Gabry Rivas: «Yo fui muchas cosas en Hollywood».

16 marzo, 2018

La presente es una sección fija de Carátula.net en la que se publican semblanzas, entrevistas y (o) perfiles sobre personajes del cine en Nicaragua. Se puede encontrar publicaciones no solo sobre personajes nacionales sino también extranjeros que de una u otra manera han contribuido al desarrollo de la cinematografía en este país. El orden es aleatorio, los protagonistas de la sección pertenecer a todos los tiempos del cine desde la existencia de este arte hasta la actualidad, por lo tanto la secuencia de los artículos no obedece a un orden cronológico.…


Gabry Rivas es uno de esos personajes del siglo veinte de gran referencia nacional en Nicaragua a quien muchos identifican con el cine y Hollywood, aunque son pocos los que pueden mencionar una o dos de las películas en que aparece. El cine ha sido el tema que lo ha convertido en emblemático a pesar de que ese fue en su vida un pequeño episodio de tres años en comparación con los sesenta que dedicó al periodismo, con paréntesis de misiones diplomáticas que ejerció como cónsul general de Nicaragua en Argentina, en Bélgica y dos veces en México.

Se le calificó equivocadamente en algún momento como el primer actor nicaragüense en Hollywood o que fue realmente un actor-actor, entendiéndose este término como un protagonista o un personaje de suficiente importancia en el argumento de los filmes en los que participó. Todas esas historias y comentarios que son patrimonio de la cultura oral y lo han convertido en leyenda, tienen algo de verdad y un poco de mito. Fue en realidad, como él mismo escribió, muchas cosas, es decir, tuvo diversas funciones como figurante; pero nunca fue un personaje de argumento. Los resultados de su experiencia hollywoodense son ocho películas: seis como figurante y dos como extra. Nunca interpretó personajes secundarios ni mucho menos protagónicos.

Sin embargo, su participación en los grandes estudios de cine de California como Metro Goldwyn Mayer y Paramount fue un logro en su vida, tomando en consideración que a finales de los años veinte se presentaban ante estas compañías miles de aspirantes provenientes de todas las partes del mundo con el sueño de algún día convertirse en estrellas cinematográficas, y las listas y filas para acceder a un casting eran enormes, tal como lo son en la actualidad. Ese capítulo entre 1929 y 1932 fue demasiado corto, pero lo llevaron a la fama en su país, en parte gracias a que antes de irse ya era famoso en Nicaragua y un personaje influyente y generador de opinión como comunicador, director del entonces diario más leído e innovador del país, poeta, autor de artículos y editoriales.

La intensidad de su vida y el instinto natural de Gabry por el periodismo iniciaron muy temprano desde su adolescencia. Nació en Chinandega el 31 de enero de 1890 y después de sus estudios básicos en el colegio del cubano José María Izaguirre en Managua y en el Instituto Nacional de Occidente en León, en 1910 a los veinte años, fundó el periódico manuscrito Si te pica y seguidamente editó la revista El Quetzal, dirigida por J. Antonio Tijerino. Obtuvo una beca para estudiar en Chile de 1912 a 1913 y allá se fue con otros estudiantes nicaragüenses. En ese país conoció a Vicente Huidobro y escribió el libro de poesía Sobre el sendero, que no llegó a publicar. Muchas veces contó que en esa época le enviaba a Rubén Darío sus sonetos, esperando su opinión y en algunas ocasiones recibió respuesta de este acusando recibo del material, hecho que le llenaba de orgullo como poeta: tener cartas de Rubén dirigidas a él. Fácilmente se insertó a la vida chilena acudiendo a los cafés, restaurantes, salas de lectura, teatros y peñas culturales. Publicaba poemas y sonetos modernistas en diarios y revistas chilenas junto con un compañero nicaragüense, Alberto Ortiz. En Nicaragua fue colaborador de artículos semanales y editoriales en la revista Los Domingos entre 1918 y 1921, en el diario La Noticia entre 1918 y 1920, y se hablaba en los periódicos nacionales de la posibilidad de que dirigiera un diario grande en Managua. Otras publicaciones suyas aparecieron en El Imparcial y en la revista Nicaragua Informativa en esos mismos años, sus temas eran principalmente políticos, pero también elaboraba comentarios de teatro y cine.

De regreso en Nicaragua se enlazó con los activistas del Partido Conservador y logró el puesto de diputado en el Congreso Nacional. Cofundó el diario La Prensa en 1926 junto con Pedro y Enrique Belli, cuyas páginas ocupaba para criticar a los liberales que habían vuelto al poder en 1925. Ese año fue protagonista de un acto de vandalismo porque entró acompañado de otras personas al Club Internacional durante una fiesta que se le ofrecía al Ministro de Educación, doctor Leonardo Argüello, el 28 de agosto por la noche, disparando balazos y amenazando de muerte a varios ministros. Como consecuencia de este atentado estuvo preso durante setenta días en la Penitenciaría de Managua, condenado por la Corte de Apelaciones de Granada.

Su vida iba saltando de acontecimiento en acontecimiento. En agosto de 1927, meses después de cumplir un año como director de La Prensa, sufrió un accidente de auto que lo dejó en cama algunas semanas. El diario informó sobre este hecho en una nota publicada en la primera plana del día 8 de ese mes, titulada «Don Gabry Rivas sufrió un accidente automovilístico». En esta noticia se explica que el sábado anterior por la tarde había salido de paseo con su amigo Erasmo Solórzano y circulaban por la carretera que lleva a la ciudad de Tipitapa, muy cerca de Managua, a alta velocidad hasta chocar contra un poste de la línea telegráfica, debido a un desperfecto de los frenos. El auto quedó completamente destruido, pero antes, por una de las puestas laterales, los dos ocupantes habían salido disparados en el aire, cayeron sobre unos matorrales pedregosos y fueron atendidos de inmediato por el ingeniero estadounidense Alfred Willey, que se encontraba dirigiendo unas reparaciones en la carretera. A consecuencia de eso estuvo en estado de salud delicado por un mes, con dolor, inflamaciones, heridas abiertas y calenturas de cuarenta grados.

Al poco tiempo de haber sobrevivido, en septiembre de ese año, fue nombrado cónsul general de Nicaragua en Argentina, como se puede leer en una noticia publicada el 30 de ese mes en La Prensa, titulada «Hoy salen Gabry Rivas y señora para Buenos Aires»:

Nos toca hoy dar la más cariñosa despedida a nuestro Director, don Gabry Rivas, que en compañía de su señora doña Sarita Solís de Rivas y de su niño, salen para la República Argentina […] Si es siempre triste y sentimental la despedida de un amigo que se va para volver quién sabe cuándo, en este caso tiene que ser mayor ese sentimiento, porque se trata más que de un jefe, de un compañero de trabajo […] Este año fue lo bastante para que él pudiera cimentar La Prensa. Su energía lo abarcó todo desde el editorial sesudo y de combate, hasta la simple gacetilla de información local […] Hoy en la mañana iremos a la estación del ferrocarril a despedirlo.

Este nombramiento no fue del agrado de todos, por lo que comenzó a ser atacado y ofendido en medios locales de comunicación y de otras ciudades. De esto ha quedado como testimonio una nota publicada en La Prensa el 9 de septiembre de 1927: Ataques de El Eco Nacional a Gabry Rivas: “En dos ediciones, El Eco Nacional de León, ha publicado violentos ataques dirigidos contra el Director de La Prensa, Gabry Rivas, con motivo del anuncio de su futuro nombramiento como cónsul general de Nicaragua en Buenos Aires”. Dadas las circunstancias, Gabry publicó encendidos artículos de defensa y despedida, asegurando que el diario quedaba en buenas manos y con los mismos ideales políticos y energías.

Durante el tiempo de su misión diplomática no dejó de escribir notas para el diario hasta su regreso cuando se reincorporó a las labores de periodismo cotidiano, no sin enfrentar algunos problemas por su estilo de ataque y denuncias. El 4 de octubre de 1929, ya en Nicaragua, fue expulsado del país por el presidente liberal José María Moncada junto con Adolfo Ortega Díaz y el escritor Salomón de la Selva. En ese tiempo las diferencias entre liberales y conservadores eras recias y violentas, habían enfrentado una guerra entre ambos partidos en 1926 y otros movimientos políticos manipulados por la marinería de los Estados Unidos porque era el tiempo de la Intervención Militar Norteamericana que tenía ocupado el país.

Desterrado, viajó a los Estados Unidos y logró trabajar en películas de Hollywood. No se conocen detalles de cómo logró ser aceptado tan pronto porque en los grandes estudios cinematográficos muchos aspirantes podrían llegar a pasar hasta un quinquenio o una década en lista de espera para un estrellato o una simple participación, y la mayoría de veces no lograrlo nunca. Pero los hechos muestran que logró ingresar al mundo hollywoodense y en parte su éxito en esta misión se debió a su amistad con el actor Adolph Menjou.

Sus actividades en California no solo se enfocaron en la búsqueda de un papel en Paramount o cualquier otra compañía sino que se reunió con latinoamericanos que allí vivían y fundó un diario. Cuando retornó a Nicaragua fundó en Managua el diario La Nueva Prensa en 1932, del que fue director durante diecinueve años hasta 1951. Ese año lo vendió al Partido Liberal Nacionalista y se fue por segunda vez como cónsul general de Nicaragua en México, donde residió dos años.

Gabry Rivas actuando como chofer en Amor Audaz —Paramount, junio de 1931— protagonizada por Adolph Menjou, Rosita Moreno y Barry Norton. (Foto publicada en La Prensa, 3 de noviembre de 1963. Archivo diario La Prensa. Digitalización Cinéma Éditions).

Entre otras de sus actividades con el periodismo y el cine, trabajó en Radio Panamericana en Chinandega y escribió en los años cuarenta algunos guiones, narraciones y libretos para los cortometrajes documentales del director de cine Leo Aníbal Rubens, que a partir de 1940 producía cine de propaganda para el gobierno somocista. En 1945, Gabry publicó su único libro que vio la luz pública, El sermón de la montaña. En 1950 escribió el largo guion literario del documental Como un cuento de hadas que el cineasta Leo Aníbal Rubens produjo sobre la boda del hijo del presidente de la república, Anastasio Somoza Debayle y Hope Portocarrero, ocurrido el 10 de diciembre con una pomposa fiesta a la que llamaron “La boda del siglo”, con lujos y excentricidades semejantes a las bodas de los monarcas europeos. Falleció el 20 de marzo de 1969 a los setenta y nueve años mientras trabajaba como Cónsul General de Nicaragua en Bélgica.

De la cápsula de Hollywood quedaron las películas en las que apenas se le puede distinguir en los pocos minutos y escenas que aparece. Según sus declaraciones personales se ajusta un total de ocho películas, pero se hallan algunas noticias en La Nueva Prensa en los años cincuenta en las que se habla de más de diez filmes, aunque los títulos de las otras no se han podido localizar.

El 3 de noviembre de 1963 publicó en La Prensa un artículo de obituario por la muerte de Adolph Menjou —fallecido el 29 de octubre— a quien le debía su inserción en el mundo de Hollywood y a modo de agradecimiento, entre recuerdos de sus años dorados en las fiestas hasta el amanecer y platós, menciona las películas y los personajes que interpretó: “Me llamaba Joe, en El Presidio, con Juan de Landa y José Crespo; era el Burgoaestre en Olympia, con Elvira Morla y María Alba; fui el Barman de En cada puerto un amor; fui un vendedor de naranjas en Sevilla de mis amores, con Ramón Novarro, Cschiallock en Comediante, Eduardo Vilches, un detective en el Del mismo barro, con Carlos Villarías (en fin, entre muchas otras obras de la temporada, fui chofer en la película Amor Audaz que protagonizaron con Rosita Moreno, Ramón Pereda y Adolfo Menjou)”. Dos de los filmes no mencionados por Gabry en este artículo son De frente, marchen y Drácula, protagonizado por Carlos Villarías, en el que solo aparece unos segundos, montado sobre un coche de caballos, cubierto con una capa y apenas se logra distinguir su rostro.

Su testimonio explica algunos detalles de su aceptación a ser figurante en Amor audaz. Había ido al casting para actuar pero salió de allí contratado por Paramount para ayudar a Adolph Menjou a memorizar sus diálogos en español, porque este no lo hablaba y debía sostener en el filme algunos diálogos con varias entradas en ese idioma. Horas antes de cada día de filmación ambos se sentaban a ensayar, preparar la dicción y los gestos adecuados para resaltar ciertas frases del castellano que se entienden mejor con expresiones faciales. Por esos servicios Paramount Pictures le pagaba 250 dólares por semana durante el tiempo que duró el rodaje del filme.

Sobre este episodio y su amistad con Adolph Menjou recuerda en el artículo antes citado:

«Menjou recibía mis lecciones un momento antes de ponerse frente a la cámara para que no se le olvidaran ni las palabras, ni la expresión ni las intenciones del diálogo. —Pero después de la jornada en los Estudios Paramount, corríamos por los caminos del mar hasta las casas elegantes y nos entreteníamos en los cabarets nocturnos, bebiendo en compañía de los altos personajes del ambiente.

Cuando llegábamos a algún lugar premeditado, Adolfo Menjou inevitablemente se apoderaba de mi sombrero panameño, de pita para lucirlo con orgulloso desplante. —De tal manera le gustaba, que cuando terminaba la filmación, no pude hacer otra cosa que regalárselo, como un recuerdo de nuestra grata camaradería.»

Sus personajes tan mínimos fueron y son en la actualidad motivo de controversias sobre si fue o no un actor hollywoodense, muchas veces esos recuerdos sobre lo que él mismo decía y lo que otros comentaban han avivado el humor. Y cabe decir que él lo tomaba con buen ánimo también. En su artículo póstumo sobre la vida de Menjou, Gabry se justifica expresando que tenía pruebas de esa vida de leyenda y ensueños en California en la que estaba cerca de grandes actores con los que tenía amistad: “Hoy me he acordado de Adolfo Menjou y he registrado los folios de mis álbumes para arrancar al detalle fotográfico el testimonio de mi presencia fílmica”, esos materiales que reforzaban su testimonio sirvieron siempre para demostrar a aquellos incrédulos y críticos sarcásticos que en realidad sí estuvo allí y el hecho es que él tenía esas fotos en las que aparecía en los banquetes y en las mansiones de Beverly Hills o circulando por el famoso Monte Cielo Drive.

En la década de los cuarenta se presentó Drácula en las salas cinematográficas de Nicaragua, las marquesinas anunciaban: “Gabry Rivas en Drácula”. Los teatros se llenaron hasta el balcón más alto donde casi nada se veía y los espectadores se decepcionaron cuando al fin reconocieron a Rivas montado en un coche halado por caballos que pasa durante unos segundos, sin hablar ni interactuar con ningún personaje. El público se sintió engañado y una algarabía de notas periodísticas criticó el acontecimiento, en algunos decían que exigían la devolución del costo de su boleto y otro tipo de comentarios. A todo eso Gabry Rivas respondía con diplomacia y humor. En los círculos culturales y del periodismo era un ser muy honorable, respetado y admirado.

En Chinandega sucedió algo similar, según las notas de Hugo Astacio Cabrera en su libro de memorias Anecdotarios y remembranzas chinandeganas, cuenta que en esa ciudad se colocaron carteles en muchas esquinas y mercados que se leían: “El Presidio con Gabry Rivas”, filme que se estaba exhibiendo en mayo de 1931 en varias ciudades. Gabry aparece muy brevemente en esta película y la reacción popular fue similar a la ya descrita sobre Drácula. Algunos personajes de la vida cultural de hoy que eran jóvenes en el tiempo cuando se presentó Drácula recuerdan claramente y con humor estos episodios de confusión a causa de la disparidad entre la propaganda de los dueños de cines y la realidad, ellos son el periodista y escritor Onofre Guevara López y el actor Hugo Hernández Oviedo.

A pesar de esas cosas, después de todo se trataba solamente de reacciones populares y comentarios de los barrios o de los articulistas que enviaban sus colaboraciones a los diarios. Gabry Rivas logró lo que muchos no han logrado conquistar y aunque fue un figurante más del cine, pudo aparecer en ocho filmes en un lapso de pocos años, lo que significa que si su insistencia hubiese perdurado por más años y si no hubiese sido tan pronto su regreso a Nicaragua, probablemente hubiera llegado a ser un verdadero personaje fílmico de protagonismo, y como él mismo lo dijo: “Yo fui muchas cosas en Hollywood, más que un exiliado político (1930), fui muchas cosas. Yo trabajé como actor de pocas dimensiones titulares; pero alcancé la cita de reparto en los libretos”. Lograr aparecer en el listado del reparto y que su nombre esté en los créditos de los filmes que aparecen en la pantalla oscura en letras blancas al final, es un gran premio para cualquier aspirante a actor en Hollywood. Y como lo expresó en testimonios vivos así como por escrito, aquellos fueron los dorados y más felices años de su vida, y la felicidad hace que sea exitosa cualquier cosa que se emprenda: “En realidad en ninguna época experimenté yo tantas emociones como cuando el destino me deparó la suerte de saborear una vida llena de artificios en la movible atmósfera de aquella paradisíaca vida maravillosa”.

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Managua, 1980.
Comunicadora social con énfasis en prensa escrita y cuenta con postgrados en periodismo online y en marketing. Como periodista ha sido editora de revistas digitales e impresas como La investigación y Espacio Vital Magazine, jefa de sección literaria y de cultura de periódicos universitarios, articulista de suplementos culturales nicaragüenses como La Prensa Literaria, Nuevo Amanecer Cultural y la sección Voces del diario La Prensa.
Como escritora ha publicado poesía y narrativa breve. Ha recibido premios y reconocimientos interuniversitarios por su trabajo literario y un premio de fotografía. También se ha dedicado a la investigación histórica, la crítica y producción cinematográfica y a la gestión y desarrollo de proyectos y consultorías con organismos como Plan Internacional, CINEX, la UNESCO y el Instituto Nicaragüense de Cultura.

Es miembro de la Asociación Nicaragüense de Escritoras (ANIDE), del Centro Nicaragüense de Escritores (CNE) y de la Junta Directiva de la Fundación para la Cinematografía y la Imagen (FUCINE).

En el año 2012 publicó su libro Cita con Sergio Ramírez. Entrevistas, Artículos, Crónicas (Universidad Autónoma de Nuevo León, Monterrey, México) presentado durante la Feria Internacional del Libro de Guadalajara en noviembre de 2012 con su presencia y la de Ramírez, y posteriormente presentado en la Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería en Ciudad de México en marzo de 2013, y en la Feria Internacional del Libro de Miami de 2013. Además, la obra se encamina a una reedición con Uruk Editores en Costa Rica y traducciones al francés y alemán. Actualmente la autora prepara otros libros de periodismo, historia y narrativa para su pronta publicación.