cine-kgaitan-rlacayo

Cien personajes del cine en Nicaragua. No.2. Rossana Lacayo: Un primer plano tiene mayor intensidad que todo un filme*

1 abril, 2014

La presente es una sección fija de Carátula.net en la que se publicarán semblanzas, entrevistas y (o) artículos sobre cien personajes del cine en Nicaragua. Se podrán encontrar publicaciones no solo sobre personajes nacionales sino también extranjeros que de alguna u otra manera han contribuido a la cinematografía de este país. La dinámica será publicar de forma aleatoria personajes de todos los tiempos del cine en el siglo XX y XXI sin seguir un hilo cronológico para que se puedan encontrar con personas tanto de los inicios del cine como de la actualidad. En cada número de la revista encontraremos un nuevo personaje.

*Parafraseando los primeros versos del poema Detalle, de Alfonso Cortés: “Un trozo azul tiene mayor/intensidad que todo el cielo”.


En junio de 1979 los Estados Unidos se preparaban para iniciar vacaciones de verano. En todas las ciudades las universidades celebraban graduaciones y los estudiantes latinos y de otras partes del mundo regresaban a sus países de origen con títulos y birretes en manos, llenando con sus anécdotas y equipajes las sillas de todos los vuelos existentes. Rossana Lacayo había estudiado en Estados Unidos desde los catorce años, el bachillerato en Madeira School, Virginia, finalizándolo en 1975 y licenciatura en Economía en Duke University, Carolina del Norte, de donde se graduó a mediados de ese mes. Para entonces era una fotógrafa aficionada de veintidós años, admiradora de la revista Life y otras publicaciones de arte y cultura en las que sus portadas resaltaban rostros, fotos que acompañaban perfiles de profundidad, a veces de farándula y otras de documentales investigativos, pero siempre sobre la vida de grandes personalidades. Para ella casi no importaba el tema en estas publicaciones, sino la imagen. Con objetivo de aprendizaje personal recortaba y coleccionaba portadas, anuncios publicitarios o afiches, preferiblemente los que daban más importancia a los detalles, hasta que logró formar un álbum de puros primeros planos de objetos, personas o animales. Los detalles, “las pequeñas cosas” serían cualidades que en un futuro muy próximo definirían su estilo de trabajo fotográfico y cinematográfico.

Economía era una carrera elegida con miras a ejercerla en todas partes menos en Nicaragua, debido a que a esas alturas de la década de los setenta, la economía nacional (bancos y arcas del Estado) y las relaciones internacionales del país estaban colapsadas por la dictadura militar de Anastasio Somoza Debayle. Los estudios de verdadera importancia para una fotógrafa nata (que no pretendía convertirse en profesional, explica en una entrevista), eran los cursos libres sobre fotoperiodismo, documentalismo, técnicas de cámara, uso de luces, química de revelados y tratado de imagen, y por supuesto que eran más apreciadas las herramientas de trabajo como la cámara, los flashes de distintas intensidades, los rollos de películas Kodak que las mismas calculadoras y libros de matemáticas o administración.

Las vacaciones en Nicaragua, además de ser decisivas para su vida personal y profesional, estaban colmadas de tanques militares en las calles, jóvenes revolucionarios sandinistas que desaparecían en las noches y aparecían muertos la siguiente mañana (incluso muchos conocidos suyos), noticias de bombardeos, persecuciones, torturas a presos políticos. Además se desarrollaba la resistencia armada en los diferentes frentes de combate que el Frente Sandinista de Liberación Nacional tenía organizados en distintos puntos del país y más allá de sus fronteras, con apoyo de los comités de solidaridad internacional, especialmente de países latinoamericanos como México, Cuba, Uruguay, Venezuela, Panamá, Costa Rica y Chile. Su primo, Ramiro Lacayo, había huido de Nicaragua, considerado “elemento peligroso” por la Guardia Nacional somocista y se convirtió en fotógrafo del Frente Sur, mientras Rossana Lacayo salía a las calles de Managua a tomar fotografías de todos los acontecimientos históricos, sorteando entre retenes de la Guardia Nacional, barricadas de adoquines o de sacos de arena y restos de llantas quemadas y basuras que quedaban después de las protestas y combates, con el automóvil Mercedes Benz de sus padres (convertido en coche corresponsal de guerra) y todo su equipo de fotografía.

Con el triunfo de la Revolución Popular Sandinista, por medio del Decreto Número 2, firmado a las 9 de la mañana del 20 de julio de 1979 se creó el Instituto Nicaragüense de Cine,  que funcionó sobre la empresa de cine PRODUCINE, S.A., confiscada ese mismo día al camarógrafo y empresario mexicano Felipe Hernández, radicado en Nicaragua desde 1964, instalaciones de la que tomaron posesión el 21 de julio por la tarde. Por intervención de su primo (quien fue nombrado uno de los dirigentes de INCINE) fue contratada por el Ministerio de Cultura para ejercer un amplio cargo de ancho nombre, “Fotógrafa Oficial” del Ministerio, para acompañar al poeta Ernesto Cardenal (nombrado ministro) y a los miembros de la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional en sus viajes al extranjero y en todos los eventos nacionales que tuvieran que ver con cultura, con el objetivo de enviar sus fotografías a la prensa nacional e internacional.

Fue así como, con su poca experiencia (fotoperiodista para un diario local de Virginia, Estados Unidos, actriz en una película experimental de 8 milímetros filmada en Matagalpa, Nicaragua en 1978 y fotógrafa titular de una pequeña exposición también en Virginia) inició su carrera en fotografía.

En 1980, después de algunos viajes a Cuba y Europa como documentalista gráfica no solo haciendo tomas fijas de personalidades nicaragüenses sino de otras de fama internacional, abandonaría su trabajo en el Ministerio de Cultura para incorporarse al Instituto Nicaragüense  de  Cine  (INCINE)  como fotógrafa still y como documentalista para el archivo de fotos que el Instituto pretendía hacer de cada una de las producciones para dejar un testimonio gráfico de todo su trabajo “fuera de cámaras”, y que se utilizaba entonces como material de prensa y divulgación.

Sus primeros años en el Instituto serían importantes para alcanzar la cúspide de sus metas como fotógrafa de producciones cinematográficas porque tuvo la oportunidad de trabajar al lado de cineastas extranjeros conocidos a nivel internacional, quienes gozaban de gran fama y popularidad en esos años, como el chileno Miguel Littin, con quien trabajó en 1982 en el largometraje de ficción Alsino y el cóndor (lo haría también en el siguiente filme nicaragüense de Littin, Sandino, filmado en Nicaragua en 1989), el cineasta cubano Manuel Octavio Gómez, que produjo en Nicaragua su filme El señor presidente (basado en la novela de Miguel Ángel Asturias) compartiendo experiencia con su equipo de producción técnica compuesto por camarógrafos, fotógrafos y actores mexicanos, cubanos y franceses.

1982 fue para Rossana Lacayo el punto de partida en su carrera cinematográfica, además de trabajar con Miguel Littin, muchas de sus fotografías estaban siendo utilizadas en portadas de revistas y periódicos, ganó el entonces prestigioso Premio Nacional de Fotografía, había participado en la producción y la fotografía still de veinte cortometrajes documentales del Instituto (a los que llamaban “noticieros”) y cuatro largometrajes. También inició la investigación y pre-producción de su primera obra de cine, el cortometraje documental de veintiocho minutos Estos sí pasarán, sobre un grupo de retirados norteamericanos que llegaron voluntariamente a Nicaragua a colaborar con el proceso revolucionario en los cortes de café y de algodón. El corto se filmó hasta 1984 y ese mismo año se envió a Canadá a participar en un concurso de cine, se exhibió en muchos teatros canadienses, y ganó el premio Fundación Pía Kakussaios para mujeres cineastas en Estocolmo, Suecia en 1985. Ese mismo año fue aceptado el filme para participar en la 58 edición de la ceremonia de los premios Óscar de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Hollywood. Cuando su carta de aceptación llegó a las oficinas de INCINE (una de las primeras cartas provenientes de grandes festivales de las tantas que llegarían a INCINE en sus dieciséis años de existencia) los empleados del Instituto la tocaron, leyeron y celebraron con gran entusiasmo.

Con el resurgimiento de un cine nacional y la participación de la mujer en todos los procesos de la revolución popular sandinista en INCINE, las mujeres que trabajaban en el campo de producción cinematográfica no eran muchas, pero sí las suficientes para representar un porcentaje de importancia tomando en cuenta el total de realizadores que había en el Instituto. Ellas ejercían cargos de dirección y no solamente eran empleadas como ayudantes o secretarias. Entre ellas estaban Alejandra González, considerada primera editora nicaragüense de cine, que realizó estudios cortos de edición en Cuba, Miriam Loáisiga, editora también quien muchos años después sería la directora de la Cinemateca de Nicaragua, Lilia Alfaro, Mayú Cabezas, Saida Mendieta y Brenda Martínez, encargadas de producción e investigación, Kathy Sevilla, asistente del archivo fílmico, María José Álvarez, primera realizadora del cine nacional, Vilma de la Rocha, administradora del Instituto; Martha Clarissa Hernández, quien en 1984 fue nombrada responsable de la dirección de la Oficina de Proyectos y fue asistente de dirección de varias películas, entre documentales y obras de ficción, Rossana Lacayo como realizadora y directora del Departamento de Video y Loli Galván como co-encargada del área de Comercialización Internacional.

En 1985, como directora del Departamento de Video de INCINE, Rossana comenzó a producir una serie de obras sobre personajes del momento, en esos tiempos cuando la mayoría de realizadores perseguían las temáticas y técnicas del gran cine, ya sea en el campo documental como de ficción. Los temas principales de la época y circunstancias que se vivían trataban sobre el proceso revolucionario (el Instituto era una extensión de comunicación estatal diseñada justamente para la divulgación y propaganda de los acontecimientos de la revolución, manejado desde la Junta de Gobierno), y dar cobertura a los eventos políticos. Los entonces nuevos cineastas, que llegaron al cine desde distintas disciplinas profesionales, aprendieron cinematografía directamente de la escuela cubana y de la mano de Santiago Álvarez. El desarrollo de la técnica cinematográfica obedecía a un estilo neorrealista, muchos veces saliéndose este trabajo de su maqueta de cine de autor para convertirse en verdaderas corresponsalías de guerra, porque no se trataba solo de empleados sino de personas comprometidas que creían en el sentido político de su trabajo artístico.

Sin embargo, la cinematografía de Rossana Lacayo se ocupaba (y se ha ocupado hasta la actualidad) de pequeños temas, objetivos precisos y de maquetación de obras perfiladas al estilo siempre “de autor”, pero con un tipo de trabajo al que se podría calificar de “estilo personal”. Tanto en la fotografía como en el cine se puede observar las mismas técnicas en Rossana, dando importancia al close-up, el primer plano de rostros, resaltando la relevancia de los gestos, frases breves, miradas o acciones de sus personajes. El lenguaje cinematográfico de Rossana en la totalidad de su obra podría considerarse como detallista, siempre cuidando la anchura de una toma, el encuadre de su filmografía, convirtiendo objetos o acciones en protagonistas de la composición narrativa de sus filmes.

Basada en estas principales cualidades, que poco a poco se fueron estableciendo en su trabajo técnico en el cine, inició la filmación del cortometraje Semblanzas de Julio Cortázar en ocasión de la muerte del escritor en febrero de 1985. A este documental le siguió una serie de obras sobre personajes de la cultura nacional como Un secreto para mí sola, filmado en 1987 sobre la vida y obra de la poeta Vidaluz Meneses, ganador del Premio de la Prensa en el XXXI Festival de Documentales y Cine de Animación Leipzig, Alemania, en 1988.  En 1988 dirigió Escuchemos a las mujeres, que aborda el tema de mujeres escritoras y políticas, como las poetas Deysi Zamora y Gioconda Belli. Vida en el amor, corto sobre Ernesto Cardenal, fue realizado el mismo año y resultó ganador del Tercer Premio Coral Carteles de Cine del X Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana, Cuba en 1988. También dirigió los reportajes Leoncio Sáenz y Leonel Vanegas, ambos en 1988.

Durante las décadas de los noventa y dos mil Rossana Lacayo creó algunos cortometrajes documentales y reportajes, pero básicamente estaba retirada de la fotografía y del cine. En 2003 creó su productora Gota Films y en 2004 realizó un largometraje documental sobre la prostitución, Verdades ocultas, de cincuenta y un minutos. 2006 fue el año de su gran inicio al cine de ficción con la producción del cortometraje Brisa nocturna, de treinta minutos, que resultó de un taller que los miembros de la Asociación Nicaragüense de Cinematografía (ANCI) recibieron con el cineasta español Luis Valdivieso. Con el apoyo de Hivos se filmaron tres cortometrajes de ficción más que resultaron ganadores de un financiamiento de cinco mil dólares cada uno.

Brisa Nocturna fue bien recibida por el público nacional, exhibiéndose en diferentes foros universitarios, centros culturales y otras pantallas comerciales, participando en festivales internacionales de cine. Recibió el Premio a la  Mejor Actriz para la protagonista, Elena de Sojo, en el San Francisco Short Film Festival, además el Premio a la Dirección de Arte en el Festival de Cine de Granada, España y el Premio a la Mejor Realización Integral en el Festival de Cine de Bruselas, todos en 2006. El año siguiente, con la misma actriz principal realizó el cortometraje Equivoco, que ganó la Mención de Honor en la VI Bienal de Artes Visuales  Managua, la Mención Especial en el Festival Internacional de Cine de Barcelona, el Premio a la Mejor Actriz en el Golden Gate Fiction & Documentary Festival San Francisco en 2007. El mismo filme en 2008 recibió los premios a la Mejor Edición en el Festival du Cinema de Paris y el Premio a la Dirección de Arte en el Philadelphia Documentary & Fiction Festival. En 2012 realizó su segundo cortometraje experimental de ficción Laberinto, de ocho minutos.

En su trabajo documental de los últimos años la realizadora tiene en su haber como los más representativos los filmes Ycaza, de cuarenta y dos minutos, filmado el 2007, Daysiry, de veinticuatro minutos en 2008, El diálogo permanente en 2008 y de veinticuatro minutos y Festival Internacional de Poesía de veinticuatro minutos en 2008. En esa misma época filmó el documental El valor de las mujeres: La lucha por el derecho a la tierra, de diez minutos, de los pocos documentales nicaragüenses filmados en tres países, Guatemala, Honduras y El Salvador, que muestra la lucha de las mujeres centroamericanas por el derecho a la tierra y a la igualdad de género. Por la fuerza de su tema y su tratamiento este filme ganó el Premio del Público al mejor documental internacional en el festival de cine de LEBU, Chile.

En 2012, volviendo al documental largo, dirigió un documental, también sobre mujeres, pero de la Costa Caribe de Nicaragua al que tituló Pikineras, de sesenta y un minutos. Pikineras ha participado en varios festivales internacionales de cine y fue recibido por buena crítica nacional. En su trabajo como fotógrafa publicó en 2009 la segunda edición de su libro de fotografías Granada, que hace un recorrido por la ciudad de Granada de Nicaragua en doscientas fotografías, en el que se observa su interés en repasar y detenerse en el detalle de los objetivos de su lente, y con tomas más abiertas como planos generales y panorámicas, que hacen con impresionantes colores y brillantez un recorrido por las costumbres de la ciudad, la cotidianidad de sus habitantes y la riqueza de su arquitectura.

Entre los proyectos de Rossana Lacayo se encuentra un largometraje de ficción al que ha titulado Locura transitoria, que podría ser el primero de su carrera cinematográfica, basado en la exitosa novela Quince barrotes de izquierda a derecha de la escritora nicaragüense Rosario Aguilar. Este guión ganó un premio en el Goteborg Film Festival Fund, Suecia en 2006. El proyecto consiste en filmar una película enmarcada en el gran cine, filmada en formato de celuloide de 35 milímetros para ser llevada a las grandes pantallas, pero actualmente se encuentra en proceso de pre-producción y búsqueda de financiamiento.

Con lecturas de algunos borradores del guión de Locura transitoria podemos observar escenas, imágenes y secuencias siempre enmarcadas en el primer plano de su estilo, que como un sello personal se encuentra rápidamente en su obra, para que el lector y el futuro espectador pueda escoger su primer plano propio, esa escena, esa pequeña parte de un gran conjunto que se quedará grabada en su mente y tendrá para sí mismo mayor intensidad que todo el filme.

Comparte en:

Managua, 1980.
Comunicadora social con énfasis en prensa escrita y cuenta con postgrados en periodismo online y en marketing. Como periodista ha sido editora de revistas digitales e impresas como La investigación y Espacio Vital Magazine, jefa de sección literaria y de cultura de periódicos universitarios, articulista de suplementos culturales nicaragüenses como La Prensa Literaria, Nuevo Amanecer Cultural y la sección Voces del diario La Prensa.
Como escritora ha publicado poesía y narrativa breve. Ha recibido premios y reconocimientos interuniversitarios por su trabajo literario y un premio de fotografía. También se ha dedicado a la investigación histórica, la crítica y producción cinematográfica y a la gestión y desarrollo de proyectos y consultorías con organismos como Plan Internacional, CINEX, la UNESCO y el Instituto Nicaragüense de Cultura.

Es miembro de la Asociación Nicaragüense de Escritoras (ANIDE), del Centro Nicaragüense de Escritores (CNE) y de la Junta Directiva de la Fundación para la Cinematografía y la Imagen (FUCINE).

En el año 2012 publicó su libro Cita con Sergio Ramírez. Entrevistas, Artículos, Crónicas (Universidad Autónoma de Nuevo León, Monterrey, México) presentado durante la Feria Internacional del Libro de Guadalajara en noviembre de 2012 con su presencia y la de Ramírez, y posteriormente presentado en la Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería en Ciudad de México en marzo de 2013, y en la Feria Internacional del Libro de Miami de 2013. Además, la obra se encamina a una reedición con Uruk Editores en Costa Rica y traducciones al francés y alemán. Actualmente la autora prepara otros libros de periodismo, historia y narrativa para su pronta publicación.