Cine y revolución, un sueño mexicano

1 abril, 2010

La Revolución Mexicana cumple un siglo este año. Para celebrarlo el extrovertido cineasta serbio Emir Kusturica se encuentra rodando una película titulada provisoriamente Siete amigos de Pancho Villa y la mujer con seis dedos. En este artículo, el crítico Guadi Calvo también indaga sobre la evolución del cine mexicano y el aporte de las nuevas generaciones.


La lluvia sigue cayendo sobre los charcos

Juan Rulfo

La Revolución Mexicana ha sido uno de los acontecimientos con mayor épica y carga dramática de la historia latinoamericana. Los treinta años de la dictadura de Porfirio Díaz dinamitaron lo que se había construido durante el gobierno progresista de Benito Juárez. Durante el Porfiriato se acrecentó aún más la desigualdad social. Los privilegios civiles de la burguesía y extranjeros decretaron la injusticia como norma prioritaria para resolver los desacuerdos entre pobres y ricos, se exacerbo la inequidad, la impunidad de los grandes terratenientes y la pauperización de las enormes mayorías.

El poder político, económico y militar en una alianza de cuño fascista reprimió los sindicatos, a los artistas e intelectuales, precipitando al país entero a una escalada de violencia que terminaría incendiándolo durante siete años (1910-1917) lo que concluyó con una economía desvastada y la perdida de un millón de almas.

En aquella revolución aparecieron dos nuevos elementos de la “modernidad” que se incorporaron con tanta familiaridad a los combates como la artillería o la caballería,  uno fue el tren, el otro el cine, lo que contribuyó al desarrollo posterior de la cinematografía mexicana.

La Revolución Mexicana fue el primer gran acontecimiento histórico en ser documentado íntegramente por el cine. Hasta entonces, nunca se había registrado cinematográficamente un acontecimiento semejante. La Primera Guerra Mundial, iniciada cuando el conflicto mexicano ya llevaba cuatro, fue registrada bajo las normas y estilos impuestos en México.

Los filmes tenían un importante rigor periodístico y para el gran el público comenzó a ser un complemento necesario para terminar la información que los medios tradicionales como los periódicos que le aportaban de manera imprecisa, sesgada o tendenciosa.

Según sostienen algunos historiadores, parte de las campañas de la División Norte, comandada por José Doroteo Arango Arámbula, mejor conocido como Pacho Villa, fueron financiadas por productores estadounidenses a cambio de permitirles filmar las batallas. Incluso hay versiones acerca de que la de Celaya, librada en abril de 1915 y en la que Villa fue derrotado por Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles, fue planteada con un criterio casi coreográfico para que las cámaras pudieran filmar las secuencias más plásticamente.

Los bandos beligerantes contaban con sus propios técnicos a la hora de filmar. Los michoacanos, hermanos Alva, Salvador, Guillermo, Eduardo y Carlos marcharon junto a las tropas de Francisco Madero, a la vez que Jesús Hermenegildo Abitia acompañaba la División del Norte y a los ejércitos de Álvaro Obregón y Venustiano Carranza.

Terminada la gesta revolucionaria, se produjo un largo silencio en la producción cinematográfica mexicana hasta que en 1930, en que comienza la llamada Época de Oro del cine mexicano, surgieron dos géneros que se imponen al resto: La comedia y el drama, donde la revolución siempre rodeaba la trama.

Una serie de película y realizadores surgen en los años treinta con temáticas que se ocupan de la revolución en diferentes aspectos y comienza la construcción de un género al que podríamos denominar “el de la Revolución Mexicana”, algunos estos films son: La sombra de Pancho Villa (1932) de Miguel Contreras; Enemigos (1933) de Chano Urueta; El tesoro de Pancho Villa (1935),  de Arcady Boytler.»La Adelita» (1937) de Raphael Sevilla, La Valentina» (1938) Martín de Lucenay, Los Dorados de Villa  (1939) de Raúl de Anda, Los de abajo (1939) de Chano Urueta y La justicia de Pancho Villa (1940). Guillermo Calles. Pero será la trilogía de Fernando de Fuentes, compuesta por El prisionero 13 (1933),  El compadre Mendoza (1933) y Vámonos con Pancho Villa (1935), la que marca principalmente las leyes del género de la Revolución Mexicana.

El gran director soviético Sergei Einsenstein empujado por la intriga acerca de lo que fue aquella revolución, llega a México en 1930 para realizar ¡Que viva México!, pero este filme nunca se terminó.

La muerte de Einsenstein frustró todo el proyecto y con lo que había filmado el maestro Soviético los realizadores Grigory Alexandrov y Esfir Toback hacen una edición en  1977.

Al finalizar el gobierno del presidente Lázaro Cárdenas en noviembre 1940, el genero de la revolución comienza a envanecerse, y el cine mexicano derivó en el costumbrismo donde la temática revolucionaria si bien no desapareció pasó a un segundo plano; películas dirigidas por Emilio el indio Fernández como Flor Silvestre (1943) Enamorada, (1946) o Vino la Revolución y nos alevantó, (1949) de Juan Bustillo Oro, marcan un poco esa tendencia.

Aunque film como el de Matilde Landeta, que en 1949 realiza su segunda película, La negra Angustias, basada en la novela de Francisco Rojas González. En el film aparece por primera vez uno de los personajes más característicos de la Revolución Mexicana, la soldadera, mujeres que acompañaban a los soldados y los asistían con comida y cuidados en caso de estar heridos y más que muchas veces combatieron hombro a hombro junto a su hombre. El film tiene severas fallas técnicas en el montaje de las escenas de batalla, pero así todo es una buen intento de recordación a las mujeres que acompañaron a los revolucionarios ya que Angustias no es una simple soldadera sino que llega a al grado de coronela.

Durante los años cincuentas Pancho Villa, se convirtió en centro de la miradas de muchos directores y eje de varios films: Pancho Villa vuelve, (1949) de Miguel Contreras Torres con Pedro Armendáriz,  El tesoro de Pancho Villa (1954), El secreto de Pancho Villa (1957) ambas de Rafael Baledón; Así era Pancho Villa (1957) y Pancho Villa y la Valentina (1958) Cuando ¡viva Villa! es la muerte» (1958), estas tres últimas de Ismael Rodríguez.

En la década del cincuenta debuta María Félix como heroína de la revolución en el film de Roberto el ogro Gavaldón en La Escondida a partir de este film La Doña, realizaría varios fimes retratando a la mujer mexicana en la revolución. En 1958 María Félix dirigida por Ismael Rodríguez, protagoniza una soldadera en La Cucaracha, un papel pensado para ella, donde compone a una mujer capaz de dirigir un ejército sólo con el arqueo de sus cejas. Con un elenco de celebridades que incluía a Dolores del Río, Emilio «Indio» Fernández, Pedro Armendáriz, Antonio Aguilar, Ignacio López Tarso.
Juana Gallo (1960) de Miguel Zacarías y en 1962 La bandida y La Valentina(1966) dirigida por Roberto Rodríguez y finalmente en La Generala de Juan Ibáñez.

Otros filmes que abundan sobre la revolución son ¡Viva la soldadera! (1958), Pueblo en armas (1959) los dos de Miguel Contreras Torres; Café Colón (1958) Benito Alazraki; El correo del norte (1960) de Zacarías Gómez Urquiza;  El Centauro del Norte (1961) de Ramón Pereda; La tórtola del Ajusco (1960) de Juan Orol.

Julio Bracho en 1960 retoma el tema y filma La sombra del caudillo, basada en la novela de Martín Luis Guzmán, pero el presidente Adolfo López Mateos censuró el film, lo que la convirtió en una verdadera película maldita en la cinematografía mexicana. El film narra la historia de la sucesión presidencial en los años previos a la institucionalización de la revolución hablamos de los años veinte. Aunque con nombres ficticios los personajes son reconocibles: el caudillo es el general Álvaro Obregón, presidente de México de 1920 a 1924; Jiménez es Plutarco Elías Calles, sucesor de Obregón; Aguirre, una mixtura entre Adolfo de la Huerta y del general Francisco Serrano, asesinado en 1927. La novela publicada en Madrid en 1929 también había sido censurada en su momento, pero para los días en que se filmó La Sombra, habían pasado quince años desde que el último presidente militar y lo narrado en el film ya era parte de la historia mexicana. Durante el rodaje no hubo contratiempos y Bracho tuvo muchas facilidades a la hora de filmar en locaciones como la Cámara de Diputados y el Castillo de Chapultepec. Antes de su prohibición La sombra del Caudillo, recibió premio en el Festival de Karlovy Vary en la antigua Checoslovaquia.

La censura era alentada por un grupo de militares que consideraban que no debían ventilarse cuestiones que comprometían a altos estamentos de las fuerzas armadas, recién fue levantada durante el gobierno de Salinas de Gortari en 1990, lo que impidió que Julio Bracho, muerto en 1978, pudiera ver su film estrenado.

Igual suerte iban a tener algunos otros filmes que reconstruían la Rebelión Cristera (1926-1929) como De todos modos Juan te llamas, (1976) de Marcela Durán o A paso de cojo, de Luis Alcoriza, en 1980.

Con el transcurso de los años y los gobiernos la Revolución Mexicana de diluye y sólo queda en el cine y la literatura mantener vivo el ideal revolucionario, el cine de la Revolución Mexicana, no sólo se ocupa de retratar sus generales, líderes y enfrentamientos, sino que también indaga en el miedo y la confusión de la gente del común quienes fueron las verdaderas victimas de los acontecimientos.

De esta traición a los principios de la revolución da cuenta el argentino Raymundo Glayzer en su memorable documental, prohibido hasta 2007 por las autoridades mexicanas, México, la revolución congelada (1971).El cineasta desaparecido durante la última dictadura argentina en 1976, recorre México durante 1970, acompañando la campaña presidencial de Luis Echeverría. Así patentiza el carácter paternalista y demagógico del P.R.I., a través de entrevistas a los campesinos que denuncian la traición a los principios de la Revolución Mexicana de 1911 y su pésima situación que vivían en los años setenta. Glayzer instala la tesis: de una revolución sin ideología está destinada al fracaso, devorada por los intereses de la burguesía y la burocratización de la historia.

Las nuevas generaciones de cineastas mexicanos también indagan en la gran epopeya del pueblo mexicano que finalmente fue traicionado por los gobierno y retrotrajeron la situación a los años del Porfiriato. Un joven, Paul Leduc filma Red/México-Insurgente (1970), Felipe Cazals Zapata (1970); de Gonzalo Martínez Ortega El principio» (1972) y Longitud de Guerra (1976); Luis Alcoriza filma Las fuerzas vivas en 1975.
Entre Pancho Villa y una mujer desnuda (1994), de Sabina Berman, se ataca por primera vez el machismo y sus mitos tan afín a la cultura mexicana; El corresponsal (1997) de Iván Lipties, sobre un periodista inglés que entrevista a Pancho Villa;  Zapata, el sueño del héroe (2004) de Alfonso Arau. Los muertos que nos dieron vida (2004), de Guillermo Lagunas, los documentales Los rollos perdidos de Pancho Villa (2003) de Gregorio Rocha y Los últimos zapatistas (2002) de Francesco Taboada Tabone.

La Revolución Mexicana, iría a generar aproximadamente 619 títulos, de los cuales 134 son documentales mexicanos y 186 extranjeros; 156 filmes son de ficción nacionales y 143 son extranjeros.

Se espera que para este año, en que la revolución cumple un siglo, el comienzo del rodaje de un film dirigido y escrito por el serbio Emir Kusturica, con Johnny Depp y Salma Hayek, el film provisoriamente se ha titulado Siete amigos de Pancho Villa y la mujer con seis dedos.Sin duda la Revolución Mexicana ha fracasado carcomida por la corrupción y la demagogia, los millones de emigrantes que sallen permanentemente del país dan cuenta de ellos, lo campesinos pobres que se hacinan en la barridas de las grandes ciudades son otro ejemplo que los sueños de Zapata y Villa están aún por cumplirse, quizás alguien contradiga a Raymundo Glayzer y la Revolución Mexicana comience a descongelarse.

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Buenos Aires, Argentina, 1955.
Escritor, periodista y crítico de cine, especializado en problemáticas (violencia social, política, migraciones, narcotráfico) y cultura latinoamericana (cine, literatura y plástica).

Ejerce la crítica cinematográfica en diferentes medios de Argentina, Latinoamérica y Europa. Ha colaborado con diversas publicaciones, radios y revistas digitales, comoArchipiélago (México), A Plena Voz(Venezuela), Rampa (Colombia),Zoom (Argentina), Le Jouet Enragé (Francia), Ziehender Stern(Austria), Rayentru (Chile), el programa Condenados al éxito en Radio Corporativa de Buenos Aires, la publicaciónCírculo (EE.UU.) y oLateinamerikanisches Kulturmagazin (Austria).

Realiza y coordina talleres literarios y seminarios. Es responsable de la programación del ciclo de cine latinoamericano "Latinoamericano en el centro" , uno de los más importantes del país, que se realiza en el Centro Cultural de la Cooperación de Buenos Aires.

Ha publicado la colección de cuentos El Guerrero y el Espejo(1990), la novela Señal de Ausencia(1993) y La guerra de la sed (2009),con prólogo de Sergio Ramírez.

Es colaborador de la sección de "Cine" de Carátula.