Breve adiós a mi padre (fragmento)

1 febrero, 2023

Presentamos un fragmento de la novela Breve adiós a mi padre (México: Narratio 2022) del escritor nicaragüense César Andrés Zeledón.


Sueño.

Y otra vez es el inicio. Otra vez todo se va a la mierda.

Tengo nueve o diez años, mi mama a menudo llega tarde del trabajo, a las siete. Mi padre pasa el día entero en el patio de la casa, en su taller. Los vecinos le dan a reparar sus sillas o puertas, algunos le piden mesas, palos de lampazo, carritos de madera para los niños, y todo tipo de encargos. Él también elabora artículos por cuenta propia y los vende a una tienda ubicada en el centro de la ciudad, por la Catedral, o los ubica estratégicamente al frente de casa junto al rótulo de letras amarillas y torcidas que dice Carpintería. Mi mama deja la comida hecha y la casa limpia siempre. Nos va a dejar, a mi hermana y a mí, al colegio todos los días, vamos agarrados de la mano por la calle. En la parada que queda más cerca, ella toma el bus a su trabajo, una clínica privada en la que se encarga del aseo. Mi padre, entonces, es para mí muchas cosas: una ausencia la mayor parte del tiempo, un hombre que a veces golpea a mi mama y otras veces es el grandioso mago que crea, de rudimentarias tablas y troncos, cosas como muebles y juguetes. También es la persona, después de mi madre, a la que recurro cada vez que me siento indefenso. A él, por ejemplo, fue a quien le conté que Chico Playo, un compañero del colegio, me había amenazado con esperarme a la salida de clases al día siguiente para «turquearme», una palabra que no me gusta pronunciar. Ese día mi padre estaba esperándome en su bicicleta a la salida del colegio y cuando vio a este niño le dijo que no se metiera conmigo si no quería problemas con él. Aunque ese día me sentí muy feliz por ver a mi padre, siempre pienso que mi padre no me quiere, o al menos, si me quiere no me quiere tanto como mi mama. En mis cumpleaños y los de mi hermana, por ejemplo, siempre se va a celebrar con sus amigos, lo cual me parece raro. En su cumpleaños pasado mi mama compró un pequeño pastel y terminamos comiéndolo Sofía y yo únicamente, ella no quiso probarlo. Ese día la escuché llorar en el baño, pero no le conté a nadie sobre eso. En la madrugada mi padre nos despertó porque parecía que tumbaría la puerta. Se puso mal, dijo mi mama. Ella siempre dice esto cada vez que mi padre regresa de jugar béisbol o de ver a sus amigos. «Ponerse mal» significa que hace cosas que, por lo general, no hace ningún padre, o al menos eso creo yo. A veces es divertido verlo, pero otras, da miedo. Sobre todo, cuando se enoja y mi mama y él se gritan y pelean. Un día de estos él puso sus manos en el cuello de mi mama y empezó a hacer fuerza. Estoy casi seguro de haber visto esa vez a mi mama flotar por primera vez en mi vida, sus pies no estaban tocando el suelo. Estoy seguro que no lo tocaban. Luego llevaron a mi padre al hospital, porque mi mama le hirió la mano con un cuchillo. Yo vi la sangre. Pero si le comento todo esto a Sofía, ella no dice nada, o bueno sí, la otra vez me preguntó si yo era imbécil, luego se fue corriendo hacia el patio. 

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Managua, 1999. Escritor nicaragüense. Fue alumno del diplomado laboratoriodenovela 2018 en Nicaragua, donde culminó el borrador de Breve adiós a mi padre, su primera novela, ahora publicada por Narratio. Ha escrito y publicado cuentos en diversas revistas. Fue cofundador y editor de la revista literaria Les Escribidores, actualmente es miembro del consejo editor de Tacna Editorial.

Créditos de la foto: Daniela Mendoza