«Andor» de Raquel Abend van Dalen

5 febrero, 2024

Cuando las palabras, la entonación de las voces, los sonidos frágiles de un mundo posible y los acentos navegan más allá de los cuerpos, de la puerta del horno, de la oscuridad, del útero o de un intento de suicidio, todo puede formar parte de un universo creado para que el audiolibro irrumpa ante las certezas que el oído siempre le imprime a lo que escucha. Más aún, otros sentidos, como el olfato del lector que detecta una orina concentrada, o la visión imaginaria de lo que se detiene al frente, hacen que la entonación reconstruya un libro en la mente de quien lee. Cada tono enmienda en la memoria lo que alguna vez fueron ciertas historias que se asemejan a los rieles oxidados de un tren, partiendo del trío inicial de la existencia y el quiebre entre varios espacios: “¿Quién sabe a dónde?, ¿quién sabe por qué? y ¿quién sabe a qué? Tres preguntas raras que siempre mueven al hombre al deseo de las planillas rosadas”.

En estas historias interconectadas, todo lo narrado se adhiere a los sonidos con lo que Raquel Abend van Dalen describe los músculos atrofiados que se encarnan en una voz masculina. Más allá de los colores de cientos de sillas negras o de las planillas rosadas, desde una narrativa abierta, similar a las cicatrices que se cortan en las paredes de concreto agrietadas, o a la simbología de unos pies descalzos, la movilidad en la novela Andor (2023) se fisura como también lo hace la memoria de sus protagonistas. Esta obra de ficción, narrada por Nando Garza, utiliza los sentidos del lector para que las palabras jueguen en su oscilación corpórea. Así como “los cigarros y el sabor de la tranquilidad añejan la garganta¨ de quien habla, todas las demás piezas movilizan a los protagonistas – y sus reflejos- al mundo de quien escucha lo que se narra, logrando que todos jueguen en medio de un curioso laberinto del tiempo, que cambia en cada capítulo. Precisamente, Hablemos escritoras pareciera que traslada, como editorial y como un elemento femenino del habla de todas, las palabras que permiten a los lectores teletransportarse a través de la escucha de risotadas que explotan, de autodescripciones entonadas en la voz paranoica de un personaje con rostro de Jack Nicholson, o del laberinto de los tiempos quebrados en una memoria sin inicio. 

En la novela, la claustrofobia de los lugares sometidos a lo material, que se mueve en las noches y bajo el humo, se transmite a los oyentes con la fragilidad de los espacios. Este quiebre también se proyecta en los cuerpos. Cuando uno de ellos, como el de Marina Rubio, acude a la medicina, su silencio ante el habla del doctor que la atiende se diluye como los líquidos, la manzanilla, o el agua, entre la torpeza y los acentos de quien ejerce el poder. La vida de otro personaje, Edgar, se une a la enfermedad y al llanto compartido de quien quiere volver a vivir cuando se logra evaporar la idea del suicidio. Y así muchos. Los personajes caminan y retornan a las huellas que, por ellos mismos, fueron dejadas. Curiosamente, en cada paso, las hojas y los papeles parecieran movilizar al lector hacia la memoria de la escritura más antigua y contradicen la idea de un futuro repleto de máquinas. Algunas partes del cuerpo de los protagonistas conservan las tradiciones, como las manos que siguen tomando notas o los rostros rasgados que se limpian con los antiguos algodones, no obstante, también se mueven, a través del tacto, hacia los glaseados blancos futuristas. 

Volviendo a la simbología de la entonación en cada palabra y usando los sentidos, el sabor de los alimentos en el comedor, el olor en las ventanas, o las huellas que quedan en los vidrios, reconstruyen la estructura del habitar como un péndulo entre lo actual y el futuro. En la novela, podemos ver cómo los pueblos que parecen fantasmas siguen asumiendo la memoria del tren que nunca ha dejado de existir y la forma en la que se recupera el símbolo del viaje, desde siglos anteriores, para invadir la antimemoria futurista. El vacío en los vagones, los uniformes en el cuerpo, los líquidos calientes sobre las lenguas que beben, registran la estética de un marinero o la valentía de un cazador, como emblemas de lo que no se pierde. Es así como, en la novela, un disfraz del Siglo XIX puede jugar con/contra los mecanismos del futuro, pues aquí quedarse o no hacerlo es un movimiento indetenible. Escuchamos cómo una cabaña congelada que enfrentó al clima tropical contextualiza los recuerdos de la Plaza de Los Palos Grandes, de las vidas distantes y desteñidas, donde los colores son opacos, los olores insípidos, y los sonidos acuáticos. También oímos cómo una ciudad en la memoria de quien no desea parpadear o soñar se transforma en la visión entera que anima a los lectores a transgredir todos los límites, incluyendo los históricos y los geográficos. Finalmente, desde lo sonoro, retornamos a la terminal, sin marineros, sin cazadores, sin maletas, con numerables personas que saludan y se despiden para volver a la existencia en la parálisis del mundo imaginado desde las voces, aquel que nunca deja de entonarse bajo los comandos que habitan en la glorieta de las palabras. 

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Licenciada en Comunicación Social, Mención Periodismo Humanístico y Magister Scientiae en Literatura Latinoamericana y del Caribe. Por más de 20 años, ha dictado cursos sobre la escritura en Venezuela, en el Departamento de Comunicación Social de la Universidad de Los Andes (ULA) y en el Departamento de Lengua y Literatura de la Universidad Simón Bolívar (USB). Con el apoyo de Erasmus Mundus (PRECIoSA) fue Profesora Invitada del Departamento de Filología en la Universidad de Salamanca Ha sido directora de la revista académica Estudios. Revista de Investigación Literaria y Cultural (USB) y como Encargada de Medios formó parte del Equipo Editorial fundador de la revista Latin American Literature Today, del Departamento de Lenguas Modernas, Literaturas y Lingüísticas de la Universidad de Oklahoma (OU). Actualmente, es profesora en el Departamento de Lengua y Literatura de Oklahoma State University (OSU). Ha publicado libros sobre crítica literaria, diversos ensayos teóricos sobre la literatura contemporánea, y entrevistas a escritores de la literatura actual.