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Acerca de 18 Scorpii Abiogénesis de Ernesto Carrión

1 junio, 2020

Paúl Puma

Hacer la incisión, luego penetrar en la herida, sonsacar la sustancia del órgano poético, para desde su perspectiva de mirón reflexivo, emitir las consideraciones críticas sobre este: “dispositivo lírico-reflexivo que genera libertad tanto en el lector como en su autor”, es el trabajo de aguda introspección de Paúl Puma sobre el libro de Ernesto Carrión, aquí con este texto que nos llega desde territorio ecuatoriano, y que de alguna forma permite atisbar en la literatura de ese país ahora en nuestro tiempo.


INTRODUCCIÓN

Antes de acercarme, brevemente, al libro 18 SCORPII ABIOGÉNESIS, de Ernesto Carrión (2018) y a nociones de algunos filósofos o pensadores que, desde mi perspectiva, se pueden acoplar a algunas citas de la mencionada obra, quisiera parafrasear aquello que mencioné en el prólogo a Los poetas duros no lloran, Poesía reunida (1988-2019) Pedro Gil (2019).

Considero que Gil, Carrión y quien escribe (busco distanciarme de él como si fuese su lector), son los autores claves de una nueva poesía contemporánea actual del Ecuador. Aunque, cabe decir que concuerdo con Ernesto en que el Ecuador adolece de un “canon” o no lo tiene (detalle para tener en cuenta).

El argumento es el siguiente: los tres autores han sabido trabajar con potencia y pese a la adversidad (sopesada por su especial y nutrida trayectoria versus una pseudo crítica literaria que ha preferido invisibilizar su trabajo, así como se silencia lo nuevo en la literatura ecuatoriana) un corpus innovador en la poesía que es digno de estudio por críticos literarios del Ecuador o fuera del país.

Dicho lo anterior ingreso “de lleno” al universo cósmico de este libro (que, desde su concepción genera ya una elipsis en la lírica internacional y que, para mí, debería haber recibido un premio nacional: otro de los tantos que ha cosechado con esfuerzo Carrión), no sin antes comprenderlo desde su estructura. El libro consta de EL CIELO CERO, NOVELA DE DIOS, VERBO (Bordado original), MANUAL DEL RUIDO y NUESTRA LENGUA CIVILIZADA: ÚLTIMO AVISO.

Trabajaré desde el perfume que me inspira un conjunto de textos (con ilustraciones) que apunta a las estrellas, es decir que se eleva por sobre la mediocridad en la que ha caído últimamente la poesía ecuatoriana (mírese los libros de los últimos premios y los concursos nacionales y obsérvese, con detenimiento, cuáles son sus propuestas).

Mi lectura es “salteada” a manera de aquellas observaciones que hacía Macedonio Fernández sobre la lectura de los otros y sobre su propia obra (véase El Museo de la novela de la eterna, 1967). En ella hay cierta arbitrariedad respaldada por una sonda espacial que uno lanza hacia el universo del libro para llegar, quizá, a regiones que descubren el misterio de aquello que no se puede describir a ciencia cierta, si no tan solo intuir: el fenómeno poético.

DESARROLLO / LECTURA SALTEADA

Apetece encontrar un sentido de la psiquis que va a experimentar el lector frente al libro cuando se encuentra con “ese motivo de la tendencia dirigida contra el recuerdo […] la aversión de la memoria a recordar algo que estuvo conectado con sensaciones de displacer y cuya reproducción renovaría ese displacer” (Freud, 1991, p. 78). Y, sin embargo, la memoria se eleva, paradójicamente, por ello es evidente:

         “Que la memoria vuela
-dijo mi padre–
no existente en su vida ni en la mía
que la memoria, vuela
y cruje
y cae
y se celebra” (Carrión, 2018, p. 17)

Cabe, entonces la analogía existencial del origen en la voz poética que se refleja en “en un universo privado repentinamente de ilusiones y de luces, el hombre se siente extraño. Es un exilio sin recurso, pues está privado de los recuerdos de una patria perdida o de la esperanza de una tierra prometida” (Camus, 1942, p. 6), así como del cuerpo que se re-encuentra, metafísica, trágicamente:

“Yo soy un hombre, y esto es un hombre: algo que no accede a la
luz,
pero que tiene la esperanza de encontrar su cuerpo
ensangrentado”.  (Carrión, 2018, p. 27)

Es clara la desolación de las partes o líneas poéticas que entraña a un “hombre [que] se capta en su soledad, lo que nos haría incapaces, en consecuencia, de volver a la solidaridad con los hombres que están fuera del yo, y que no puedo captar en el cogito. El existencialismo es un humanismo” (Sartre, 1946, p. 1). El lenguaje sobrevive a la angustia con singular fuerza expresiva:

“Yo había nacido contra el muro, andando
contra el muro, y reconocía la edad como una suposición con
la que el cuerpo engaña al cuerpo. Puros los hombres que
trababan el agua en sus quijadas. Pues todo nos fue repartido en raciones.
Así el amor y la luz,
y el bramido de los vientos más urgentes y púrpuras
no eran nada más que un puñado de territorios por perderse.
Así todos nosotros racionados como cantigas de nieve
donde no sobrevivirá el corazón a su propio contenido

Y era el Gran Fósil vivir, todo rodeado de gente.
Y era la vida, esta, más lujosa del mundo” (Carrión, 2018, p. 31).

Es lícita, entonces, la paráfrasis de un nihilismo (pesimismo existencial y filosófico, pero también experiencial) que se sobrecoge en las palabras del propio Jean Paul Sartre y La náusea (de absoluta pertinencia): “¿Dónde había de conservar yo el mío? Nadie se mete el pasado en el bolsillo; hay que tener una casa para acomodarlo. Mi cuerpo es lo único que poseo; un hombre solo, con su cuerpo, no puede detener los recuerdos; le pasan a través. No debería quejarme: sólo quise ser libre” (Sartre, 1983, p. 73). Tejido elaborado en la más fina prosa cargada de poesía:
¿Seremos entonces libres?

Libres. Y allí, en ese presente perpetuo se elevará un cuerpo nunca más incinerado en todos sus verbos. Un verbo es además lo que nadie quiso darnos. Millones de cuentos chinos, 40 mil estudiantes y doscientas enfermedades corriendo por los pasillos de cualquier enjambre de sueños cementados. Haciendo algo, diciendo algo, escupiendo por dentro lo que ellos necesitaron para cerrar el círculo amado de sus identidades. Trompetazo de todo lo que fue y tuvo y corrió con las piernas enrolladas en valses y cuerdas de poemas que alojaron una matanza en la acrobacia de sus triángulos leídos como una fotografía, vanamente cubierta. Una tracción. Una atracción. Un cuello parchando el ojo de lo fugitivo. Una erosión en largo desconocimiento de lo que fue. Una erosión en largo desconocimiento de lo que fue. Antes y después: un amuleto. Un acto de medusa alrededor de un montón de muñecos dormidos. Arritmia y llanto congelado en trance perpetuo. Un espacio negro antes de poner por acción lo que se ubica por pensamiento y viceversa hasta quedarse en blanco. Un striptease en banda. Sólo un pedazo formal del formato de un hombre guiando el garabato de su desaparición (Carrión, 2018, p. 377).

Entonces, es posible lanzar otra vez el cable o volver al autor de El ser y la nada (1943) para hurgar en la “imposibilidad [que] no queda enmascarada a la conciencia: al contrario, esa imposibilidad es la textura misma de la conciencia; es el desasosiego constante que experimentamos, es nuestra incapacidad de reconocernos, de constituirnos como siendo lo que somos; es esa necesidad por la cual, desde que nos ponemos como un cierto ser por un juicio legítimo fundado sobre la experiencia interna o correctamente deducido de premisas a priori o empíricas, por esa posición misma trascendemos ser; y lo trascendemos no hacia otro ser, sino hacia el vacío, hacia la nada” (Sartre, 1943, p. 52):

MAS LA VERDAD DE LA NADA ES EL VACÍO (Carrión, 2018, p. 241)

Poquísimas palabras, pero tanto por decir acerca de ellas.

La constatación de un Amor líquido (2003) como diría Bauman: “Amar es desear «concebir y procrear», y por eso el amante «busca y se esfuerza por encontrar la cosa bella en la cual pueda concebir». En otras palabras, el amor no encuentra su sentido en el ansia de cosas ya hechas, completas y terminadas, sino en el impulso a participar en la construcción de esas cosas. El amor está muy cercano a la trascendencia; es tan sólo otro nombre del impulso creativo y, por lo tanto, está cargado de riesgos, ya que toda creación ignora siempre cuál será su producto final. Amor líquido (Bauman, 2003, p. 15):

Sin el amor, sustancia desorganizada que lo organiza todo, un hombre termina arruinado en el fondo de un departamento vacío. Sin el amor, sustancia desorganizada que todo lo organiza, los colores hacia el final de la vida son todos iguales; pues los colores son la vida entremezclándose con severidad en el regazo de la memoria donde cazó un niño la epilepsia de todos sus momentos amorosos. El azul es una espada en la cara del mar cuando fui internado en los brazos de mi madre a conocer su misterio (Carrión, 2018, p. 202).

Amor que otra vez vuelve a la Nada, con mayúscula: “La nada es ese agujero de ser, esa caída del en-sí hacia el sí por la cual se constituye el para-sí” (Sartre, 1943, p. 61):

“Que no suene la nada a lo que la nada nada suena.
Que nada suene como la nada.
Que la nada no suene a nada.
Esta vez originalmente por una sola vez
que la nada esté muda como la real nada.
Que no suene nada a la nada
¿Sí?
Que nada salga de la nada (ni seres, ni cosas,
ni paisajes hacia la virgen nada)” … (Carrión, 2018, p. 173).

Nada que otra vez vuelve al Amor, pues “El amor es la supervivencia del yo a través de la alteridad del yo. Y por eso, el amor implica el impulso de proteger, de nutrir, de dar refugio, y también de acariciar y mimar, o de proteger celosamente, cercar, encarcelar. Amar significa estar al servicio, estar a disposición, esperando órdenes, pero también puede significar la expropiación y confiscación de toda responsabilidad. Dominio a través de la entrega, sacrificio que paga con engrandecimiento. El amor y el ansia de poder son gemelos siameses: ninguno de los dos podría sobrevivir a la separación” (Bauman, 2003, p. 17):

ORIGEN DE SCORPIO

Enredado en el amor como el mismísimo verbo, liberados en una cueva que tenía un lago negro con un cajón de piedad, Caín y Abel vivian como dos partes tomadas por una mano. Caín sin perder su forma humana había logrado dominar a los demás animales del lago. Abel, por otro lado, se había convertido en un lagarto inmenso, lento y peligroso con los demás animales. Caín, ante sus constantes provocaciones, un día decidió elevarlo por los aires, tomándolo por la cola, arrojándolo con todas sus fuerzas a la parte más lejana de esa cueva estrellada. Lo arrojó hacia una franja de la cueva donde una cavidad pequeña conectaba aquel acuario con el mundo. Abel, arrastrándose, huyó de la cueva y fue así condenado a caminar sobre la tierra hasta volverse un hombre. Caín, amo de los animales y de todo lo desconocido que habita el traqueteo de la sombra, se mantendría aun en aquel lago. Liberado como en amor entre un montón de fieras (Carrión, 2018, p. 41).

Psiquis del lector atravesada por las palabras fulminantes de un libro incandescente: “¿Quién te da el pensamiento y la palabra? ¿Los creas tú? ¿Acaso no eres mi siervo, un receptor que yace frente a mi puerta y recoge mi limosna? ¿Y te atreves a pensar que eso que tú imaginas y dices podría ser sinsentido? ¿No sabes aún que eso proviene de mí y me pertenece?”: cabe pensar en El libro rojo (Jung, 2009, p. 184):

ESTÁTICA NATURAL

“Nadie puede entrar en tus pensamientos.
Ni siquiera tú.
Quien habla ahí eres y no eres tú
Como un juego de mesa con dos raquetas.
/Ping                                                       Pong\
Mas tú no estás en los golpes de las raquetas,
ni eres el blanco núcleo de la pelota” (Carrión, 2018, p. 138).

Interesante prosopopeya a la inversa en la que “Sí, el hombre es su propio fin. Y es su único fin. Si quiere ser algo, tiene que serlo en esta vida. Ahora lo sé de sobra” (Camus, 1942, p. 44):

El hombre es un animal poco original que demanda de originalidad todo el tiempo. Quiere sentir que lo que hace, lo que hizo, y lo que hará entraña una originalidad apabullante. Este deseo se apoya en una necesidad desesperada de afincarse como único en un sitio poblado por millones de máscaras, por discursos repetitivos, por preguntas sin responder (Carrión, 2018, p. 139).

Pues, como se dijo antes “…el hombre es angustia. Esto significa que el hombre que se compromete y que se da cuenta de que es no sólo el que elige ser, sino también un legislador, que elige al mismo tiempo que a sí mismo a la humanidad entera, no puede escapar al sentimiento de su total y profunda responsabilidad. El existencialismo es un humanismo” (Sartre, 1946, p. 5). La sentencia última es inapelable:

“Yo ya no soy yo, y nadie siente pena por mí,
pues ya no soy el que era: el apenado.
El recogido o transferido en pena.
El que no da con Uno para dar consigo” (Carrión, 2018, p. 137).

Aunque, claro, para que la oscuridad sea tal, debe existir la luz y “La naturaleza del amor implica —tal como lo observó Lucano dos milenios atrás y lo repitió Francis Bacon muchos siglos más tarde— ser un rehén del destino” (Bauman, 2003, p. 15). Oda a otro Nirvana:

DÉCIMO TERCER PLANO REDUCIDO DEL CIELO
[Vista de un cuerpo parecido]

Si el amor se rompe una pierna, vuelven las pérdidas sobre los largos manteles del olvido. Uno fue un sinvergüenza y además un caballero y un rey y un manantial de vicisitudes. Uno fue, no hace mucho, el hueco de la salvación en las heridas (Carrión, 2018, p.  100).

EPÍLOGO

18 SCORPII ABIOGÉNESIS es más que un libro cuando descree del concepto de la propia “libertad” a la que ha sido sometido el ser humano “normado y condicionado” en una sociedad arquetípica actual:

Matemática del vacío II

“(La libertad mancha los dientes, promete grandes recompensas a la juventud cuando aún se es joven y uno está leyendo sobre otras juventudes recompensadas.)” (Carrión, 2018, p.  84).

Al comprobar su tesis, el libro, paradójicamente, se convierte en un dispositivo lírico, pero también reflexivo, que genera libertad, tanto en el lector, como en su autor. Una libertad que anhela la conciencia de una nueva literatura. Una libertad que trasciende los límites del artefacto poético hacia la propia poesía.


REFERENCIAS

Bauman, Z. (2003). Amor Líquido. Buenos Aires: EspaEbook. Obtenido de http://otrasvoceseneducacion.org/wp-content/uploads/2018/08/amor-liquido-zygmunt-bauman.pdf

Carrión, E. (2018) 18 SCORPII ABIOGÉNESIS, Cuenca: Casa de la Cultura, Núcleo del Azuay.

Carrión, E. (2014) en Revista Eskeletra [25 años], Quito: Eskeletra.

Camus, A. (s.f.). El mito de Sísifo. Buenos Aires: Editorial Losada Buenos Aires. Obtenido de http://www.correocpc.cl/sitio/doc/el_mito_de_sisifo.pdf

Freud, S. (1991). Obras completas: Volumen 15. Bueno Aires: Amarrortu Editores. Obtenido de http://www.bibliopsi.org/docs/freud/15%20-%20Tomo%20XV.pdf

Gil, P. (2019). Los poetas duros no lloran, Poesía reunida (1988-2019) Pedro Gil, Quito: Casa de la Cultura Ecuatoriana.

Jung, C. (2012). El libro rojo . Buenos Aires: El Hilo de Ariadna. Obtenido de https://es.pdfdrive.com/el-libro-rojo-carl-gustav-jung-descargar-d33869511.html

Sartre, J. (1946). El existencialismo es un humanismo. Obtenido de http://bibliotecaparalapersona-epimeleia.com/greenstone/collect/libros1/index/assoc/HASH0113.dir/doc.pdf

Sartre, J. (1983). La Naúsea. Bogotá: Editorial La Oveja Negra .

Sartre, J. (s.f.). El ser y la nada. Obtenido de https://elartedepreguntar.files.wordpress.com/2009/06/sartre-jean-paul-el-ser-y-la-nada.pdf

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