Borges, el cine y mis recuerdos
1 agosto, 2014
Borges ha inspirado a varios directores nacionales y extranjeros para la realización de películas. Las nuevas generaciones de cineastas argentinos encuentran en el escritor argentino, algo más que un tema, encuentran una interpretación profunda de la patria, algo que tiene que ver con el sentir y el pensar argentino. Y los que no son argentinos encuentran el aspecto universal de Borges, sus temas filosóficos, su misterio, la sugestión de sus cuentos que es muy apreciada en cine.
Borges ha inspirado a varios directores nacionales y extranjeros para la realización de películas. Las nuevas generaciones de cineastas argentinos encuentran en el escritor argentino, algo más que un tema, encuentran una interpretación profunda de la patria, algo que tiene que ver con el sentir y el pensar argentino. Y los que no son argentinos encuentran el aspecto universal de Borges, sus temas filosóficos, su misterio, la sugestión de sus cuentos que es muy apreciada en cine. Es verdad, que la influencia de Borges toca a la literatura y muchos escritores actuales reconocen esa presencia en su obra. Algunos jóvenes escritores incursionan en el cine, se interesan por los guiones cinematográficos y otros coquetean con directores en busca de una versión fílmica de sus cuentos o novelas.
Tuve el privilegio de ser alumna de Borges en la Universidad de Buenos Aires y tuve el privilegio de ser una actriz infantil muy querida y famosa en Argentina.
Borges conocía mis películas y le gustaba hablar de cine. En una ocasión, en su departamento de Maipú, fui a buscar una carta de recomendación que Borges me daba para una beca, que finalmente obtuve para ir a Paris. Después de firmar el papel, me preguntó por qué siendo yo actriz, estudiaba literatura.
Yo le comenté que para mí la literatura y el cine tenían muchos puntos en común, eran lenguajes que se complementaban.
A Borges no le pareció, me dijo que para él eran dos lenguajes y dos mundos muy diferentes.
Le dije que había cuentos suyos que seguían casi una secuencia fílmica, eran casi guiones cinematográficos. Lo que no me atrevía decirle es que muchos de sus cuentos tenían una estructura casi cinematográfica, con shot oblicuo, close up y cierre sorpresivo. Como me vio un tanto atarantada me dijo que su mamá, doña Leonor, (que en ese entonces vivía), era mi admiradora. Yo estaba haciendo en televisión un teleteatro muy popular “Las Amorosas”, una adaptación de una obra teatral que también yo había hecho en teatro con un gran elenco y que había tenido mucho éxito y que Doña Leonor seguía por televisión.
Borges quiso saber cómo era la situación de actuar. Yo le comenté que había muchos métodos pero que yo trataba siempre de ponerme en la piel del personaje, ser el otro. Yo pensaba en el otro fuera de mí pero dentro; era yo, pero era también mi personaje.
Eso le interesó mucho y luego otros actores que filmaron sus cuentos, me comentaron el interés de Borges por la situación de actuar.
Ese desdoblamiento también se da en el escritor y en su caso lo manifiesta en algunos cuentos como El otro, Borges y yo, y en una visión que ya se cataloga de borgiana.
Su interés por el cine, se mostró tempranamente cuando veía y podía disfrutar del séptimo arte. Se interesó en escribir críticas de cine para la revista SUR, dirigida por Victoria Ocampo. Ya entonces, trataba el tema de la relación cine y literatura. Ese interés lo llevo a escribir guiones cinematográficos: “Los Orilleros” y “El paraíso de los creyentes”, en colaboración con Bioy Casares.
A Borges no le extrañaba su proximidad con el cine, mas bien creo, que era una mutua seducción. A los directores les atraía el misterio de sus cuentos, la estructura secuencial y las situaciones llenas de tensión y de sorpresa.
El director Rene Mugica, me expresaba cuando lo entrevisté para mi libro Borges y los otros, que el climax del cuento “Hombre de la esquina rosada” era un desafío fílmico. Y que al leer algunos cuentos de Borges, él visualizaba la película, así trabajó el film “El hombre de la esquina rosada”. También me contó como debió sustentar a los personajes, en especial el de Rosendo Juárez, y como le explicó a Borges esa necesidad de ampliar y dar más información sobre Rosendo. Extrañamente, 10 años más tarde, Borges escribe en su libro Informe de Brodie, un cuento que se llama “La Historia de Rosendo Juárez”.
Borges, al ver el film le dijo a Mugica que el film superaba al cuento. Era un cuento que Borges no estimaba especialmente. Borges asistió a la filmación, que no escatimo esfuerzos de producción, y que tuvo sumo cuidado en la ambientación, los barrios, la ropa, hasta el pueblo donde sucede el cuento. Estos detalles me los comentó Mugica quien los escribió para mi libro Borges y los otros.
Haciendo historia, el primero en tomar un cuento borgiano fue Leopoldo Torre Nilsson, que realizó, en l953, una versión del cuento Emma Zunz, en “Días de Odio”. Duilio Marzio, actor en la película, me contaba como Borges llegaba a la filmación, observaba y preguntaba, siempre muy discreto y respetuoso de lo que se estaba filmando, pero muy interesado.
En la década de los 60 se filmaron varios de sus cuentos: “Hombre de la esquina rosada” dirigida por Rene Mugica. “Emma Zunz”, del director francés Alain Magrou, para la televisión francesa.
En los 70, Hugo Santiago realizó “Invasión” y “Les Autres”.
El director italiano Bertolucci recogió el mito del héroe y el traidor, en el film “Strategia del Ragno”.
Héctor Olivera se entusiasmó con “El Muerto” y me contó que Borges estaba muy pendiente de la filmación, pero no había logrado sacarle más datos que los que estaban en el cuento.
Carlos Christensen, en Brasil, filmó “La Intrusa”. Aunque parezca mentira hay una versión de este cuento por un realizador de Irán, en l975, y otra versión en España, de 1986. No pude constatar datos.
Esa influencia del cine en su literatura no sé si era consciente o deliberada como en el caso de Manuel Puig. Sin embargo, Borges reconocía la influencia del cine en su literatura pero no estaba pendiente de eso, y además esa influencia es más notable en sus primeros cuentos que son más situacionales. Luego su narrativa se hace cada vez más filosófica y se aleja del cine y de lo visual.
Lo interesante es que Borges influyó a su vez, en los cineastas de la Nouvelle Vague francesa, en Resnais y Godard, especialmente. Yo estudiaba en París en ese entonces y me asombró la importancia de Borges, era citado y muy leído. Cuando lo conocí a Godard, lo primero que hizo fue hablarme de Borges.
La llamada Generación del 60 del cine argentino tiene una marcada influencia borgiana, que llega hasta nuestros días.
Podríamos decir que la Generación del 60 renueva el lenguaje cinematográfico y gira su mirada a la literatura. En ésto Borges tuvo mucho que ver.
De poseído por el cine se convirtió en poseedor de la imagen fílmica y la cosmovisión borgiana va a renovar, en parte, la estética cinematográfica.
Javier Torre, un director de generación posterior, indaga en su film “Un Amor de Borges” (2000), la relación de la escritora Estela Canto con Borges, en el marco del peronismo, basado en la novela de Estela, o sea desde la perspectiva de ella, pero descubre algo más.
Javier Torre me contaba que cuando empezó a filmar la historia, descubrió lo mucho que Borges ha marcado a los artistas y cineastas argentinos y como ese mundo borgiano se extiende a un ámbito universal.
Actualmente, Borges, vuelve a ser tema de interés para algunos directores argentinos, en una re-lectura que vincula el cine, la literatura y la Argentina.
En la película “El amor y el Espanto”, del director Juan Carlos Desanzo, que se filmó a comienzos del milenio, esta revisión histórico-literaria toma especial significación. El tema de ficción “El Aleph”, fue retomado en cortos en 1999 por Richie Ercolado y en 2011, por Carpincho.
Borges, asume un papel simbólico, es el personaje y es el escritor que se pregunta por el destino sudamericano, por el devenir de la patria, por el devenir del hombre.
Aunque Borges considerara que eran dos mundos muy distintos la literatura y el cine, sus cuentos logran una especial atracción en los cineastas, alguna alianza se trenza entre el lenguaje fílmico y la literatura borgiana, siendo Borges, protagonista de su obra.
En otras ocasiones hablamos de cine o de películas que se estaban estrenando, o de otros temas; unos años después, me encontré con Borges en México, cuando le dieron el Premio Alfonso Reyes, y volví a encontrarlo unos días antes de partir a Ginebra a morir, pero nunca como en esa ocasión, en el departamento de Maipú, donde tuve esa conversación tan particular. Al irme, ese día, me preguntó si era feliz actuando.
Le dije: “Como el escritor cuando escribe, me transporto a otro mundo”.
Me sonrió muy complacido, como entendiendo y sintiendo lo que le decía.
Fue un momento muy mágico en mi vida.
Borges, el personaje, el escritor, el maestro.
Conocida artísticamente como Adrianita es periodista y actriz de cine, radio y teatro que nació en Argentina, país en el cual cuando era niña realizó su carrera como actriz.
En 1950 fue seleccionada para trabajar en la obra Un angelito diabólico en el Teatro Astral y en 1952 debutó en cine La melodía perdida, por la que fue galardonada por "destacada labor infantil" con una mención especial de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de la Argentina.
En 1953 se destacó en el policial La niña del gato, actuación por la cual recibió el Cóndor de Plata a la mejor actriz de reparto otorgado por la Asociación de Cronistas Cinematográficos de la Argentina y en 1955 retornó al teatro para interpretar el demoníaco personaje de La mala semilla. Ya adolescente finalizó su carrera en el cine con El primer beso y Mientras haya un circo, ambas de 1958, si bien retornó brevemente para un doblaje de El ojo que espía (1966).
En 1967 participó en la representación de la obra Así es la vida de Arnaldo Malfatti y Nicolás de las Llanderas, dirigida por Pedro Escudero en el teatro Astral en un elenco en el que además figuraban Vicente Ariño, Ricardo Bauleo, Rey Charol, María Esther Gamas, Beto Gianola, Juan Carlos Lima, Mecha Ortiz, Angélica López Gamio, Eddie Pequenino, Delma Ricci, Jorge de la Riestra, Luis Sandrini, Perla Santalla, Héctor Sturman, con escenografía de Raúl Soldi.
En 1968 trabajó junto a Catalina Speroni, Cristina Murta, Antonio Martiánez, Leonor Benedetto, Héctor Biuchet, Ivonne Fournery y José María Vilches en la obra de Juan Ruiz de Alarcón, La verdad sospechosa, dirigida por Manuel Benítez Sánchez Cortés con escenografía de Saulo Benavente en el Museo de Arte Español Enrique Larreta.
Trabajó en Radio El Mundo en 1954 y 1955 junto a Osvaldo Canónico y Elcira Olivera Garcés en el programa ¡Qué mundo de juguete!, con libretos de Abel Santa Cruz.
Retirada de la actuación se radicó en Estados Unidos para trabajar de periodista.