critica-defensadelapoesia02

Ante la Incertidumbre. Defensa de la Poesía

1 junio, 2011

Fernando Valverde / Jorge Galán / Daniel Rodríguez Moya / Andrea Cote / Alí Calderón / Raquel Lanseros / Ana Wajszczuk

La editorial Visor Libros publicó en mayo pasado el libro Poesía ante la incertidumbre. Antología de nuevos poetas en español, en la que un grupo de jóvenes autores de España e Hispanoamérica reivindican una poesía que ante todo se entienda y emocione en un tiempo «lleno de incertidumbres».

Estos jóvenes tienen en común, además del idioma, unas importantes trayectorias literarias. Pero sobre todo comparten la misma visión de la poesía. En este texto compartido con Carátula, los poetas defienden su defensa de la Poesía.


Los jóvenes tenemos la extraña sensación de que nuestro tiempo anuncia el final de otro tiempo. Nuestra época aparenta ser un camino de poca visibilidad, lleno de curvas peligrosas, en el que las ideologías y los diferentes conceptos parecen menos claros que nunca. Nuestra Historia está tocada por la incertidumbre en todos los sentidos y no parecen surgir los puentes que terminen con nuestros precipicios, que se muestran ante nosotros como un león que nos mide con compasión y amenaza.

Desde nuestra perspectiva de ciudadanos de España y América, la incertidumbre parece abarcarlo todo: la política, la moral, la economía, las nuevas formas de comunicación que paradójicamente han provocado una mayor incomunicación… Incluso las viejas utopías que ilusionaron al mundo en el siglo XX parecen haberse esfumado, haberse quebrado de manera irrecuperable.

Ante esta situación, un grupo de ocho poetas de España y América consideramos que era necesario reflexionar, hacer un alto en el camino y defender la poesía como una de las pocas cosas capaces de arrojar algo de luz para tratar de alcanzar algunas certidumbres necesarias.

No pudimos empezar con peor pie. Un día después de que corrigiéramos las pruebas de impresión de la edición española del libro, que forma parte de la colección Visor de Poesía, se suicidaba en Managua nuestro amigo y admirado Francisco Ruiz Udiel. Sin duda este fue un hecho que nos condicionó muchísimo, hasta el punto de que el proyecto peligró porque dejó de ser ilusionante para muchos de nosotros. Después lo retomamos con mucha fuerza y con ilusión, ya que suponía una defensa de la poesía que nos entusiasmaba y que Francisco Ruiz Udiel defendía con vehemencia.

Finalmente, hace unas semanas la antología, titulada Poesía ante la incertidumbre. Nuevos poetas en Español, salía publicada a la vez en España (Visor), Nicaragua (Leteo), Colombia (Ícono), El Salvador (DPI) y México (Círculo de Poesía). A estas ediciones, en los próximos meses se van a sumar otras nuevas en Italia, Chile y Estados Unidos.

¿Por qué una difusión tan grande para una antología de nuevos poetas? Porque el límite de la poesía es la emoción, sin ninguna duda, y los lectores lo saben y lo sienten como algo que hay debajo de los poemas, que los agita, que remueve sus entrañas y los hace sentir especiales. Ante las incertidumbres de nuestro tiempo, reivindicar la poesía es un acto de compromiso y también de lealtad. Todas estas cuestiones, aunque para muchos puedan parecer banales, no han pasado desapercibidas para una parte de los poetas y una gran parte de la crítica, que han reaccionado de forma contundente contra Poesía ante la incertidumbre, precisamente porque no estaba hecha contra nadie, sino a favor de la poesía.

Basten algunos ejemplos del manifiesto inicial con el que se abre el libro que suscribimos todos, y que seguimos suscribiendo palabra por palabra, porque después de lo visto estamos todavía más convencidos de su utilidad y conveniencia.

Creemos que la emoción no puede estar de moda. La emoción es universal e intemporal. Y la poesía tiene que emocionar. Ante tanta incertidumbre, para nuestra sorpresa, una gran parte de los nuevos poetas en español se han adscrito a una tendencia tan experimental como oscura. Si en la segunda mitad del siglo XX los mejores poetas de nuestra lengua abandonaron las liras y las torres de marfil; la poesía última, en busca de un nuevo camino, de una nueva actualidad literaria, se ha subido a un pedestal. En esta tarea se han visto legitimados por algunos poetas cuyos proyectos literarios fracasaron de manera estrepitosa precisamente por abrazar el barroquismo gratuito y la frivolidad de la moda literaria. Ahora buscan una segunda oportunidad elogiando lo que precisamente les condujo al callejón sin salida de las palabras huecas.

En nuestra modesta opinión, este fenómeno se estaba produciendo, y se sigue produciendo. Nuestras palabras, y la difusión que han alcanzado, han provocado que algunos poetas firmen manifiestos en defensa de la pluralidad poética. Unos manifiestos que, por otra parte, podríamos suscribir también nosotros si no fuera porque sabemos que la poesía no necesita ser oscura para retar el pensamiento del hombre. El lector sabe mejor que nadie que la estupefacción no es equivalente al conocimiento. El estudio no es quien revela el poder del lenguaje, quien lo hace es la sensibilidad.

Nosotros no hemos dicho, ni hemos dado a entender, ni hemos querido decir lo que es la poesía, porque sería algo demasiado complejo, y posiblemente ni tan siquiera podríamos habernos puesto de acuerdo entre nosotros. Lo que sí que sabemos es qué no es poesía. En eso estamos de acuerdo, y no estamos dispuestos a formar parte de un engaño, de una corrupción que está haciendo mucho daño a la poesía porque la está alejando de sus lectores, de la gente normal.

Por ese motivo en el manifiesto mostramos “nuestra desolación ante esta dinámica que nos parece destructiva para la poesía porque conduce, de manera inevitable, a su deshumanización. Los discursos fragmentarios, el irracionalismo como dogma y el abuso del artificio han supuesto la ruina de la poesía en muy diferentes etapas de la historia de la literatura. Han hecho tanto daño, que hoy la poesía está considerada como un género difícil que sólo leen los poetas, porque sólo parecen entenderse entre ellos como los habitantes de unas ínsulas extrañas. Prueba de ello es la marginación que sufren los libros de poesía en cualquier espacio, ya sea una librería, un suplemento cultural, un periódico, una biblioteca…”

Tal vez alguien tenga una explicación mejor para todo esto. Habrá quien diga que la poesía es un estado superior del alma para el que nosotros no estamos preparados, para el que la mayoría de los mortales no están preparados. Sería por tanto un dogma de fe. Nosotros no creemos que la poesía pueda ser considerada de ese modo en absoluto.

Cuando un poema no se entiende, el lector suele culparse a sí mismo, inducido por la idea generalizada de que el poeta es un ser con una sensibilidad diferente, superior. Una idea tan falsa como interesada. Si un poema no se entiende el único responsable es quien ha tratado de establecer la comunicación. O bien no ha sido capaz por sus limitaciones, o bien no lo ha conseguido porque no era su propósito, porque sólo buscaba la erudición y el artificio, algo que está bien visto, que tiene buena prensa y que provoca una palmadita en la espalda de la crítica, sumida en gran parte en la misma torpeza.

Creemos que este párrafo ha podido herir sensibilidades de forma especial. Sin embargo, estamos convencidos de que es así. La gran poesía, la de Lorca, Neruda, Vallejo, Octavio Paz, Miguel Hernández, Alberti, Antonio Machado, Whitman, Walcott, Gonzalo Rojas, Szymborska… Los autores que leemos y admiramos… Toda esa gran poesía se entiende perfectamente. Incluso cuando experimentan, cuando acarician las vanguardias, cuando tratan de innovar… Ellos no nos dan gato por liebre. ¿Por qué entonces determinados críticos patrocinan lo contrario? ¿Por qué firman antologías en las que de forma sistemática se nos silencia a quienes nos sentimos discípulos de Ángel González, Claribel Alegría, Gonzalo Rojas, José Emilio Pacheco, Piedad Bonnett, Juan Manuel Roca, Luis García Montero, Benjamín Prado, los poetas de la experiencia…? Nos da la sensación de que los amantes de Orfeo, de que los modistos oficiales están empeñados en legitimar sus obras promocionando precisamente aquello que los hizo fracasar, lo que les llevó al callejón sin salida de la erudición y el falseamiento del gusto.

Pese al desánimo que ha supuesto años de imposiciones por parte de estos críticos y pseudopoetas, que han fabricado modas a su antojo y encaje, hemos creído necesario reaccionar, porque seguimos creyendo que una de las misiones de la poesía es enfrentarse al poder. Y el poder de hoy no hace más que invitarnos al silencio, al fragmento, a las subjetividades ensimismadas y a la pérdida de diálogo entre las conciencias. Queremos decirle adiós a todo eso.

Firman: Fernando Valverde (España), Jorge Galán (El Salvador), Daniel Rodríguez Moya (España), Andrea Cote (Colombia), Alí Calderón (México), Raquel Lanseros (España) y Ana Wajszczuk (Argentina),
autores del libro Poesía ante la incertidumbre.

Más información en www.poesiaantelaincertidumbre.com

Comparte en:

Revista bimensual y digital que promueve las ideas, la creación y la crítica literaria. Fundada en 2004 por el escritor Sergio Ramírez