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Alberto Ordoñez Argüello, In memoriam

1 abril, 2014

Mi padre, Alberto Ordóñez Argüello (poeta y dramaturgo, nacido en Nicaragua el 16 de marzo de 1914 y fallecido en San José, Costa Rica, el 24 de agosto de 1991), hubiese cumplido un siglo de vida hoy domingo que escribo estas líneas. Me he tomado una pausa larga esta mañana para aquilatar su figura, como gran intelectual y patriota centroamericano que fue, y también como padre. Lo hago con el amor y el cariño del hijo que siempre le recuerda y le extraña. Y también con la distancia que el tiempo otorga y permite ver a un hombre que perteneció a una  excepcional generación de centroamericanos, hoy prácticamente extinta.


Como escritor,  formó parte de ese gran grupo de poetas del Movimiento de Vanguardia compuesto por José Coronel Urtecho, Pablo Antonio Cuadra, Luis Alberto Cabrales y Joaquín Pasos Argüello, su primo hermano.

Fue un poeta poderoso y creativo, Primer Premio Centroamericano de Poesía en 1964 por “Invocación a Centroamérica” (el cual compartió con Isaac Felipe Azofeifa); ganó otro premio centroamericano por los poemas al alimón escritos con Serafín Quiteño, «Tórrido Sueño y Cuzcatlán de Colores».  Escribió doce libros, dos novelas, y una excepcional obra de teatro “La Novia de Tola”, que es consustancial a la tradición vernácula de Nicaragua. Compartió amistad y trabajo creativo con los principales intelectuales de la Centroamérica de su época: con Carlos Martínez Rivas, con Edelberto Torres Espinoza y Edelberto Torres Rivas, con Francisco Amighetti, León Pacheco, Claribel Alegría, Claudia Lars y con su gran amigo Miguel Angel Asturias (Premio Nobel de Literatura), con quien compartió el exilio en México.

Como político y luchador cívico, desde muy joven salió de Nicaragua por su enfrentamiento con la dictadura de Somoza y sus pasos lo llevaron por varios países del mundo, en un exilio que duraría el resto de su vida. Vive en El Salvador y llega a Costa Rica en 1942. Desde entonces mantuvo una beligerancia constante contra las dictaduras latinoamericanas a través de la prensa y otros medios. Residió en Guatemala, donde fue preso y deportado por Ubico, habiendo regresado luego para colaborar con el gobierno del Presidente Juan José Arévalo, de quien fue amigo personal. Junto con Edelberto Torres Espinoza y otros exiliados nicaragüenses en Guatemala, crea la Junta Defensora de la Soberanía de Nicaragua. Luego vivió en El Salvador y Honduras, donde colaboró como funcionario de los gobiernos electos de Óscar Osorio y Ramón Villeda Morales. Fue miembro prominente de la Legión Caribe y ayudó a conseguir las armas para la revolución de José Figueres en 1948.

A pesar de que fue un ferviente anti-somocista toda su vida, sus últimos años adversó el sandinismo por considerar que había traicionado los principios de una revolución cívica y democrática. Fue uno de los hombres más puros, idealistas e inchantajeables que jamás conocí.

Formó parte de la generación de centroamericanos que sentó la base de la SIECA, liderada por intelectuales como Pedro Abelardo Delgado; Jorge Sol Castellanos; Dante Ramírez, Carlos Manuel Castillo y Roberto Mayorga Cortés. Una generación extraordinaria que, en efecto, creía en el afán morazánico de una región unida. Hoy—cuando Centroamérica es básicamente un exitoso proyecto comercial—mucho le haría falta un proyecto de integración de derecho público similar al que diseñaron ellos.

Sus exilios lo llevaron a Costa Rica, donde se casó con una gran mujer de Cartago, mi madre, María Eugenia Chacón Jiménez—a quien aún tengo viva– pintora, de la primera generación de discípulos de Margarita Berthaeu y don Paco Amighetti. Y así se define la vida. Mis hermanos y yo, nacidos aquí en Costa Rica, somos en consecuencia puros hijos de exilio, resultados de esa Centroamérica fragorosa y sangrienta del siglo pasado.

Alberto Ordóñez Arguello era, además, uno de los hombres más vitales, simpáticos y alegres que jamás conocí. Su carcajada estruendosa era capaz de levantar un vuelo de palomas, de cortar el aire y de llenar de alegría a todo quienes tuvieron la gran fortuna de conocerle. 

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Costa Rica.
Director del Centro Estudios para el Futuro, un instituto con sede en San José - que promueve la democracia , los derechos humanos y la reforma del Estado en América Central. También es director del departamento de Teoría del Estado en la Facultad de Derecho de la Universidad de Costa Rica. De 2000 a 2001, fue embajador especial de Costa Rica ante la Organización de los Estados Americanos, donde dirigió las negociaciones de su país relacionados con la Carta Democrática Interamericana.

Ha sido profesor de derecho constitucional y de derechos humanos en una serie de universidades de EE.UU., entre ellas Columbia, Tulane y la Universidad de Maryland en College Park. Además de escribir más de diez libros en español, incluyendo la democracia sin reglas ( 2004 ), Seguridad, Fuerzas Militares, y Derechos Humanos en América Latina (1999), y Derechos Humanos: Pueblos indígenas (1995), también ha redactado proyectos de ley del defensor del pueblo (Ombudsman) de Bolivia, Ecuador, El Salvador, Nicaragua, Panamá, Paraguay y Uruguay. Desde marzo hasta julio 2007, Jaime Ordóñez fue becario del Reagan - Fascell Democracy Fellow at NED, donde continuó trabajando en la elaboración del "Informe Centroamericano sobre Gobernabilidad legal e Institucional 2007". Actualmente es Director del Instituto Centroamericano de Gobernabilidad (ICG) en ICG-Centroamerica.