Exploración en el zoo de Juan José Arreola

27 septiembre, 2018

A cien años de su natalicio (21 septiembre 1918), México rinde homenaje a Juan José Arreola, uno de sus inolvidables artistas, quien junto a su coetáneo Juan Rulfo abrieron otras rutas para el caminar narrativo mexicano. La obra de Juan José Arreola ha logrado hasta hoy mantenerse con fresca vigencia y es referente, sobre todo, de los narradores de la actualidad. Juglar de nuestro tiempo, poeta, narrador y poseedor de una oralidad portentosa, ha sido artífice, mediante el poder sugerente de su prosa, de vertebrar y mostrar perfiles humanos con la sagacidad de un anatomista, usando para su provecho la descripción y el comportamiento de los animales no racionales. Corea Torres en este breve texto ofrece un acercamiento al Arreola narrador, con un vistazo al Bestiario, libro de inusitada ironía, portaestandarte de una escritura cuyo valor reside precisamente en mostrar los resultados de su particular y profunda –tierna- mirada a la conducta humana.


Juan José Arreola / Jornada Semanal

Las implicaciones, influjos y consecuencias de la obra de Juan José Arreola en el ámbito literario mexicano hasta hoy, han sido de invaluable valor, por cuanto su arte ha permeado en las subsecuentes generaciones de creadores, sobre todo en el desarrollo de una nueva manera de tratar la ficción, el ingreso del concepto lúdico en los textos y claro la portentosa imaginación, precisamente por esta última es proverbial el vínculo mantenido con Borges dentro de la historia de la literatura latinoamericana. Ambos se profesaban mutua admiración, un tanto por sus escritos, otro por las lecturas, parece que había cierta infinidad en autores leídos y admirados, y claro por el hermanaje entre sus obras debido a esa inédita invención que los dos cultivaron. Prueba de tal amistad está plasmada en un soneto de Borges dedicado al singular Arreola, y no puedo sustraerme al gusto de compartírselos, para mostrar la admiración del autor argentino antes de entrar a los comentarios sobre el libro Bestiario del autor de Zapotlán el Grande, hoy Ciudad Guzmán, que dice:

“Soy el que ve las proas desde el puerto./ Soy los contados libros, los contados/ grabados por el tiempo fatigados./ Soy el que envidia a los que ya han muerto./ Más raro es ser un hombre que entrelaza/ palabras en un cuarto de una casa./ La calavera, el corazón secreto,/ los caminos de sangre que no veo/ los túneles del sueño, ese Proteo,/ las vísceras, la médula, el esqueleto./ Soy esas cosas. Increíblemente/ soy también la memoria de una espada/ y la de un solitario sol poniente/ que se diluye en oro, en sombra, en nada.”

El poema lo dice todo sobre la impresión de Borges acerca de Arreola, lo cual no es menor viniendo de quien viene y dicha sorpresa finca una crítica panegirista ante la creación arreolana, que a todas luces nos hace reparar en un autor de gran calado.

Este pasado 21 de septiembre 2018, Juan José cumplió su centenario de nacimiento y quienes están atentos a estas efemérides rinden tributo con su lectura a la escritura de este escritor non, originario del estado de Jalisco.

La sola alusión al universo creativo de Juan José Arreola, hace apuntar al indicador de la brújula hacia el norte narrativo, al sur del torrente oral, al oriente del juglar y al poniente de la percepción de la belleza a través de la palabra. Permeado por esa máxima que hacía suya y en la cual se definía como perteneciente a aquella tribu de los que no acaban de morirse si no cuentan bien lo que les pasa, muy a su manera cumplió con ella desafiando a los oídos de quien se dejara, atizándolo con su oralidad dicha a voz o escrita.

Bestiario, es un libro que posee las características esenciales de su ars, presentando en él a los seres humanos tal como los percibe desde su promontorio, donde se monta para hacer cera y pabilo de virtudes y defectos. Bestiario, a la mejor manera cortazariana y borgeana, juega con los elementos de la fábula introduciendo su capacidad verbal para sintetizar en textos constreñidos la geografía existencial de su especie.

Arreola expresa amor al prójimo en las palabras que dice, aunque la ironía remetida en ellas de en el blanco con puntería de excelente cazador, la sonrisa del lector al reconocerse no deja dudas de la certera señalización de conductas y costumbres de la fauna en la que nos movemos y de la cual somos parte. Retrato, podría decirse que es este volumen, del habitante terráqueo.

Cómo no sorprenderse y conmoverse ante la magnificencia desbordada en carne piel y hastío del hipopótamo, que es encuadrado en el texto arreolano con precisión de sociólogo-naturalista-veterinario, y señalado como buey neumático. Involúcrese usted en la imagen y de inmediato se rendirá ante la exactitud de tamaña comparación; el aburrimiento descrito en el accionar hipopotámico se recrudece ante sólo la referencia del potentado biológico, quien se muestra como un obesísimo borracho con una copa vacía, durmiendo a la orilla del charco. Parangones aparte y sin que nadie se moleste, el pesado animal es ofrecido además, cual persistente devorador de tiempo útil, cuando sus monumentales bostezos dan cuenta de minutos con una lentitud aplastante.

La descripción de la hiena en el apartado del mismo nombre no resiste la placentera aceptación de ver como las palabras, ocupadas con su justo valor para determinar la acción del animal radiografiado ¿u hombre?, proclaman con estentórea notoriedad, la depravada y golosa circulación del necrófilo alrededor de la putrefacción, rito a posteriori de la caza ya efectuada contra los solitarios especímenes que indefensos buscan alimento en la pradera; semejante escena parece que se realiza, sólo que con máscaras de seres humanos en cualquiera de los nichos sociales agrupados en la convocatoria de la labor diaria.

El último de los juglares, tal cual se conoce a Arreola ha dejado con este Bestiario otra de esas creaciones literarias imprescindibles cuando de comprender a los demás se trata, aderezada de su sapiencia innata en el conocimiento de la naturaleza del hombre, tal vez porque su génesis tuvo vinculaciones muy cercanas con la aventura de ganarse el pan desde infante, convivir con abuelos labradores de la tierra, y primos, tíos, y hermanos artesanos del hierro y la madera, que después se transformaron en familia próspera. Tal vez, también, esa comprensión hacia el otro, que aquí en Bestiario se percibe, tuvo que ver con la aspiración de Juan José de aprender la literatura del modo autodidacta, sin imposiciones y por lo tanto libre para exponerse de la manera en que lo sentía.

Detalle de portada

Detalle de portada

Dividida en cuatro apartados: Bestiario; Cantos de mal dolor; Prosodia y Aproximaciones, el libro no deja en ningún momento de sorprender, desde el punto de vista de la concepción tallada al filo de lo fantástico, como por esa fuerza expresiva que guarda cada texto, soportado, obvio es decirlo, por el lenguaje cargado de imágenes que lo acercan con mucho a las estribaciones de la palabra mayor, de la poesía: “a paletadas de versos tristes cubre su cadáver de hombre desdeñado”, dice en Loco de amor, cuentimínimo apostado en la sección Prosodia cuyo centro conversa de GarciSánchez, pobre mozo transido  de amoroso desvelo que “antes de alcanzar el paraíso de su locura, bajó al infierno de los enamorados” y por eso anda por esas calles de Dios con su laúd inaudito diciendo cosas que escandalizan oídos pusilánimes.

Es entonces este Bestiario muestra del talento de un observador de sus congéneres, aplicado cuando de establecer símiles se trata, cuyo núcleo anecdótico gira en torno al pretexto ceremonial de las acciones de cada uno de nosotros mientras estamos: Arreola siempre nos mira, respira en la nuca del otro, descubre en nuestra cotidianidad: aspiraciones, movimientos, creencias, pasiones y ambiciones y nos dibuja tal cual con la erudición e ingenio que sólo un amante de la lectura y de la literatura posee.

Bestiario, inscrito en el eficiente como poderoso impulso narrativo de Juan José Arreola, recoge la pasión por tratar la esencia del individuo con humor e imaginación.

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Chichigalpa, Nicaragua, 1953.
Poeta, escritor, crítico literario. Reside en Puebla, México, donde estudió Ing. Química (BUAP). Mediador de Lectura por la UAM y el Programa Nacional Salas de Lectura. Fue editor y colaborador sección de Crítica, de www.caratula.net. Es Mediador de la Sala de Lectura Germán List Arzubide. Ha publicado: Reconocer la lumbre (Poesía, 2023. Sec. de Cultura, Puebla). Ámbar: Espejo del instante (Poesía, 2020. 3 poetas. Ed. 7 días. Goyenario Azul (Narrativa, 2015, Managua, Nic.). ahora que ha llovido (Poesía, 2009. Centro Nicaragüense de Escritores CNE y Asociación Noruega de Escritores ANE). Miscelánea erótica (Poesía colectiva 2007, BUAP). Fue autor de la columna Libros de la revista MOMENTO en Puebla (1997- 2015).