Está y se filtra entre las líneas. Está en su espíritu, está en el aire. Esto siento y tendré que decir. Tendré que leer a Darío, y el verbo tener no es muy apropiado, pues será un gozo hacerlo. Y tendré -esta vez sí- que decir de él. Decir algo. De momento lo siento y digo como puedo este sentimiento. El viaje a Darío que me invita a hacer el viaje a Nicaragua es volver a sentirlo, sentirlo como principio y como puerta de la poesía en español, y sentirlo en Barcelona. Hay una modesta y desconocida casa en esta ciudad que fue en la que vivió su último tiempo en Europa y de la que partió. Nuestro sueño y nuestra voluntad sería que se hiciera Museo o pudiera servir de algún modo como símbolo, desde Rubén y desde ella, la casa en que en esta ciudad vivió, del lugar de encuentro que la poesía es y desde el corazón deseo que mi ciudad siga también siendo.
Barcelona, 12 de enero de 2018
EL CAFÉ
El café. El capítulo de El viaje a Nicaragua que se incluye en esta reunión de ensayos -y que acabo de leer- sobre todo es el café, y con él escribo. Escribe así al acabar este texto Rubén: “Una buena taza de su negro licor, bien preparado, contiene tantos problemas y tantos poemas como una botella de tinta”. El café y el escribir, escribir junto a un café. Leo estas páginas de El viaje a Nicaragua de Rubén junto a un café en la Plaza del Reloj de Gracia. Suena una campana. Tantas veces -lo sabemos- aquí he venido y he tomado un café -otra vez ahora las campanas- y me he encontrado escribiendo junto a él y quizá en parte a su estímulo. Tantos problemas, tantos poemas. Poemas como problemas y también como encuentros simplemente, y hallazgos inesperados. Es así más bien como yo los vivo. Pero es verdad que ya están dentro, están contenidos en uno mismo. Son el contenido del corazón, y están para decirlo, y contenidos también en ellas, en una botella de tinta o de café. “Prefiero una gota de sangre a un vaso de tinta” dice en el verso final de un poema Seferis, casi como una sentencia, y a veces lo he recordado. Porque creo que puede defenderse como tal sentencia. Que es verdad.
Pero, ¿y el café, el café que encontramos unido a la tinta y a los poemas, al escribirlos, al final de este texto de Rubén? Es verdad también que el café va unido al escribir. Josep Pla decía que el ritmo de su escribir lo daba el tabaco, el fumar, pues en las caladas hacía una pausa y pensaba. También es un compás del escribir el café. Un compás o como queramos decirlo -un impulso, un estímulo, un refugio, todo eso y más-, pero es algo. Escribir. Escribir con un café, junto a un café, desde un café. El café ayuda a escribir o tiene que ver con escribir, así lo sé e intento decirlo en una plaza de Gracia de Barcelona, mientras me da el sol, el sol alto y fuerte que da en Nicaragua, como nos cuenta Rubén en este Viaje a ella que acaba con el café, con el café unido al escribir, a los poemas y problemas que contiene. Problemas que pueden ser quizá misterios, ahora pienso, y así sí que puedo sentirlos. Misterios que escribir, con los que encontrarse de pronto al escribirlos y vivirlos al así hacerlo. Misterios que están dentro de la taza de café que tengo al lado en esta mesa de esta Plaza del Reloj de Gracia, en la que estoy solo, y sé y pienso por ello quizá que son también misterios de la soledad. Del corazón y la soledad. Misterios oscuros y que son también relámpagos y me susurra al oído esta taza de café que tengo al lado. Misterios que sabe o tiene adentro el café, como los tiene la noche. Misterios de la noche y del café, del sol que me da en la cara, del aire y la mañana, secretos escondidos de los días y sus pasos sigilosos y que son con los que escribo.
Barcelona, 12 de enero de 2018.
Barcelona, España, 1966.
Licenciado en Derecho y Filología Hispánica por la Universidad de Barcelona. Profesor de la UNED, de ESADE, de la Facultad de Filosofía de Cataluña de la Universidad Ramon Llull y de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Su primer libro fue Hospital de Inocentes (1989). Ha publicado también Ética confirmada (1990), Tierras (1996), Los versos del fantasma (2003), El anarquista de las bengalas (2005), finalista del premio Quijote 2006, que concedía la Asociación Colegial de Escritores de España al mejor libro publicado en el año mediante votación de sus socios, y Absurdos principios verdaderos (2011). Es autor de una tetralogía formada por los libros: La poesía es un fondo de agua marina (2011), Los soles por las noches esparcidos (2013), Hasta el final camina el canto (2015) y Sobre el cielo imposible (2016)-, y a ésta se han sumado con posterioridad los libros La lucidez del alba desvelada (2017), La antigua luz de la poesía (2017), Poesía en Roma (2018). La hispanista brasileña Ester Abreu Vieira de Oliveira ha publicado un libro dedicado a su obra poética, con un estudio de la misma y también una antología de su poesía en edición bilingüe castellano-portugués: A arte poetica de Santiago Montobbio (Analisi e traduçao) (Editorial Opçao, Brasil, 2017). Nicaragua por dentro (2019) es su último libro de poemas.