Carlos Fuentes, visto por Armando Morales
Carlos Fuentes, visto por Armando Morales

Carlos Fuentes, el cine desde sus ensayos

11 octubre, 2021

En 1989, como se sabe, Carlos Fuentes tuvo su primer y único debut en Hollywood a la mano del director Luis Puenzo con la adaptación del bestseller Gringo viejo (1986), la cual, más allá de un intento de enaltecer el folclore de la Revolución Mexicana, tiende a entorpecer el devenir de la adaptación cinematográfica de la narrativa latinoamericana en el mainstream hollywoodense, en especial con aquellos alineados al boom. No obstante, a partir de dicha adaptación comienza una especie de internacionalización que Carlos Fuentes cultivó desde los años ochenta y que venía labrando desde muy temprana edad. De igual manera, como es sabido, la relación de Fuentes con el cine y el folclore mexicano es algo que se encuentra delineado en su trabajo ensayístico1; mismo lugar donde se encuentra una temprana incepción de la relación entre una cosmogonía simbólica en torno a México y su vecino al norte que se percibe en su novela Gringo Viejo que ambiciona reflejarse en el tributo fílmico de Luis Puenzo. Entre estos dos puntos se encuentra un público al que se le da una versión melosa del texto original marcado en un flop fílmico en la carrera del muy estudiado Carlos Fuentes.

La incepción fílmica anglo-mexicana de Carlos Fuentes tiene un inicio, según él mismo, a temprana edad. Fuentes, hijo del diplomático Rafael Fuentes Boettiger, pasa gran parte de su niñez viajando, conociendo y reconociendo diferentes lugares. Lugares como Washington D.C. donde vivió su niñez junto a su padre durante los años 30. Ahora bien, Fuentes iba a recordar esta etapa de su vida en una escuela pública norteamericana como “un cambio radical” (Lemus 304). En esa escuela pública donde los chicos le darían la espalda tras acusarlo de compaginar con las creencias del presidente Lázaro Cárdenas y de ser “comunista” (Lemus 304). A pesar de estos percances infantiles, Fuentes disfrutaba volver a México todos los veranos a estudiar y a visitar a sus dos abuelas. Desde esa infancia es que el escritor atribuye su necesidad de mediar la comunicación entre ambos países:  

[E]ra, sin embargo, un mexicano que conocía suficientemente a los Estados Unidos como para intentar siempre una comunicación con el pueblo de ese país. Emplear las tribunas de los Estados Unidos, que tanto nos importan, para dar a conocer nuestra posición, nuestras ideas, y para que no haya una ruptura de comunicación, que a veces puede ser fatal para ambas partes. De manera que mi relación con los Estados Unidos viene de ese origen infantil. (Lemus 304)

Claro está que el escritor desde esa corta edad ha ido en busca de una plataforma internacional. Plataforma que le permitiría abogar —en muchas ocasiones— a favor de América Latina. 

Esa plataforma internacional no es cosa nueva en Fuentes, él ya había experimentado en años previos la búsqueda de un lugar que le permitiera comunicarse con el resto del mundo, internacionalizarse. Por ejemplo, habría que recordar de esa experiencia temprana donde el escritor pasa su juventud entre Chile y Argentina (Williams 7). Además, fue en Chile que el escritor decide su vocación de ser escritor en castellano tras hacer la reflexión de que en el idioma inglés ya existían demasiados y suficientes escritores. Internacionalizarse parece un constante en la vida del escritor, pues Fuentes estudió en Buenos Aires tras dejar atrás su periodo formativo básico en la Cambridge School y en la Grange School2 en Chile (Williams 8). Ahora bien, Fuentes para 1945 vuelve a México pues para entonces ya no toleraba el sistema de educación en la Argentina (Lemus 305). Al vivir en el México de los años 40, periodo que inspira su novela La región más transparente (1958), viaja a Europa en busca de “disciplina” que culpa a su formación “calvinista” norteamericana (Lemus 307).  En esos años en México es que comienza su vida entre algunos intelectuales, ya sea en tertulias en su casa de la Colonia Roma o en sus charlas con el viejo amigo de la familia, Alfonso Reyes. Dicho escritor mexicano sería durante años mentor de Carlos Fuentes y Sergio Pitol (Williams 15). 

Para entender el camino que toma Carlos Fuentes desde esa juventud en formación al intelectual que se caracteriza y se establece como miembro del grupo Medio Siglo, hay que entender y estudiar dos textos de ensayos que reflejan gran parte de su vida. En primer lugar, hay que revisar la colección de ensayos que se compilan bajo el nombre Myself With Others (1988) y que se publica un año antes del estreno de Old Gringo (1989). En esa segunda parte de los 80’s la figura de Carlos Fuentes fue bastante reconocida en ambientes internacionales. Ambientes que aparecen en sus ensayos que son tanto biográficos como lo son parte de su poética narrativa. Asimismo, hay que hacer un trabajo similar con otra colección de ensayos que coincide con el año en que Carlos Fuentes muere, Personas (2012). Texto en el que se percibe parte de la internacionalización de Carlos Fuentes en torno a su novela Gringo viejo (1985) que más tarde aparecería interpretada por Jane Fonda, Gregory Peck y Jimmy Smiths.

Fuentes, los otros, ellos…

La colección de ensayos Myself With Others (1990) se divide en tres secciones que Fuentes titula “Myself”, “Others” y “We”, sucesivamente. El libro, que en gran parte emplea un tono anecdótico, tiende a ser un recuento de su vida, una biografía en torno a escritores, intelectuales, filósofos, profesores y demás. Conjuntamente, en el texto aparece gran parte del génesis de algunas de sus novelas. Carlos Fuentes se muestra, entonces, como un escritor que convive con productores culturales a un nivel global sin limitarse a solamente hacerlo en México. Pareciera que los recuerdos no solamente lo llevaron a meticulosamente enlistar su camino a esa visión internacional, sino que se dibuja como un personaje con interesantes vivencias. Una de ellas es en la que Fuentes recrea su labor como prosista, que atinadamente titula “How I Started to Write” (Myself 3-27). Al mejor estilo novelesco de Fuentes es que ofrece una aclaración a su biografía que lo pone a compartir fechas con ciertos personajes ahora canónicos:

I was born on November 11, 1928, under the sign I would have chosen, Scorpio, and on a date shared with Dostoevsky, Crommelynck, and Vonnegut. My mother was rushed from a steaming-hot movie house in those days before Colonel Buendía took his son to discover ice in the tropics. She was seeing King Vidor’s version of La Bohème with John Gilbert and Lillian Gish. (3)

En un solo párrafo Fuentes ha presentado sus grandes pasiones: el cine, la novela y conocer de cerca las obras de sus contemporáneos y a los creadores en un nivel personal. Estos temas se verán con mayor detalle en el transcurso de sus ensayos en los dos libros mencionados con anterioridad. Fuentes muestra al cine como una de las obsesiones que compartía con su padre, que de joven quiso ser actor, pero el abuelo de Carlos Fuentes no se le permitió. 

La biografía que retoma Fuentes precisa su lugar de nacimiento, Ciudad Panamá, ciudad donde su padre comenzaba su carrera de diplomático. Esta primera anécdota lleva al escritor mexicano imaginar su nacimiento y agregar personajes que solo él pudo haber inventado. Tejer las historias de su padre, México y las ficciones populares de los años 30 solo podrían aparecer de esa manera en las páginas de Carlos Fuentes. Su relato de su estancia en Washington lo relata como una nostalgia agridulce. Por un lado, vemos al Fuentes niño que se siente como el único mexicano que “prefer[s] grits to guacamole” (7). En cambio, Fuentes describe su época en el colegio, después que en México nacionalizara el petróleo, mediante el rechazo por parte de sus compañeros: “Cold shoulders, aggressive stares, epithets, and sometimes blows. Children know how to be cruel, and the cruelty of their elders is the surest residue of the malaise the young feel toward things strange” (7). Los dos episodios son contados con una nostalgia lejana. Tan lejana como la memoria que comparte sobre sus primeros acercamientos a la escritura y su primera novela que escribe en Chile a la par del ahora filósofo Roberto Torretti (10). Los recuerdos de Fuentes no solo lo llevan a recordar a Torrentti sino que le recuerdan la interacción con escritores desde temprana edad: 

Alfonso Reyes no solo sería su compañero de juegos en la niñez, sino que más tarde se convertiría en su mentor. Según el relato, el joven Fuentes estaba en camino a ser el próximo gran escritor mexicano. Escritor que muestra su poética en estas páginas mientras recuerda su acercamiento a una vida de letras: 

My first contact with literature was sitting on the knees of Alfonso Reyes when the Mexican writer was ambassador to Brazil in the earlier thirties. Reyes had brought the Spanish Classics back to life for us; he had written the most superb books on Greece; he was the most lucid of literary theoreticians; in fact, he had translated all of Western culture into Latin American terms. (Myself 18)

I wrote with urgency because my absence became a destiny, yet a shared destiny: that of my own body as a young man, that of the old body of my country, and that of the problematic an insomniac body of my language. I could, perhaps, identify the former without too much trouble: Mexico and myself.” (Myself 18)

El recuerdo que Fuentes tiene de México y su novela aparece en varios pasajes. Como el recuerdo de su adolescencia entre cantinas, burdeles, clubes para caballeros, y discotecas dónde el bolero se cantaba y se bailaba mientras intentaba adentrarse en las lecturas de D. H. Lawrence, Aldous Huxley, James Joyce, André Gide, T. S. Eliot, Tomas Mann. Fuentes iba a recordar dicho telón de fondo mexicano como escenario para La región más transparente y, mismo que, según Fuentes, sucede de igual forma con Salvador Elizondo y su Farabeuf o Crónica de un instante (Myself 21). 

Para Fuentes, sus recuerdos y vivencias con escritores, ahora bastante conocidos y estudiados, son parte de lo que Jean Bourdeou entendió como capital cultural. En los ensayos de Fuentes se puede percibir la aproximación con sus contemporáneos con equitativa o mayor acumulo de capital cultural. Uno de esos personajes culturales con tal capital cultural es el poeta y ensayista Octavio Paz:

In 1950 I went to Europe to do graduate work in international law at the University of Geneva. Octavio Paz had just published two books that had changed the face of Mexican literature, Libertad Bajo Palabra and El Laberinto de la Soledad. My friends and I had read those books aloud in Mexico, dazzled by a poetics that managed simultaneously to renew our language from within and to connect it to the language of the world. (Myself 21-2) 

Carlos Fuentes conocía y sabía reconocer a los autores que cargaban con un gran bagaje cultural en México ya que los estudiaba y discutía a la par de sus contemporáneos. El futuro de las letras ya estaba escrito, solo era asunto de seguir sus pasos. Esos pasos se solidifican en lo que para Fuentes y para su generación era una constante preocupación: “For my generation in Mexico, the problem did not consist in discovering our modernity but in discovering our tradition” (Myself 23). Los círculos literarios, en México, parecían estar muy cerrados y, de algún modo decirlo, centralizados en el Distrito Federal. Alfonso Reyes y Octavio Paz parecían ser de los pocos que relucían en un ámbito internacional, y Fuentes, esto lo tenía muy en cuenta:

To be a writer in Mexico in the fifties, you had to be with Alfonso Reyes and with Octavio Paz in the assertion that Mexico was not an isolated, virginal province but very much part of the human race and its cultural tradition; we were all, for good or evil, contemporary with all men and women. (Myself 23)

Fuentes, entonces, había decidido caminar la línea de cierto tipo de escritores: el escritor internacional. Este rasgo lo demuestra una frase muy al final de su primer capítulo:

Neruda, Reyes, Paz; Washington, Santiago de Chile, Buenos Aires, México City, Paris, Geneva; Cervantes, Balzac, Rimbaud, Thomas Mann: only with all the shared languages, those of my places and friends and masters, was I able to approach the fire of literature and as kit for a few sparks. (Myself 27)

Así, Fuentes se dirige al mundo de las letras, a seguir la cosecha de más capital cultural para llegar a ser no sólo otro escritor mexicano, sino a internacionalizarse, y universalizarse, si así se permite.

El segundo capítulo del libro es donde revela parte de cómo escribe un libro que acertadamente Fuentes titula “How I Wrote One of My Books”. Para llegar a una explicación de su premisa hace una sutil transición de su etapa formativa a su vida de escritor gracias al uso del mismo tono anecdótico con el que comenzó el libro. Este tono le permite añadir una historia de amor en el verano del 61 en la capital francesa que no es otra cosa sino un guiño a su la novela Aura (1962). Guiño hacia una mujer extraña que lo lleva a los versos de Francisco de Quevedo. Que según Fuentes, “the true author of Aura is Quevedo” (Myself 30). 

No solo el poeta español fue autor de la novelle de Fuentes. Este va en busca de otras influencias ya que según él “the book was written—it always was, it always is—by others” (Myself 31). Con lo anterior en mente, Fuentes recuerda que a la par de su amigo Julio Cortázar iban en busca de nuevas influencias, que Fuentes encuentra en las carteleras de París:  

I went to see a picture that all my friends, but especially Julio Cortázar, were raving about: Ugetsu Monogatari: The Tales of the Pale Moon After the Rain, by the Japanese filmmaker Kenji Mizoguchi. I was carrying around with me the first feverish pages of Aura, written in that café near the Champs-Elysées as I let my breakfast of coffee and croissants grow cold and forgot the headlines of the morning Figaro. (Myself 32)

Más tarde, en una entrevista con su esposa Silvia Lemus, Fuentes iba a recordar esa influencia que la literatura y el cine de oriente tuvo en su escritura. Ahí fue que encontró el tema de “la mujer que recobra su juventud” (Lemus 311). Tema principal de Aura, libro que es muchos libros. 

La segunda parte del libro de ensayos Fuentes cubre con seis ensayos a personajes, y amigos, que para él significaron gran influencia en su escritura y en su vida en las letras. En primer lugar, dedica el primer ensayo a Cervantes, “Cervantes, or The Critique or Reading”; El segundo, “Two Centuries of Diderot”; El tercero, “Gogol”; El cuarto, “Luis Buñuel and the Cinema of Freedom; El quinto, “Borges in Action”; El sexto, “The other K”; y, el séptimo y último de la sección, “Gabriel García Márquez and the Invention of America” (Myself 73). Los ensayos, todos con aporte interesante a cada personaje reflejan el aprecio de Fuentes hacia los autores representados en esas páginas. Por motivos de espacio, valdría la pena visitar las memorias de Fuentes ante sus contemporáneos Luis Buñuel, Jorge L. Borges, Milan Kundera y Gabriel García Márquez.

Bueñuel y la pasión del cine

El cine, como se mencionó anteriormente, fue parte importante en la vida de Fuentes. En Myself With Others le dedica parte importante a su amigo cineasta Luis Buñuel. Buñuel, creador del filme surrealista El perro andaluz (1928). Filme del que Fuentes utiliza la primera escena para comenzar su ensayo sobre el cineasta. Al hacer esto, el autor nos coloca en el mundo cinematográfico de Buñuel. No pudo elegir otra escena de Buñuel que impactara tanto como lo harían varios de sus filmes. Filmes que Fuentes conocía y que demuestra hacerlo en este ensayo. Ahí, Fuentes lo describe con aliento hagiográfico y enaltece varias de sus obras. Las conoce al punto que se atreve a darnos un acercamiento a ese cine. Fuentes, entonces, nos da la clave, que según él, se encuentra en la palabra desire

“Desire” is the key word for the understanding of the Buñuelian universe. But in him this most human erotic, and earthbound of words achieves an almost mystical tone, as though desire were the sacrament that truly sends men and women on these daring pilgrimages of the psyche and soma where they confront both the dark night of the soul and the bondage of the flesh as though they were accomplishing some sort of priestly mission, a sacerdocium, a sacrifice through movement. (Myself 126)

Fuentes ofrece un acercamiento a los filmes de Buñuel, no sólo guiado por los detalles sino guiado por temas que ve de importancia en el conjunto de los filmes. La clave que observa Fuentes en ellos es el lado oscuro del deseo. Deseo que va desde el “erotic sacredness of lovers” (Myself 132) al “paranoid, masochistic, necrophiliac, and fetishistic priesthoods” (Myself 132). Así va describiendo sus filmes y demuestra su acercamiento a los filmes de Buñuel. Su admiración al lente del español va desde la construcción de las historias hasta su producción. Es en ese catálogo del cineasta español que encuentra el lado oscuro que necesitó para Aura. Fuentes afirma que: “Buñuel makes us see how desire can assume and transfigure incest, sodomy, crime and necrophilia so that the impossible love can take place, at least, in impossibility (133). Fuentes, admira la manera en que Buñuel crea a sus personajes oscuros donde el deseo se transfigura para que el amor imposible tome lugar. Además del deseo, Fuentes encuentra la dialéctica que funciona tanto para Quevedo, para Fuentes y, por tanto, para Buñuel:

The contiguous nature of love and death makes Buñuel reflect that in our world it is easier to die than to love; death, the realm of the impossible, is much more possible than love, the very crux of all possibility. Thus, the demonic characters in Buñuel take on a cloak of evil, since death is the supreme expression of a supreme absence, in order to attain love. Evil is forbidden yet it brings us to the certainty of death. Good is endorsed yet it does not assure the possibility of love. (Myself 135)

Cortázar, alquimista verbal

Carlos Fuentes dedica páginas con elogios a su amigo Julio Cortázar. Amigo que entre Fuentes y el escritor tapatío Emmanuel Carballo publican “Los buenos servicios” y “El perseguidor” en la Revista Mexicana de Literatura (Personas 145). Como es costumbre en los ensayos de Carlos Fuentes, se comienza por elaborar el encuentro con el personaje a partir de las lecturas y se mezcla con la anécdota de cómo llegaron a ser amigos, colegas. Esa amistad y colaboración se muestra cuando Fuentes reconoce a Cortázar por haberle dado el impulso inicial a su carrera literaria. Y en estos ensayos se sabe que en durante esa carrera ambos se carteaban y en las que Fuentes quería romper con el “usted y con el … turrón (Personas 146). Fuentes describe al hombre que conoce desde sus cartas:

Su correspondencia era el hombre entero más ese misterio, esa adivinanza, ese deseo de confirmar que, en efecto, el hombre era tan excelente como sus libros y éstos, tan excelentes como el hombre que los escribía. (Personas 146)  

Las imágenes que había configurado Fuentes al colaborador de la revista Sur no se compaginaban a su imaginación:

El muchacho que salió a recibirme era seguramente el hijo de aquel sombrío colaborador de Sur: un joven desmelenado, pecoso, lampiño, desgarbado, con pantalones de dril y rostro, entonces, de no más de veinte años, animado por una carcajada honda, una mirada verde, inocente, de ojos infinitamente largos y separados y dos cejas sagaces, tejidas entre sí, dispuestas a lanzarle una maldición cervantina a todo el que se atreviese a violar la pureza de su mirada. (147)

La anécdota continúa al mencionar a Aurora Bernárdez, como una “mujer brillante” que formaba con Cortázar una “pareja de alquimistas verbales, magos, carpinteros y escribas, de esos que durante la noche construyen cosas invisibles cuyo trabajo sólo se percibe al amanecer” (Personas 147). La percepción de Carlos Fuentes ante su colega del boom es admirativa al hacer referencia a “[l]a inminencia de formas que esperan ser convocadas por una palabra, un trazo de pincel, una melodía tarareada, un sueño” (Personas 150). Para Fuentes, Cortázar fue capaz de poner “[e]l mundo en una página” (150). Lo llegaría a admirar por su “soberbia presentación”, y a la vez, “humilde pretensión, también” (150).

Los contemporáneos que Fuentes visita en las páginas de Myself With Others y Personas son aquellos que logran un acercamiento intelectual con el autor mexicano. Los que este ensayo logra rescatar fueron los que llaman la atención por ser parte del canon literario actual y cómo Fuentes lo había observado desde épocas tempranas que apenas muchos de estos autores salían a la luz pública con sus textos. Cabe mencionar que dentro de los destacados hay personalidades esperadas e inesperadas. Otras veces hay personajes que resaltan por su ausencia, como es el caso del escritor Mario Vargas Llosa con el que compartió la época dorada del boom.

Al haber encaminado la breve biografía y camino intelectual de Carlos Fuentes es que se da paso para comenzar el curso de internacionalización del escritor mexicano a partir de Gringo viejo (1985).

Carlos Fuentes decepción en la adaptación

La internacionalización de Carlos Fuentes está presente desde el comienzo de su carrera literaria. En sus ensayos, Myself With Others y Personas, él recuerda esos primeros años en los que se expone al mundo de la literatura y cómo llega a un ámbito internacional. Fuentes no se limita a quedarse en un solo país sino apuesta al mundo literario del exterior. Fuentes siempre tuvo su mirada hacia otras plataformas, en especial en aquellas que lo expusieran a importantes ejes culturales en el mundo como es el caso de Nueva York y París por mencionar algunos. Además, sabemos que eligió de antemano escribir en español pues, según Fuentes, el idioma inglés no necesitaba otro escritor y la literatura en castellano tenía varios vacíos literarios. 

La carrera de Carlos Fuentes comienza, podría decirse, en la Ciudad de México alrededor de los años 50. Si revisamos su cronología llama la atención que años más tarde (1957) Fuentes llegaría a fundar y dirigir el Departamento de Relaciones Culturales de la Secretaría de Relaciones Exteriores (Hernández 303). Además, Fuentes así comienza la búsqueda de las plataformas internacionales de las que tanto alude en sus ensayos. 

Por consiguiente, en su cronología resalta el año 1960 donde aparece la primera traducción al inglés de su novela La región más transparente (Where the air is clear). Más adelante, en 1965 sale un texto de corte político en la sección “Letters to the editor” del New York Times bajo el título “Mexican Novelist Assails Intervention”. Fuentes seguirá escribiendo y apareciendo en el diario con más frecuencia a partir del año 73. Entre esa colección de textos aparecen diferentes tipos de escritura. Oscilan entre reseñas de libros y filmes además de opiniones sobre política nacional e internacional. Carlos Fuentes aparecerá con más colaboraciones directas o en artículos escritos acerca del escritor a pesar de su anexión política tan incómoda para los Estados Unidos. 

La aparición del nombre de Carlos Fuentes llega a un punto bastante alto entre el periodo 1981 y 1990. Periodo que calza con la publicación de la novela Gringo viejo (1985) y la película Old Gringo (1988). Más adelante se resaltarán algunos ensayos que se publican en el diario para ver algunos ejemplos del proceso de internacionalización de Carlos Fuentes hasta ese punto y la baja de interés en épocas posteriores.

Además de los records de los diarios norteamericanos y con motivo de análisis en torno la internacionalización de Carlos Fuentes se tomará el trabajo hecho por el crítico Joaquín Roy “Génesis y evolución de Gringo viejo”. En dicho estudio Joaquín Roy hace una distinción entre la vida de Ambrose Bierce, la ficción que creada por Fuentes y finaliza con su distinción de la producción fílmica. Joaquín Roy lo explica de la siguiente manera:

La novela tiene tres protagonistas: un viejo periodista norteamericano, una maestra de la ciudad de Washington que va a México contratada para educar a los hijos de unos terratenientes, y a un general revolucionario en el bando de Pancho Villa. La figura del periodista está basada en la vida de Ambrose Bierce (1842-1914?), escritor norteamericano que desaparecieron en 1913 tras cruzar la frontera con México. La maestra norteamericana, Harriet Winslow, 31 años, es ficticia, figura simbólica de la conciencia norteamericana. El general mexicano podría ser cualquiera de los líderes combatientes a las órdenes de Villa. (Roy 63)

Las distinciones que hace Roy ponen en un solo plano la historia de Ambrose Bierce y provee datos importantes hacia la publicación del texto. En el mismo ensayo Fuentes recuerda la producción del filme Old Gringo:

Desde hace muchos años, yo traía cargando una novela sobre Ambrose Bierce, el cuentista de la guerra civil, el espléndido autor de cuentos de fantasmas parricidas, el periodista denunciador al servicio del más denunciable de los tycoons, William Randolph Hearst, el modelo de Citizen Kane, de Welles. De cómo el autor de El diccionario del diablo perdió en un año hijos, esposa, familia, y decidió tomar su propia vida, pero sin violar su irónica conciencia cristiana. De cómo Bierce se internó en 1915 en Chihuahua, dejando escrito: “Ser un gringo en México: esto es eutanasia.” (Fuentes en Roy 70)

Carlos Fuentes encuentra en el cuentista norteamericano un personaje que necesitaría la última parte de su historia escrita a manos de un autor mexicano. Fuentes recuerda parte de la trayectoria hacia la filmación de la película de la siguiente manera:

Hace tres años me reuní con Jane fonda y su marido, Tom Hayden, en su rancho, en las alturas de Santa Barbara, en busca de un tema para una película. Ofrecí mi novelita sobre Bierce, Gringo viejo, y hoy estamos preparando el guion… (Fuentes en Roy 70) 

El filme, al parecer, recibió bastante crítica desde su producción. Por ejemplo, Los Angeles Times apunta el elevado costo de la producción que fue aproximadamente 24 millones de dólares. En el mismo artículo publicado en abril del 88 llama la atención en que la producción gastaría entre 8 y 10 millones en ganancias a México entre contratos de extras y trabajadores de construcción (Barrios). El artículo no parece ser favorecedor hacia Carlos Fuentes o hacia la producción cinematográfica.

En cuanto a la aceptación en carteleras parece compaginar con la crítica del filme. El diario New York Times publica un texto que cubre la recepción de Old Gringo:

The Carlos Fuentes novel on which the script was based offered a story full of passion, both political and erotic, and intelligence. […] The movie was booed when it was shown at the Cannes film festival earlier this year. Response from critics has largely been lukewarm, and while the movie going public’s final verdict is not yet in, the rocky road the film has traversed has been a source of frustration to those who had high hopes for it. (Rohter)

Aunque Rohter parece diferenciar la calidad de la novela, resalta que la producción a cargo de Luis Puenzo falla y es humillada en Cannes. La recepción de la película va de la mano con lo que muestran las ganancias de Old Gringo. El filme gastó más de 20 millones de dólares en producción y sólo recuperó 1.1 millones durante la semana de estreno.  

En este ensayo se ha estudiado y discutido la carrera formativa y profesional de Carlos Fuentes como escritor desde los años 50 hasta finalizar los años 80. Igualmente, se ha analizado el proceso de internacionalización de su obra. A manera de cierre, entonces, se puede concluir que la carrera literaria de Carlos Fuentes fue tanto internacional como prolífica gracias a sus obras literarias, traducciones, posturas políticas; así como su carrera como intelectual público cercano al ávido estudio, análisis y comprensión de los ejes culturales del mundo y su producción. Ahora bien, por motivos fuera de su control, Fuentes no pudo gozar de una carrera fílmica exitosa. Sin embargo, ese mismo fracaso fílmico dio de qué hablar en los más reconocidos periódicos del mundo para dialogar, conocer y estudiar a Carlos Fuentes a perpetuidad. El resto —como bien dijo Fuentes—es ficción (Gringo viejo 189).

Bibliografía

  • Barrios, Gregg. “‘Old Gringo’: Romance, Revolution, Sex, Passion.” Los Angeles Times (1923-Current File): 20-27. April 24 1988.
  • Bourdieu, Pierre. La distinción. Criterio y bases sociales del gusto. México: Taurus, 1979.
  • Brunner, José Joaquín. “La cultura occidental: una visión desde la periferia”. América Latina cultura y modernidad. México: Conaculta, 1992.
  • Fuentes, Carlos. Aura. Bilingual edition. New York: Noonday Press, 1995.
    • Gringo viejo. México: Fondo de Cultura Económica, 1985. 
    • “Letters to the Editor.” New York Times (1923-Current file): May 29, 1965. 
    • Myself With Others: Selected Essays. New York: Farrar, Straus y Giroux, 1988. 
    • Personas. México: Alfaguara, 2012.
  • Hernández, Jorge F. Carlos Fuentes, Territorios del tiempo: Antología de entrevistas. México: Fondo de Cultura Económica, 1999. 
  • Lemus, Silvia. Tratos y retratos. México, D.F.: Fondo de Cultura Económica USA, 2013. 
  • Rohter, Larry. “Why the Road Turned Rocky for ‘Old Gringo‘.” New York Times (1923-Current file): 2. Oct 22 1989. ProQuest. Web. 14 July 2015.
  • Roy, Joaquín. “Génesis y evolución de Gringo Viejo.” War and Revolution in Hispanic Literature. Eds. Roy Boland, Alun Kenwood y Gonzalo Zaragoza. Voz Hispánica, 1990. 63-77.
  • Williams, Raymond L. The Writings of Carlos Fuentes. Austin: U of Texas P, 1996. 

Notas

  • 1 En particular en su colección de ensayos Myself With Others (1988) y Personas (2012).
  • 2 Según recalca Raymond L. Williams el colegio de Grange fue fundado en 1936 por John Jackson, chileno de origen británico. La preparatoria, localizada al norte de Santiago, era la escuela de la clase alta chilena, diplomáticos y hombres de negocios extranjeros. Dos de los requisitos para admisión eran tener comprensión del idioma inglés y mostrar la capacidad de poder pagar la colegiatura. (9)
  • 3 Si Fuentes se refiere a Fernand Crommelynck, la fecha es erronea. El dramatista belga tiene como fecha de nacimiento el 19 de noviembre de 1886 y no el 11 como lo recuerda Fuentes.
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