
Carta dirigida al Sr. Mutt
1 junio, 2025
Carta1 sin fecha
Traducido del original en inglés por Wilbert E. Osorno
Estimado Sr. Mutt2:
Acabo de leer sobre su fuente y no quise perder esta oportunidad para escribirle. Me parece un esfuerzo admirable: hace mucho que Occidente ha olvidado estos objetos3. Era necesario —y apremiante— que alguien los volviera a traer bajo la luz.
Es verdad que la belleza siempre ha estado en el mundo, en las cosas de todos los días; sin embargo, me gustaría hacerle algunas observaciones —sólo si usted me lo permite—.
Su gesto probablemente haya sido el indicado: ¿de qué otra forma se pudo haber llamado la atención de la crítica, tan ciega ante la verdad y la belleza? A pesar de ello, es importante no caer en malentendidos: el público podría creer que su fuente sólo es bella ante los ojos. Me parece equivocado pensar que sólo podemos acceder a la belleza a través de la contemplación; que al mundo de lo bello sólo entramos por la puerta de ciertos sentidos. Los objetos de la vida diaria son diferentes: su forma obedece a necesidades concretas y su belleza proviene de la capacidad para satisfacerlas. Esto no significa que sean “simples cosas”, “instrumentos”, sino todo lo contrario: son parte fundamental de nuestra vida, comparten con nosotros su tejido íntimo. ¿Qué nos impide pensar que tengan alma?
También quisiera hacerle notar que los objetos de hoy no son los mismos que los de antes. Con esto no sólo quiero decir que algunos se han vuelto obsoletos y otros han ocupado su lugar, sino que su más profunda esencia ha sufrido graves afectaciones. El hombre moderno despierta y encuentra un mundo empobrecido, empezando por los objetos que lo rodean. Esto se debe a que ya no existen objetos cotidianos, sino tan sólo mercancías. Hemos acabado con ellos a través de nuestro mercado, nuestra sociedad obsesionada con las ganancias e insensible ante todo lo que posea el signo del espíritu. Pero las cosas no siempre fueron así. El objeto cotidiano era la encarnación de la naturaleza; todo —el uso, los materiales, la técnica— se convenía perfectamente. La más modesta vasija era la manifestación de la vida y mentalidad de los pueblos. Un hombre común podía encontrarse en cualquiera de sus objetos, imbuidos naturalmente de sentido y belleza. Hoy en día, ¿qué reflejo nos devuelve un tazón de plástico, compuesto por colores estridentes y figuras caprichosas?
Espero que no tome a mal ninguno de mis comentarios. Estoy seguro de que sus próximas obras contribuirán al respeto y admiración que estos objetos siempre han merecido.
Soetsu Yanagi
1 Esta carta fue hallada entre los archivos personales de Yanagi, actualmente a cargo del Museo Japonés de Arte Popular. No hay noticia de que alguna vez haya sido enviada.
2 Richard Mutt fue el pseudónimo utilizado por Marcel Duchamp en la exposición anual de la Sociedad de Artistas Independientes (1917), en la cual presentó un orinal titulado “Fuente”.
3 En el original, Yanagi utiliza la expresión folk craft. En japonés, el neologismo mingei, literalmente artesanía (gei) del pueblo (min). Opté por la traducción “objeto cotidiano” —más cercano al japonés getemono— para evitar la asociación tan generalizada entre la palabra artesanía y la industria cultural.