corea torres

El Brasil de Getulio en Agosto

28 mayo, 2019

Polvo de aquellos lodos reza el refrán popular para aludir a consecuencias, hechos y otros tantos aconteceres, de acciones realizadas en el pasado ahora trasvasadas al presente; justo eso se cuenta en Agosto, la novela del brasileño Rubem Fonseca: el polvo de aquellos lodos, porque relata la debacle gubernamental del presidente Getulio Vargas por allá de los mediados del siglo XX con su entorno de corrupción y abuso de poder. En este texto de Corea Torres se da cuenta de la vigencia de la novela de Fonseca en el contexto actual brasileño, dadas las circunstancias actuales del país sudamericano, que padece, como así se percibe por las noticias, una destilada descomposición social merced al arbitrio de políticos corruptos.


Rubem Fonseca

“…en nuestros países, toda administración de justicia es perversa”.
Leonardo Sciascia.

Es bien sabido el estado de descomposición social que acompaña a cualquier país en tanto padece los embates de una dictadura militar, permanece en el seno del grupo los rasgos inevitables de la desesperanza y de la intranquilidad.

Fíjense ustedes que los registros de los acontecimientos dados por la historia, resultan, con mucho, una pálida semblanza de aquello cuanto sucedió. A nuestra memoriosa señora le importa poco, acaso nada, el sentir, las motivaciones y consecuencias, en tanto particulares, de esos protagonistas invisibles, de esos seres anónimos, sin cuya participación tales sucesos resultarían exentos de peso,  y se va más por el hecho mismo, lo cual por supuesto, no significa maldad u olvido, sencillamente no lo considera materia de su competencia.

Allende de esta percepción que me roza, conviven alrededor de la historia –sigo siendo yo- otras disciplinas concomitantes al acuerpamiento de dicho suceso, cobran vida entonces la antropología, la sociología, y otras de cuño humanístico-artístico, entre ellas la literatura, sin cuyo concurso no se redondearía la visión integral de los asuntos.

Entremeterse pues, fisgonear, tornarse testigo de las situaciones que acompañan a los personajes, participar de los distintos paisajes espaciales y humanos, ser habitante receptivo de la trama, desde la perspectiva de un novelista eficiente, permite asimilar de modo distinto, con mayor apropiamento cada universo planteado por el autor en el texto literario, coadyuva a la concepción de esos destinos paralelos expuestos a nuestra atención, la Historia se enriquece, quiera o no, y aunque no sea esa la intención –que eso ya bien lo sabemos-. En Agosto, novela de Rubem Fonseca encontramos elementos para suponer que la reflexión hecha anteriormente alrededor de la Historia está lejana de la realidad.

Agosto discurre en una triste etapa del devenir brasileño, se sitúa por los años cincuenta, más específicamente 1954, bueno como lo pregona el título es agosto, a este mes convergen, el hilo narrativo, los episodios de cada protagonista, y el asunto toral que trata la novela, la debacle gubernamental del dictador Getulio Vargas.

Por principio quisiera referirme a los personajes, como en toda novela, y aquí es necesario refrescarlo, ellos son el recurso sustancial de todo texto de largo aliento emparentado con la novelística. El personaje, ya desde la posición que ocupe en el argumento, se convierte por sí mismo en el centro, de tal manera que su caracterización se asume de la mayor importancia.

La ficción de Rubem Fonseca -a quien aquí lo notamos cual narrador sólido, provisto de una voz madura, con resonancias y matices fuera del común-, acciona de manera tal que revoluciona el entorno donde se gestan las intrigas, magnifica los corruptibles teje-manejes de los moradores del lugar, posibilitando entrar a esos terrenos sórdidos de prostitutas, gatilleros, señores del juego, ladrones de cuello blanco, rémoras del sistema, funcionarios parásitos del régimen, policías con negros historiales, criminales asumidos como detentadores y guardianes del orden, políticos inescrupulosos, periodistas amarrados a la ubre de abundancia que da un gobierno sucio y sostenido por los beneficios a manos llenas regados entre sus adláteres, militares desprovistos de ética, en fin toda esa fauna que crece amparada bajo los auspicios del dictador, que en resumidas cuentas piensan igual: mantenerse en el poder para seguir usufructuando las ingentes canonjías.

Dentro de esa gran cantidad de habitantes de Agosto, Rubem Fonseca logra ofrecer un panorama integral de ese episodio negro de la historia brasileña, por supuesto hay los imprescindibles, entre ellos: Alberto Mattos quien funge como comisario de policía, en cierta medida empeñado en procurar justicia dentro de los ámbitos en el que se mueve, lo cual es a todas luces contraproducente, porque cuando se da cuenta está inmiscuido en experiencias sumamente peligrosas para su persona, Mattos enfermo de gastritis por tantos problemas producto de remar a contracorriente en el ambiente opresivo del estado omnímodo, se relaciona en directo con dos mujeres, Salete Rodrigues su joven novia, de extracción popular pero bella, aunque burda y un tanto ignorante, además amante de Luiz Magalhaes, y Alice exesposa, rica, al contrario que Salete, elegante, casada ahora con el industrial Pedro Lomagno cómplice de negocios turbios, por supuesto beneficiario del tráfico de poder.

Ambas mujeres aman a su modo a Mattos y él tiene que lidiar con ellas mientras tanto emprende la investigación del asesinato de otro miembro del jet set industrial Paulo Machado Gomes Aguiar. Justamente el inicio de las acciones dentro de la novela es el crimen perpetrado en la persona de Gomes Aguiar, a raíz de este trágico suceso Rubem Fonseca arranca con su narrativa para poner en funcionamiento no sólo la cámara generadora de los retratos de la gente involucrada, sino además para presentar con lujo de detalles la atmósfera plagada de vicios, torceduras de la justicia, negocios de grandes ganancias realizados sin el menor asomo de escrúpulo, la opresión sobre la población y toda esa parafernalia concomitante a la dictadura. Los hechos discurren en esos canales y la gran cantidad de personajes a la cual Rubem Fonseca acude para armar la historia, no es sino nada más la pintura de una sociedad corroída hasta sus más profundas entrañas por la corrupción.

La historia da cuenta de los hechos tal cual, Agosto la novela de Fonseca interviene más adentro para contar perfiles de individuos de la talla de Gregorio Fortunato (a) El Ángel Negro, jefe de la guardia personal del presidente Getulio Vargas. Del agente Rosalvo Comequieto, en el argot: policía que se corrompe disimuladamente, sin que sus colegas se enteren.  De Luciana Gomes Aguiar, esposa del industrial asesinado, a su vez amante de Pedro Lomagno, mujer dedicada a sus placeres, al disfrute de la fortuna conseguida a base de trucos. Del Turco Viejo, matón, hombre recatado, misterioso, dedicado a su familia, respetado por su discreción y temido por su eficiencia. Del dictador Getulio Vargas, viejo, ya cansado, pero sin querer desafanarse del poder, que lo lleva a su decaimiento, al suicidio. De los hijos de Getulio: Lucero y Alzira. De la runfla de milicos: General Zenobio, General Humberto Castello Branco, General Eduardo Gomes, General Idilio Denys, Generales: Juárez Tavora, Fiuza de Castro e Canrober…, de la gavilla de dizque profesionales de la política –más ladrones que los ladrones-: Vicepresidente de la república Café Filho, diputado Bilac Pinto. Consultor general de la república, Carlos Medeiros Silva, senador Vitor Freitas…

En estas circunstancias, en este ambiente de milicos y dictadura, en esta novela de Rubem Fonseca que cuenta un entorno barnizado de cochinada, sucio, vil, no es posible dejar de lado el poder de los medios periodísticos encarnado en Carlos Lacerda, al cual Rubem no le concede la gracia de aparecer como muchacho de la película, sino más bien desde otro ámbito que da ruido y confiere al texto una vertiente por donde el lector podría explicarse un mucho de los vericuetos presentes en este tipo de situaciones dictatoriales, Carlos Lacerda es el principal instigador desde donde proceden los ataques más furibundos contra el régimen, contra la figura de Getulio Vargas, y claro, nos queda la conciencia de que además de su verdadera intención de manipular el poder, también está hasta el cuello de las viscosidad de la podredumbre. Rubem no lo dice a rajatabla, lo insinúa, deja la sugerencia colgando de las palabras, sin soltar el tono descarnado de sus palabras.

En Agosto  hay poca descripción, o para decirlo de modo diferente, la descripción se realiza desde otro estilo, usando los acontecimientos, Rubem Fonseca se va directamente a los hechos, no los pierde de vista. Las acciones son rastreadas al mínimo detalle, con ellas y la dialogización –que es otra virtud a observar- de los protagonistas, Fonseca elabora la argamasa narrativa, estructura los espacios físicos y los psicológicos, las atmósferas; un mucho me recuerdan a Castigo divino, del nicaragüense Sergio Ramírez, y A sangre fría, de Truman Capote: sabor a investigación periodística, aderezada por la prosa exacta, medida, y matizada con historias aledañas, embebidas de violencia, poder, intriga que le inyectan el sabor auténtico del thriller.

Hay tan poca literatura brasileña traducida al español que realmente podría pensarse en Agosto como un garbanzo de a libra, una provocativa recomendación de lectura.

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Chichigalpa, Nicaragua, 1953.
Poeta, escritor, crítico literario. Reside en Puebla, México, donde estudió Ing. Química (BUAP). Mediador de Lectura por la UAM y el Programa Nacional Salas de Lectura. Fue editor y colaborador sección de Crítica, de www.caratula.net. Es Mediador de la Sala de Lectura Germán List Arzubide. Ha publicado: Reconocer la lumbre (Poesía, 2023. Sec. de Cultura, Puebla). Ámbar: Espejo del instante (Poesía, 2020. 3 poetas. Ed. 7 días. Goyenario Azul (Narrativa, 2015, Managua, Nic.). ahora que ha llovido (Poesía, 2009. Centro Nicaragüense de Escritores CNE y Asociación Noruega de Escritores ANE). Miscelánea erótica (Poesía colectiva 2007, BUAP). Fue autor de la columna Libros de la revista MOMENTO en Puebla (1997- 2015).